¡Enséñame a Amar!

Alexa Kennedy Paris, observo por última vez su alcoba, esa que había sido suya durante toda su vida y donde había pasado tantos momentos ya fuera de tristeza o alegría. Las paredes estaban pintadas de color rosa pálido con cortinas en la ventana de un fucsia que realzaba. En la pared que daba frente a aquella donde estaba la puerta, estaban colgado dos inmensos cuadros de paisajes, cada uno en una esquina, y en el centro de esta, pegado a la pared misma, estaba un fino piano que su padre le había instalado ahí, debido a su gran gusto por la música. En la pared del costado, que daba al baño, había un tocador ni tan grande, ni tan pequeño, el cual tenía en cada uno de sus extremos una lámpara con luz tenue. Y en el centro, como puestos con la mayor delicadeza, estaban un espejo lo suficientemente grande para verse, sales aromatizadas con olor a lavanda y pequeñas horquillas para adornar su cabellera. Suspiro. Sentía una profunda tristeza en el corazón. Ese día, dejaría atrás aquella habitación para siempre, pues en cuestión de unas horas, sería la esposa de Lord Jeremy Cox, un hombre lo bastante arrogante y autoritario que, la odiaba y no tenía intención alguna en ocultarlo. - Lo que pienso de vos y de todos los tuyo, no cambia en lo absoluto porque me vea obligado casarme contigo. - le había dicho este. Y Alexa, no pudo evitar sentirse inferior, como si hubiera hecho algo para ganarse su desprecio y la manera en la cual la trataba. Aunque sabía en el fondo, de que eso no era así. Su único pecado ante su futuro esposo, era el haber nacido una Kennedy. Eso, era lo que él odiaba de ella, porque en realidad, no tenía ninguna otra razón por el cual hacerlo. Y lamentablemente para ambos, pues significaba que tendrían que vivir eternamente un infierno de emociones y sentimientos, eso ninguno de los dos podría cambiarlo. Aunque si era sincera consigo misma, por mucho que se sintiera dolida por lo que su padre y hermanos estaban haciéndole, al obligarla a casarse con él, ella no cambiaría a su familia por nada. Pues sentía que había sido verdaderamente feliz allí, con ellos. Pensar en eso, le hizo sentir una opresión en el corazón, debido a que su felicidad, acabaría allí. Alexa, dudaba mucho que, una vez casada con Lord Jeremy, volviera a ser feliz algún día. - ¿Niña? - le llamo su Nana interrumpiendo sus pensamientos - Tu padre te espera abajo para llevarte hasta el altar. Al escuchar aquellas palabras, Alexa se dedicó una mirada a sí misma. Se encontraba lista para andar hacía su destino. El vestido de novia que llevaba puesto, era un diseño sencillo, hecho con seda brillosa. La blusa, se apegaba a su cuerpo y tenía un escote redondo. Y la falda, caía en diversas capas hasta el suelo. No tenía ningún tipo de adornos ni nada por el estilo que lo hicieran lucir espectacular, pues Alexa no había querido un vestido especial para una ocasión que no le producía ningún sentimiento especial ni mucho menos felicidad. Como único adorno, llevaba un collar de perlas alrededor de su cuello. Mientras su cabello, iba ataviado en un elegante moño. No se había esmerado mucho en su arreglo personal ese día pero, no se veía nada mal. Al contrario, se veía muy bien. Aún así, cuanto le gustaría poder salir corriendo de allí y escapar del triste destino que le esperaba al lado de Lord Jeremy, pero, en lugar de ello, tenía que aceptarlo e ir con su padre y con ese hombre que lejos de agradarle, le intimidaba. - Gracias Nana. En seguida bajo. - le hizo saber. Pero su Nana, se quedó allí de pie, observandola, como dudando de que en verdad fuera a hacerlo. Y es que su Nana, la conocía tan bien que, sabía perfectamente que ella no amaba a Lord Cox, que no deseaba casarse con él y que, hasta de cierta manera, aquel hombre le causaba algo de miedo. Por lo que, unos instantes, esta la estudio tratando de ver en ella, aunque fuera un atisbo de duda que, le indicara que, ella no iría al encuentro con su padre para casarse con Lord Cox. Y Alexa no podía culparla por dudar. ¿Qué acaso no había hecho eso su prima Kayla? ¿Salir huyendo justo el día del baile de su compromiso con Lord Miller? Frunció el ceño la darse cuenta de la comparación que estaba haciendo. En verdad, por muy desagradable que Lord Cox fuera, esperaba que supiera comportarse como un caballero y no que fuera un miserable desgraciado como lo había Sido el difunto Miller, quien había perdido la vida tratando de dañar a su prima Nicolle y a su hijo. Suspiro, esbozando una débil sonrisa a su Nana. Por mucho que odiara lo que su padre le estaba haciendo, por más que no soportara la idea de casarse con Lord Jeremy Cox, por más infeliz que todo eso le hiciera en la vida, aunque nunca encontrara la dicha y se viera condenada para siempre al infierno, ella no iba a hacer lo que algunas damas pertenecientes a su familia habían hecho. Ella ya había renunciado a Nicholas, con todo el dolor de su alma, para que esté, pudiera encontrar la felicidad al lado de la única mujer que realmente había aprendido a amar. Y ahora, simplemente, le tocaba asumir las consecuencias de sus actos. Darle un poco de paz al alma de su padre, quien lamentablemente creía que, esa era la única salvación que tenía para tener un futuro digno de una dama como ella. Así que, ella no escaparía de su destino. Si no que, le haría frente con la cabeza en alto. Y su Nana, pareció notar la determinación en sus ojos de hacer lo que todos creían correcto pues, asintió con la cabeza aceptando su respuesta y se dio media vuelta para informar a su padre de que ella bajaría en un momento. *** Jeremy se paseo de un lado a otro dentro de la iglesia, sintiéndose inquieto, irritado y estresado con toda aquella situación. Iba vestido con camisa blanca, esmoquin y pantalón n***o. A la altura del cuello, llevaba un pequeño lazo color n***o y en el bolsillo del esmoquin, una rosa roja. Nicholas, había sugerido que llevará esmoquin y pantalón blanco dado que era el día de su boda pero, él se había negado a ello debido a que ese matrimonio, no era parte de lo que había buscado o querido. Si se estaba casando con Lady Alexa Kennedy, era por salvar a su hermano de una muerte inminente, no por gusto o placer, como todos pensaban. Los únicos que sabían que se casaba obligado, las verdaderas razones por la que lo hacía, eran sus hermanos y la familia de esta. Del resto, toda la sociedad, se había creído la farsa de aquel matrimonio. Pero eso no era lo que le tenía en ese estado de estrés e irritación. No. Lo que lo tenía así, era el hecho de que a esas alturas, Lady Alexa debería de haber llegado ya al altar y no lo había hecho aún. ¿Qué significaba todo eso? ¿Sería que esa mujer se había decidido a dejarlo como lo hizo con Nicholas? ¿Pretendía acaso plantearlo y humillarlo ante todos? ¿Por qué demonios no llegaba aún? ¿O solo quería jugar con él? ¿Exasperarlo y llevarlo al límite? Suspiro molesto por toda esa situación. Y su hermano Nicholas, poso una mano sobre su hombro para tratar de tranquilizarlo. - No te preocupes. Llegará en cualquier momento. - le dijo con total convencimiento. Y Jeremy no supo cómo sentirse respecto a ello. Que no llegara nunca, era en parte un alivio para él, puesto que no le agradaba en lo absoluto su futura esposa. Pero también implicaba que quedaría en ridículo ante todos. Y que fuera, sería su condena de por vida, atándolo a una Kennedy. Pero, al menos su orgullo, se mantendría intacto. Realmente, no sabía que prefería en esos momentos. Si era el que lo dejarán plantado, humillándolo, o el que ella asistiera y lo llevara al infierno mismo. Sin embargo, no tuvo tiempo de pensarlo más, porque en seguida muchos comenzaron a entrar de prisa en la iglesia diciendo que la novia había llegado al fin. Y Jeremy, sintió como su corazón se paralizada transformándose en una fría y dura roca que, no le permitía sentir ningún tipo de compasión ni por sí mismo ni mucho menos por ella. Y entonces, la melodía nupcial comenzó a sonar y con ello, Alexa Kennedy hizo su entrada en la iglesia del brazo de su padre, Lord Fox Kennedy Paris. *** Tanto Jeremy como Alexa, esbozaron una sonrisa fingida a la vez que salían de la iglesia, con ella agarrada a su brazo y los presentes acercándoseles para darle la enhorabuena por su matrimonio. Ninguno de los dos sentía feliz con ello pero por lo menos, ambos podían fingir y aparentar ante todos que todo estaba perfecto. Al menos eso, era algo que se les enseñaba muy bien a todos antes de ser inmerso en la sociedad: fingir. - Vaya. - dijo Lady Carrick acercándose a ellos - Realmente nunca espere que se casara usted Lady Alexa. Con eso de que ya no es usted una dama pura. Alexa se tenso al escuchar las palabras llenas de veneno de aquella mujer. Pero, ¿Qué hacia ella allí? ¿Quién la había invitado? Si los Carrick y su familia no tenían buena relación. Al menos no, desde que su primo Dave, los había dejado en la calle, sin nada. Quiso replicar, decirle que estaba equivocada y ella no había perdido su pureza aún con nadie pero, cuando abrió la boca para hacerlo, la presión de Lord Jeremy sobre su mano, la hizo volverse hacia él. Estaba con una expresión neutra y con la mirada le indicaba que no dijera nada. A él, no le importaba en lo más mínimo el como, ella se había tensado por el comentario que aquella mujer había hecho. Si le parecía un insulto o no, le daba igual. Jeremy Cox no estaba dispuesto a dejar que Alexa, provocará una escena a la salida de la iglesia por algo de lo cual, Lady Carrick tenía razón. No iba a comenzar su vida marital, dejando que su esposa se comportara de manera inadecuada. Sin defender si quiera su honor, algo que consideraba ya perdido hace mucho, esbozo una media sonrisa a la mujer. - Lady Carrick. - Es usted muy noble al casarse con la que una vez fue de su hermano, Lord Cox. En vez de responder a su comentario, él solo se limito a irse por la tangente, bastante humillante ya, era el haberse casado con una Kennedy, manchada, como para hablar de ello. - Espero que asista ustedes nuestra velada de recepción y nos acompañe en este momento tan importante para mí esposa y para mí. Y sus palabras, fueron un insulto y un puñal, clavándose en la espalda de Alexa. ¿Cómo se atrevía él a hacerle eso? ¿A permitir que cualquiera la insulta como quisiera? Y para colmo de ello, no satisfecho, le premiaba, invitandola a su recepción de bodas. Sintió como las lágrimas se acumulaban en sus ojos, tratando de escapar de allí. Pero cerro los ojos, respirando hondamente y negándose a dejarlas salir. - ¿Lo dice en serio? - pregunto la mujer dudosa. Era obvio que, sabía que no se había comportado correctamente con ella pero aún así no se disculpó. Era como si lo hubiera hecho adrede. - Será todo un honor contar con su presencia, Lady Carrick. ¿Verdad querida? - dijo Jeremy volviéndose hacia ella con una sonrisa burlona y una mirada amenazante Estaba provocándole, y al mismo tiempo dejándole claro que ahí, quien mandaba, era él.