2.

1301 Words
Víctor y Ekrem estaban supervisando que los trabajadores subieran con cuidado los barriles con aceite de oliva y cajas con muchas jarras de vidrio para envasar. Fue entonces que apareció Atlas y este tenía cara de pocos amigos. Al verlo de mal genio, aquellos dos optaron por ignorarle hasta que esté decidiera hablarles. Últimamente el joven tenía repentinos cambios de humor y se portaba de manera hostil sin provocación alguna. Así pues, tanto Lorraine como Víctor y Ekrem decidieron dejarle despotricar a la nada y de vez en cuando hacer como que el joven era invisible. Luego de un rato de pie mirado el horizonte Atlas pareció sentirse de mejores ánimos y se les acercó sonriendo como si nada hubiese sucedido. Al fin de cuentas, él nunca se había portado grosero con ninguno de sus amigos y novia y mucho menos les había ofendido de ninguna manera. - ¿Ya está todo listo?. Les preguntó a verlos anotar el total de barriles, litros de aceite y jarras para exportar en el iPad. Ekrem asintió y luego apoyó todo su peso en la pierna izquierda y cruzarse de brazos. - ¿Vendrás esta vez?. Le preguntó Víctor. Atlas asintió. - Lorraine se quedará aquí con Horace, así que tengo libre el fin de semana. Le respondió en voz baja. - ¿Todavía no lo sabe?. Preguntó Ekrem. Atlas negó. - ¿Cuando piensas decirle?. Quiso saber Victor. Atlas entonces se mordió en labio inferior con fuerza y luego se encogió de hombros. - Debes decirle... Merece saber lo que haces y en lo que estás involucrado. Comentó Ekrem mientras Víctor asentía frenéticamente. - Lo sabrá en su momento, por ahora solo quiero enfocarme en lo que sucede. Les dijo. - Bien. Cómo quieras, entonces... ¿Nos vamos?. Le preguntó Víctor. Atlas asintió, poco antes de subirse a la camioneta, Lorraine salió corriendo de la casa en dirección a ellos. Atlas se volvió y extendió los brazos para recibirle y la estrechó con fuerza. - Cuídate... Y... Portate bien. Le dijo tras darle un beso en los labios. Atlas asintió y empezó a reír. - Yo siempre me porto bien Woods. Cualquier cosa me avisas, despideme de tu papá, no alcance a hacerlo porque se fue a dormir. Le dijo este. Lorraine asintió. - Salúdame a tus tíos y sobretodo a tu abuelo. Le dijo ella para luego echar andar de vuelta a la casa. Atlas asintió y esbozo una sonrisa fingida, luego se giró mirando a Víctor quien de igual manera le miraba con el ceño fruncido. - ¡Con cuidado chicos! ¡LOS QUIERO!. Gritó Lorraine desde la entrada. Victor y Ekrem alzaron las manos y le mandaron besos al aire. - Me hace sentir mal ocultarle cosas a Lorr. Dijo Víctor muy apesadumbrado a nadie en particular. Ekrem asintió dándole la razón y Atlas puso los ojos en blanco con hartazgo. - Sólo denme tiempo para arreglar todo y le contaré después. Mientras tanto necesito que quiten esas putas caras de arrepentimiento y falsa pena. Bien... Ahora vamos por Izan Bernardeau. Les dijo aparentando los dientes. Victor asintió y asi pues se puso a conducir la camioneta mientras otras cuatro camionetas con cargamento les seguían de cerca. Luego de media hora llegaron a un almacén muy grande en las afueras del pueblo, y al meterse varios hombres al ver a Atlas se pusieron de pie. - ¿Dónde está?. Les preguntó Atlas muy serio. - Allá al fondo jefe... ¿Quiere verlo?. Le preguntó uno de ellos llamado Antonio. Atlas lo pensó unos segundos y luego negó. - Llevenlo a la embarcación, nos vamos a Nápoles. Antonio, Piero y Leonardo ustedes vienen con nosotros. Ovidio, tú te quedas a cargo en nuestra ausencia. Ve a la finca y cuida a Lorraine, que Niccolo se quede aquí con los demás. Le ordenó el joven para