Capítulo 2

1837 Words
Quizás era un juego, un juego muy estúpido, pero cuáles fueran las intenciones que tenía para hacer esto, no dejaría que se aprovechara de mí. Como pude, solté mi mano y le di una bofetada. Joseph me soltó enseguida. —¿¡Estás loco!?— grité furiosa. —¡Vaya!...— tocándose la mejilla enrojecida —¿Acaso no puedes besar a cualquier hombre como tu madre? — ¿De qué hablas? ¡Somos hermanos!... ¡No puedes besarme! —¿Hermanos...?—esbozo la palabra como si doliera pronunciar cada letra de ella—¿En verdad me consideras tu hermano? Me sorprendió tanto su pregunta, ¿Acaso él no me considera su hermana? —No sé lo que pretendes—grite—¡Pero no estoy dispuesta a soportar tus sucios juegos! Me apresuré a llegar a la puerta para quitar el seguro que Joseph había puesto. —A-Abi... ¡Espera!— escuché la voz de Joseph detrás de mí. Pero sería muy estúpido de mi parte escucharlo después de lo ocurrido. Al quitar el seguro salí deprisa, casi corriendo hasta llegar nuevamente al jardín donde se encontraba la fiesta. Mi corazón se aceleraba a cada segundo que volvía a mi mente aquella escena tan horrible que tuve que pasar. ¿Por qué? Trataba de contener ese sentimiento tan aterrador, era como si me hubiera tocado un violador pervertido, tenía esa horrible sensación en el cuerpo y sobre todo en los labios. — ¿¡Abigaíl!?— escuché la voz de mi padre mientras avanzaba entre la gente. — ¡Ah!... ¡Padre!…—Dije un poco nerviosa. —¿Te marchas?—Pregunto decepcionado—¡Es la fiesta de compromiso de tu hermano, no puedes marcharte ahora! —¿Me perdonas si te digo que no me siento muy bien?—Dije desanimada, mi padre me observo detenidamente. Quizás mi cara estaba pálida por lo que había pasado y tal vez creería la mentira. —¿Estás enferma?—pregunto angustiado. —No lo creo... tal vez me afecto haber llegado tan deprisa a la fiesta después de un largo vuelo, necesito descansar—dije aún más nerviosa al ver que a lo lejos Joseph salía por una de las puertas del club hacia el jardín. —Bueno, si es descanso lo que necesitas, ordenaré que un chofer te lleve a casa —¿Casa?... no es necesario, iré a mi hotel no necesitas tomarte tantas molestias. —En lo absoluto, no es una molestia, y por favor ya no insistas más en el hotel, me sentiré más tranquilo si descansas en tu antigua habitación—dijo con una sonrisa y haciendo un chasquido con los dedos mando a llamar a un asistente, dándole órdenes de llevarme a la mansión. A causas de mi mentira, no pude decirle "no" a mi padre, y no teniendo otra opción para escapar tuve que hacer lo que mi padre ordeno. A la mañana siguiente cuando desperté, supe que ya no me encontraba más en mi departamento en Roma, me encontraba en mi antigua habitación, todo lo que había dejado, estaba tal y como en ese entonces. Y supe que no era una terrible pesadilla porque en Roma no solía arroparme con sabanas de algodón egipcio. Deseaba profundamente que aquel beso si fuera solo parte de mi imaginación. Me levanté de la cama hecha un asco, por suerte aún me quedaba mi antigua pijama, pero no tenía más ropa que ponerme excepto el vestido de ayer, pero mi familia no permitiría que me vieran con la misma ropa en dos ocasiones. Coloque sobre mis pies unas pantuflas viejas de conejos. Tome mi móvil para llamar al hotel y mandar a uno de los empleados de mi padre para ir por una de mis maletas y ponerme algo más que el pijama. Al notar la hora, me sorprendí de que nadie viniera a molestarme. "1:35 pm" tal vez me enfadó un poco, pero era lógico que me dejaran dormir tan tarde, había viajado durante varias horas. Mi cuerpo realmente cansado, aunque después una buena siesta de varias horas o más bien casi un día de reposo ya tenía la energía que necesitaba. Abrí la puerta y salí arrastrando los pies, mi cabello no estaba tan mal, pero mis ojos estaban inflamados por dormir tanto, la luz me molestaba demasiado, me sentía peor de lo que me veía. Camine por el largo pasillo mirando de reojo los retratos de familiares que ha tenido esta familia desde la época medieval. Y continúe así por 15 minutos hasta llegar a las escaleras que conducían a la entrada de la casa. Por ahora no había visto más que algunos empleados que al momento de verme desaparecían al instante. Mi padre seguramente estaba en la empresa al igual que mi hermano, pues ahora ya trabajaba con él. Y mi madre estaría en un salón de belleza o de compras por los lugares más caros de la ciudad. "Tal vez solo debería buscar a Edmund" pensé. Y camine con pereza por la casa, pasando por el comedor hasta llegar a la cocina y ahí lo encontré. Se encontraba preparando la comida junto con los chefs y algunas empleadas. —Señorita Abigaíl—expreso sorprendido. Noté que estaba dispuesto a dejar su trabajo solo para atenderme, pero me apresure a reprenderlo. —Por favor continúe con su trabajo, disculpa que interrumpa, pero me gustaría saber si me podría hacer un favor —Señorita, usted no necesita pedir ningún favor, dígame en que le puedo servir—dijo mientras se lavaba las manos y se apresuraba a llegar hasta mí. —Bueno, necesito un poco de ropa, pero mis maletas están en el hotel que reserve y aquí no tengo nada más que la pijama— explique. Él me miro de arriba abajo con una sonrisa. —No se preocupe, enseguida mandaré a un empleado de la casa por sus maletas. —Muchas gracias Edmund, me acompaño hasta la escalera y ahí salió por la puerta para buscar a uno de los choferes de la casa. En cuanto a mí, recorrí los pasillos con mucha nostalgia, pues siendo pequeña solía jugar a estar perdida en un castillo y que el príncipe tenía que buscarme y ese príncipe para mi desgracia era Joseph. Aunque le molestaba jugar conmigo a esas cosas lo hacía inmediatamente. Al menos podre decir que hace mucho tiempo era un hermano ejemplar, comprensivo, tolerante, y amable conmigo. Llegue al antiguo estudio de mi padre. Era tal y como ante aunque con algunas decoraciones diferentes, como las fotografías en su escritorio. Me senté sobre la silla de cuero y me acerqué al escritorio para observarlas mejor. Las fotografías eran de cuando mi hermano y yo nos conocimos por primera vez, era un día de campo y yo no dejaba de jugar con las flores, en ese tiempo tenía apenas cinco años y él tenía diez. Hice una lluvia de flores sobre su cabeza y me reprendió por haberlo ensuciado. Me hizo llorar, pero al cabo de unos minutos no soporto verme en ese estado y me consoló, prometiendo que jugaría conmigo. También estaba una fotografía de la primera esposa de mi padre, la madre de Joseph. Era tan bonita, sostenía en sus brazos un bebe, uno muy gordo. Quizás era Joseph Levante la vista al ver que la puerta del estudio se había abierto, sin que alguien tocara antes de entrar. — ¿Así que aquí estabas?— dice Joseph desde la puerta. —¿Me buscabas?—logro preguntar. — ¿Qué es lo que haces aquí?—pregunta mal humorado frunciendo el ceño. —Solo daba un paseo por la mansión. —Ya veo—dice indiferente de mi explicación. —¿Y tú? —Quería saber si era cierto lo que escuche decir a mi padre en la empresa—asegura con una sonrisa—dijo que su pequeña princesa se quedaría en su casa y esperaba que no se marchara de nuevo. —¿Eso es lo que dijo?—cuestione ansiosa —Sí, pero ¿Realmente te quedarás?—susurro un poco preocupado. Limitándome a contestar si o no, preferí preguntarle algo que estaba segura diría que no. — ¿Te agradaría la idea de que yo regresara?—Joseph parecía realmente sorprendido por mi pregunta, la expresión de su rostro cambio. Se acercó al estante de libros detrás de mí y cogió uno de ellos —Oye... ¿Realmente crees que somos hermanos?- Su pregunta me hacía recordar lo que desee fuera solo una pesadilla. — ¿De hablas? Por supuesto que somos hermanos—Al dar mi respuesta el cerro el libro con fuerza haciendo un ruido muy alto en la habitación. —¿Y por qué no me haces un favor?—añade al ver mi expresión —¿Favor? ¿Qué favor? —Porque, no mejor regresas a Roma, tu presencia solo es una molestia en esta casa—dice petulante. De nuevo se estaba comportando como un niño inmaduro, haciendo preguntas tontas y diciendo cosas que me dolían. —¿Por qué no paras con esas estupideces? Tal vez dejé que el pasado me ofendieras de la misma manera que lo haces ahora, pero esta vez no dejaré que me hables de esa manera sin razón— le regaño tercamente como a un niño pequeño. —Tal vez sea porque no puedo confiar en ti o en tu madre. El hecho de que volvieras significa que algo muy grande trama esa mujer. — ¿Acaso estás loco? Sabes cuál fue la razón de mi regreso, te lo dije ayer, pero como siempre tú sacas tus propias conclusiones. —¿Estás segura de eso? —Por supuesto, tú eras el único motivo por el que regrese, pero tal vez no valió la pena regresar—reconozco ferozmente. Al girar a verlo de nuevo, note que me miraba fijamente, y se aproximó a mí sin dejar de verme directamente a los ojos. Trate de decir algo cuando acercaba su rostro al mío, pero mi enfado desapareció y mi voz se apagó con los nervios. —¿Qué haces?—Logro pronunciar nerviosa —Tus ojos tienen un pequeño tic-nervioso cuando mientes y trato de encontrarlo— aseguró con burla. —¿Qué?—cuestiono enfadada. —Bueno al menos, sé que no mientes sobre eso—Sus palabras parecen sinceras, y su expresión también lo es-Te veré después. Sentí un calor agradable sobre mi frente, se había acercado tanto solo para hacer eso. Me había ruborizado de nuevo y lo peor es que Joseph lo había notado. Él solo sonrió antes de dirigirse a la puerta para dejarme igual que ayer. Sorprendida por el beso y en estado de shock por su repentino cambio de humor hacia mí. Quizás ese beso, solo era la necesidad de sentir algo diferente, sentir que aún había algo de compresión de él para mí, pero significaba mucho para mi corazón.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD