Parte I /Capítulo IV

1036 Words
Susana. — Hoy es mi fiesta de cumpleaños, cumplo 5 años. Estoy muy feliz. Mi mamá me ayudó a colocarme un vestido verde manzana, mi color favorito. Es largo con golas, brillante y tiene un gran lazo en la parte de atrás. Mis zapatos blancos sin tacón se parecen a los que uso en las clases de ballet. Mi cabello está recogido en un moño, pero caen unos rizos que mamá me hizo y una hermosa diadema con muchos brillos, con una piedra verde en el medio. Será una gran fiesta; habrá dos pasteles, uno de chocolate y otro de vainilla. Habrá música, estarán mis mejores amigos de todo el universo y mis abuelos vendrán a verme. Ya estamos aquí, en la fiesta. He comido muchos dulces, hay regalos y muchos juegos como un trampolín, una piscina de pelotas, un tobogán y muchos más. Me estoy divirtiendo. Ha pasado un tiempo y mis abuelos no llegan; ellos viven lejos en una granja donde me gusta estar. El bosque está cerca de ese lugar y es maravilloso cuando el sol sale. Pero no está tan lejos. Según mamá, emprendieron su viaje ayer por la noche. Ya son las 3 de la tarde y me doy cuenta de que mamá no deja de mirar la hora. Me cantaron cumpleaños y cortaron los pasteles más temprano de lo que pensaba. Mis padres despidieron a todos muy rápido. Cuando fueron las 4:30 pm, nos fuimos del salón de fiestas. Mamá entró a casa mientras papá y yo permanecimos en el auto. "¿A dónde vamos, papá?" "A casa de los abuelos, mi princesa." "Ya veo, se han tardado mucho." "Sí, vamos a ver que todo esté en orden y que ellos estén bien." "Entiendo, pero yo quería estar más tiempo con mis amigos." "Lo entiendo, Susana, pero la familia es primero." "Entiendo, papá. Ya tengo sueño, papá." "Recuéstate, descansa, mi princesa. Fue un día largo." "Eso hice, me recosté en el asiento trasero del auto y me dormí." No sé cuánto dormí, pero sé que ya estamos llegando; la emoción me invade, pronto veré a mis abuelitos. "Ya estamos cerca, mamá." "Así es, mi amor." - Llegamos a la granja. Es muy grande, tiene muchos animales y plantas, una piscina. También la casa es grande con muchas flores. Ramón, el capataz, nos recibe; se le ve nervioso y con una sonrisa extraña. "Hola, Ramón, ¿todo está bien?" La extraña sonrisa de Ramón se ve más grande. Empiezo a pensar que le duele algo. Mi madre se pone pálida. Yo no entiendo nada y lo peor de todo es que le dicen a Olga, la ama de llaves, que me lleve por unas galletas. "¿Quieres galletas de chocolate o de otro sabor?" - Me pregunta y yo pierdo la concentración, brinco y aplaudo mientras digo sin parar. "Sí, sí, sí, de chocolate, por favor." - Olga me sonríe y me da cuatro galletas y un vaso grande de leche. "Toma, espero que los disfrutes. Cuéntame, ¿cómo estuvo tu fiesta?" "Fantástica, me divertí mucho." - Empiezo a comerlas muy feliz, pero me doy cuenta de que no son las que hace la abuela; están ricas, pero les falta algo, quizás más chocolate. La veo nerviosa y cuando estoy a punto de preguntar, ¿quién hizo las galletas?, se escucha un grito de mi madre, uno que da escalofríos. Por el susto, se me resbala el vaso, partiéndose en el suelo de la cocina. Olga no dice nada, pero veo que sus lágrimas están por salir, lo que hace que me ponga nerviosa y triste. "Lamento el desorden, no fue mi intención." - Ella no me responde, pero siento que alguien me toma con fuerza y me da un abrazo por la espalda; pego un brinco por el susto, solo es mi madre. No para de llorar y yo digo. "Lo lamento, mami, no sabía que el vaso era tan importante. Cuando esté grande, prometo comprarte muchos iguales." -Digo antes de empezar a llorar. Mi madre mira el suelo y dice. - "No, no importa, mi amor." Lo que me hace estar confundida. - "No, hija, algo ocurrió, algo muy malo." "Amanda, solo es una bebé." "Pero lo va a saber tarde o temprano." "Dile con suavidad." "¿Suavidad?" "Sí." "Hija, los abuelos no vendrán. Ellos se fueron al cielo." "Pues vamos por ellos." "No, entiende, ellos se fueron al cielo, como lo hizo tu pez dorado." - En ese momento entiendo sus palabras y no dejo de llorar. Mi mamá me abraza, también llora. "Mi amor, yo me ocupo." - Le dice a mi madre, ella ni lo ve. Lloré tanto que me quedé dormida. Desperté al otro día temprano con mucha hambre. Estaba acostada en mi cama, la que tengo en la casa de mis abuelos. Mamá seguía dormida, así que fui al baño, me lavé los dientes, me puse las pantuflas y fui por comida a la cocina. En casa hay muchas personas. Veo que corren de aquí para allá. - Olga me toma de la mano y me lleva a la cocina. "Buen día, ¿tienes hambre, princesa?" - Me pregunta, yo solo digo que sí con un movimiento de cabeza. Ella me sube a la silla y me da el desayuno: un par de huevos, unas tostadas y un jugo de naranja. Mientras como, ella se pone en la tarea de arreglarme el cabello. Mi papá entra, me da un beso en el cabello; se le ve cansado. "Buen día, mi niña." "Buen día, papá." "Gracias, Olga. Hoy es un día muy doloroso y ocupado. ¿Me ayudas con Susana? Necesita bañarse y vestirse. Colócale el vestido blanco, el que está en el armario." "Sí, señor, con gusto." - Él vuelve a salir de la cocina. Al terminar de desayunar, Olga me lleva arriba, me ayuda a bañar y a vestir, con un vestido blanco con pequeñas flores, me llega hasta las rodillas, es muy suave. Me coloqué los mismos zapatos que tenía en la fiesta. Es el funeral; lo sé porque a mi pez le hicimos uno y me coloqué este mismo vestido. Respiro profundo como me dice mamá y salimos.
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