Compromiso

3156 Words
Con el cabello suelto, un poco de polvo en la cara para darse un aspecto de agotamiento y demacración, esperaba con sobrada alegría la llegada de su esposo. Dilara sostenía al pequeño niño en sus brazos, estaba tan pequeño, que parecía un fragmento de cielo que pudiera desvanecer entre sus dedos. No era hijo nacido de sus entrañas y aunque le hubiese parecido imposible de inmediato se enamoro del desprotegido ser. Y lo sintió suyo, el deseo de ser madre de un varón la llevo a creerse fielmente su mentira. —¡Mujer!, ¿Dónde estás mujer?— los galopes de los caballos se escucharon unos minutos atrás, y era de esperar que un sentimiento de temor la agobiara por unos momentos. El estaba en casa ahora con la esperanzas vivas dentro de él. —¡Señor Bekir! —Esen lo recibió con la cabeza abajo, y le indico -la señora, está en la habitación Camino a prisa, abrió la puerta con ambas manos y observo a su mujer en la cama, un brazo inquieto sacudiéndose entre las sábanas y el balbuceo de un niño quejumbroso llegó hasta sus oídos y la mirada sonriente de su mujer lo lleno de jubilo. —Amado esposo, te he dado un hijo varón Bekir cerró sus ojos lentamente cuando escuchó aquel anuncio, agradeciendo a Dios la bendición de un heredero y la fuerza de hierro que tenía su mujer, para bien lograr ese último embarazo. Se sentó en la cama y miro directamente a los hermosos ojos de su mujer, le acaricio la mejilla con las toscas manos. —Toma a tu hijo, has que te conozca y te honre desde ahora como su padre. Dio un brinco de insatisfacción cuando se acerco y observo que era tan pequeño, de nuevo la duda lo arrollaba creyéndola incapaz de darle un hijo sano y esto era una consecuencia de algún descuido de su parte o alguna maldición que pesaba sobre ella; —Es pequeño, —reparo de inmediato al ver la duda —Pero está sano. Lo juro Bekir solo que ha nacido antes de su tiempo. Está vivo, y pediré a Dios cada día me conceda tenerlo para que prolongue tu descendencia. —¿Hay posibilidad de que muera? —no quería apreciarlo más si iba a perder. —No, te juro que no, ha nacido sano y fuerte hubieses escuchado su llanto al salir de mi vientre, está sano Bekir. Dilara alcanzó con el bebé a su esposo. Al ver sus rostro decidió confiar, arropó al pequeño en sus brazos y lo apretó contra su pecho, le vio la cara con mas devoción, Tarkan soltó en llanto cuando lo separaron de la mujer que ahora sería su madre, y aquel llanto retumbó en sus oídos, tenía pulmones fuertes. Bekir camino con el niño y lo meció, le encontró parecido suyo aún cuando era tan solo un pedacito de carne. —Este si es mi hijo… Termino por decir, como si el fuera su primogénito y antes no hubiera tenido más hijos. Rechazaba a su hija mayor, lo más que podría hacer por ella era conseguirle un buen marido. Y que su madre le enseñará como atenderlo. Lo demás dependería de ella, no era un padre afectuoso, no le prestaba atención solo pagaba su ropa y su comida. Por la mañana, Fatma fue a buscar a la señora Esen, con el otro niño en brazos. Sabía dónde podría encontrarla, a diferencia de Melek que para ella se le borro del mapa la dejo sin un moneda en la bolsa, tomo todos los vestido que se mando comprar, eran trajes de embarazo inservibles ahora para lucirlos por la calle Fue a buscar a la señora Esen, dónde está antes la había buscando pero la mujer encargaría de ahora en adelante mandaría a una de las jóvenes del servicio para abastecer la cocina. Fatma al llegar a aquella casa le contaba al pequeño en sus brazos que ahí tendría un buen hogar, observaba la cocina donde se encontraba y está era grande. Su casa no estaba tan mal, ser partera le daba un buen estatus, pero no podía cuidar de un niño, los partos no eran concurrentes y la paga no era contante. —¿Que haces aquí?, ¿No he pagado bien tus servicios? — Esen recibió en la parte de atrás de la casa a Fatma, que traía en sus brazos al tranquilo niño, pero estaba tan bien envuelto que no se había dado por enterada hasta que se lo dijo. —No es cuestión de deuda, la niña de ayer dio a luz a un segundo hijo, y he venido a entregarlo. Esen abrió los ojos, salió tan aprisa sin imaginarse jamás que algo así pudiera pasar. Un embarazo doble hubiera sido para el señor Bekir la gloria en la tierra. Pero que mala fortuna que no se dieran cuenta antes, era un mal que ya no tenia reparación —Llévatelo, sal de esta casa de inmediato y que nadie te vuelva a ver por aquí… —¿Pero... —cuestiono dudosa —es que no desea tener al niño? No esperaba esa reacción, pensaba que lo recibirá con alegría. Y que ese niño también tendría una buena vida. —Mi señora le ha presentado un hijo a su esposo, no dos, si hubieses venido a verme en cuanto te enteraste de esto quizás podría recibir a esa creatura, y tendrá una buena vida. Demoraste mucho en informarme. —Era sería y no tenía compasión por ese niño. La suerte para el ya estaba dada. —Tenia que terminar de atender a la madre, había sido un parto muy duro para ella estaba en peligro de muerte, y yo tuve que atender otro enfermo, la noche cayó y no pude acudir antes. Aquella conversación no tenía el más mínimo cuidado, cualquiera podría escuchar. Esen acerco a Fatma a la puerta. —¡Baja la voz! —dio un ligero vistazo alrededor —Era de mayor importancia mi señora que esa comerciante, más valía si hubiese muerto, ya no puedo hacer nada por ese niño. Era mejor darse la vuelta borrando de su conocimiento lo sucedido. Le dio unas monedas a la partera el doble de lo que le había pagado el día de anterior y la despidió. Le ordenó que se fuera de la ciudad con ese niño y que jamás volviera. De esto no dijo ni una sola palabra a la señora Dilara, conocía lo sentimental que era, y su capacidad de enredar las cosas y darle cualquier cuento al señor Bekir para asegurar que ese otro niño era suyo, entonces todo el esfuerzo había valido de nada. Bekir no era un hombre tonto y sabría que habría hecho una burla con él. Mientras Tarkan crecía, este se veía aún más parecido a su padre, nadie dudaría jamás que fuera su hijo, era un curioso reflejo. Y eso empezó a inquietar a Dilara, asegurándose que realmente era hijo de su esposo con otra mujer, cuestiono infinidad de veces a Esen, le reitero cada noche sus insistentes delirios. Le exigió le contará quién era esa mujer a quien había buscado para comprar al niño, pero la discreta sirvienta aseguraba que había escogido a una muchacha al azar. Y que aquel extraordinario parecido era solo una bendición de Dios, una señal de su favor al darle cobijo a un niño que de no ser así, habría sufrido lo indecible por conseguir algo que apaciguara su hambre cada día. No era extraño que su marido tuviera otra mujer y si deseaba convertirla en su esposa quizás podría hacerlo. Pero no era lo más común ya que solo el sultán de Osiria podría tener un harem . había rumores de hombres que mantenían hasta tres mujeres. Bekir adoraba a es hijo que crecía a su imagen y tan idéntico a él en su carácter no intento tener más hijos con su esposa, el tiempo le dio la firmeza que era una creatura que viviría por muchos años. Comenzó a enseñarle lo que debía saber cuando cumplió sus tres años de edad, para Bekir ya era tiempo de que su hijo fuera tomando conocimiento de su deberes. Pasaba mucho tiempo con Tarkan y menos tiempo con Eylem. Siendo mujer la trataba como si no existiera, ella no extrañaba a su padre, no le tenía afecto no necesitaba de eso para seguir sus órdenes. Creció alejada y educada solo por su madre para ser la mejor ama de casa con un destino trazado, se convertiría en la mujer del hijo de un jaque muy rico, esto cuándo cumpliera quince años. En Reiner Osiria, la sociedad se regia por clanes el jefe del clan, Aslan, reunía a los integrantes perteneciente de su congregación y su familia cada viernes. Mesut era honorable m*****o siendo primo de Aslan y el segundo al mando, cuando el jefe faltaba el tenía voz y voto mayoritario para tomar decisiones de baja índole. Mesut era el mejor amigo de Bekir. Recién había nacido su hija una hermosa mujercita de ojos turquesa como jamás se había visto antes, sabía que era herencia de su abuela su padre se lo contó muchas veces; « Aquella mujer tenía la mirada más pura de todo Reine Osiria, al encerrar en su mirada la pureza del cielo y la furia del mar» Y era una bendición recibir aquella mirada, que encantaba a quien la viera. Sonreían con un brillo aún cuando estuviera