CAPÍTULO 1

1453 Words
Capítulo 1: Encuentro ALEK ZAKHAROV Durante la firma de sociedades entre Lankaline y Barzhovka Inc el ambiente se sentía tenso, sentía las miradas de los guardaespaldas que acompañaban al viejo de apariencia caucásica y mirada despiadada, sobre mí, y sabía que en algún momento esto se podía salir de control, pero negocios eran negocios y si uno fallaba no había que dejar testigo con cabeza, o al menos eso decía mi padre. Durante un pequeño lapso de tiempo pude ver como uno de los tipos encapuchados con trajes negros, que acompañaban al avaro anciano Antón Vasilick, sacaba un arma y con extremo disimulo, pues todos tenían sus miradas puestas en mis manos, las cuales jugaban con el bolígrafo mientras simulaba leer un contrato que solo alguien lo suficientemente estúpido firmaría; apuntó al anciano y bajó el martillo de su revolver, con el único fin de acabar con la vida del que se suponía, era su jefe. —Dostoynyy sozhaleniya (lamentable) —hablé con precisión, dirigiéndole una mirada furtiva a Lenin, mi mano derecha, a sabiendas de que él entendería. —Chto skazal by moy otets, yesli by ya soglasilsya stat' partnerom yego luchshego vraga? (Qué diría mi padre si supiera que estoy haciendo un trato con su mejor enemigo?). —Vash otets byl bespolezen, kotoryy prosil menya zashchity, prezhde chem on byl ubit! (tu padre era un inútil que rogó por mi protección antes de que lo mataran!) —golpeó la mesa con fuerza, y en ese minuto en el que tenía la opción de dejarlo morir o dejarlo continuar con su miserable vida, unos bellos labios rojos y un par de ojos llorosos relumbraron en mi mente. ¿Por qué estaba pensando esa mujer después de tanto tiempo? ¿Acaso estaba enloqueciendo?. Fuera como fuera ella era irrelevante en este momento, tenía en mis manos la mísera vida de ese hombre y la podía aprovechar a mi conveniencia. Elevé la mano y la sacudí en el aire para darle la afirmación a Lenin y antes de que el tipo encapuchado soltara el tiro, fue eliminado por mis hombres. Inmediatamente Lenin prosiguió a emboscar y desarmar a los hombres que acompañaban al viejo Antón y los dejaron inconscientes en una esquina del cuarto frío, escondido en uno de los negocios más cautelosos que manejaba Antón, en un viejo barrio pobre en Kiev. —Treklyatyy! (Maldito!) —se sulfuró, tratando de golpearme en el rostro con su bastón de metal. Lo detuve en el aire. —Ot ottsa ya nauchilsya ne razbirat'sya s trusami, ot tebya nauchilsya ne okruzhat' sebya slabymi. Vam luchshe vybrat' svoikh lyudey (De mi padre aprendí a no hacer trato con cobardes, de ti aprendí a no rodearme de débiles. Deberías elegir mejor a tu gente) —dije, empujándolo con su mismo bastón hasta lanzarlo al piso, tomando el contrato de la mesa —Spasibo, chto zashchishchali menya eti chetyre goda. Vassalitet zakonchilsya. (Gracias por protegerme estos cuatro años. Se acabó el vasallaje). Rompí el pedazo inútil de papel, sin mediar una palabra más con el hombre que durante tantos años me habían convertido en un monstruo, con la única intención de quedarse con lo que era mío por derecho. Salí de aquel asqueroso lugar seguido por Lenin a dos pasos y mi equipo de seguridad a tres pasos más atrás. —¿Sabías que tratarían de matarlo?. —Preguntó Lenin, quien había sido el único amigo real que había tenido todo este tiempo en este lugar. —¿crees que fueron los de la competencia?. —No me importa quien haya sido, no lo logró. Además, necesito a Vasilick vivo para encontrar al asesino de mi padre. —Sobre eso quería hablarte. —Hizo que me detuviera de golpe en medio de la plaza, en donde todos los que pasaban por ahí nos miraban con miedo. Últimamente me gustaba esa sensación. —¿tienes nueva información? —me apresuré a preguntar, tomándolo con fuerza del cuello de su camisa. Estaba tenso, furioso y sí ahora mismo me decía que sabía dónde estaba el infeliz que había asesinado a mi padre, iría a buscarlo enseguida para hacerlo sufrir de la peor manera. Para mi puta desgracia Lenin negó. Lo solté del cuello y traté de tomar calma, y ahí estaban de nuevo, aquellos ojos verdes, aquella piel tersa y esos labios rojos. ¿Quién era esa mujer que me ponía duro en segundos con solo recordar sus ojos? ¿Por qué tenía tanto poder en mí?. De un chasquido Lenin me trajo de vuelta a la realidad. —No tengo mayor información de ese hombre, pero tengo información de Estados Unidos que podría ser útil. —Bien, entonces haz que preparen en avión privado, partimos esta noche por ese imbécil. JANE MILLER. ¿Por pura suerte? ¡Por pura suerte alguien se encontraba un billete de $10 tirado en la calle! Y por pura suerte sin gracia de perro encima, pero por pura suerte no se llegaba a casa con uno de los objetivos, esa era la regla principal. No podía creer que justo ella me dijera eso. Llevábamos cuatro años operando juntas la organización secreta SATHELLA que por sus siglos quería decir "Sucumbir A Todos los Hombres en Llanto" lo que significaba que estaba prohibida toda clase de emoción hacia esa especie. No creía en el amor, no creía en cupido y en que esa persona algún día llegaría a mi vida a ponerla de cabeza. Lo había aprendido a las malas. —¿Puedes dejar de hacer alboroto? Me equivoqué de objetivo, Rayan estaba ahí —El sujeto que seguía de lo más normal sobre la cama ¡En bolas!, sacudió su mano en un alegre saludo. ¿De que habían servido esos días de depresión escuchando a Marco Antonio Solís a altas horas de la noche, mientras devorábamos dos botes de helado de coco con chocolate?. ¡Para nada! —¿Puedes dejar de revelar los secretos de la empresa frente a una posible futura víctima?. La chica negó. Esto me estaba dando dolor de cabeza. Mi día había sido un desastre. Había tenido una reunión importante de mi empleo a tiempo parcial en donde mi jefe lo único que hacía era hablar sobre lo bien que manejaba la empresa (cosa que no era cierta) y le metía la mano debajo de la falda a la chica de las copias, creyendo que nadie se daba cuenta. Error, para mi desgracia yo sí. Después de eso mientras estaba en una junta de carácter importante, me había llegado la solicitud de una chica que quería nuestros servicios, pero al llegar al lugar acordado, no había nadie similar a sus características o descripciones, y al regresar a la empresa, me informaron que debía compartir oficina con Nilton, el nerd empresarial que nunca podía faltar y hacía de chupamedias con los jefes para ascender, así pusiera en mal a los demás, y para finalizar, casi choco mi auto con el de un imbécil que no sabía conducir, y encima se marchó como si nada. Por si eso no fuera poco, al llegar a casa con mis pies adoloridos y miles de solicitudes de posibles clientas en mi teléfono, fui al cuarto que compartía con mi mejor amiga, Vanesa, quien se encontraba de lo mejor con uno de los posibles objetivos. Estaba cansada, y también un poco molesta, pero no estaba para discutir con ella, así que tomé mis cosas y salí del apartamento de nuevo. Habíamos creado aquella agencia hace cuatro años, después de que tanto a ella como a mí, nos botaran de la peor manera, había renunciado al amor desde entonces y me había hecho más fuerte. Ahora yo jugaba con los hombres, en especial aquellos que llegaban por encargos. Como sea, la vida era bella, el amor era cruel y nadie me haría cambiar de opinión. O eso creía yo. Al llegar al bar que estaba a dos cuadras del edificio, pedí un Vodka tonic, dos mojitos o pudieron ser más, y un trago de cerveza, me levanté después de media hora dispuesta a bailar "Spectre" que sonaba a todo volumen, pero apenas di un paso trastabillé y fui sostenida por los fuertes brazos de alguien. —Graci… —paré al ver aquellos ojos azules brillantes, tan familiares, mirarme con intensidad, mientras que mi cuerpos no paraba de estremecerse. ¿Quién era este tipo?. Me dejó parada cerca de la barra, pero antes de irse susurró algo en mi oído, algo que podía ser ruso. —"Ty budesh' moim" ¿Qué había sido eso? ¿Y porqué sentía un dolor en mi pecho después de verlo?. Quizá estaba alucinando y aquello había sido solo el alcohol. ¿Cierto?.
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