Capítulo 5

5907 Words
(5) A la mañana siguiente, desperté devastada e intranquila. La noche anterior, había sentido la peor sensación de mi vida. Jamás pensé que Demian fuera capaz, o más bien, sabía lo capaz que era Demian de intentar algo conmigo. Y no lo culpo, como él dijo antes, pagó mucho dinero por mí, supongo que quería resultados rápidos. Ahora mismo me siento como un objeto y no como una persona que merece tener una vida feliz. Quería quedarme todo el día en la cama y dejarme morir poco a poco. Tal vez sueno algo dramática, pero esto era algo que me sobrepasaba. Jamás he tenido relaciones con un hombre, mientras que aun no entiendo lo que le ocurre a mi cuerpo. Me siento ajena a este tipo de sentimientos. Mientras pienso en lo de ayer, no dudó en derramar lágrimas mientras mis labios se resecan con el aire. La puerta de la habitación se abre lentamente, dejándome ver a Laura. -Buenos días, señorita.-Me saluda siempre muy educada. -Hola.-Dije malhumorada y mirando a la ventana. Mis lágrimas salieron, mientras cubría mi cuerpo con las sábanas, ya era algo que no podía controlar, no quería que nadie me tocara y menos que me obligara a intimar con él. -¿Disculpe?-Le pregunté nerviosa, mientras intento mantenerme estable. -¿Sí?-Me contesta algo distraída, mientras acomoda mi ropa, ella siempre haciendo sus deberes. -¿Ayer por qué no subió de nuevo?-Le pregunté luciendo enferma, mientras intento contener mis lágrimas. -El señor Volkova me pidió de favor, que no subiera.-Ahora que ella lo dice y lo escucha, pareciera darse cuenta que fue un error hacer eso. -Está bien.-Le contesté entre lagrimas mientras ella me mira. -¿Disculpe señorita?-Capta de nuevo mi atención.-El señor Volkova también me pidió, que le dijera que bajara a desayunar con él.-Las lágrimas salieron de nuevo, solo que esta vez alguien estaba aquí para consolar mi llanto. Demian causa mis lágrimas, aunque él no está presente. Él siempre me hacía sentir tan miserable. -No puedo.-Murmuré mientras sollozo.-No puedo, por favor ayúdame.-Le suplico con mucho miedo de verlo una vez más. -Está bien.-Dijo mirándome con tristeza.-Le diré al señor Volkova que estás enferma, y si no funciona...-Guardó silencio para pensar y luego decir.-Yo lo solucionaré, ¿está de acuerdo?-Me pregunta intentando hacer que mis lágrimas cesaran. -Gracias.-Dije abrazando mis rodillas, mientras intento hacerme lo más pequeña qué puedo.-Muchas gracias.-Estoy agradecida, nadie había sido tan linda como ella. -No se preocupes señorita.-Ella logro entenderme cuando supliqué que alguien entendiera. Aún me sentía miserable, pero me sentía menos miserable, al saber que tenía una persona que estaba ahí para mí. * EN EL COMEDOR. Demian se había despertado como todos los días, había usado uno de sus trajes caros y había afeitado su cara, haciendo los mismos pasos para arreglarse por las mañanas. Al llegar al comedor, él se sentó al lado de su desayuno, después miró el periódico, para mirar cómo iba el país. Después tirar el periódico al suelo y fijar su mirada en el televisor. Ya la vida de Demian no era la misma de antes, cotidianas acciones, se convirtieron en curiosidad por saber qué estaba haciendo la pequeña, cuando él hacia las acciones anteriores. Incluso sus pensamientos, se habían vuelto diferentes, dejando de ser egoísta y dejando de pensar a sí mismo, para pensar en ella. Después Laura bajó las escaleras tambaleándose, al sentir el miedo de poder recibir un regaño por no hacer que la pequeña Alice bajara a desayunar. -No quiso bajar, ¿ah?-Pregunta Demian sin mirar la cara de susto de Laura. Él sabía todo lo que pasaba, incluso aunque él no estuviera cerca. Intuyendo que la joven no bajaría después de lo que paso anoche. -Lo lamento, señor.-Dijo la mujer mirando hacia el suelo.-Ella está enferma.-Comenta mientras intenta  mentirle por primera vez a su jefe. -¿Enferma?-Escupe con fuerza, mientras deja su taza de té en la mesa.-Eso nunca me detuvo a mí para ir al trabajo a hacer las tareas más difíciles para un hombre que solo tenía veinte años.-Él gruñe con fuerza.-Dile a esa mocosa...-Se detiene para corregir.- No, más bien exígele que baje de inmediato.-Dice con su decisión bien puesta. -Lo lamento, señor.-Replico Laura una vez más.-La señorita Alice, no deja de vomitar. -¿Vomitar?-Se pregunta mientras se preocupa.- ¿Y le duele?-Vuelve a preguntar, mientras intenta no mostrar preocupación, pero por dentro él no quiere verla sufrir. -No lo sé.-Contestó apenada, mientras que aún le cuesta mentirle a su jefe. -Cuida de ella entonces.-Dijo sin más mientras Laura se sorprende al verle cambiar tan rápido. -¿Entonces la dejo dormir?-Pregunta Laura, esperando que él contestara un... -Sí.-Dijo sin más.-Llama al doctor y luego llámame a la empresa.-Dijo mientras se come lo que resta de comida de su plato.- Necesito que Alice este bien para esta noche, tenemos una cena. Él se levanta de su asiento, limpia su boca y avienta la servilleta, para después tomar su portafolio y decir.-Cuida de ella y que no juegue como niña loca, poniendo en peligro su salud. Demian sale del lugar con su portafolio de cuero fino, azotando la puerta y dejando la casa. Por su parte, Laura toma un poco de comida para la pequeña y se la sube. Al entrar a la habitación, Alice aún estaba llorando. -El señor Volkova dijo que puedes desayunar aquí.-Dice la mujer, poniéndole la comida en la cama, pero ella parecía enferma de verdad, tenía los pómulos algo sumidos, los ojos con ojeras y sus manos estaban temblorosas y pálidas. -No quiero comer, no tengo hambre.-Contestó algo triste, mientras niega con la cabeza. -¡Vamos, señorita Alice!-Trata de animarla.-El señor Volkova...-Pero antes de que terminara su oración, ella la interrumpe. -¡No me importa, lo qué ese maldito quiera!-Gritó la joven con rabia mientras sus lágrimas salieron más.-No quiero volverlo a ver, prefiero matarme, prefiero morir de hambre.-Le comenta como si de verdad estuviera sufriendo.-Nadie puede entender lo asustada que estaba anoche.-Murmuró mientras aferra sus uñas en las sabanas. -Vamos señorita, desayune se lo pido.-Le pide la vieja mujer, mientras sus arrugas muestran lo triste que está de verla así.- Y la ayudare en todo lo que usted me pida.-Trata de convencer a la pequeña niña, para que deje de sufrir.-El señor Volkova no es tan malo como piensa, es un hombre bueno pero su vida no ha sido fácil.-Una vez más, Laura intenta disculpar todas sus acciones. -¿Y por eso intenta que mi vida tampoco no sea fácil? ¿Qué monstruo haría eso?-Pero Alice no podía disculparlo. Era algo que ella no podía entender aún, para ella, Volkova había arruinado su familia, su confianza, sus sentimientos y su intimidad -Lo sé y sé qué será más difícil cada día, porque conozco al señor Volkova, pero yo sé que algún día lo llegaras a amar.-Al escuchar las palabras de Laura, Alice nunca pensó en ser feliz y amar a alguien como Demian Volkova. *Alice Jefferson. Después de que Laura hablara conmigo, me di cuenta que lo haría por ella. Ella había dejado en mi cama una charola con frutas y un omelette de huevo, ni yo misma podía creer que tuviera tanta hambre, pero era así era, me devore absolutamente todo. Después me levanté y me vestí, poniéndome un pantalón gris con una sudadera rosa. Salí de la recámara y bajé a la sala, mientras todas las empleadas estaban ahí hablando entre ella con mucha naturaleza, pero cuando notaron mi presencia, se miraron entre sí y empezaron a limpiar de inmediato, creyendo que yo era igual que Demian. -¡Buenos días!-Les digo entusiasta y con una sonrisa en mis labios, intentando mejorar mi humor. -Buenos días, señorita Volkova.-Me contestan todas en un canto con mucho respeto. Parecían ser parte de una legión perteneciente a Volkova, daba un poco de miedo que todas hablaran al  mismo tiempo. -Me pueden decir Alice.-Les respondí algo preocupada,  tratando de borrar el "Volkova" de esa oración, pero definitivamente Laura era la más preocupada de mi interacción con las chicas de limpieza, así que  corrió tras de mí y tomó de mi brazo. -Señorita, el señor Volkova dijo que se le llamara señorita Volkova, fue una regla.-Me contesta muy seria, mientras está preocupada de que yo me desenvuelva entre las sirvientas. Así que rasco mi cabeza confundida, mientras me enoja que Demian sea tan estricto.-Parece que Demian siempre hace reglas en esta casa.-Comenté mientras tuerzo mi boca. -Sí.-Responde Laura mientras pasa sus viejas manos, por su frente.-El joven Demian siempre quiere que todo se haga como él dice.-Laura parece estar tan apegada a lo que Demian dice. Demian debería hacer su propio culto, parece ser muy bueno para meterse en la mente de los demás. -Pero ahora yo soy su esposa, o lo que sea que él quiera ser de mí.-Aplaudí llamando la atención de las sirvientas.- ¡Chicas, todas tienen el día libre!-Grité soltando un soplido, convertido en un silbido. Todas empezaron a gritar con felicidad, mientras Laura intentaba detenerme. -¿Pero qué ha hecho señorita?-Me pregunta preocupada, mientras las sirvientas se quitan sus delantales y corren por sus cosas. -Ahora yo soy la esposa de Demian.-De inmediato me doy cuenta que estaba equivocada, así que corrijo.-Bueno su prometida, y si él quiere mantenerme feliz, hará todo lo que yo diga. Ahora ve a pasar tu día libre con tu familia.-Estaba feliz de ver a Laura sonriendo. -¡Gracias!-Me dice pasando sus manos por mis mejillas. -Corre, se te hace tarde.-Le dije como si me estuviera despidiendo de mi hija, en su primer día de escuela. Ella corrió rápidamente, saliendo del lugar. Me daba felicidad saber que ellas salían, aunque yo me quedaría en casa sola. Al verlas partir, suspire profundamente para tomar una bolsa de papas fritas y varias botellas de soda de cola, para luego ir a la sala. Al irse todas, me pasé seis horas sentada enfrente del televisor viendo Nexflix, hasta quedar completamente dormida. Mis sueños me llevaban tan lejos como un pájaro colorido, mientras que podía volver a respirar el fresco aire del campo. Me sentía tan libre, pero un ruido me despierta de mi increíble sueño. Lentamente abrí mis ojos cansados, para ver la puerta lentamente abrirse. Mi torpeza hace que tire todas las frituras al suelo, mientras intento mantenerme natural y no ver hacia la puerta. Sabía que era Demian, ya que su dulce perfume podía envolverme desde algunos metros. Así      que voltee mi cabeza para mirarlo, dándome cuenta que él lucía bastante sensual con su saco en mano y con la corbata a medio quitar. -¿No escuchaste que llegue?-Pregunta mientras llama mi atención. -Hola.-Dije tratando de parecer desinteresada en lo que me decía, mientras tenía el control del televisor en la mano, jugando a ver que recomendaciones me tenia Nexflix. -¿No te sentías mal?-Preguntó moviendo un poco su manzana de adán.-Llame al doctor de la familia, y me dijo que jamás recibió ninguna llamada tuya. ¿Quieres explicarme?-Ahora alza una ceja, mientras que pide una explicación. -Me empecé a sentir mejor cuando tú te fuiste.-Le respondí burlona, mientras intentó mirar el televisor, había tantas películas y series, que podía seguir jugando con el control para distraerme de él. -¿Y las sirvientas?-Preguntó mientras ve que nadie le recibe con respeto. -Les di el día.-Trato de lucir desinteresada, mientras puedo ver que Demian entra en pánico. -¿Qué?-Preguntó mostrando su sorpresa con sus ojos bien abierto. -Lo que oíste, les di el día.-Remarco eso para verlo enojado, mientras estiraba mis pies desnudos. -¿Y tú quién eres para darles el día libre?-Me pregunta con su voz gruesa que es intimidante, pero aún puedo con él. -Tu prometida.-Contesté sin pensarlo, para después arrepentirme.-Espera...-Pero él no me dejo continuar, ya que estaba luciendo una enorme sonrisa del tamaño del Everest. -Por fin dices algo correcto.-Dijo complacido, a pesar de que les había dado el día a todo su personal. -Por ahora, aún no cantes victoria.-Le advierto que quizá pueda decir que "no", pero note que estaba ocultando algo detrás de él.- ¿Qué es esa caja?-Pregunté mirando la caja enorme color lima, que no se podía ocultar detrás de él. -Es para ti.-Dijo nervioso y a la vez avergonzado. Supongo que Demian no es una persona detallista y menos con sus parejas. Demian demuestra lo ajeno qué es a ese tipo de afecto, mientras suda un poco. -¿Crees que con un regalo podrás comprarme?-Pregunté con rudeza, mientras alzo una ceja. -¿Quieres que lo regrese? Lo haré.-Escupió molesto, decidido a regresar el regalo, pero no sé por qué no pude resistirme. -¡Espera!-Grité con fuerza, para detenerlo. Estaba emocionada, puesto que ¿a quién no le gustan los regaños? Él puso la caja encima de mis rodillas, mientras que yo me mostraba tan curiosa. Poco a poco fui quitando el papel y el listón de la caja. Y cuando abro la caja por completo, lo que me encuentro es a un pequeña Husky con pelaje gris y ojos azules. El perro lamió mi cara, demostrando algo de emoción al verme. Era bueno sonreír, después de tanto llorar. -¡Dios, es tan lindo y pequeño!-Comenté enternecida con el pequeño perro. -Su nombre es Tobías, pero le puedes decir Toby.-Dijo Demian poniéndole un nombre nada original, al bello perro de patas peludas. -¿Qué? Tu imaginación es pequeña como un agujero, aparte es mío.-Le dije envidiosa, mientras abrazó con fuerza al perro, tratando de marcar mi territorio. -No es tuyo.-Cargo de él y lo beso.-Este pequeño amigo también es mío.-Parecía otro tipo de Demian, mirando dulcemente al pequeño Tobías. -Está bien.-No podía negar que solo lo hice, porque me estaba demostrando un pedazo de lo amoroso que puede ser Demian en la vida real, no podía arruinar el momento. -También quería hablar contigo.-Se incorpora, volviendo Demian a la tierra. -¿De qué?-Pregunté poniendo a Toby en el suelo. -Hoy es la cena de nuestro compromiso.-Dijo mirándome con la firmeza de siempre. Todo se había arruinado, ya sé porque también compró el perro. -¿Y tengo que ir?-Le pregunté torpemente, era obvio que tenía que ir. -¡Nuestro compromiso!-Dijo colmado, remarcando el "nuestro".- ¿No te queda más claro qué es "nuestro"?-Él está siendo duro conmigo, así que miro al suelo.-Estará toda la gente importante en mi vida y más vale que me hagas quedar bien enfrente de todos. No tienes opción.-Dijo en un tono algo amenazante. Lo mire con furia, pero no quería pelear con él, ya no tenía fuerzas. -¿Es hoy?-Pregunté torpemente una vez más, mientras en mi mente pasaban tantas cosas. -Sí, en unas dos horas, así que vístete y ponte lo más hermoso que tengas.-Lo miró y su perfección me hace sentir abrumada. -Claro.-Tome mi trasero adormilado del sillón y subí las escaleras, hasta llegar a mi habitación. Estaba algo ansiosa, ya que sabía que la vida de Demian era muy diferente a la mía. Su vida está llena de glamour, pretensiones y mentiras, así que eso me hacía sudar. Tenía suerte de tener el atuendo perfecto para esta noche, ya que Leona me hizo comprar un lindo vestido largo de color n***o. No negaré que extrañare a Leona, pero Demian se siente amenazado con su presencia. Demian Volkova.* Quería convencer a Alice con Tobías. Incluso cuando lo vi en la tienda, puede ver qué era similar a ella. Tobías se veía asustado y temeroso, pero al mismo tiempo jamás dejó de ladrar, como si estuviera luchando contra algo. Alice es igual. Al principio lo hice porque ella estaba enferma, pero luego me di cuenta que me mintió y me hizo sentir timado, pero supongo que yo también la he timado demasiado. Jamás tuve un perro, soy sincero jamás me gustaron, pero cuando vi a Tobías morderme y gruñirme, puede visualizarla a ella. Los dos tan indefensos, pequeño y siempre a la defensiva. Ahora el pequeño no deja de seguirme y hacer sus gracias por todas partes, supongo que cree que lo quiero. -¡Maldito bastardo!-Grité enojado mientras sé qué está situación se me resbala de las manos, como Alice. Así que corro a la cocina por algunas sirvientas, pero no había ni un alma en el lugar. Alice lograba sacarme de quicio. ¿Solo lo hace para fastidiarme? Mis manos ansiosas empiezan a sudar, mientras siento que mis venas se inflaman. No me gustan las sorpresas, así que mi compulsión sale a flote. -¡Demonios, la casa está echa un desastre!-Con Alice en la casa y sin nada de personal, era la primera vez que mi casa estaba hecha un desastre. Jamás vi cosas así en mi vida, ya que mi padre y mi madre siempre tenían mi casa completamente limpia, así que yo seguí el camino de la limpieza. Alice es tan desordenada, así que creo que por primera vez me ensuciaré las manos, con las que hago dinero y limpiare. Alice Jefferson.* Después de una hora, termine de arreglarme. Había escogido un hermoso vestido n***o y largo, unos zapatos de tacón altos color plata y un bolso n***o. Mientras que me maquille bastante, para parecer mayor. Me miré al espejo y vi que no había ni una pizca de Alice. Luzco como una mujer muy hermosa, pero sinceramente no me sentía cómoda en aparentar algo que no soy. Me gustaría solo aparentar ser una adolescente normal, pero supongo que mi destino no era ser una estudiante de buenas calificaciones, que iría a la universidad de sus sueños. Toco un poco mi corazón qué Demian haya comprado a Tobías, porqué me sentía mal, fue un lindo detalle, ¿pero la cena? era demasiado. Todo esto me agobiaba, jamás había pensado con quien me casaría, o si tomaría mi mano y me propondría que me casara con él o algo parecido. Por alguna razón pensé que cuando esto pasara, sería con una persona que quisiera, mientras que él les pediría a mis padres mi mano, y en una cena romántica me pediría que me casara con él. Demian y yo no éramos una pareja normal. Mi mirada se nubla, lo puedo ver por el espejo lleno de focos que está enfrente de mí, pero no quiero arruinar mi maquillaje, así que me trago las lágrimas. Después solo suspiré y salí de mi habitación, bajando lentamente los escalones hasta encontrarme en la sala. Todo estaba reluciente, pero no había rastros de Demian y menos de Tobías. ¿Acaso ya lo mató? ¿Está cavando un hoyo para enterrarlo? Sabía que la paciencia de Demian no era la más duradera, así que temí un poco por el pequeño Tobías. -¿Demian?-Grité con fuerza, esperando oír su voz pero no fue así. Así que subí las escaleras hasta llegar a su habitación, tenía la puerta cerrada, pensé en no abrirla, pero claro qué podía hacerlo, nadie decía que no. Así que abrí lentamente la puerta, jamás había visto una habitacion más lujosa. Era incluso más grande que la mía, con un enorme armario para él, una cama grande y tenía al pequeño Tobías, mordiendo sus almohadas. Reí un poco, ya que se me hacía tierno qué Demian quisiera a alguien más, que no fuera él mismo. -¿Demian?-Pregunté una vez más, para saber dónde estaba. -¿Qué?-Me contesta desde el baño. -Ya estoy lista.-Le respondí en un grito, haciéndole mimos a Toby en la cabeza. -¡Espérame abajo, me estoy cambiando!-Me grita una vez más. -¿Por qué te tardas tanto?-Le pregunté algo frustrada, ya que no me gusta esperar. -¡Porque tuve que ordenar la casa!-Me gritó enojado y algo desesperado.- ¡Parece que un maldito vago vino y destrozo mi casa!-Me grita con el eco del baño. -¿Te convertiste en sirvienta?-Pregunté muy divertida con esto. -Cállate.-Sé que lo sacó de quicio, pero tengo que molestarlo, es mi trabajo.- ¿Quién creías que fue? Si enviaste a la servidumbre a casa.-Me contesta aún más molesto de recordar mi travesura. -No lo sé, jamás pensé que movieras un dedo y ahora las dos manos. ¡Me espantas!-Le digo bromeando con él. Él solo hace una risa falsa. -Espérame abajo.-Supongo que tengo que dejarlo solo. -Está bien, sirvienta.-Le digo saliendo de su recamara. * Baje riéndome de Demian, puesto que pelear con él era algo divertido. Era la manera en la que podía vengarme de él, después de todo lo que hizo. Incluso es tan nuevo que llore, jamás alguien me había hecho llorar como Demian, así que estoy alegre de burlarme de él. Esperar en la sala fue algo eterno, no soy nada paciente. Mientras mi mirada curiosa recorría el lugar, pude ver que tenía algunas fotos pegadas en su pared. Era clásico de Demian, poner enormes fotos de paisajes y en diminuto pedazos de plástico, fotos de su familia. La foto que llamó mi atención, era tan peculiar que la tomé en mis manos, para verla de cerca. Él estaba junto a tres chicas rubias, que parecieran ser sus hermanas, ya qué puedo notar que tienen rasgos similares. También estaba una señora de pelo rojo, que supuse era su madre, y su padre quién era igual que Demian. Por su parte Demian estaba en medio ellos sonriendo, casi se podría decir qué feliz. Él traía puesto una túnica de graduación y presumía su diploma en mano. La sonrisa de Demian era algo indescriptible y hermoso, la serenidad que mostraba, era algo que no puedo ver ahora. Aún con la foto en mano, paso mi mirada por la pared y puedo ver que tiene un diploma de él ejército. ¿Estuvo en él ejército? Aún no puedo creer que él estuvo en el ejército. ¿Supongo que por eso tiene ese carácter?  Desgraciadamente no era tiempo para fisgonear o imaginarme la vida de Demian antes de mí, ya que él hizo ruido y tire su foto al suelo, haciendo que se rompiera en miles de pedazos. Mire a Demian bajando las escaleras, para después mirar los vidrios en el suelo. ¿Qué había hecho? Él me mira sin expresión y eso me da mucho más miedo. Sabía qué me había metido en problemas. Típico de mí, meter la pata cuando las cosas no están tan mal. -Demian...-Trato de decir algo, pero él me interrumpe. -No importa.-Dijo con frialdad, eso me hizo entender qué había metido la pata. Así que con rapidez me agacho y trato de levantar los vidrios rotos, mientras él intenta detenerme. -¡No los recojas...!-Me grita con fuerza, no le hice caso y eso provoco que me hiciera una herida en el dedo. -Te corta...ras.-Me dice ya muy tarde. Él cerró los ojos, para después ver mi lamentable torpeza al hacer todo. ¿Por qué tengo que echar todo a perder? -¿Qué no escuchaste?-Escupe enojado, así que lentamente se acerca a mí, para luego agacharse a mi altura mientras yo lo miro congelada. -No lo hubieras hecho.-Me dice mientras sigue mirándome. Él luce un traje n***o entallado, mientras su pelo este peinado hacia atrás, luciendo elegante y refinado. -Es que...-Tenía ganas de llorar, entiendo cuando algo es importante para ti. Uno siempre suele decir, "no pasa nada" cuando la forma en que lo dices es tan diferente, que no es de un genio saber que eso te rompió el corazón. Demian miro mi dedo y lo puso en su boca, mientras succionaba la sangre que salía de mi dedo. La sangre subió a mis mejillas, dejándome en un perpetuo rubor. No lo podía negar, Demian era todo lo que debía ser un hombre, y cualquier chica estaría completamente feliz de estar al lado de un hombre tan buen mozo como él, pero en mi caso es difícil de entender. Él saca mi dedo de su boca, para luego ayudarme a levantar, mientras sus dientes tenían un ligero color rojo. -Ahora ve a limpiarte el dedo con una servilleta.-El tono ahora era diferente, era como si me estuviera ordenando que lo hiciera. Yo solo asentí algo atontada por lo que había pasado. Corrí a la cocina y saqué papel del dispensador, para después limpiar mi dedo. No entendía por qué mi corazón estaba latiendo a mil por segundo. Tal vez Demian me está gustando un poco, ¿o solo será el hecho de que Demian es el único hombre que conozco? Pero antes de decir o pensar algo más, Demian gritó fuertemente desde la entrada. -¡Es hora de irnos!-Yo salí corriendo de tras de él, como una pequeña oveja, mientras el hombre de tez blanca que siempre nos abre las puertas, ya estaba allí en la entrada  esperándonos. -Ya estamos listos, Ricci.-Dijo Demian, poniéndole un nombre al hombre de tez blanca. -Sí jefe.-Contesta el hombre alto, mientras saca una especie de radio de su bolsillo.-Tengan preparado el auto del señor Volkova.-Avisa mientras me siento como en una película de espías. Al estar al ascensor, me doy cuenta que Demian luce tan atractivo y rebelde, al usar un arete en su oreja derecha, dejando aún lado a ese hombre estirado que creen que es. Mientras más lo miro, más me lo imagino en el ejército. Recorrer mis ojos por su cuerpo, es bastante satisfactorio. -¿Estás disfrutando la vista?-Pregunta aun cuando no me está mirando. Mis mejillas se enrojecen y lo único que sale de mi boca es: -Sueña.-Siento su mirada pasar por mi cuerpo, pero por suerte el ascensor ya estaba en planta baja. Ricci nos deja pasar primero, mientras él pone su mano, para que no se cierren las puertas del ascensor. Salimos apurados del edificio, mientras su auto ya nos estaba esperando en la entrada. El auto que nos llevaría a la casa de su padre, era un Cadillac ATS. Él abre la puerta para mí y yo solo entro sintiéndome extraña de su caballerismo. Al subirse, él arrancó con rapidez, llevándome a las calles de Londres. Fue duro estar él y yo solos, ya que nadie dijo nada. Demian era muy serio y reservado, y eso me sacaba de quicio. Yo misma quería arrancarme los oídos para no oír este horrible silencio que había en el auto. Después de veinte minutos de silencios y suspiros incómodos, llegamos a la casa de sus padres. La casa era tan lujosa que era absurdo, mientras un policía nos recibió en la entrada. Al vernos, nos preguntó: -Buenas noches señor, ¿nombre?-Preguntó el joven hombre, mirando su lista. -¿Qué?-Pregunta el castaño perpetuo, al escuchar tal pregunta. -Requisitos señor.-Contestó el joven policía, haciendo su trabajo. -¿Mi nombre?-Contesta peligrosamente.- ¿No sabes mi nombre, idiota?-Casi explota por esa pregunta.- ¿Eres ciego o tienes algunas enfermedad?-Quiero arrancarle su perfecta cabeza de muñeco, por ser tan malo con aquel pobre hombre.- ¡Es mi fiesta, idiota!-Ruge al igual que un león muy molesto. -Disculpe señor.-La cara de ese pobre hombre se tornó pálida, su mirada se fue directamente al suelo, mientras recibía los regaños de Demian. Después el pobre hombre no tuvo más que dejarnos entrar, pero lo único que pasaba por mi cabeza en ese momento, era que Demian era un hijo de puta y no tarde en decírselo. -¡Eres un hijo de puta!-Le grité mientras él buscaba lugar para el auto. -Tienes que dejar de ser comprensiva, pronto serás una Volkova y tendrás que dejar esos sentimientos aún lado.-Yo me siento asqueada.-Es todo lo que tienes que aprender, ser frío.- La forma en que me decía, qué es ser un "Volkova" me parecía abrumadora. No creo que quiera ser una Volkova, pero no tengo otra opción, más que escuchar. Había miles de autos en este lugar, Demian metió el coche en un lugar especial, al lado de la piscina que era tan hermosa, que mis ojos se perdieron en tanta agua. Demian salió primero del auto, así que de inmediato yo le seguí. Él al verme salir con torpeza, me critica mi manera de salir sin él. -¿Qué no sabes qué un caballero debe abrirle la puerta a su dama?-Preguntó enojado mientras trata de educarme. -¿Caballero?-Volteo a ver a los lados como si buscara algo.-Yo no veo a ninguno, solo estás tú y ese árbol.-Le digo señalando un árbol tras de él. -Ja-ja.-Me contesta haciendo una risa falsa, mientras una vez más se le nota tenso. Yo por mi parte me encuentro aún tranquila, así que estoy dispuesta a ir por delante, pero él me detiene una vez más. -¡Alice!-Capta mi atención.-Dentro de esta casa, está la gente más importante. Algunos de Alemania, Polonia, Australia y claro de América.-Se detiene para absorber aire.- Mi familia, mis amigos y la gente que me respeta.-Me siento tan amenazada.-Tienes que hacerlo perfecto y si pasas esta prueba, tenemos todo hecho.-Para después advertirme.- ¡No hagas niñerías y estate al lado mío siempre! ¡No dirás nada y si lo haces, solo responde: "si mi amor " "no mi amor " y "claro amor"!-Yo misma parpadeó con rapidez.-Cuando hagamos el brindis, sonreirás como nunca lo hiciste.-Suspira para tomar aire.-Después daremos las gracias y nos retiraremos, no dejare te quedes en la fiesta, yo jamás lo hago.-Demian me ponía de nervios, ¿qué tal si metía la pata? Él solo me enseño su brazo y yo lo tomé algo insegura. Caminamos algunas pasó, hasta llegar a la imponente casa, donde unos hombres uniformados nos abrieron la puerta. Y allí estaba, una casa con enormes candelabros de perlas, pisos de mármol, enormes estatuas y demasiadas personas bebiendo champán. Todos aquí eran tan elegantes y finos con sus copas en mano, haciendo que todo se tornara algo incómodo para mí. Yo misma miro el suelo, mientras intento no desmayarme enfrente de todos. -No mires el suelo.-Me regaña mientras yo me percato que estoy algo deslumbrada por todo esto, así que lo miro, encontrándome con una mirada y sonrisa reconfortante. Miles de personas nos miraban curiosas, mientras algunas chicas hablaban cosas de mí y me veían como si solo fuera un objeto, sin temer a que yo escuchara algo de lo que decían. Caminamos entre toda esa gente y Demian solo sonreía naturalmente. A lo lejos se podía ver a un hombre y una mujer parados hasta el tope de unas escaleras de mármol. La mujer que se encontraba allí, vestía un hermoso vestido naranja y el hombre, un traje n***o muy fino. Supongo que eran los padres de Demian. Al llegar a lado de ellos, la mujer me mira con detenimiento. Yo tenía tanto miedo. ¿Y si no le agrado? Era tan hermosa, que me sorprendí cuando me dijo: -¡Dios, eres preciosas!-Ella me abraza con fuerza, mientras yo no sabía que decir, ni qué hacer. En realidad, pensé que iba a decir algo malo de mí, pero fue lo opuesto. Créanlo o no, ella no me conoce y me recibió sin juzgarme. -Eres tan bonita, ¿verdad qué es bonita?-Dijo escandalosamente, mientras mira a su esposo. El hombre, parecía ser de carácter fuerte, pero a pesar de eso me regaló una hermosa sonrisa. -Que hermosa chica.-Dijo el padre de Demian, para luego tomar mi mano y besarla. Todo fue mejor de lo que pensé, ya que por un momento pensé que no les agradaría. -¿Padre, madre?-Demian miró a sus padres a los ojos.-Ella se llama Alice Jefferson.-Me presento como siempre, muy serio y luciendo muy guapo. -Es hermosa.-La madre de Demian lo beso en las mejillas, para después decirme.-Yo me llamo Katherine, pero dime Katy o mamá.-Demian y su padre escupieron un poco de sus vinos, qué estaban bebiendo, ya que la madre de Demian parecía ser muy entusiasta.-Como te acomodes.-Me sonroje un poco, ya que la madre de Demian parece no tener filtro. ¿Cómo es posible que sea la madre de Demian? -Creo que la llamaré Katy.-Ya que me parecía un poco incómodo, llamarla "mamá". -Y yo me llamo Eric.-Dijo el imponente hombre de cabello castaño y algunas arrugas, con su gran voz mientras luce igual que Demian. -Un gusto Eric.-Dije temblando, ya que su figura autoritaria me daba un poco de miedo. Mientras ellos hablaban conmigo, Demian solo asentía con la cabeza y nos observaba con mucha atención. Eran tantos cumplidos los que me decían sus padres, que me empecé a sentir un poco culpable. ¿Les seguiré agradando, cuando sepan la verdad? Luego de muchos cumplidos, Demian tomó mi mano y me llevó hacia las bestias, qué esperaban ansiosos por hablar con nosotros. Yo solo sonreí, como Demian me dijo que hiciera. Primero fuimos directamente con unos hombres de su trabajo, al principio ellos fueron corteses, diciendo buenas cosas de mí, pero luego parecía que yo no existía más en su mundo de números. Hablaban de negocios y yo estaba ahí parada como una estatua, sintiéndome extraña y ajena a este tipo de pláticas. Trate de ir por una copa de agua, pero Demian sin verme ni prestar atención a mi persona, solo tomo de mi brazo y me sostuvo con fuerza. Yo solo lo miré con resentimiento, pero él seguía muy metido en los negocios. Él siempre está al pendiente de todo. Así que obligada me quede. Después de su larga plática con esos hombres de negocios, fuimos con su demás familia, que contaba con tíos, sobrinos y primos. Ellos eran más simpáticos, lindos, corteses y no me echaban de sus pláticas, pero después fuimos con otros hombres de negocio y lo mismo pasó aquí; cumplido, cumplido, trabajo y trabajo. Las últimas en la lista, eran tres chicas con los cuerpos más hermosos que había visto en mi vida. Una rubia, una morena y una pelirroja. ¿Acaso eran los ángeles de Charlie? Nunca había visto lucir vestidos tan bonitos a nadie, como ellas. Claramente me empecé a sentir algo intimidada. -¿Señoritas?-Dijo Demian sin miedo a sus bellezas, mientras que yo me sentía como un pequeño ratón muy feo. -¡Demian!-Contestó la rubia algo coqueta.-Ella debe ser Alice.-Al decir mi nombre, pareciera que tenía ganas de vomitar.-Tu nombre es hermoso.-Ella no parecía sentirlo así, ya que su mirada era la del palo, no mostraba ninguna emoción. -Sí.-Contesta Demian.-Le pusieron así por el libro "Alicia en la aventuras en el país de las maravillas"-Lo dijo con tanta seguridad, mientras que yo desconocía que el supiera esa historia. Esa historia era tan importante que mi mente se quedo en blanco, pero por otra parte solo se rio al comentario tan bizarro de mi prometido. -Pero ella no es rubia.-Dijo envidiosa mientras mira mi cabellera negra y gruesa. -Pero tú sí.-Dije entre mí mientras ella puede presumir su cabellera rubia tanto como pueda, pero Alice es mi nombre y Alice seguirá siendo. -No lo es, pero es incluso más bella que Alice la del libro y de las muchas películas que han hecho.-La chica rubia y yo nos quedamos estupefactas al ver la sinceridad de Demian al decir que yo era mucho más bella que Alice de las películas.-Es bonita, ¿no lo crees?-Dijo mostrándome como si fuera un premio, yo misma niego con mi cabeza, mientras intento no sentirme mal. -Preciosa.-Dijo entre dientes la rubia tratando de ser cortés, con su vestido n***o entallado al cuerpo.-Me llamo Sarah Miller.-Sabía que no le agradaba. -Un gusto.-Dije estirando mi mano, pero ella y Demian miraron mi mano como si fuera algo malo. ¿Es inapropiado hacer eso? ¿Qué tenía de malo? ¿Acaso saben qué no lave mi mano? Demian bajo mi mano con rudeza, mientras intenta mirar a otro lado, -¡No lo hagas!-Me susurra Demian entre dientes. -¿Es nueva en esto?-Preguntó la rubia como si yo fuera nueva en un culto donde ser descortés es lo apropiado. Yo me siento mal, por ser regañada enfrente de ella. -Un poco.-Contesta Demian muy distante, mientras me hace sentir como una idiota. No entendía nada, ¿debo ser una bestia sin corazón, para estar aquí? No comprendo la vida de Demian y aunque me esfuerzo, no puedo ser como él, todo esto está sobre mí. La castaña clara de vestido dorado, intentó romper la tensión. -Yo me llamo Jessica.-Ella tenía una sonrisa un poco más cálida, así que me sentí bien. -Un gusto.-Iba a darle mi mano, pero recordé que tengo que ser descortés, así que la retire. Por otra parte, la chica pelirroja, también se presenta con sutileza. -Yo soy Samantha.-Yo sonrío un poco, mientras estoy tan decepcionada de estar aquí. Me sentía incluso ofendida de que mi padre me haya educado tanto, para perder todo lo que me enseño por años en este lugar. Después de saludar, Sarah me mira y dice: -Dar la mano es imprudente. -Yo la miro sin entender. ¿Imprudente? -Cuando eres más que la persona que está aún lado tuyo.-Dijo pasando sus dedos por su copa de vino, haciendo un ruido algo agudo.-Ahora lo serás.-Yo misma retiré mi mirada y suspiré con miedo.-Solo darás la mano, si el hombre o mujer que estén a tu lados, es más que tú. ¿Por qué tenía que hacerme esto a mí? Jamás lograre acoplarme a este mundo de cabeza. Sentía que el respeto que me inculcó mi padre, se fue por la coladera, mientras sentía un nudo en la garganta.                                              
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