llorando o molesta la niña. Aslan le pidió como jefe de su sociedad y líder de su hermandad le concediera darle nombre a la recién llegada. Era una tradición poco asidua ya en esos tiempos, que los jefes hicieran eso pero al ser su familia más cercana Mesut le concedió el honor; “Hasret” fue el nombre que le dio, al conócela sabía que sería el deseo de muchos pero el amor de pocos. Aslan pudo ver qué aquella creatura no sería como ninguna otra y que su alma de algún modo salvaje se imponía en esa mirada tan transparente. —Temo que tu pequeña hija te hará padecer como ninguna mujer lo ha hecho en esta vida Mesut —bromeó con el Aslan después de dar un pequeño brindes para que la llegada de Hasret fuera verdaderamente una bendición. —Sera el pesar más grande que tendré que cargar en esta vida, pero lo haré con felicidad. Mesut era diferente dentro de aquella sociedad patriarcal, no trataba a su mujer como su esclava, en la privacidad de su habitación conversaba con ella y le otorgaba derecho a que opinara. Y para el no era una desgracia que su hija naciera mujercita o que jamás tuviese un hijo varón. Eso no cambiaba el pensamiento de Gizem quien creí que tenía poco derecho a opinar sobre las decisiones de su marido y que su lugar era detrás de él. Para el padre de Tarkan una esposa de buena sangre era importante para una buena descendencia, y no era nada extraño en ese tiempo resolver matrimonios incluso antes del nacimiento de los críos. No solo por qué Mesut era de las familias más importantes del pueblo si no por qué era su gran amigo le pidió en secreto que le concediera un favor. Al terminar la reunión se acerco y le invito a tomar un té en su casa. —¡Padre, padre! —apenas la puerta de madera se abría Bekir era recibido por su hijo. El ya tenía cuatro años, y era un niño alegre y orgulloso de la fuerza que tenía su padre. La forma en que su presencia imponía respeto y la habilidad para resolver las dificultades que se le presentarán. —Ve y dile a tu madre nos sirva té a mi amigo Mesut y a mi. —Enseguida padre. Bienvenido tío Mesut — saludo antes de alejarse al acompañante de su padre bien era su tío por afecto. Al pasar ambos a la pequeña sala, se sentaron en pequeñas sillas que estaban a penas medio metro elevadas del piso,; —Mesut, Eres mi amigo y mi hermanos. Te debo mucho… —No tanto como yo te debo a ti, el padre de Gizem me odiaba y me tenía muy mala fe, ni siquiera Aslan logro que me diera una oportunidad, Tu… —recalcó —hiciste que me diera esa oportunidad y gracias a eso ahora soy un hombre completo, siempre estaré en deuda contigo. Y no podré negarme jamás a algo que me pidas. —Solo le hice ver qué eras un hombre justo, la gente te tenía envidia y hablaron en tu contra, el creyó sin conocerte. —aún sin conocerlo o tener tratos con el fue que una sería de personas difamaron a Mesut. Todo era obra de un hombre que amaba a Gizem y ella no lo aceptaba como esposo. —Una constante en Reiner, pero Dios lo sabe todo. Y los injustos tendrán su castigo. Ambos eran hombre de paz, y jamás se cobraban las faltas que recibían todo lo dejaban a voluntad de Dios. —Sin duda. La conversación fue interrumpida tras el arribo de dos mujeres. —Les he traído el té —era Dilara detrás de ella una joven sirvienta con una charola colocó las tazas en la mesa y sirvió en silencio, al término se dio vuelta y salió. —Si necesitas algo más esposo dímelo. — ofreció Dilara antes de retirarse. —Deseo que te quedes, por esta ocasión trataré un tema en el cual creo debes estar enterada – dijo y ella de inmediato se colocó delante de ellos pero con la mirada en el piso, ahora solo tenía la indicación de escuchar —Mesut, quiero que hablemos del futuro, siempre he sido un hombre previsor, me gusta poder controlar el futuro por imposible que sea, es por lo que te pido… —no titubeó — quiero que mi hijo lo tenga seguro, quiero que nuestras familias se unan en un enlace matrimonial. Tu hija Hasret recién nacida, tu primogénita, deseo que se convierta en la mujer de mi hijo Tarkan cuando estos tengan 24 y 20 años. Ambos se quedaron atónitos con aquella presurosa petición. La pequeña hija de Gizem no tenía ni una semana de su nacimiento y su destino estaba siendo dictado, Mesut había pensado en eso, no era una idea tan fuera de lugar este estaba asegurando una buen futuro esposo, pero esperaba que eso se tratara de forma más ligera y que fuera aumentando de seriedad conforme a conversaciones y años. Todo indico que Bekir solo espero a comprobar que la creatura fuera niña. —No crees amigo mío que tú prevención está demasiado apresurada, eres joven y tienes una vida prometedora frente a ti. Si en un futuro consideras que existe una mujer mejor dotada de virtudes .. Por un momento Bekir guardó silencio, tenía sobre el la mirada de su esposa, sin parpadear, y tratando de entender que escondía —No existirá mujer con la belleza que promete tu hija, ni con la virtud o la posición que tiene adquirida — siguió en silencio pensando que eso sonaba más justo para el pero detrás de todo había un temor, después continuo —Nadie tiene la vida asegurada, y no se cuándo Dios nos llame a su presencia. —Dilara nunca escuchaba hablar de ese modo a su esposo. Cómo si supiera que algo estaba por sucederle. Alzó la vista y pensó que le estaba ocultando algo. —Dale tiempo al tiempo y que mi hija crezca, que aprenda a ser una mujer educada y hacendosa… —Iremos formalmente, —afirmó, no tenía nada que pensar —Si tú lo permites mañana a pedir la mano de tu hija, recibirá obsequios de parte de nuestro hijo. Prevé a Gizem. Tampoco aceptaría una negativa, tomo el té y lo bebió de golpe. Después de eso se retiró a su habitación. Mesut no se negó a la petición de Bekir y como prometió el día siguiente estaba ahí, pidiendo formalmente la mano de la recién nacida Hasret Demirci. Entre las condiciones que se estipularon, era que Mesut jamás dejará desamparada a su familia, en dado caso fuese a faltar algún día. Tarkan se acerco a conocer a la pequeña aquella niña tenía los ojos azules como gemas de mar, no tan profundas, eran más bien claras como el cielo. Tenía tan solo tres años y medio y no supo cuál era el motivo de aquella visita. Ni por qué se volvió un habito semanal el estar en esa casa. Siendo un niño empatizo con la pequeña Hasret y mientras sus padres conversaban y tomaban té ellos jugaban en el pequeño patio de la casa. Cuando Hasret cumplía cinco años el señor Mesut decidía tomar las riendas de un hotel en España que su padre había adquirido y según lo que informaba estaba cayendo en la ruina. Era una de las principales fuentes de sustento y la que mayor ingreso le generaba. Su familia había crecido y una segunda hija había llegado a la familia Esmerag. Ella nació con los ojos color café como los de su madre, pero tenía aún así una hermosa sonrisa. Hasret se emoción al ver a su hermana pues tendría con quien mas jugar. Con Tarkan creo una buena amistad y creció un gran afecto, como si de un hermano se tratara, el era divertido y muy cuidadoso, era cariñoso y le daba sus dulces para verla feliz. Mesut se despidió de su hermano Bekir quien le pidió que jamás olvidara sus promesas y que cumpliera con los compromiso adquiridos, se lo juro con la mano en el corazón sin imaginar que esa sería la última vez que vería a su mejor amigo. Estaba seguro que esto le tomaría unos meses arreglar. Su esposa Gizem y sus pequeñas niñas se quedaron en Reiner. Una mañana Bekir acudió a su fábrica, había unos hombre de mal aspecto, esos hombre le exigieron la reposición de su dinero ya que los muebles que habían adquirido en su tienda habían sido de baja calidad. Bekir no discutió el asunto con ellos, estaba seguro que esto era una treta para recuperar su dinero pues habían considerado que había sido un abuso el costo de los muebles, o eran hombres enviados por Kemal, un viejo usurero que le ofreció hacer negocios, estafar a los clientes con maderas de baja calidad y en un costo elevado Bekir no acepto y ese hombre juro que se arrepentiría eran años de amenazas que al paso del tiempo le dio menos importancia, por última vez Kemal envío a unos hombres a amedrentarlo, darle un mensaje de advertencia pero estos entre la pelea y la furia lo apuñalaron por la espalda, nadie estuvo cerca para llamar a un curandero, o un médico, cuando alguien encontró al hombre este ya estaba muerto
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