1.

4947 Words
Un largo camino de piedra atravesaba un hermoso jardín, éste constaba de gran variedad en su flora. Atlas recorrió el camino muy lentamente, cuidando en todo momento no acercarse mucho a los rosales, sin embargo no lo logró y su chaqueta se atoró con las espinas. En un intento desesperado por desatorarse terminó por espinarse la mano que comenzó a sangrar profusamente. Entonces asustado comenzó a correr hasta llegar al vestíbulo de una preciosa casa Siciliana. - ¿Nonna?… Preguntó él. Nadie respondió al llamado, entonces cuando fue al interior de la casa los vió. Su abuela, su madre, su padre y su hermana se hallaban muertos en el suelo. Un gigantesco charco de sangre se hacía cada vez más grande ante él, como si la sangre quisiera sujetarle los tobillos. Asustado comenzó a gritar histérico hasta que despertó. “1,2,3,4,5,6,7,8,9…10”… Atlas se sentó en el borde de la cama y se quedó mirando la nada unos minutos, aquel no había sido un sueño, aquello que vió fue un recuerdo. A partir de ahí el resto de su vida era un total misterio, no solo para los demás si no también para él ya que había bloqueado todo recuerdo de su infancia, o casi todo puesto que aún podía recordar ciertas cosas que él preferiría no recordar. Cosas malas. Frustrado se puso de pie y fue hacía el baño y se metió en la ducha. Una vez ahí permaneció un buen rato bajo el agua helada. Apenas salió fue a lavarse los dientes y a afeitarse la escasa barba que le salía. Se miró en el espejo y se observó unos instantes y luego se enfureció. Abrió el vestidor y se puso ropa interior negra, un elegante Frac n*gro hecho a la medida. Todo en su guardarropa estaba hecho a la medida, hasta sus zapatos italianos, y lo que no estaba hecho exclusivamente para él, era de diseñador. Él mismo era italiano y de madre griega. Apenas estaba queriendo pensar en sus padres cuando sacudió la cabeza espantando los recuerdos. Se fue a peinar y luego salió del sofisticado departamento en que vivía. Todo el lujo que lo rodeaba se debía a su “Trabajo” y era precisamente ese “Trabajo” el verdadero problema de toda su vida. Atlas miró con hastío la 5ta Av. Odiaba New York con todo su corazón, entonces cruzó la avenida y comenzó a caminar por el Central Park haciendo tiempo. Eran las 6:37 de la tarde, habían quedado en recogerlo a las 7:00, sacó un cigarro y lo encendió. Así pues busco un lugar donde sentarse y esperar. La gente pasaba a su alrededor, algunas volvían las miradas tras verle, no solamente era por su elegante ropa, si no por su increíble atractivo. Atlas suspiró aburrido, sacó su celular y leyó un mensaje que no había visto que tenía desde hacía ya varias horas. “Monsieur Masson quiere que vayas de blanco. R.” - Mierda. Dijo Atlas entre dientes, ya ni le daba tiempo de regresar a su departamento y cambiarse la ropa. Llegó el Rolls-Royce Cullinan n***o de la familia Masson y Atlas avanzó apesadumbrado hacia él, el chofer al verlo comenzó a menear la cabeza. - Te van a regañar… Le dijo el hombre. - Cállate Aurelio. Respondió Atlas de mala gana. - ¿No te llegó el mensaje de Roland?. Le preguntó Aurelio mirándolo por el espejo retrovisor. - No. Le mintió. El automóvil se puso en marcha - Oh… Está noche habrá gente nueva, miembros de otros países, o eso escuche. Atlas se limitó a asentir lentamente. El resto del camino se mantuvieron en total silencio, salieron de la ciudad en dirección a los Hamptons y una vez ahí se dirigieron a Bridgehampton. Llegaron a una enorme finca muy elegante estilo renacentista y al bajar del auto se fue directamente por la entrada para el personal de servicio. Dentro se ofrecía una elegante reunión donde había gente de todas las edades, habían políticos, empresarios, socialités, modelos etc… Entonces un hombre mayor se acercó a Atlas y le puso un pequeño listón en el brazo derecho. - Venga, lo están esperando. Le dijo. El joven asintió y siguió a aquel hombre sorteando a las muchísimas personas hasta llegar a un despacho. En él habían dos hombres maduros de aproximadamente cuarenta y tantos años, quienes al verlo sonrieron inmediatamente. - Atlas querido, veo que no recibiste el mensaje de Roland. No importa, no importa… Dijo Jaques, con un marcadisimo acento francés, él era un hombre h*mosexual muy grande y musculoso de apariencia temible Atlas se limitó a asentir. - Te presento a William Lancaster, es un muy querido amigo. Atlas le estrechó la mano a aquel hombre, que le resultó demasiado insulso y poca gracia. - È un piacere conoscervi… (Es un placer conocerte). Le dijo William. Atlas le dedicó una fugaz sonrisa. - Ah, le conté que eres italiano. Aunque llevas muchos años lejos de Italia que creo que ya ni hablas italiano… Le dijo Jaqués riendo. - Si sbaglia. (Te equivocas). Le respondió Atlas fingiendo una sonrisa amable a su interlocutor. Jaques no entendió lo que le dijo el joven así que se limitó asentir. - Tu nombre es griego. Le dijo William. Atlas asintió. - Mi madre era griega. Le respondió éste de manera cortante. - Ah… Dijo William alzando las cejas. - Bueno, negocios son negocios. Atlas, por favor se amable de ir con William, cuando termines ven a mi oficina que quiero hablar contigo de otros asuntos. Le dijo Jaqués mientras se dirigía a la fiesta. Atlas asintió y enseguida comenzó a seguir a aquel hombre a través de los largos pasillos de la propiedad hasta llegar a las escaleras principales que llevaban a las habitaciones. Una vez arriba se dirigieron a la habitación principal y dentro se hallaba una mujer muy atractiva de al menos cuarenta años. - Ella es mi esposa Rita, Rita él es Atlas. Los presentó William sonriendo para luego sacar una cajetilla de cigarros y encender uno, luego se fue a un mini bar y comenzó a servir tres vasos de whisky - ¿Te gusta el whisky? Espero que si, éste es un Royal Salute de 51 años… exquisito. Le dijo mientras le ofrecía un vaso a su esposa y otro a Atlas. - Exquisito cómo él… Dijo Rita refiriéndose a Atlas. El joven se limitó a sonreír a modo de agradecimiento. - Bueno… Salud. Les dijo William, y los tres bebieron un poco. Atlas los miró arqueando la ceja derecha esperando alguna instrucción. - Imaginó que debes de preguntarte a quien te vas a follar… evidentemente a mí no, aunque si no fuera por que estoy muy seguro de mis preferencias no dudaría en hacerlo contigo. Quiero que te c*jas a mi esposa. Le ordenó William para luego sentarse en un cómodo sillón. “Maldito swinger boyeour”. Pensó Atlas mientras asentía de nuevo. Rita lo miró expectante y evidentemente emocionada. Entonces Atlas se acercó a la mujer y comenzó besarle el cuello, le mareó el perfume en cuanto le llegó el aroma. Así pues ambos comenzaron a desnudarse y a tocarse mutuamente, Atlas mordisqueó y besó los senos de Rita, luego descendió hasta las partes íntimas de ésta y comenzó a darle s*xo oral. Entonces le separó las piernas, se puso un preservativo y luego se introdujo con fuerza dentro de ella; Sus movimientos eran moderados, constantes y definitivos. Luego se detuvo y le alzó una pierna para ponerla sobre su hombro derecho y así comenzó de nuevo, acelerando las embestidas y llegando a lo más profundo de ella, quien gemía como loca. Atlas alzó la vista y vió que William se masturbaba mientras veía la escena, por algún motivo el sentirse observado teniendo relaciones s*x*ales le excitaba. Durante un rato se la estuvo follando por detrás cuando comenzó a sentir que alcanzaría el climax, como sabía que tanto William como Rita ya se habían venido decidió terminar el también, además ya estaba cansado. - ¿Te vas a venir?. Le preguntó Rita. Atlas asintió. - Termina en su cara. Le dijo William. Atlas entonces se salió de la mujer, se quitó el preservativo para luego comenzar a masturbarse durante unos segundos y terminar en el rostro de Rita. Inmediatamente se dirigió al baño y se metió en la ducha, quedándose un rato ahí bajo el agua helada, siempre se bañaba con agua helada. - ¿Que tal estuvo?. Le preguntó William a su esposa. - Fantástico, me encantó. Muchísimo mejor que ese joven en Marruecos. Le respondió ella sonriendo y limpiándose el rostro con una toallita húmeda. Atlas quería salir cuando ellos ya se hubiesen marchado, sin embargo se dio cuenta de que ellos le estaban esperando. Una vez se hubo bañado comenzó a vestirse rápidamente y salió. - Fue muy divertido, mi esposa está muy contenta. Le dijo William dándole una tarjeta hecha de cristal con un código QR grabado. - Cualquier cosa que necesites háznoslo saber. Le pidió Rita. Atlas asintió. Entonces la pareja salió de la habitación, el joven se percató de que habían dejado un cheque sobre la mesita de noche. “Bueno… Al menos estos resultaron ser más generosos que la pareja anterior” Pensó. Al cabo de un rato se dirigió donde Jaqués y llamó a la puerta. - Adelante. Respondieron desde dentro. Atlas abrió la puerta y al hacerlo vió a unas personas teniendo una orgia, varios de los participantes eran de edad cuestionable. Aunque, teniendo en cuenta por experiencia propia para él mismo, eso no era demasiado importante en su mundo. - ¡Mon cher ami! (Mi querido amigo). Le dijo Jaqués poniéndose de pie y tomándole de la mano. Atlas se tensó al sentir la manera tan cercana en qué Jaqués le tocaba. - ¿Que tal te lo estás pasando?. Le preguntó éste comenzando a acariciarle la espalda de manera sugerente. - Bien. Mintió Atlas. - Excelente, supe que hiciste un buen trabajo allá arriba. Ahora, respecto a lo que quería hablar contigo… ¿Recuerdas a Robert Kensley?. Le preguntó. “Que si no, ¿Como podría olvidarme de ese grandísimo hijo de puta?”. Pensó Atlas con amargura. Al ver que el joven no respondió, Jaques apretó ligeramente los hombros de éste. - Bueno, no importa si no recuerdas a Rob, el caso es que te solicito para la siguiente semana… así que deberás ir a Las Vegas el proximo viernes. Ahora, quiero que mañana vayas a Long Island y vayas al Cherry Valley… para que pases tiempo con el Sr. Lincoln, necesita un nuevo Caddie y pues pensé que serías una buena opción. Necesito que me hagas un favor especial con el… - ¿Que favor?. Le preguntó Atlas sin poder ocultar su hostilidad. - Nada s****l no te preocupes… verás, me enteré por ahí que está atravesando por una serie de cambios en su empresa, más bien creo que tiene intenciones de adquirir otra a través de la suya… Quiero que averigües exactamente cuál empresa es la que planea “devorar”. Ese viejo es muy receloso y casi no consigo sonsacarle nada, y menos ahora desde que enviudó. Le explicó. Atlas asintió. - Excelente… bueno, es todo. Puedes irte… o si quieres quedarte a la fiesta quédate. Ten, por lo de hoy. Le dijo mientras le hacía una transferencia bancaria. Atlas vio la cantidad, era mucho dinero. - ¿Quienes son esas personas con las que estuve hace rato?. Le preguntó antes de irse. - Ya te dijeron sus nombres, es lo único que debes saber. Le respondió Jaques para luego irse y dejarlo solo. ****************************************** La cabeza de Lorraine se columpió violentamente hacia delante luego de que se quedara dormida mientras estudiaba para su examen de ciencias sociales, entonces la muchacha se despertó sobresaltada haciendo caer su lámpara de estudio ocasionando un desastre. Ella inmediatamente se levantó de la silla y al hacerlo la tiró al suelo también, frustrada cerró los ojos pensando en la posibilidad de dejar todo tal cual se encontraba en esos momentos. Con calma se puso a recoger y una vez hubo terminado tomó su celular. Iba tarde a la escuela. A toda prisa fue a su armario y sacó unos pantalones de mezclilla y una playera negra de los Misfits, un suéter tejido a mano de varios colores chillones, unos zapatos negros de charol de plataforma y un cinturón de estoperoles. Recogió su espesa y encrespada melena color caoba en una cebolla a la altura de la coronilla y se puso sus enormes lentes circulares (Ya que era muy fan de Harry Potter). Tomó su mochila y salió como una exhalación de su casa. Ella vivía en el barrio chino, específicamente en Bayard St, al caminar se topó con la Sra. Huáng, su vecina. - Lorraine… tu padre olvidó las llaves otra vez en el mostrador. Le dijo apenas verla. Lorraine las tomó enseguida y le dio las gracias. - Gracias Sra. Huáng. Le dijo ella mientras guardaba las llaves en su mochila, tomó su bicicleta y comenzó a pedalear. Entonces se dirigió a la universidad, ella estudiaba en la Columbia University, la carrera de Humanidades, carrera que eligió porque le gustaba mucho y porque su padre era catedrático de dicha materia en la misma universidad. Además estaba el hecho de que en esa universidad estudiaba Victor, su mejor y único amigo de toda la vida, sólo que él estudiaba Arte creativo. Luego de casi una hora de pedalear bajo el frío aire que vaticinaba el inminente invierno, logró llegar a su destino sana y salva (casi sana puesto que se cayó en el trayecto al tratar de evitar atropellar una ardilla y la rueda de su bicicleta se averió quedando un tanto torcida). - Creí verte pasar por el Central Park. Le dijo Victor apenas la vió. Lorraine lo miró apesadumbrada. - ¿Exactamente en qué momento de mi trayecto lograste verme?. Le preguntó ella ofuscada. - ¿Te refieres a si te vi antes o después de tu aparatosa caída?. Le preguntó éste intentando mostrarse lo más cordial posible y le daba un vaso de café St*rbucks. Lorraine lo miró un poco irritada y luego meneo la cabeza en negación. - Es increíble la suerte que tengo para que los demás me vean en el suelo. Digo, no tengo problema con caerme todo el tiempo, pero el que me vea gente que me conoce me jode. Le dijo de mala gana dándole un sorbito a su late. - No importa, a estas alturas de la vida ya no me causa gracia el verte caer… te he visto hacerlo de todas las maneras posibles. Le contestó él. Lorraine lo miró un poco molesta. - ¿Y bien?. ¿Iremos?. Le preguntó cambiando de tema. - Obvio, el amigo del amigo de mi ex me consiguió dos entradas para el concierto. Le contestó éste y mostrándole dos boletos para BTS. - ¿Y si son falsos?… o ¿Clonados?. Le preguntó ella con desconfianza. - Nope… Son legítimas entradas amiga… Y si algo falla, le voy a poner las bolas de aretes. Le contestó Victor muy seguro. Lorraine asintió. - Tengo hambre, me quedé dormida y ya voy tarde… Le dijo ella muy triste. - Te invitó unos tacos árabes despues de tu clase. Yo todavía tengo tiempo, en fin… te veo al rato. Le dijo éste dándole un tierno beso en la frente como si fuese su mamá. - Ok… Le respondió ésta y echando a andar cabizbaja con la moral por los suelos ya que tenía raspadas las manos por la caída en el parque. - ¡Levanta la cara, para las tetas y saca el culo!. Le gritó Victor antes de desaparecer. Le agradaba Victor, era popular, guapo y muy simpático. Era inteligente, interesante y divertido, si Victor no fuera gay ella estaría enamorada de él, teniendo en cuenta de que con él dio su primer y único beso y éste fue por lastima ya que él la besó en el baile de graduación de la preparatoria para que un grupito de chicas que siempre la molestaban dejaran de hacerlo, y eso fue antes de que él saliera del closet obviamente. Aún así no quitaba él hecho de que su único y primer beso fue una total mentira. Totalmente fastidiada ingresó a clase muy segura de que su día ya no podía ser peor al igual que los que había tenido durante toda su vida. Pero estaba equivocada, si podía empeorar… y bastante. La cosa fue más o menos así: Durante la tarde, Lorraine se dirigió a los distintos domicilios de sus refinados clientes de la 5ta Av, ya que paseaba perros como trabajo de medio tiempo para cubrir sus gastos personales, no porque su padre no le diera dinero, si no que no le gustaba depender tanto de él. Durante el paseo todo fue con normalidad, le agradaba mucho caminar por el Central Park, pero ya comenzaba a hacer frío y decidió que los perros ya estaban lo suficientemente cansados. Solo faltaba un perro por entregar cuando de repente Lula (una enorme perra Gran Danés) vió una ardilla y salió corriendo detrás de ella, yendo de vuelta al Central Park. Lorraine salió disparada hacia delante al ser jalada por el animal cayendo sobre un charco y mojándose las rodillas, con dificultad se puso de pie y fue corriendo tras el animal. Al cruzar la avenida un Mercedes Benz que iba extremadamente lento la golpeó con el espejo retrovisor y mandando a la pobre de Lorraine al suelo de nuevo totalmente sofocada. Inmediatamente un joven estúpidamente guapo descendió del vehículo totalmente molesto. - ¿Es que acaso eres ciega o que te pasa?. Le preguntó hecho una furia. - Estoy bien. Gracias por preguntar. Le contestó ella con dificultad y al verlo se quedó boquiabierta. Era muy alto, tal vez poco más del metro noventa, de tez clara y cabello castaño oscuro en un corte desvanecido muy aesthetic. Tenía unos preciosos ojos verdes aceituna, muy grandes al igual que sus negras y rizadas pestañas que le llegaban hasta las bien definidas y oscuras cejas. Su nariz era recta, literalmente tenía perfil griego y su boca era mediana de labios carnosos, su mentón era afilado y rostro ovalado. Pero no sólo era su cara lo que la había dejado pasmada, si no que el cuerpo del joven era increíblemente atlético. Parecía un modelo de pasarela, y ella jamás había visto un hombre tan guapo en persona. Al ver cómo lo miraba la muchacha el hombre se impacientó. - ¿Entonces si estás bien?. Le preguntó él de mala gana. Lorraine salió de su estupor y contestó. - Eh… Si. Intentó ponerse de pie, pero le estaba costando trabajo. Él se decidió por ayudarla. - Tampoco te pegué tan fuerte. Le dijo. - Claro que no, lo qué pasa es que en la mañana me caí de mi bicicleta y hace rato el perro de mi cliente me tiró al suelo y salió corriendo al parque, yo corrí para alcanzarlo y luego me atropellaste tú. Le dijo ella. Atlas la miró preocupado y sorprendido de que existiera alguien con tan mala suerte. - Jodiste mi espejo. Le dijo él. - Y tú mis costillas. Estamos a mano. Le respondió ella. - Mi carro es un Mercedes. Le contestó. - Y yo soy un humano, creo que valgo más yo que tú estupido automóvil sobrevalorado. Le espetó ella. Por un segundo Atlas estuvo a punto de sonreír. - Ayúdame a buscar al perro de mi cliente o me meteré en problemas. Le dijo ella. - ¿Que?… ¿Claro que no, todavía que te me atraviesas quieres que te ayude a buscar a un maldito perro?. Le preguntó él. - ¡Ay! ¡AAAAAY! ¡ALGUIEN LLAME AL 911!. Comenzó a gritar ella llamando la atención de unas cuantas personas curiosas. - ¡YA! Ya, está bien. Te ayudo, sólo déjame estacionar mi auto que estoy deteniendo el tráfico. Le dijo mientras recogía su espejo del suelo. Entonces aprovechó para mirar a la chica rápidamente. Era muy bonita, eso si, lo primero que llamó su atención es que era muy bajita, no debía de medir más del metro con sesenta. De complexión menuda, pero con curvas. Su piel era muy blanca, pálida. Su cabello rojizo encrespado le daba un aire de locura, también tenía pecas en la nariz. Sus ojos eran almendrados y marrones, sus pestañas eran largas y rizadas. Su boca era pequeña y sus dientes incisivos eran ligeramente más largos que el promedio, aún así no parecía un roedor pero si llevaba brackets metálicos por trabajo de ortodoncia. Pero lo que le llamó la atención de ella no era su físico, claro que no… (Había visto y estado con mujeres por mucho más hermosas que esa chiquilla). Si no que, la ropa de la chica le resultó de lo más chocante posible. Una vez se hubo estacionado se puso a ayudar