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Me Caso por Obligación

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Blurb

Italia es un hermoso país, en donde los ciudadanos comúnmente se rigen por la ley. Pero estas leyes no aplican a Don Fabián Morello; puesto que este italiano arrogante rige su propio imperio. Manejando un importante negocio, que lo convierte en un poderoso mafioso con el que nadie desea meterse.

Fabián es un hombre frío y prepotente, todo lo tiene muy bien calculado y nada se le escapa de las manos. Y es porque así le gusta que seas las cosas; siempre llevando el control de todo. Hasta que un buen día, conoce a una mujer con la que choca por accidente dentro de su restaurante, esta dama de ojos marrones; insulta decentemente al italiano debido a que él no le daba una disculpa.

Pero esta hermosa mujer, no sabe con quién estaba tratando. Y luego de desaparecer de su vista, el CEO envía a sus hombres a buscarla… para cuando la halla, la recluye en su mansión; esa misma noche, Fabián consigue seducirla y hacerla suya. Únicamente, con el fin de hacerle entender que nadie lo insultaba y se salía con la suya. Sin embargo; con lo que no contaba este italiano, es que Ángela se le escapará a la mañana siguiente.

Desapareciendo totalmente del país…

Llevando a la locura a Fabián, quien al parecer, se había encaprichado de ella tan solo en una noche.