luego darse media vuelta de regreso a la camioneta. Todos asintieron y fueron por el hombre que tenían cautivo. Una vez a bordo, Atlas fue al interior de la gran embarcación y esperó a que llegaran Víctor, Ekrem, Piero, Leonardo y Antonio con el tal Izan Bernardeu. Luego de unos minutos todos ingresaron arrastrando a un hombre de al menos cuarenta años quien se hallaba bastante golpeado en el rostro. Al ver a Atlas el hombre le miró con curiosidad. - ¿Me recuerdas?. Le preguntó Atlas. El hombre negó rápidamente. - Claro que no... Nunca recuerdan los rostros de las personas a quienes les joden la vida. Me llamo Giulio Riviello... Soy el nieto de Giorgio Valastro... Y el hijo de Giovanni Riviello. Dijo Atlas muy tranquilo. El hombre abrió mucho los ojos y se le quedó viendo asustado. - Atlas. Dijo este en un susurro. El joven sonrió satisfecho. - Así que sabes quién soy. Dijo con voz queda. - Sí. Ya me acordé de ti... Me sorprende bastante verte tan... Crecido, pero más me sorprende saber que el imbécil de Jaques Mason no se animó a matarte cuando tuvo oportunidad. Escupió el hombre. Atlas hizo una mueca de disgusto al escuchar el nombre de Jaques. - Como sabrás está muerto. Respondió Atlas con calma. El hombre asintió. - Se que es lo que quieres Riviello... No importa lo que me hagas, no te diré nada. Le aseguró Izan. - Ya veremos... Retirenlo de mi vista. Les ordenó a los demás. Tras quedarse solamente Ekrem y Víctor con él, los tres fueron a sentarse en los sillones de la sala. - ¿Que fue lo que te dijo? Le preguntó Víctor. Atlas reparó en que sus amigos no hablaban español y tampoco italiano. - Nada. Dijo que no me dirá nada no importa lo que le haga. Le respondió éste. Ekrem resopló exasperado y decidió ir a servirse un trago. - Bueno, ¿Y ahora?. Le preguntó mientras abría la botella de whisky. Atlas entonces encendió un cigarro y se quedó pensando. - Bueno, no me deja más remedio que utilizar la persuasión. Respondió mientras estiraba la mano para tomar el vaso de whisky que le ofrecía Ekrem. - ¿Cómo piensas persuadir a ese grandísimo hijo de puta?. Quiso saber Víctor quien también aceptaba un trago. - En cuánto lleguemos a Nápoles quiero que vayan por su esposa y sus hijos. Les ordenó a aquellos dos. Ekrem le dio un sorbo a su vaso y asintió a igual que Victor. - Después de que los llevemos ante él, ¿Quieres que los matemos?. Preguntó Victor muy tenso. Atlas lo meditó unos instantes y luego de inhalar profundo y exhalar negó. - No. Confío en que Izan hablará a verles ahí, pero si no... Entonces yo creo que lo mejor será ultimar a toda su asquerosa familia. ¿Que edad tiene el menor de sus hijos?. Le preguntó Atlas a Ekrem. El joven sacó su celular y luego de verificar sonrió. - Tu edad. Tiene veintidós, también tiene un par de gemelos de veinte años... Y te va a encantar saber que el mayor de ellos se dedica a exactamente lo mismo que su padre. Hasta donde tengo entendido, se va a los clubes nocturnos y bares, engatuza a las chicas turistas y luego de convencerlas de que vayan con él, las entrega con Izan y su gente. Le informó Ekrem. Atlas asintió comprensivo. - ¿Y los gemelos?. Preguntó. - Ellos solamente se dedican a estudiar y trabajan en una carnicería. Ellos están al margen, sin embargo la esposa... Ella es otra cosa. Es la que se encarga de regentear a las chicas con los locales de Nápoles y alguno que otro político. Respondió Víctor. - Bueno... En cuanto lleguemos lleven con ustedes a unos cuantos para que les ayuden. Dudo que vaya a ser cosa fácil. Ordenó Atlas entrecerrando los enormes ojos.
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