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Alma Rebelde

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Blurb

Donovan Montgomery es un prestigioso abogado en la ciudad de Nueva York, un hombre que en apariencia lo tiene todo: dinero, prestigio y una hermosa esposa.

Pero la realidad es otra muy distinta, cegado por los celos deja escapar a la mujer que en realidad ama, Charlotte Dupont.

La hermosa y rebelde francesa decide abandonar la ciudad llevándose con ella, no solo un corazón roto, sino también un secreto que los unirá para siempre.

¿Qué sucederá cuando vuelvan a encontrarse? ¿Podrá Charlotte olvidarse de Donovan? ¿Podrá Donovan conquistar el Alma rebelde de Charlotte?

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Capítulo uno. Solo una noche
Donovan observó fijamente a la mujer que bailaba sobre el pequeño escenario, movía su cuerpo como si fuera una puta diosa y maldición que lo era. Su cuerpo se encendió con tan solo verla, había algo en ella que estaba volviéndolo loco, tan loco como solo ella podía hacerlo, ella… —Esa mujer debe ser fuego en la cama —susurró uno de los hombres sentados en la mesa contigua a la suya. —pagaría lo que fuera por tenerla solo una noche bajo mi cuerpo y enseñarle lo que es un hombre de verdad —dijo otro con los ojos nublados por el deseo. —Es una pena que sea la única bailarina del lugar que no esté a la venta —soltó el otro hombre con enojo. Donovan adivinó que más de uno de aquellos tipos había intentado ponerle las manos encima, pero que ninguno lo había logrado y una satisfacción embargó su corazón. —¿Qué haces aquí? —Donovan no se molestó en girar su rostro para saber quién era el hombre que le preguntaba por su estadía en el sitio y no pensaba decirle tampoco la razón por la cual había acudido aquella noche al antro de Afrodita. —No es de tu incumbencia es un lugar público y puedo venir las veces que quiera —espetó molesto. —¿Lo sabes verdad? ¿Sabes la verdad y por eso estás aquí? —preguntó Harry sentándose en la silla sin ser invitado. —¿Qué se siente saber que la perdiste por tonto? —insistió el hombre viendo como la sensual mujer robaba el aliento de todos los presentes. —¿Por qué nadie me dijo nada? —Porque no quisiste escuchar, preferiste ir y comprometerte con otra mujer sin importar lo que ella podía sentir, quisiste vengarte y hacerla sufrir y mírate ahora, preso de tu propia estupidez —dijo Harry con regocijo. —Todo esto es tu culpa Harry, no debiste involucrarla, debiste confiar en mí —dijo apretando los dientes con fuerza. —Sigues siendo un inmaduro, jamás estarás a su altura —se burló Harry, quien tenía una necesidad insana de hacerlo sufrir, de meter el dedo en la herida hasta hacerlo gritar de dolor. —Ella no te amará —dijo con brusquedad. —Somos amigos, algo que jamás comprendiste, ahora vete y déjala ser, has hecho tu elección y ella ha hecho la suya —dijo poniéndose de pie y todo lo demás sucedió demasiado rápido para el gusto de los dos abogados. Una horda de hombres fuertemente armados irrumpió en el lugar y su objetivo era mucho más que evidente. Charlotte se detuvo en seco al ver al hombre acercarse a ella con una pistola y el puntero rojo jugando sobre su pecho justo a la altura de su corazón. —Tu vienes conmigo nena —dijo con una sonrisa en los labios. Charlotte giró su rostro para ver hacia Harry, pero él ya no estaba ni Donovan tampoco, por un breve momento se sintió abandonada, pero esa era la historia de su vida y no tenía tiempo para lamentarse, debía pensar muy bien cómo salir de ese aprieto. —Iré contigo, no es necesario que me apuntes con ese juguetito, se te puede escapar un tiro y entonces no tendría sentido irrumpir el lugar y llevar un c*****r —dijo con seriedad. —No te pases de lista, el señor Volkova, no es un hombre con quien puedas jugar —le amenazó y Charlotte sintió la necesidad de golpear al tipo, pero esto era parte de su trabajo, el último que haría para el gobierno antes de volver a su país de origen. Charlotte fue arrastrada por el tipo a los camerinos para abandonar el antro por las puertas de emergencia donde una camioneta Ford color negr0 esperaba por ellos; no había hombres fuera, algo que era una buena ventaja que no pensaba desaprovechar.  —Esto es una jodida mierda —dijo apretando los dientes cuando el hombre abrió la puerta para lanzarla dentro de la camioneta sin ceremonia. —Te aseguro que jodida estarás y muy bien —se burló el hombre muy confiado de sí. Charlotte sonrió y antes de que el tipo pudiera darse cuenta el tacón de quince centímetros estaba golpeando las partes más nobles de su cuerpo. El hombre gritó mientras caía de rodillas sobre el piso sucio y húmedo. Charlotte abrió la otra puerta y salió corriendo en dirección contraria a donde los otros hombres venían. Su corazón palpitaba fuerte dentro de su pecho. Este era su último trabajo y parecía que la vida no le daría el placer de dejarlo con vida. Podía sentir los pasos detrás de ella, sus pies dolían debido a la altura del zapato y cuando pensó que estaba muerta. Un auto se estacionó frente a ella, no lo dudó por primera vez, no pensó y se dejó llevar por su instinto de supervivencia. Abrió la puerta trasera y se lanzó dentro del auto. Giró su rostro para ver a los hombres de Volkova disparar a diestra y siniestra, afortunadamente todos los tiros erraron debido a la velocidad con la que su salvador conducía. No supo cuántas vueltas dieron por la ciudad, ella no dejaba de ver hacia atrás esperando ver a los hombres del ruso aparecer, pero su chofer había resultado ser bueno. Seguramente era uno de los hombres de King; era lo mínimo que podía hacer después de enviarla al Afrodita sin escoltas. —¿Estás bien? Charlotte giró su rostro para ver por el retrovisor el rostro de su salvador, no tenía necesidad de verlo, solo su voz bastaba para reconocerlo. Pero lo último que ella podía esperar era ser salvada por Donovan Montgomery. Su corazón se aceleró dentro de su pecho, habían pasado varias semanas desde que se habían visto en la boda de Mía y Angelo, en realidad no esperaba verlo nunca más y menos en estas circunstancias. —Lo estoy, gracias —dijo sin saber exactamente qué decir o hacer. Lo mejor era bajar del auto e ir a casa y maldecir a King por haberla dejado sola en esa misión. —Creí que te perdería —dijo estacionando el auto frente a un edificio desconocido para Charlotte. —¿Qué hacemos aquí? —preguntó al verlo bajarse y correr para abrirle la puerta. —No es seguro que vayas a tu piso, seguramente esos tipos van a seguirte el rastro —dijo con premura. Quería sacarla en brazos y ponerla a salvo. Jamás en su vida había sido más consciente del peligro al que ella se enfrentaba con el trabajo que tenía. La arrastró con él hasta el ático del edificio, quería encerrarla y no dejarla salir nunca más.  —Nadie sabe mi nombre en el antro Donovan, puedo volver a casa y… Las palabras de Charlotte fueron interrumpidas cuando Donovan halo su mano y la atrapó en un fuerte abrazo y sus labios se unieron a los suyos en un beso intenso. Todo el miedo que Donovan sintió al verla amenazada se convirtió en pasión, no quería dejarla escapar. No quería que volviera a exponerse de aquella manera, no quería vivir con el miedo de perderla más de lo que ya lo había hecho. Charlotte se alejó de él al sentir su cuerpo reaccionar a aquel beso. Lo amaba, pero no podía olvidar que él se casaría al día siguiente con una mujer que no era ella; podía ser que él lo hiciera por una noble causa. Pero eso no hacía que doliera menos. —Creo que es mejor que me marche Don —dijo en un susurro. —Sé que no tengo derecho a pedirte nada Charlotte, sé que te he fallado muchas veces, fui un completo tonto por no creer en ti, pero te amo. ¡Te amo! —exclamó poniéndose de rodillas frente a ella, tomándola de la cintura y apretando su rostro contra su vientre. —Perdóname, por favor no te vayas —pidió con lágrimas en los ojos. El corazón de Charlotte se rompió en miles de pedazos, no podía quedarse por mucho que lo deseara. «Solo una noche Charlotte, solo una noche» el pensamiento le hizo temblar. Charlotte apartó todo pensamiento que le gritaba que era un error acceder. Una parte de ella quería correr lejos de él y la otra quería quedarse. Quería tener un momento de felicidad, aunque fuera unos pocos minutos robados. —Te amo Charlotte —dijo Donovan con voz rota. Charlotte cerró los ojos y se colocó a su altura, elevó el mentón masculino con dedos temblorosos, esta era la primera vez que se sentía fuera de lugar, no sabía qué hacer o cómo hacerlo. —Solo una noche —susurró antes de cerrar el espacio entre ellos. Donovan abrió la boca para recibir la lengua de Charlotte y bebió de ella como un sediento perdido en el desierto. Charlotte gimió al sentir las manos de Donovan recorrer su cuerpo por encima de la corta ropa que tenía sobre su cuerpo, se había olvidado por completo que prácticamente estaba casi desnuda. Donovan le ayudó entre el beso a ponerse de pie y la estrechó contra su cuerpo para hacerle sentir su dureza, las cosas que ella provocaba en él. —Ven conmigo Charlotte —susurró pegando la frente con la suya, sus respiraciones eran erradas y sus lágrimas corrían libremente por sus ojos y Donovan no se molestó en ocultarlas de ella. Charlotte lo miró con intensidad antes de cerrar los ojos y volver a perderse en su calor, sería una noche robada, un momento efímero, luego podría olvidarse de él y empezar de cero. Donovan la llevó hasta la habitación sin separar ni por un segundo sus labios, sus besos eran apasionados sus lenguas buscaban chocar una y otra vez, mientras la ropa iba desapareciendo de ellos, Charlotte no supo exactamente en qué momento sucedió, pero solo fue consciente de tener el cuerpo de Donovan sobre su cuerpo cuando sintió sus labios deslizarse de su boca y recorrer su cuello, mientras sus manos acariciaban sus largas piernas, haciéndola temblar como una hoja por el placer que sentía. —¡Aah! ¡Aah! —gimió Charlotte arqueando la espalda al sentir la boca de Donovan sobre sus duros pezones y una mano abrirse paso por sus pliegues íntimos, estaba húmeda por y para él. Ella movió ligeramente las caderas para tener un poco más de aquel delicioso y vicioso placer. «Solo una noche» se obligó a recordar, eso era todo lo que ellos podían tener. —Mírame —pidió Donovan mientras sus dedos la preparaban para él. Charlotte lo hizo, sus miradas se encontraron y la pasión estalló entre ellos, había amor y dolor, saber que esto era todo entre ellos. —¡Bésame! —le ordenó la castaña, cerró su mente y se concentró en disfrutar el momento sin pensar en el futuro. Donovan no se hizo esperar y la tomó de nuevo entre sus labios, mientras se acomodaba entre sus largas y esbeltas piernas, mientras sus sexos se cepillaban con deseo de consumar el acto. Las manos masculinas recorrieron el cuerpo de Charlotte, tocando puntos sensibles en la castaña, mientras se introducía en aquellos pliegues húmedos y resbaladizos producto de su excitación. El cuerpo entero de Charlotte se estremeció ante la invasión, se resistió por unos segundos antes de ceder ante la presión ejercida por Donovan, penetrando, rompiendo todo a su paso. —Lo siento —le murmuró Don al oído, mientras luchaba por mantenerse quieto esperando que ella pudiera acostumbrarse a su invasión. Charlotte movió ligeramente las caderas para indicarle que estaba lista y preparada para él. Donovan salió lentamente de aquella húmeda y cálida cavidad antes de arremeter de nuevo, era lento, pero firme. —Eres perfecta —murmuró una vez más, ahora con los dientes pegados a su cuello, raspando su vena yugular, enviando espasmos de placer por cada terminación nerviosa del cuerpo de Charlotte. La castaña gimió mordiéndose los labios, elevó sus piernas y atrapó la cintura de Donovan, moviéndose al ritmo que él le marcaba. El deseo los consumió y ambos se dejaron llevar completamente por el placer de su acto. Ambos sentían la pasión desbordarse por su piel, mientras un poderoso orgasmo atravesaba sus cuerpos perlados de sudor. Charlotte gimió sin poder evitarlo, echó la cabeza hacia atrás y arqueó la espalda, mientras Donovan se corría en su interior, hasta caer rendidos en los brazos de Morfeo. A la mañana siguiente Donovan abrió los ojos mientras el sol de la mañana lo sorprendía, buscó con la mirada a Charlotte y entonces lo supo, él estaba solo. Ella… se había marchado.

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