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EL HIJO DE MI ESPOSO

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Blurb

Cuando un jugador empedernido como tu padre decide venderte a un hombre que te dobla la edad, tu vida ya no vuelve hacer lo mismo.

Sin darte cuenta te conviertes en la esposa de uno de los hombres más importantes del país, y desde ese momento creíste que tu vida sería una miseria, hasta que llegas vivir a la mansión de tu esposo y conoces a su hijo mayor; Gael Thompson, quien desconfía de ti desde el primer instante y solo te ve como una cazafortunas.

Poner tus ojos en él podría arruinarlo todo, recuerda que tu vida y la de tu madre están en peligro, ¡No caigas en tentación, Scarlett!

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VENDIDA
Las traiciones siempre suelen venir de quién menos lo pensaste, estas destruyen tu corazón y casi siempre, solo te quedas ahí mirando fijamente los ojos de esa persona que sin importarle toda su historia juntos, un día simplemente decidió darte una puñalada por la espalda. Muchos suelen preguntar ¿Por qué?, Otros prefieren gritarles, algunos se quedan odiando en silencio y otros prefieren vengarse, pero ¿Qué puedes hacer si quien te traiciona es tu propio padre? —¿¡QUÉ HICISTE QUÉ!? —le pregunté a gritos mientras trataba de contener las lágrimas. —¡Deja de quejarte! —exigió con enojo. —¿¡Cómo puedes actuar cómo si nada, no te das cuenta de lo que hiciste!? ¡Acabas de decirme que pagaras tus deudas conmigo! —exclamé completamente exaltada. Mi padre es un jugador empedernido y ha llevado a nuestra familia a la miseria por su maldito vicio. Nunca hemos sido una familia adinerada, sin embargo, antes teníamos lo suficiente para comer y una casa propia en la que vivir, pero un día mi padre apostó nuestra casa en un casino y ahora ni eso tenemos. Tengo 25 años y hace 4 años tuve que salirme de la Universidad para trabajar como agente call center en una empresa pequeña. Gano el salario mínimo y entre mamá y yo pagamos arriendo y comida, mientras mi padre solo se gasta el dinero que trabajamos en apuestas de cualquier tipo. —Perdóname cariño —pronunció mi madre llorando. Ella nunca a tenido la fuerza de voluntad para separarse de mi padre, a pesar de que se lo he pedido miles de veces. Mi padre la golpea cuándo no le da dinero para sus apuestas o cuándo llega alcoholizado, y por miedo a dejarla sola con él, no me he ido de la casa, aunque es lo que más quiero hacer. —Esta vez llegaste demasiado lejos papá o debo decirte Gonzalo, porque para mi ya ¡No eres mi padre! —expresé llena de irá y dolor. Gonzalo solo rodó sus pupilas con cinismo y desinterés. —No dramatices y mira el lado bueno; ya logré pagar mis deudas y no van a matarme o mandarme a la cárcel. —¡No me importa! Eso es tu culpa, tú deberías afrontar las consecuencias de tus actos e ir a la cárcel —mascullé y mi padre se acercó a mi y me dio una bofetada. —¡No Gonzalo, por favor no la golpees! —suplicó mi madre mientras se apresuraba hacia mi para abrazarme. —Entonces adviértele que no me vuelva a faltar al respeto o le irá peor —amenazó. Lo miro llena de furia y apartó con brusquedad mi mano de mi mejilla. —Así me mates, ¡No me vas a usar para pagar tus deudas! —le dije de forma contundente y él sonrió. —Por supuesto que lo harás, porque además de pagar todas mis deudas contigo, también me darán mucho dinero por ti —informó con descaro, y mientras mi corazón se rompía en mil pedazos, él solo sonreía y continuó— El dueño del casino, al cual le debo mucho dinero, quedó fascinado con las fotos que le mostré de ti. —¡Gonzalo, es nuestra hija! —le dijo Kelly, mi madre. —¿Y eso qué? —espetó con indiferencia. —¿Sabes, qué? Ya dejo de importarme el hecho de que no me quieras, pero no te dejaré hacer lo que quieras conmigo —dije imponiéndome. —Si no lo haces van a matarme Scarlett —pronunció fingiendo preocupación, era obvio que solo quería manipularme, pero aún así yo no quería que matarán a mi padre. Gonzalo al ver que solo me quedé en silencio, su expresión de víctima se convirtió en una de rabia y odio. —Por lo que veo eso no te importa, lo mismo les dije a ellos, y por eso dijeron que matarían también a tu madre —sentenció. Mis ojos se abrieron de par en par y sentí mi corazón detenerse. —¿¡Cómo puedes decir eso tan fríamente!? ¡Es tu esposa! Y no te basta con golpearla