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Ofendido elegantemente
Despertó esa mañana con un fuerte dolor de cabeza, era tan intenso el malestar que se lo estaba pensando seriamente para levantarse de la cama. Fabián, entreabre sus ojos azules y lo primero que observa son unas alargadas piernas desnudas y bronceadas, sobre su estómago. Gira el rostro hacia la derecha y detalla a la perfección a la mujer que tenía a su lado, una rubia dormía a su costado. Estaba completamente desnuda, las sabanas parecían de lujo, puesto que yacían en el suelo. Fabián detalló las curvas de aquel cuerpo corpulento y lleno de curvas peligrosas que a cualquier otro hombre le hubiera gustado volverse a follar a esa mujer, pero él no era cualquier hombre. Quita la pierna de la rubia, lo que ocasiona que ella despierte sobresaltada. Medio dormida, busca con la mirada a su acompañante, hasta encontrarlo poniéndose una bata. —¡Oye! ¿Por qué no regresas a la cama?, es muy temprano para levantarnos —La mujer sonríe, pero Fabián no la mira. —Vístete, y márchate —Contesta con tanta indiferencia mientras que cierra la bata. —¿No podemos compartir al menos un desayuno?, he escuchado rumores de que cocinas de maravilla, además; anoche la he pasado muy bien contigo, ¿no te apetece repetirlo? —Te dije que te vistieras, ¿o es que eres sorda? —Insiste, mientras se sirve un vaso con agua. La mujer se tensa ante la advertencia de Fabián, así que inmediatamente se levanta de la cama; toma su vestido y ropa interior y empieza a vestirse como puede. No se coloca los tacones, puesto que ella vio como ese hombre miraba por la ventana con una seriedad que podría asesinar a cualquiera. La rubia corrió hacia la puerta, con su bolso y tacones en la mano y desapareció… Fabián tomó un trago de agua mientras admiraba el paisaje que se apreciaba desde la ventana de su mansión. Desde su casa podía ver la catedral de Santa María de Fiore, las calles de Florencia-Italia apenas comenzaba a movilizarse con personas y coches; mientras que él tenía que alistarse para ir a trabajar. Fabián Morello, es un italiano de negocios… era astuto, pero sobre todo frívolo e insípido. La gente le valía mierda, así como la rubia que acababa de echar de su cama. Ella no era nadie para él, únicamente fue la que le tuvo suerte de ser elegida para meterse en su cama. Era claro que la mujer de la cual desconocía su nombre, quería volver a tener sexo con él, pero él tenía una regla, no repetía la misma mujer. La razón era que le resultaba bastante aburrido follarse a la misma mujer seguidamente, el mundo estaba lleno de ellas, ¿Por qué no disfrutarlas a todas? De pronto, unos pequeños toques en la puerta llaman su atención. Él ya sabía de quién se trataba, así que no pierde el tiempo en responder antes los golpes. —Asumí que ya estabas despierto —Le dice Leonardo, después de abrir la puerta —. A juzgar por la cara de despavorida de la mujer que salió de tu alcoba, hace un momento, imagine que ya estabas listo para tu día. —¿Qué demonios quieres? —Contesta sin siquiera verlo. —Debemos ir a la oficina, tienes asunto que atender. —No hace falta que vengas a recordarme lo que ya sé que debo hacer. —Soy tu mano derecha, para eso me estás pagando —Le dice el moreno arqueando una ceja. —Te pago para que no me molestes, Leonardo —Fabián lo miró de reojo. —Alguien tiene que trabajar, Fabián. El hombre cierra la libreta con fuerza para que él escuchara, por la seriedad de su rostro, Fabián sabe que estaba cabreado. Pero lo que sintiera su mano derecha, le tenía sin cuidado. El castaño lleva la vista al frente, sintiendo como los rayos del sol comenzaban a calentar. —Retírate de mi habitación —Ordena. —Estaré esperándote abajo…                          —Largo —Insiste. […] Esa mañana, no le apeteció conducir. Así que el chófer lo llevaba hasta la oficina, mientras que Leonardo lo seguía en su propio coche, muy de cerca. Fabián observaba a través de la ventanilla del coche, muchas personas caminaban apresuradas a donde quiera que se dirigieran, en eso, el CEO detalla la edificación de lo que es uno de sus tantos restaurantes.  Inmediatamente, el chófer le abre la puerta y esté se baja. Fabián Morello, ingreso en su localidad acompañado de una guarnición que venía detrás de él. Por la entrada principal de aquel lujoso lugar, el castaño entro sin tener miramiento alguno; cuando golpea su cuerpo con la figura de una mujer. Por lo grande que es su cuerpo, la joven fue a parar al suelo cayendo de nalgas. Fabián frunce el ceño al ver aquella mujer en el suelo, y aun sabiendo que se había caído por su causa, él no movió un músculo para ayudarla a ponerse en pie. No tenía por qué hacerlo… Era lo que pensaba. De pronto, la joven alza la mira y en ese instante, el CEO italiano detallo los ojos de aquella castaña. Esos ojos color ámbar, tan cristalinos y puros, que lo hicieron vacilar tan solo un segundo. Él pestañea y ella hace lo propio, y entonces; el silencio reino por esos segundos. Pero el instante, fue interrumpido por el hostess; quien de inmediato ayudo a la castaña a ponerse en pie. Y en ese intervalo de segundo, Fabián volvió en sí, pero sin apartar la vista de esa mujer. —¿Está todo bien, Fabián? —Susurra Leonardo a sus espaldas. Pero esté no le responde. —¿Se encuentra bien, señorita? ¿Se ha hecho daño? —El hostess le pregunta a la dama una vez que ella estaba en pie. Fabián estaba presenciando todo lo que estaba sucediendo, era como si su presencia no existiera en ese momento. Y eso lo irritaba, toda la atención estaba puesta en esa mujer, hasta la de los clientes. Pero qué mayor alboroto se había formado por una pendejada. —Sí, descuide. Me encuentro bien —Contesta, la extraña, mientras limpiaba la falda de su vestido —. Muchas gracias por ayudarme, al parecer todavía quedan hombres decentes en esta ciudad —Dice aquellas palabras en voz alta, observando de reojo a Fabián. —Señorita…—El hostess la miró asombrado, para luego ver a su jefe, quien no le quitaba los ojos de encima a la mujer. —Debo irme, gracias de nuevo. La castaña le sonríe al señor mayor, para luego mirar a Fabián. Le dedica una mirada de enojo y termina pasando a un lado, como si no hubiera dicho absolutamente nada. —Fabián, ¿quieres que haga algo? —Leo vuelve a susurrar. El CEO aprieta la mandíbula con fuerza, y se pregunta, ¿Qué mierda le pasaba a esa mujer? ¿Acaso no sabía quién demonios era? —No quiero que hagas una mierda —Contesta en un tono bastante enojado. —Como gustes —Leo vuelve a meterse en su ordenador. Fabián continua el camino hasta su oficina, pero por dentro estaba hecho una furia. Esa mujer era la primera que le decía palabras como esas en su maldita cara. ¿Qué carajos se estaba creyendo? Luego recordó bien su aspecto, pero sobre todo su asentó, era extranjera. No era italiana, y por la manera de vestir, más bien parecía americana. Eso explicaba que no supiera quién demonios era él. Sin embargo, si era residente de hace mucho tiempo del país, era ilógico que supiera quien era. Al abrir la puerta de su oficina, el CEO se dirige directamente hasta su sillón… Leonardo también entró en su despacho, y como siempre, metido en ese maldito ordenador portátil. —¿Quieres que investigue quien es esa mujer? —El moreno alza la mirada, y lo ve todo enfurruñado. —No, ya te dije que no me interesa. —Estás cabreado, Fabián. Se nota que ha sido por el comentario de esa joven lo que te ha puesto de malas. —¿Qué mierda haces aquí metido? Ve a ocuparte de esa maldita reunión a la que tengo que asistir —Vocifera, más molesto que nunca. Leonardo niega, mientras abandona la oficina de su jefe… Fabián lo ve marcharse y suelta el aliento. —¡Qué mujer tan irritante! —Exclama inclinándose hacia atrás.

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