III Mamá conseguí trabajo

1303 Words
Alí seguía sin poder asimilarlo. ¿Cuáles eran las posibilidades? ──En esto me gano la vida ──había contestado él ──. Cuando estábamos en el bar te lo conté y no me creíste, me dijiste que, de ser cierto, hiciera un encargo para ti. ──¡Oh por Dios! ¡Te contraté para matar gente! ── La cabeza de Ali daba vueltas, se sentía asqueada y horrorizada, pero al mismo tiempo una sensación de satisfacción quería abrirse paso en su mente. No entendía cómo había terminado en esa situación tan bizarra ──Técnicamente, tú mataste a Judy, pero no. De hecho, yo te contraté. ──¿De qué mierda estás hablando? ──Te conté que me trasladaron aquí por trabajo, bueno, son varios encargos, encargos para los cuales necesito la ayuda de alguien. ──¿Alguien como yo? ¿Borracha, quebrada y a punto de enloquecer? Porque, aunque no lo creas como yo abundan. ¿Cómo puede alguien como yo ayudarte a ti? ──Ja, eres graciosa Ali. ──salió de la tina y sacó del escaparate del baño una pequeña toalla con la que se dispuso a secar su cuerpo. ──El acuerdo al que llegamos es, que por cada trabajo en el que me ayudes, te pagaré dos mil dólares, y te ayudaré con tus propios encargos. Tu claramente conoces la ciudad, sabes moverte, eres guapa y estudiada, puedes ser quien tu quieras, necesito tu ayuda para llegar a mis… encargos, luego procederemos a los tuyos, uno y uno si te parece bien. ──¿Encargos? ──Si ya sabes, gente que acabará como Judy. Pero, bueno, está bien si quieres echarte para atrás…. Sería lo más sensato, salir corriendo de ese lugar y olvidar que todo aquello siquiera pasó. Pero… Pero necesitaba el dinero. Necesitaba el dinero y más allá de eso, necesitaba sentirse viva. Y si había algo que el príncipe Erick prometía, era sin duda eso, aventura, peligro, riesgo. Señor peligro prometía sacarla de vacío existencial en el que se encontraba. ──En tus trabajos ¿Tendré que matar a alguien? ──No. ──Si no quiero encargos propios ¿Hay problema? ──No. ──¿Cómo se que no me matarás a mí … al final? ──¿Por qué lo haría? ──Para mantenerme callada. ──Corazón, no necesito matarte para eso. Lo observó en silencio por un rato, no sabía que pretendía, si desde el momento en que dio el primer martillazo a la cabeza rubia de Judy había tomado una decisión. ──¿Cuándo empezamos? Dom le había dado un nuevo teléfono para ponerse en contacto, así como también le propuso quedarse con él en su apartamento, una solución temporal a su problema de vivienda. Iba de camino a su casa en metro, claro está, pensando en la cadena de mentiras que debía decirle a su madre. Llegó a su casa y mientras luchaba por encontrar las llaves en su cartera, la puerta se abrió en sus narices. ──¡Oh gracias a Dios has vuelto! ──exclamó su madre mientras la jalaba por el brazo hacia el interior de la casa. El rostro de su madre estaba hinchado por el llanto. ──Mamá, ¿estás bien? ──¡Yo si, tú me tenías preocupada! ──Pero te dije que saldría, sabes que a veces llego al día siguiente… ──¡¿No has visto las noticias?! ──¿De qué… Las palabras murieron en su boca al posar sus ojos en el televisor de 60 pulgadas que colgaba en la pared de la sala. Una reportera estaba de pie, en el callejón donde ella estuvo tan solo unas cuantas horas antes. Habían encontrado a Judy. ──¡Esa pobre mujer! ──exclamaba su madre detrás de ella ──Tuvieron que identificarla por su huella, ya que el rostro…¡Oh dios mío! A golpes la mataron ¡Como a una rata! ──Exactamente como a una rata ──murmuró Ali. ──Ya no es seguro andar por ahí Ali…. ──Nunca ha sido seguro para las mujeres. ──Agarró el control y apagó la Tv. ──Mamá conseguí trabajo…Y vivienda. ──¿Qué? ¿De qué? ──Seré la asistente de un… ceo, maneja una empresa de …. Encargos. Lo ayudaré ya que es nuevo en la ciudad, ayer estuve en la entrevista y bueno, digamos que la clavé. “Demasiado pronto para chistes Ali” ──Oh, está bien… No estudiaste una carrera para ser asistente, pero supongo que es peor que nada. Comentario destructivo típico de su madre. ──Si bueno, me dieron un adelanto, lo usé para un loft, voy a empacar. ──Ok…supongo que está bien, servirá mientras buscas algo más a fin para ti. Nunca, en sus treinta años, había estado tan agradecida por el desinterés y narcisismo de su madre. Nunca le hacían muchas preguntas sobre nada, ni siquiera cuando su ex la terminó, nadie se acercó a preguntarle si estaba bien, o el por qué de la situación. Se acostumbró de pequeña a mantener todas sus emociones encerradas. Prácticamente pudo ver el alivio en los ojos de su madre al decirle que se iba. Encendió los parlantes en su habitación y con algo de música se dispuso a empacar, sacó una maleta azul eléctrica del closet y justo cuando la abría su nuevo móvil sonó. En la pantalla emergió una notificación de “Señor Peligro” como ella lo había guardado. ──No tardes, tenemos un encargo esta noche, y antes me gusta prepararme. ──En dos horas estoy allá. Definitivamente había perdido la cabeza. Se dejó caer en el suelo con la bolsa azul a sus pies, recapitulando sus ultimas horas: Había ido a beber a un bar de mala muerte, conoció a un hombre increíblemente sexy, resultó ser un asesino a sueldo (nada es perfecto si se trata de ella ) se va a matar a su ex compañera en compañía de ese hombre y, no siendo suficiente esto, tienen mucho sexo. Sin embargo, no se sentía mal por la muerte de Judy. Recordaba el peso del martillo en su mano, así como cada ofensa, burla y desprecio que esa mujer hizo en su contra. Con cada golpe, un poco de esa humillación desapareció de su pecho. Era una persona horrible, pero sencillamente no le importaba lo suficiente, además, había decidido ayudar a señor peligro con sus encargos, él le pagaría su dinero y eso sería todo, ella no encargaría nada más. No más muertes a su nombre. Estaba decidido. Solo sería una asistente, ella no apretaría el gatillo, o sostendría el martillo, acabado los encargos, señor peligro se iría a su próxima ciudad, y ella habría ganado dinero fácil y podría darle otro rumbo a su vida. Estaba decidido, por primera vez en mucho tiempo Ali tenía un plan. Con la mente más tranquila se dispuso a empacar. Abrió el cajón donde guardaba su ropa interior, si hay algo que le grita a una mujer que necesita dinero, es en definitiva, su ropa interior. Si pretendía seguir teniendo encuentros con señor peligro iba a tener que renovar esa área. Sacó algunas prendas del cajón y fue bastante difícil encontrar alguna sin agujeros, manchada de blanqueador o con el elástico dañado. De seguro Maya, la nueva novia de su ex, no tenía ese problema. Seguramente, ella no tenía ningún problema, estaba viviendo la vida que debió ser de ella. “Basta” Le gritaba su mente. Empacó sus ropas, algunos libros, su laptop y salió a despedirse, señor peligro esperaba por ella. Esta vez no tomaría el metro, con una nueva fuente de ingresos, podía permitirse gastar algo de dinero en un taxi. Llevaba la dirección del lujoso edificio anotada en su celular. Él le había dicho que todos los encargos debían llevarse a cabo en siete meses a más tardar, después de eso él desaparecería y ella sería libre de hacer lo que quisiera. “Solo seis meses, qué tanto puede pasar”
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