y obligarla a dar su cuerpo para pagar varias de tus deudas de juego, sino que tampoco te importa que la maten, ¡Eres un monstruo! —solté con indignación. De repente mi padre me agarra del cuello con su mano derecha y comienza a ahorcarme. —Suéltala Gonzalo, ¡Por favor, te lo suplico, no le hagas daño! —le rogó mi madre con desesperación. —Vas hacer lo que te digo si no quieres ver muerta a tu madre, ¿Entendido? —me preguntó mientras yo lo miraba con desprecio y aguantaba la respiración para no suplicar por aire. Al escuchar el llanto de mi madre sé que solo tengo una opción y asiento. Gonzalo me suelta después de eso y trato de respirar tranquilamente poniendo la mano en mi cuello. —Perfecto, el hombre con el que debes irte viene esta misma noche por ti —informó. Empuñé mis manos dándome fuerzas para no llorar, miro a mi madre la cual como siempre parece un cachorrito perdido y asustado que no sabe más que llorar. Mi padre sale de mi habitación llevándose a mi madre con él mientras ella me mira como si me pidiera perdón con sus ojos. Cierro la puerta en cuando ellos salen y me deslizo sobre esta mientras lloro con desesperación colocándome en posición fetal. Aún recuerdo cuando era pequeña, y mi padre me llevaba sobre sus hombros al parque; él, mi madre y yo éramos tan felices, aún no logro entender ¿Qué pasó? ¿Qué le hice? ¿Por qué de un día para otro empezó a odiarme? Antes de darme cuenta, la noche ya había llegado. Mi madre tocó a mi puerta diciéndome que el “invitado” de Gonzalo, ya estaba aquí, así que resignada aceptar mi desagradable destino, salí de la habitación. Aún vestía la sudadera de esta tarde, mis ojos estaban hinchados de tanto llorar y mi cabello está desaliñado, por esa razón en cuanto Gonzalo me vio, sus ojos destilaban enojo. Lo miré con indiferencia y mi atención se desvió hacia tres hombres que estás de pie al lado de la puerta. —¿Por qué no te arreglaste un poco? —preguntó mascullando con enojo, sin embargo, continué ignorándolo, mientras miro con suspicacia al hombre que está en medio de los tres, el cual parece ser mayor que ellos y va vestido con traje diferente al de los dos hombres a su lado, los cuales visten igual. El hombre mayor empieza a caminar hacia nosotros mientras me mira fijamente con intensidad. —No te preocupes, Gonzalo, la vestimenta de tu hija solo hace destacar que es mucho mas hermosa de lo que se ve en las fotos, su belleza es simplemente hipnótica sin la necesidad de tantas arandelas —pronunció con seriedad— Aunque con esto luciría aún más su gran belleza —agregó para después levantar su brazo izquierdo y con dos dedos de su mano, le hizo una señal a uno de los hombres detrás de él, para que se acercase. Este viene rápidamente hacia nosotros y abre la caja de terciopelo negra que lleva en sus manos. Mis ojos se abren al ver el brillante collar de diamantes que hay dentro de la caja, es tan hermoso que a gritos dice: “¡Cuesto una fortuna!” —Adelante, puedes tomarlo, es completamente tuyo o si gustas puedo ayudarte a ponértelo —mencionó aquél hombre mayor. Rápidamente levanté la mirada del collar y lo miré con enojo mientras levantaba el mentón. —¡Yo no acepto regalos de extraños! —dije de forma contundente. Por supuesto que era un hermoso collar y cualquier persona se deslumbraría al ver tan de cerca una joya de semejante magnitud, pero tan solo recordar que las intenciones de ese hombre era comprarme con esto, me revolvía el estómago. —Eso lo podemos arreglar fácilmente —pronunció con una sonrisa y extendió su mano hacia mi con elegancia— Mucho gusto puedes llamarme Héctor —se presentó. Miré su mano con desdén y a él con resentimiento. Podía sentir sobre mi la mirada de furia de Gonzalo, así que empuñé mis manos, contuve el aire en mis pulmones y tomé la mano del hombre llamado Héctor. Él besó mis nudillos y un escalofrío recorrió mi columna vertebral, algo no estaba bien con ese hombre, eso me decían mis instintos, y con esa sensación rápidamente quité mi mano e intenté disimular. Estaba más que claro, mi padre me entregaría a este hombre, el cual posiblemente me doble la edad. —¿Qué edad tiene usted? —solté ipso facto aquella pregunta. —53 —contestó con simpleza. Mi cuerpo se estremeció, y mis ojos se cristalizaron mientras deseaba con todas mis fuerzas despertar de esta pesadilla.

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