a la joven en su búsqueda del animal. - ¿Como te llamas?. Le preguntó ella. - Atlas. Le contestó él. - ¿Como el titán griego?. Le preguntó ella. - Si. Respondió él de manera cortante. - Según la mitología griega el se casó con Pléyone hija de Océano y Tetis… Le dijo ella. Atlas la miró sorprendido ante la noticia de que la chica resultara ser una cerebrito. - ¿Como es que sabes eso?. Le preguntó él. - Porque lo leí y por que me gusta la mitología griega, la encuentro fascinante. ¿Sabias que las mitologías son tantas que incluso la Nórdica y la Griega se interconectan? Incluso se dice que la Griega es la primera mitología que existió… Pero no es comprobable. Aunque yo creo que si. Le dijo. Atlas la miró boquiabierto. - Me llamo Lorraine, por cierto. Le dijo ella extendiéndole su diminuta y delgadísima mano color c*daver, por unos instantes ella tuvo la sensación de que Atlas no se la estrecharía, pero no fue así. El apretón de Atlas fue firme, no muy fuerte y tampoco muy débil, simplemente perfecto, se notaba en cualquier caso que el joven tenía experiencia estrechando manos. Ella se percató del elegante vestir del joven y que llevaba consigo un boleto de avión que sobresalía del bolsillo de su sofisticado abrigo. - ¿Vas a viajar?. Porque si es así no quiero que pierdas tu vuelo por culpa mía. Le preguntó ella. Atlas entonces se dio cuenta de que Lorraine lo estaba analizando por su vestuario. Por un momento consideró decirle que si, para así librarse de tener que ayudarla a buscar a un perro por el gigantesco parque. - No. De hecho vengo llegando de Las Vegas. Le respondió él. - ¿Eres de allá?. No tienes pinta de ser de Las Vegas, bueno… en realidad no se muy bien cómo luce alguien de aquella ciudad. Nunca he ido a Las Vegas, dicen que es muy distinta a otras ciudades… “¿Pero es que nunca deja de hablar?”. Pensó Atlas cada vez más irritado. - No soy de Las Vegas. Vivo aquí. Le contestó. - Ah… Eso explica ese aire tan refinado, por tu cara y tu look pareces europeo. Le dijo ella. - Soy europeo. Le contestó. - ¿De que parte de Europa eres?. Le preguntó ella. - Cefalú. Le contestó muy seguro de que ella no sabría en qué país se encontraba aquella ciudad. - ¡Ay que lindo! Algún día visitaré Italia, aunque para ser sincera jamás me había puesto a pensar en aquella ciudad como uno posible destino. Le respondió. Atlas frunció el entrecejo totalmente incrédulo, parecía que la chica tenía una respuesta para todo. - ¿Y como es el perro?. Le preguntó. - Un Gran Danés con una chaqueta rosa. Le contestó ella mirando a todas partes. Atlas entonces se dio cuenta de que nunca había conversado con alguien (Al menos de manera voluntaria) por tanto tiempo como con aquella desconocida. - ¿No es ese que está ahí haciendo popó?. Le preguntó éste. - ¡SI!… ¡LULA!… Gritó ella y fue corriendo dando traspiés (Claro que si) ocasionando que Atlas se preocupara de verla caer. Una vez hubo sujetado al animal ella se giró para con él. - Muchas gracias por ayudarme. No eres precisamente la persona más amable con la que he tratado pero fue un gusto. Hasta luego. Le dijo ella extendiéndole de nuevo la mano para despedirse. Atlas asintió y se la estrechó. Ella se giró y echó a andar por el parque que ya estaba quedándose a oscuras ya que ya estaba anocheciendo, Atlas vio cómo un grupo de hombres que se hallaban fumando hierba la observaron y por algún motivo (Tal vez humanidad) decidió acompañarla hasta que entregase al can. - ¡Lorraine! Espera. Le dijo, haciendo que ella se volviera para verle. - ¿Si?. Le preguntó. - Permite que te acompañe, ya está oscuro. Le dijo. - Lula viene conmigo. Le contestó ella. - Lula te tiró al suelo. Le respondió él con ironía. - Cierto. Y la verdad era que en verdad quería que Atlas la acompañara para verlo un poco más de tiempo. Así pues ambos comenzaron a caminar en silencio, ya que Lorraine se estaba mordiendo la lengua. Ella misma era consciente de su verborrea y sabía perfectamente que eso resultaba molesto para los demás. Y teniendo en cuenta la expresión de hartazgo del joven antes de encontrar a Lula, ella no quiso empeorar la situación. Pero su verborrea empeoraba cuando ella se sentía nerviosa, y ese hombre increíblemente guapo la ponía mil porciento nerviosa. Él notó el silencio tan repentino y se sintió incómodo. - ¿Que edad tienes?. Le preguntó Atlas para romper el hielo. - Diecisiete… ¿Y tú?. Contestó ella. “Es muy joven para mi”. Pensó él. “¿Pero que c*ños me pasa? Tampoco es como que me la vaya a follar”. Pensó también. - Veintiuno. Respondió Atlas rápidamente. - Oh… Ya veo. Es aquí, ya vuelvo… Le dijo señalando un edificio y se metió rápidamente a la recepción. Atlas no estaba muy seguro de si esperarla o irse de una vez, pero aún le intrigaba la chica y también quería asegurarse de que ella llegara a su casa. Al cabo de unos minutos ella salió y comenzó a caminar calle a bajo mientras texteaba en su celular. Él se dio cuenta de que ella aparentemente no esperaba que él la esperara y decidió acompañarla. - Espérame… Le dijo Atlas. Ella se giró sobresaltada, el corazón le latía desbocado, no podía creer que semejante adonis la estuviese acompañando. Definitivamente su día no estaba siendo tan malo. - ¿Si?. Preguntó ella. - Déjame llevarte a tu casa. Le contestó él. - ¿Por que?. Le respondió ella sonriendo. - Quiero saber donde vives para irte a cobrar mi espejo. Ella echó a reír. - No tengo el suficiente dinero para reponerlo, y mi papá no te lo va a pagar cuando se entere de que me atropellaste. Le dijo ella. - Ya lo se… Quiero llevarte por que ya es muy tarde y me causa ansiedad que te vayas andando y todavía estando herida. ¿Donde vives?. - En el barrio chino. Le respondió ella. Él frunció el ceño extrañado. - Ya dime antes de que cambie de opinión y te mande en Uber. Le dijo Atlas de mala gana. - Enserio vivo en el barrio chino. Le reiteró ella sin dejar de sonreír. Atlas miró los brackets de Lorraine y se preguntó ¿Cómo se sentiría besar a alguien con aparatos?. Inmediatamente desechó la idea, eso no estaba en sus planes, además Lorraine no encajaba para nada en sus estándares de belleza. (O eso creía él). Pero es que ella le resultaba bastante interesante, toda ella era muy peculiar y él jamás había conocido a alguien tan extremadamente irritante, torpe y parlanchin, pero también era muy inteligente. - De acuerdo, entonces… ¿Quieres esperarme aquí o quieres acompañarme por mi estupido vehículo sobrevalorado?. Le preguntó él. Ella lo miró unos instantes, jamás pensó que iría con él en auto. - Ah… Oye, Pero no eres un asesino serial, ¿O si?. Le preguntó ella un poco temerosa. - Tranquila. Si quieres compártele tu ubicación en tiempo real a tus padres. Le contestó éste. - Padre, sólo tengo a mi papá conmigo. Mi mamá falleció hace unos años por el cancer de mama. Le dijo ella. El asintió. - Ah… bueno. Lo siento, entonces… A tu padre. - Ésta bien. Bueno, entonces te acompaño hasta tu estupido automóvil sobrevalorado. Le contestó Lorraine. Así pues ambos comenzaron a caminar de vuelta. Una vez en el auto él notó que ella iba muy seria y con la mano en la manija de la puerta para abrirla de ser necesario y saltar con el auto en movimiento. - ¿Eres consciente de que con este tráfico me resultaría imposible secuestrarte? Podrías gritar y decirle a toda la ciudad, además… no es muy común que la gente sea secuestrada en Mercedes Benz. Le dijo él. Ella lo ignoró. - ¿Siempre eres así de rara?. Le preguntó él con acritud. - Eh… Si. Supongo, aunque es la primera vez que alguien que no conozco me llama rara. Supongo que esa es la percepción que tiene el mundo de mi… bueno tampoco es que me importe. ¡Ahí vivo! Muchas gracias Atlas, adiós. Le dijo y ella se bajó rápidamente del auto. *
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