Prologo
William Adams
-¿Donde está? - grite por toda la iglesia, ella no ha llegado mientras que los incompetentes de sus padres ya están ahi
-No lo se, se supone que ya venía en camino- menciono su madre, los mire con odio
-Donde tu hija no aparezca te juro que haré lo imposible para encontrarla- estaba furioso, la boda se estaba retrasando, Adriana no llegaba y todos comenzaban a murmurar.
Conocí a Adri cuando viaje a México, su padre Luis es un candidato a presidencia, ella tenía apenas 18 años, una niña dulce y tierna, me enamore como un loco de ella.
No soy hombre al que le digan que no pero ella parecía pasar de mi, del dueño de la mitad de Estados Unidos, del más poderoso y al que consideran el más importante de todo América.
Siempre la he respetado, nunca la he tocado aunque si la he besado, le daba su tiempo para que estuviera lista y persuadi a su padre para que la dejara estudiar medicina, pero por más que tratará ganarme su corazón no lo lograba, ponía barreras entre nosotros y eso me frutraba.
-Lo siento pero debo cancelar la boda- Menciono el sacerdote que nos casaria
-De ninguna manera ella no me puede dejar plantado- gruñi haciendo que todos se asustaran
-Y no lo hará, pospondremos la boda, ve y búscala debe tener nervios- menciono su padre y yo salí de la iglesia, necesitaba buscarla.
Conduje hasta mi casa, esa donde había pasado varias noches con ella, donde amaba verla dormir, había tenido varias mujeres durante estos tres años y todo para no tocarla, para no sucumbir mis deseos con ella, para no ser el demonio que era con los demás.
Entre a casa dando un portazo, las personas del servicio se miraban entre sí, subí a pasos decididos hasta nuestra habitación, esperando encontrarla ahí pero no.
A cambio estaba la caja de su vestido, a su lado una nota, la tomé y la saque del sobre donde con ello cayó el anillo que había comprado para ella.
-William, cuando hallas leído esta carta yo estaré muy lejos de aquí, no puedo casarme con una persona que no amo y mucho menos que me aterra, intente sentir algo por ti durante este tiempo pero nada funciono, ambos sabemos que mi padre quería esto, jamás pidió mi opinión, yo sufrí los castigos cada vez que intente terminar lo nuestro, yo no puedo ser una moneda de cambio y tampoco puedo ser tu mujer, te agradezco que me ayudaras a terminar mis estudios pero solo eso puedo ofrecerte, gratitud, no me busques porque no quiero saber nada de ti, tampoco quiero saber nada de mis padres, lamento la vergüenza que esto te ocasione, pero de otra forma no me hubieran dejado ir.
Yo no podía seguir siendo tu prisionera, y menos tú esposa, se que sabrás lidiar con todo esto, te mereces algo mejor y claramente no es a mi lado, hasta nunca William.
Adriana
Doble la hoja con coraje como es posible que me hiciera esto, tome el vestido que había mandado hacer especialmente para ella y lo troce con mis propias manos y arroje al piso cada parte de los accesorios de mi habitación, ella había sacado la bestia que llevaba dentro y no descansará hasta que la encontrará y la hiciera pagar por la humillación que me había causado.
Adriana Jones pagará con creces haberme dejado, lo juro como soy William Adams