I

2117 Words
Soy feliz, me siento afortunada, y estoy agradecida por la vida que he estado teniendo hasta ahora. Tengo padres que me aman y me apoyan en todo, una gran familia que me llena el corazón de amor; y también, el trabajo de mis sueños. Sí, soy muy feliz, especialmente cuando veo a los adorables niños que cuido jugar felices entre risas, como comparten o luchan debido a sus juegos de roles, como se ayudan y evolucionan, como aprenden cada día algo nuevo.  ¿Cómo no amar lo que hago si me pagan solo por ver a esos pequeños humanos ser felices y crecer? - ¡Maestra, juegue con nosotras! – exclama una pequeña pulguita de cabello rubio y ojos enormes azules. Me derrito un poquito al verla haciéndome ojitos. - ¡No maestra, con nosotros! – ahora se acerca un humanito de cabello marrón y con un diente faltante. Es adorable ver cómo evolucionan, como están dejando atrás su diente de leche. Crecen tan rápido que no puedo evitar llorar al final de cada año, cuando debo despedirme de otro grupo. - ¿Por qué no jugamos todos juntos? – me acuclillo frente a ellos y les sonrío, adorando ver sus mejillas rojitas después de haber reído y jugado tanto. Ah, este es mi lugar feliz. - Porque ellas son aburridas – la pequeña niña abre la su boquita con ofensa y se acerca a su compañerito a pelear. La detengo. Mis pequeños estudiantes a veces no se llevan todos bien. - No me gustan las peleas, mis pequeños consentidos – les repito como tantas veces lo he hecho. Son adorables, pero también algo explosivos al momento de expresas sus opiniones. Por una parte, me agrada eso, significa que cuando sean grandes, lucharan por hacerse escuchar. Aunque no me agrada del todo que quieran hacerse escuchar con peleas cuando aún son tan chiquitos, podría significar algo malo para sus personalidades para cuando sean adultos. Pero también es mi responsabilidad luchar contra eso, y que mis niños crezcan como adultos de bien. - Sí maestra – dicen al mismo tiempo, y les sonrío mucho más – Pero todavía no queremos jugar juntos. Suelto una risita. - Bien, pero yo soy una solita, así que, o jugamos todos juntos o no podré jugar con ustedes – hago un puchero viendo como los dos exclaman con sorpresa antes de tomar mis manos con fuerza entre sus pequeñas manitas. - Jugaremos juntos – sonrío más grande cuando los veo decirlo al mismo tiempo y asiento. - Bien, vamos a jugar – tomando sus manitas, nos acercamos a sus compañeritos, que al principio parecen verse con sospechas unos a los otros antes de lanzarse sobre mí al mismo tiempo. Repito, este es mi lugar feliz. Todo es risas y chillidos felices hasta que suena la campana, indicando que se acabaron los juegos y es hora de ponerlos a estudiar. Los llevo en una fila india hasta el salón y hago que se sienten cada quien, en sus sillitas, les paso sus actividades y disfruto enormemente al pasar entre sus puestos para ayudarlos o simplemente felicitarlos por lo que están haciendo. Son tan pequeños y frágiles, pero al mismo tiempo tan inteligentes y fuertes. Mis pequeños alumnos son adorables, siempre buscan jugar con los que parecen querer aislarse y no temen expresarse. Siento que no he dejado de decir lo mismo, pero soy muy feliz y no cambiaría absolutamente nada de mi vida. Oh, bueno, quizás solo una parte, esa en la que no tengo una pareja que permanezca a mi lado, un hombre que me ame y me haga sentir protegida aun cuando no estoy en peligro, alguien con quien formar una familia. Pero como dice mi hermana Victoria, todavía soy joven, ese hombre aparecerá en cualquier momento, no debo apresurarme. - Chao maestra – me despido sin dejar de sonreír al ver partir al último de los niños que quedaba. ¿Cómo no sonreír si se ven tan preciosos agitando sus pequeñas manitos hacia mí?   También me despido del representante que vino por mi pequeño alumno, y una vez veo que desaparecen de mi vista, me devuelvo al salón. Paso por sus mesitas para revisar que nada se haya quedado y una vez acabo, voy por mis cosas. Tengo que revisar sus tareas. Me dirijo a la salida de la escuela, despidiéndome de las señoras que hacen la limpieza después de que los estudiantes salen, y estaba por dirigirme a la parada del autobús hasta que escucho como mi celular suena. - ¿Mamá? – sonrío al escucharla saludarme con mucho entusiasmo. Como siempre. - ¿Cómo está mi bebita hermosa? ¿Cómo te fue en el trabajo mi amor? ¿Cómo se portaron esos hermosos pequeñitos? – puede resultar embarazoso para muchas personas, pero en lo particular, disfruto cuando mi madre me habla como si fuese una niña todavía. Creo que es principalmente porque veía como mamá parecía algo triste cuando recibía regaños de mi hermana menor por tratarla de ese modo mientras estaba en la universidad, en ese entonces me prometí a mí misma que no importa la edad que tuviera, siempre recibiría sus mimos con gusto. Además ¿a quién le disgusta los mimos? Me parece una estupidez dejar de recibirlos solo por vergüenza, una que no entiendo ¿en dónde está la pena en ser tratada como un pequeño niño de su madre? a mí me encanta que me consientan. Quizás por eso Victoria no termina de verme como un adulto que puede tomar sus propias decisiones, pero eso es algo con lo que ya aprendí a lidiar hace mucho. - Mami, no he podido hablar con Vicky ¿sabes qué pasa? – le pregunto después de que terminamos nuestra ronda de mimos. Ella me consiente y yo le habló chiquito solo para seguirle el juego. - Oh, amorcito, hoy la llamaron de la escuela, Theo cogió un resfriado, está en casa con fiebre – ay, eso es terrible. Theo es el hijo mayor de mi hermana, tiene cinco años y es el niño más adorable que he conocido en mi vida. - ¿Y Sam? – me preocupo inmediatamente por el menor de sus hijos. Él tiene tres, y es un imán para las gripes. No es que Theo no importe, pero es un niño fuerte, por otro lado, el pequeño Sami visita seguido la clínica por trancarse de su pechito. - Su papá me lo trajo más temprano cariño, llevaron a Theo al hospital y parece que su gripe es bastante contagiosa, aunque no es tan grave – asiento escuchado atentamente todo lo que el doctor le recetó a mi sobrinito. Es tan triste ver como un pequeñito tan activo se encuentra decaído por sentirse mal. Si yo estoy preocupada, no quiero imaginar cómo se debe estar sintiendo Vicky. - Entonces, amorcito, la cita de esta noche se cancelará ¿sí? Victoria dijo que la dejaremos para cuando el niño se mejore – desde que ambas nos fuimos de casa, creamos la tradición de pasar por casa al menos una vez por semana. - Obvio mami, como podríamos exigir que se haga hoy si Theo está enfermito – sería muy malo de nuestra parte, además que en realidad estoy luchando con las ganas de aparecerme por la casa de mi hermana, pero creo que seré más estorbo que ayuda. - Bueno amorcito, quería decirte eso, estaba segura que Vicky no te había puesto al día, apenas a mí me alcanzó a llamar, está muy atareada – me imagino que tuvo que llevarse trabajo a casa. Esta semana está teniendo un caso complicado que la ha absorbido por completo. Mi hermana es una grandiosa abogada, una muy solicitada que trabaja en uno de los mejores bufetes de Seattle, por lo que no dudo que debe estar hasta las nubes de quehaceres entre ocuparse de su hijo y el trabajo… - ¿Crees que sea bueno si voy a ayudarla? – me preocupa muchísimo que su salud se deteriore solo por tener tanto que hacer. Una mamá enferma no puede cuidar adecuadamente a sus bebés, ya le he dicho que tiene que cuidarse mucho, pero es un poquito adicta al trabajo. Por fortuna, no tenemos que preocuparnos mucho, porque su esposo Tim es muy atento y siempre está ayudándola. Son almas gemelas y estoy muy feliz que Vicky haya conseguido un hombre como ese. - No te preocupes cariño, Tim estará ayudándola, por suerte hoy es viernes, estarán bien – ellos trabajan en la misma firma, pero él en la parte de la contabilidad y todo eso que me aburre escuchar, además, también es el hijo del dueño, por lo que tiene ciertos beneficios. - Oh, eso es excelente – saber que él estará en casa es un gran alivio, mi hermana no estará sola y tendrá a alguien que podrá ayudarla al menos un poco con su trabajo. - Si, así que no estés comiéndote la cabecita, cariño, hoy es viernes, deberías salir a divertirte un poco, no quiero que te quedes pensando de más – hace mucho tiempo no hago ese tipo de planes, al menos no sin contar con la compañía de Victoria. Dado que según ella soy muy influenciable, desde que fui a mi primera fiesta como mayor de edad, se encargó de acompañarme a todas y cada una. Es un poquito asfixiante, peor nada que me molestara realmente. Vicky es muy graciosa y disfruto el tiempo con ella. Claro que he podido entrar a alguna que otra sin ella, escapándome con ayuda de mi mamá para que Vicky no se diera cuenta, pero solo unas muy pocas a lo largo de toda mi vida. - Me sentiría mal yéndome de fiesta sabiendo que mi sobrinito está enfermo en casa, mami – a lo lejos, veo como salen los profesores de otros cursos, y también mis amigos. - Cariño, gracias a dios Theo solo tiene una gripe, no hay nada de malo con que te vayas de fiesta, para varias, sin Victoria atrás tuyo espantando a todo el que se te acerca – ambas soltamos risitas ante eso. Normalmente el estereotipo es que mientras el papá es celoso y estricto en cuanto a las relaciones, la hermana es una aliada que encubrirá y hará lo necesario para que la hija menor obtenga su romance. En mi caso, es lo contrario. Papá y mamá son quienes me cubren de Victoria para que no se entere que salí sin decirle. - ¿Segura? – recibo con un abrazo a Amanda, la profesora de segundo grado y mi mejor amiga desde la universidad. - Si linda, diviértete con tus amigos, pero ya sabes, con precaución – lo último lo dice con preocupación, así que me encargo de tranquilizarla antes de colgar y terminar de saludar al grupo. - Escuché que tu mamá estaba mandándote de parranda – suelto una risita ante las palabras de mi amiga y asiento – Bueno, que oportuno, justo veníamos a invitarte a una fiesta. - Yo no iré, hoy me llevaran a mi hijo a casa, finalmente tendremos un fin de semana de hombres – todos nos acercamos a Thomas y lo felicitamos por eso. Hace un año se separó de la mamá de su hijo y han tenido una relación bastante mala, lo que hace que mi gran amigo dure hasta meses sin poder ver a su hijo. Es terrible, pero sé que podrá hacer justicia y conseguir la custodia compartida que se merece. Su ex no es una mala madre, pero si está algo rencorosa con mi amigo. - Bueno, entonces seremos solo nosotros – señala a la otra mujer y dos hombres que nos acompañan. Erika, Louis y Manu. Todos nos conocimos en la escuela de educación, claro, estábamos en diferentes años, pero hicimos una linda amistad. Fue una sorpresa enterarnos que terminamos dando clases juntos. - ¡Si! Nos veremos en el Milenial – ese es un buen lugar. Asiento con una sonrisa, nos despedimos y cada quien toma sus caminos a casa. Estoy preocupada por mi sobrinito, pero como dijo mi mamá, es solo una gripe, no es como si pasara algo malo, por lo que no hay ningún problema porque me escape un rato y me vaya de fiesta. Además, mi sexto sentido me dice que algo muy bueno va a pasarme esta noche, por lo que me esmero bastante en mi maquillaje y vestido. Quizás hoy conozca al amor de mi vida. Suelto una risita por mis pensamientos. No creo que algo como eso vaya a pasarme, pero, aun así, me esforzaré muchísimo en pasarla bien. Hoy quiero embriagarme un poco, solo un poquito.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD