LA PROMESA

1253 Words
No puedo parar de reírme con lo que acaba de decir Mía pero cuando volteo a verla, su expresión es demasiado seria y entonces me doy cuenta que ella está hablando muy enserio. —¿No… no es una broma? —pregunté impresionada. —No Mya, Yo… Yo me estoy muriendo, solo me dieron un mes de vida, tengo la enfermedad de papá —confesó. Al escucharla la miré completamente horrorizada mientras mis ojos se llenaban de lágrimas… —¿T-tumor cerebral? —pregunté y ella asientió. —Tengo un mes de vida Mya y eso no me alcanza para arreglar todo el daño que hice y no quiero que me recuerden así, por favor ayúdame a dar tranquilidad a mi conciencia —me pidió con lágrimas en sus ojos. —Pero debe de haber algo que podamos hacer, tu ahora tienes mucho dinero y seguramente podrás pagar un tratamiento que te cure o prolongue tu vida —dije desesperada pero ella negóe con su cabeza. —No Mya, tú mejor que nadie sabes que ya no hay nada que se pueda hacer; al igual que papá el tumor que tengo es maligno y ya está muy avanzado —explicó. Sentí mi corazón oprimirse y tomé la mano derecha de Mía mientras las lágrimas recorrían mis mejillas… —Lo siento mucho Mía —manifesté con tristeza. Mía toma mi mano y me sonríe con resignación. —Ya no me queda más que aceptar mi destino pero de verdad necesito que tú hagas las cosas bien por mí, yo ya no tengo tiempo para remediar el daño que hice, pero sé que tú si podrás, tu siempre fuiste buena, a pesar que mamá era una alcohólica tu la cuidabas cuando llegaba cayéndose de borracha, te preocupabas de si comía o no y siempre buscabas la manera de que estuviéramos bien. —Pero Mía ¿¡Cómo remediar todo lo que hiciste en un mes!? —pregunté incrédula. —No lo harás en un mes, tú tendrás más tiempo y solo quiero que remedies las cosas con mis hijos y es la primera vez que llamo a los hijos de Christian ¡Mis hijos! Fruncí el ceño, —Realmente no entiendo como haré eso. —Nadie sabe que tengo una hermana gemela, así que te harás pasar por mí después que yo muera. Cuando logres que ellos te quieran puedes contarle todo a Christian y pedirle que no le diga nada a ellos, quiero quedar en sus memorias como una mujer que se equivocó pero que si los amó. —Entonces me imagino que a Christian no le diré quien soy realmente hasta completar la misión que me pides hacer, porque si le digo antes ¿no lo va aceptar? Asintió, —Exacto, además que creo que si llega a saber que voy a morir estaría feliz ya que por fin se librará de mi. La miré en silencio esperando que dijese que solo bromeaba pero su expresión nuevamente me decía lo contrario y entonces negué varias veces moviendo una y otra vez mi cabeza. —Lo siento Mía pero yo no haré eso, es una completa locura. —¡Por favor, te lo suplico! Mía se arrodilla y mientras yo trato de hacer que se levante, de repente ella empieza a agarrarse la cabeza y a quejarse. —¿Qué te pasa? —le pregunté con preocupación. —¡Me duele Mya! ¡Me duele mucho! —exclamó llorando. —Dime que hago, ¿¡Cómo puedo ayudarte!? —le pregunté preocupada. —En mi bolso hay pastillas, por favor dámelas rápido —me pidió con desesperación. Rápidamente ayudo a Mía ha sentarse en la cama, tomo su bolso y empiezo a buscar a dentro; saco un frasco de pastillas y se las muestro para verificar que sean las correctas, en cuanto ella asiente y me pide dos pastillas, yo abro el frasco y se las entrego; luego busco un vaso de agua lo más pronto posible y se lo doy. Después de tomarse las pastillas ayudo a Mía a recostarse y al pasar unos minutos empieza a hablar de nuevo… —Me estoy muriendo Mya, por eso necesito irme sabiendo que mis hijos están en buenas manos, es la única forma de morirme en paz y eso solo pasará si tú me prometes que harás lo que te pido —expresó con cansancio en su voz. La miro sin saber que hacer pero puedo notar su desesperación y tormento en cada una de sus expresiones… —(no se en que me estoy metiendo pero es mi hermana y si tiene que morir, quiero que muera en paz) —pensé. —¡Lo haré! Te lo prometo —dije con convicción y Mía tomó mi mano mientras sonreía medianamente. —Gracias hermanita, gracias —dijo entre lágrimas y le di un beso en la frente. —Por favor descansa, después hablaremos. —No, necesito informarte de todo para que puedas tomar mi lugar —dice mientras empieza a levantarse— Todo este mes estaré diciéndote los nombres y mostrándote fotos de todos, te daré detalles de como es la casa y… —Espera, cálmate… —la interrumpí y suspiré— Quiero hacer esto con una condición. —¡La que quieras! Haré lo que sea —afirmó. Suspiré nuevamente tratando de prepararme para decir lo siguiente: —Yo a los 20 años tuve un fuerte sangrado y la única solución de los médicos fue extraer mi útero —le informe sin poder evitar sentirme triste al decir esas palabras. —O sea que no puedes tener hijos —dijo sorprendida y nuevamente sus ojos se llenan de lágrimas— Y yo que si pude tenerlos lo que hice fue… fue…. Moví mi cabeza de un lado al otro y acaricié su mano intentando calmarla. —Ya no hablemos de eso, no te hagas daño —le pedí y después de unos segundos decidí continuar— Bueno como te decía, después que extrajeron mi útero, desde ese día yo me siento vacía por dentro, nunca tuve una relación formal y solo tuve dos hombres en mi vida s****l; soy mesera en un restaurante y voluntaria en un refugio para mujeres embarazadas que fueron maltratadas. Mi condición es que dones dinero a ese refugió. Sonrió, —¿Ya vez a lo que me refiero cuando digo que eres demasiado buena?, Claro que lo haré, por eso no hay problema. —Gracias Mía, de verdad te lo agradezco, en ese refugio hay bebés que necesitan atención médica y un donativo de tu parte puede ayudarlos mucho. —Bueno ahora tendrán atención médica y más, pero ahora empecemos a entrenarte, todo este mes me dedicaré a eso. —Espera Mía, ¿No iras a tu casa por todo un mes? ¿Tu familia no se preocupará? —No —baja la cabeza con tristeza— Ya lo he hecho otras veces. La miro sorprendida pero luego trato de sonreírle para que no se sienta juzgada. —Bueno entonces que inicie el entrenamiento. Pasamos tres semanas y medias juntas; aprendí los nombres y casi todo de la familia de mi hermana. Ella me enseñó como suele vestirse a diario y algunas otras cosas nuevas que no sabía sobre ella. Pero un día Mía empezó a sentirse mal, le dió un fuerte dolor de cabeza y terminó desmayándose. Ese mismo día mi hermana murió y tuve que sepultarla completamente sola. Días después llegó el momento de cumplir con mi promesa…
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