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Clímax.

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Blurb

Si alguien me hubiera preguntando en qué demonios estaba pensando al entrar a la vida de ese hombre la respuesta sería simple y sencilla.

Ni yo misma lo sabía.

Un nuevo trabajo puede ser algo bueno para cualquier persona, pero en mi caso llegué a pensar que no fue así.

Todo eso cambió en cuanto me transfirieron a otra ciudad y conocí a ese hombre.

Ese maldito hombre británico.

Con su actitud arrogante, su sonrisa perfecta, ese jodido acento y ni hablar del rostro y el cuerpo que lo acompañan hicieron estragos en mi cabeza.

No debí ser curiosa y ver más allá de lo que él dejaba ver.

Me imaginé cosas muy retorcidas, pero jamás di con lo que él era realmente.

Todo comenzó con una mirada y terminó con un punto mayor de complejidad e intensidad a base de un fantástico sexo. Llevándome así, al maravilloso mundo de una satisfacción llamada Clímax.

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CAPÍTULO 1.
Sólo se vive una vez.   Josephine.   La vida siempre me había parecido una montaña rusa llena de emociones con el fin de complacer tus necesidades, tus perjuicios y tus deseos. Por esa razón siempre trataba día a día en complacer todas mis emociones yo misma. Para una chica de veintiocho años diría yo que no vivía mal, si se trataba de no desperdiciar mi dinero en cosas innecesarias. Tecleé algunos datos en la laptop y ajusté mis gafas para después dirigir mi mirada a mi reloj de mano. Faltaban cinco minutos para la hora del almuerzo. Solté un suspiro y continúe con mi trabajo. Era secretaria en una empresa de negocios llamada American First Center. No me quejaba de mi trabajo ya que al entrar a la universidad pensé por horas que quería para mi futuro. Se supone que en ese futuro seria la dueña de mi propia empresa y bueno no lo logré, pero aun así no me quejaba de mi trabajo. Lo amaba. El reloj marco la hora del almuerzo así que me levante de mi silla de escritorio para ir a algún restaurante cercano por algo de comer. Mi estomago rugía y solo por el simple hecho de no desayunar gracias a que salí deprisa de mi departamento por apagar mi alarma y volver a acostarme. Me puse mi chaleco largo encima del pantalón de vestir en color beige y mi blusa blanca para empezar a caminar hacia el ascensor. ─ ¡Josephine! ─escuché mi nombre y volteé solo para saber quién era. ─ ¿Vas a almorzar? ─preguntó Robert uno de mis compañeros del área de contabilidad. Observé su cabello rubio, su camisa manga larga en color blanco y su pantalón de vestir. En conclusión, era muy guapo, pero no era mi tipo. ─Sí ─respondí observando sus ojos color cafés y el asintió. ─Que casualidad ─mostro una sonrisa y dio unos pasos hacia el ascensor para después voltearse a mí. ─Yo también ¿Te apetece ir a almorzar juntos? Llevaba tres meses en esta empresa y desde que el primer día Robert estuvo merodeando mi lugar de trabajo. Salimos una que otra vez, pero no llegamos a absolutamente nada por la sencilla razón de que no era mi tipo. Él era un chico fresa y yo necesitaba un aura de arrogancia y un buen porte frente a mí, así como yo lo emanaba de igual manera. ─Está bien ─caminé hasta el ascensor y Robert mantuvo presionado el botón para que así las puertas se abrieran. Ambos entramos al ascensor y me mantuve observando como las puertas se cerraban hasta que mi teléfono vibro en el bolsillo de mi chaleco informándome de un nuevo mensaje. Lo dejé pasar ya que no me apetecía estar respondiendo mensajes en mi lugar de trabajo y mucho menos con el estómago vacío. Eso me dejaba de muy mal humor. ─Hoy… ─Robert se aclaró la garganta. ─Hoy estás muy hermosa Paige. Volteé la mirada a él y mostré una sonrisa ─ ¿Solo hoy? ─su expresión cambió al momento en que se dio cuenta de las palabras que uso y negó con la cabeza. Pude observar que él se encontraba un poco nervioso. Era algo normal, todos los hombres al estar frente a mí, siempre se mostraban de la misma manera. Nerviosos, vulnerables y sin palabras. ─No quise decir eso ─pasó una de sus manos por su cabello rubio. ─Siempre lo estás, pero creo que no necesitas saberlo. Las puertas del ascensor se abrieron y salí de él antes de que Robert lo hiciera. Removí mi cabello rojizo a un lado de mi cuello y continué con mi caminata hacia la puerta giratoria. ─Srta. Reed ─me saludo Mike, el portero con una sonrisa. ─Gracias Mike. Robert se colocó a mi lado y observé su rostro de reojo, ambos caminábamos en dirección al famoso restaurante a una cuadra de la empresa. ─Disculpa por lo de… ─levanté mi dedo indicé indicándole que se mantuviera en silencio. Ya tenía suficientes detalles de Robert y sus intentos de coquetear conmigo. ─Descuida Robert, no tienes que explicarte ─aclaré regalándole una sonrisa ladeada. ─No necesito que me digan todos los días que soy hermosa, yo sé que soy hermosa. Llegamos al restaurante y tomamos lugar en una de las primeras mesas, una chica nos dio la bienvenida y nos tendió la carta para después retirarse. Robert se mantuvo observando la carta, mientras que yo estaba decidida por lo que iba a comer. Aproveché ese momento para sacar mii teléfono del bolsillo de mi chaqueta y me tomé con un mensaje de Mary, la asistente personal del jefe. Mary: George quiere verte, ha pedido que subas a su oficina en cuanto termines tu almuerzo y por lo que veo no está muy contento. No pude evitar pensar en un sin fin de situaciones desde que había llegado a esta empresa, no dejaba de pensar en que había hecho algo malo e iban a terminar por despedirme. ─ ¿Listos para ordenar? ─preguntó la chica llegando a nuestra mesa. Dirigí mi mirada a ella y negué con la cabeza antes de levantarme de la silla y empezar a caminar hacia la puerta, pero antes de abrirla pude sentir que alguien me tomó del brazo haciendo que me volteara a él. Y ese alguien era Robert. ─ ¿Paso algo? ¿Por qué te vas? ─No tengo hambre ─respondí soltándome de su agarre. ─Nos vemos más tarde Robert. Empecé a caminar hacia la empresa nuevamente con un jodido dolor de cabeza. Ahora no solo me estaba afectando el hambre sino también el pensar en que podrían despedirme. Entre lo más rápido posible a la empresa y llegué hasta el ascensor, toqué el botón de la última planta y solté un suspiro esperando a que las puertas se abrieran para conocer cuál sería mi futuro de hoy en adelante. Quizás podía empezar a enviar solicitudes a otras empresas que necesitaran una secretaria ya que estaba segura que esta petición del jefe no sería para invitarme un café. Caminé hasta la oficina del jefe y me detuve frente a ella, solté un suspiro y di dos golpes a la puerta esperando por su respuesta, pero la puerta se abrió y frente a mi estaba Mary con una expresión seria. ─Déjala pasar Mary ─ordenó George sin apartar su mirada de su laptod. Pasé una de mis manos por mi cabello y entré a la oficina que vería por última vez ante de mi gran despedida. ─Buenas tardes Sr. George —susurré y el hombre frente a mi levantó su mirada. Sus ojos azules dieron a los míos y pude apreciar unas pequeñas arrugas en su frente, su cabello canoso estaba perfectamente peinado hacia atrás dándole ese toque de villano de películas. ─Esto será rápido Josephine ─indicó. ─Toma asiento ─señalo una de las sillas frente a él y tomé asiento. Adiós perfecta empresa, fue un placer trabajar aquí. » He expandido la empresa y quiero darte un ascenso y… ─no lo dejé continuar cuando lo interrumpí. ─Acepto Sr. George. ─No he terminado de aclararte a que se debe el ascenso ─intervino y asentí invitándolo a continuar con su charla. ─Hace una semana se abrió una nueva sucursal en Reino Unido, Inglaterra y mi hijo es el jefe encargado de esa rama y necesita con carácter de urgencia una asistente personal y tú me has demostrado ser muy capaz y por esa razón quiero que seas tú. Lo único que pensé fue en estar en Inglaterra y conocer ese maravilloso lugar, no me importaba en lo más mínimo viajar y regresar a Brooklyn ya que este era mi hogar desde que tenía uso de razón. ─Acepto ─repetí. ─Tendrás un departamento pago que correrá por los gatos de mi hijo ─aclaró. ─Tómalo como la bienvenida a ese nuevo lugar. ─ ¿Tengo que mudarme? ─pregunté. ─Pensé que sería cosa de unos meses y luego estaría de regreso. ─Tienes que mudarte Josephine, Inglaterra será tu nuevo hogar ─se ajustó sus gafas y dirigió su mirada a Mary y luego a mí. ─Haré un trasbordó de tu auto para que así no estés sin uno y bueno ya te dije lo del departamento, Era difícil dejar este lugar ya que mi familia estaba aquí, toda mi vida estaba aquí, mis amigos estaban aquí, pero amaba mi trabajo y eso significaba responsabilidad y sacrificios y esto era uno de ellos así que ya estaba lista para mi nuevo hogar. Total, solo se vive una vez. » Ahora te volveré a hacer la pregunta Josephine ─habló. ─¿Estás dispuesta a aceptar? ─Sí, acepto. El Sr. George asintió y tecleó en su laptod para luego extenderme su mano la cual tomé con una pequeña sonrisa. ─Te deseo mucho éxito y una buena amistad con mi hijo. ─mostró una sonrisa y asentí. ─El viaje está programado para dos días, puedes tomarlos libres para que empaques y te despidas de tus familiares. Asentí y me levanté de la silla para empezar a caminar hacia la puerta, pero antes una gran duda llegó a mi cerebro así que decidí voltearme para hacer aquella pregunta. ─ ¿Cómo se llama su hijo? ─Kenner Hume.

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