Dulce Pecado

- ¿Cuánto tiempo estarás fuera? - pregunto ella con un puchero en el rostro tal cuál una niña pequeña. Aquello le lleno el corazón de ternura a Maximiliano. Le fascinaba todo de ella. Cada mueca, cada gesto, y sobre todo el derroche de amor que, le manifestaba. Llevaban apenas tres meses conociéndose y saliendo. Pero en poco tiempo, Alessia Castillo había calado muy hondo dentro de su ser. Todo lo que deseaba en la vida era estar con ella, protegerla y hacerla feliz. - Un par de semanas. - ¿Tanto? - Debo atender un asunto importante referente al trabajo. - le explicó. Pero a la joven, dos semanas le parecía demasiado. No sabía con exactitud a qué se dedicaba Max, pues este siempre evadía el tema. Sin embargo, entendía que trabajaba en una importante empresa dedicada a la tecnología. Aquello era un éxito para cualquiera que aspirara a ser alguien en la vida. No obstante, ella no podía evitar sentir cierta nostalgia cada vez que, él se separaba de ella que, eran muchas. En los tres meses que comenzaron a salir, se podía decir que, Maximiliano había pasado dos de estos entre viajes. - Tratare de volver antes. - prometió el al ver su expresión de tristeza. - ¿Lo prometes? Sonrío divertido al ver su actitud un poco infantil y de súplica. Si ella supiera cuan adorable y tentadora se veía de esa manera. Todos sus deseos más primitivos despertaron haciendo que la deseara con tanta intensidad. No importaba cuántas veces la tuviera entre sus brazos y la hiciera suya, pues parecía que nunca tenía suficiente, nunca lograba saciarse de su ser. Al contrario, mientrasas la tenía, más la deseaba. Max esbozó una sonrisa traviesa y acercando su rostro al de ella sugirió: - ¿Por qué mejor, en vez de estar aquí perdiendo el tiempo, no vamos a un lugar más privado para demostrarte el porque, no puedo estar lejos de ti durante mucho tiempo? - ¡Max! - exclamó la joven sonrojándose hasta la médula. Hace mucho que, el comportamiento de Max se había vuelto más descarado dejando ver cuánto anhelaba tener relaciones con ella. Sin embargo, dado que aún no había estado con ningún hombre antes y no se sentía preparada aún, él había sabido esperarla. Claro estaba que, expresaba su deseo en cada oportunidad que, se le presentaba. Quizás era el momento de entregarse a Max por completo, hacerlo feliz y convertirse en su mujer. Solo que, no lo haría en ese instante. No quería sentir el vacío que, le ocasionaría el, hacer el amor con él y que se marchara en aquel viaje. Le daría la sorpresa cuando regresara. *** - Señor Antonio, aquí tiene la información que, me pidió. - le dijo su asistente colocando un folder con papeles dentro. Antonio dejó lo que, estaba haciendo y lo tomó. - Realice una investigación minuciosa tal como me lo ordenó referente al señor Castillo y su hija. - ¿Y bien? ¿Qué encontraste? - pregunto haciendo a un lado los documentos con pereza. - Tal como sospechamos, la señorita Castillo, efectivamente está saliendo con su sobrino. Sin embargo, según su doctora de cabecera y su mejor amiga, aún no han intimado. - ¿Estás seguro de eso? - Por supuesto. - asintió - Indague a fondo ese tema y tanto la doctora como la amiga coinciden en que, la señorita Castillo sigue siendo pura y virginal. Antonio sonrío de manera siniestra. Le parecía tan poco creíble que su sobrino se hubiera abstenido de tener relaciones con esa jovencita. Pero para su suerte, así era y eso le placia. - ¿Y su padre? ¿Descubriste algo turbio? - El señor Castillo es bien minucioso y cuidadoso en cuanto a su trabajo. No fue fácil conseguir algo con que, presionar, sin embargo, - enfatizó esto último con orgullo y aires de grandeza - Yo jamás lo decepcionaría. Tomando el folder, lo abrió y busco específicamente unos papeles. - Esta es la prueba que necesitaba para mandar al señor Castillo a prisión por desfalco y fraude en contra de la empresa. Antonio se sintió satisfecho con el resultado. Sabía bien que ese hombre no era perfecto, y que, algo debía encontrar en su contra. Lo que, no imaginaba era que, se atreviera a robarles a ellos que, eran ma familia mas rica y poderosa de la ciudad. - Perfecto. Sigamos con lo que, procede. - Cómo usted diga, señor Valverde. - Recuerda, debes asegurarte que, la única posibilidad de salvación para ese hombre y su familia, sea yo. - Entendido. Antonio Valverde fijó su mirada al frente sin observar nada en sí. Solo tenía un objetivo en mente y era, quitarle a Maximiliano Aylas todo cuanto tenía, fortuna, posición, y en especial a aquella jovencita en la cual se había fijado. Quería hacerlo miserable e infeliz. Le daba igual que, fuera el hijo de su hermana, pues, su padre lo habia puesto por encima de él, y hasta habia cambiado el nombre de la empresa para qye, llevara el apellido de este. Eso hizo que, en su corazón naciera un gran odio por este, hasta el punto de quererlo destruido e incluso muerto. *** Tras despedirse de Max, Alessia sintió una opresión en el pecho. No supo cuánto tiempo estuvo allí parada, frente al restaurante donde habían comido, con la mano en el corazón, viendo el camino por el cual, él se había marchado. No entendía el por qué, Pero sentía un peso enorme sobre su corazón, como si aquella despedida fuera definitiva para ambos. Estaba sintiéndose triste y vacía por su partida, cuando de pronto, su celular comenzó a sonar con insistencia. Al principio no reaccionó, sin embargo, luego de un buen rato, abrió el bolso y lo saco. Era su pequeña hermana. - ¿Melissa? - Alessia.- la escuchó sollozar. Nada más oírla hizo que, su corazón se rompiera en pedazos. Melissa era una adolescente de complexión atlética, cabello largo, piel blanca y ojos claros. Pero a pesar de su bella, solía destacar ante los demás por su personalidad fuerte, alegre y extrovertida. Por lo que, verla o escucharla llorar, era bastante extraño. Así que, para que, estuviera llorando en ese momento, algo grave debía haber sucedido. ¿Sería su abuelo? Sí existía, algo que Alessia amara más que, a sí misma, esos eran sin duda su pequeña hermana y su abuelo, un hombre bastante mayor y enfermo. Ambos eran la razón de que, ella dedicara casi todo su tiempo a estudiar y trabajar con el objetivo de superarse. Motivo por el cual nunca antes había tenido un novio antes de Maximiliano. - ¿Qué sucede? ¿Estás bien? - preguntó temiendo lo peor. - No... - lloro con más fuerza - Papá... está en todos lados. - ¿De qué estás hablando? - Lo que, dicen de él en las noticias es horrible Alessia. De repente, sintió como la cabeza le punzaba al no comprender lo que, su hermana decía y percibir el dolor y la angustia en su voz. - Alessia... se llevaron a papá a la cárcel. Y a mí... quieren llevarme a un orfanato. Dicen que, no puedo quedarme con el abuelo y contigo. Por favor, ven rápido. ¿Cárcel? ¿Orfanato? Parpadeó entre sorprendida y horrorizada. ¿Por qué llevarían a Melissa a un orfanato? ¿Quién? ¿Y qué era eso de que, su papá había sido llevado a la cárcel? ¿Por qué? ¿Qué había podido hacer para que, eso pasara? Sacudió la cabeza tratando de centrarse en lo importante. No solucionaría nada planteándose tantas dudas. Lo que, debía hacer, era ir a su casa y ver qué, sucedía y lo que, podía hacer para solucionarlo. - Tranquilízate. ¿Estás en la casa? - Si. - No te muevas de allí. - Alessia... tengo miedo. - No te preocupes. Estaré contigo enseguida. - le consoló - Solo, no dejes que te lleven a ningún lado antes de que llegue. - Está bien. Rápidamente colgó el teléfono y camino hacia la avenida para tomar un taxi. Mientras esperaba, entró a una página de búsqueda y lo que vio en tendencia provocó que el celular cayera de sus manos dejándola helada