2: Desgracia Familiar

1355 Words
Alessia ingreso apresurada a la casa. - Alessia. - se abalanzó su hermana sobre ella tan pronto como la vio. Ella experimento un dolor agudo en su pecho, producto de ver el sufrimiento al cual Melissa. quien, apenas y tenía catorce años estaba siendo sometida de manera cruel. - ¿Es usted la señorita Castillo? - Así es. - contesto volviéndose a mirar a la desconocida. Esta vestía un traje formal de color azul oscuro, con una camisa de un blanco impecable debajo y una cola de caballo como peinado. No llevaba maquillaje y su rostro con expresión seria, carecía de calidez alguna. - ¿Quién es usted? - Mi nombre es Natalia López, asistente social. - ¿Puedo saber que hace aquí? ¿Qué significa eso de que, quieren llevarse a Melissa a un orfanato? - Dado que, la señorita Melissa Castillo pasa a custodia del estado, es lógico que, sea internada cuánto antes en uno de los orfanatos del mismo. - ¿Cómo que, pasa a custodia del estado? ¿Y nosotros qué? Somos su familia. No pueden llevársela así como así. - Créame que, hemos estudiado el caso de su hermana tras recibir un reporte de su situación familiar. Y tomando en consideración el estado actual de su padre, la incapacidad de su abuelo para hacerse cargo de sí mismo, y la ausencia de un hogar y trabajo establecido de su parte, se concluyó que, lo mejor para la niña es que, el estado asuma la custodia. Al escuchar a la asistente, Melissa la abrazó con mayor fuerza como si asi, pudiera evitar que la llevaran lejos. Justo en ese momento, Marisol Padro, su madrastra se asomo a la sala de estar donde todo estaba ocurriendo. - ¿Y su madre? Melissa tiene a su madre viva. - señaló a la recién llegada, la cual la miró aturdida. Pero la expresión de seriedad de la trabajadora social cambio a una de, molestia. - Señorita Castillo, ¿Por quién nos toma? Debido a los antecedentes de alcohol y del uso de sustancias nocivas, es obvio que, la señora Prado no es apta para hacerse cargo de nadie. Y con eso, todos sus argumentos cayeron. - Ahora sí me disculpa, he perdido mucho tiempo ya. - Alessia. - se asustó la adolescente - No quiero irme a un orfanato, no quiero alejarme de ustedes, no dejes que me lleven. La mujer hizo señas a un par de agentes que, iban acompañándolas y estos tomarán a Melissa por los brazos separándola de ella. - Por favor, no es necesario. - suplicó Alessia mientras su hermana entraba en una crisis. A pesar de eso, nadie las escucho y antes de que pudiera hacer algo, su pequeña hermana fue arrastrada hacia una camioneta policial. - Melissa, no tengas miedo. - alzó la voz para que esta la pudiera escuchar - Iré por ti y te traeré de vuelta. Lo juro. Y solo cuando la camioneta desapareció, se permitió caer en el suelo llorando. Había reprimido tanto el llanto por Melissa para no alterarla más que, cuando al fin lo soltó no podia parar de llorar. En un segundo, su vida se había desmoronando. Su padre fue acusado de fraude y robo en contra de la empresa para la cual trabajaba y su hermana Melissa, quien junto a su abuelo, eran los dos seres que más amaba, había sido apartada de su lado. - ¿Alessia? ¿Quiénes eran esas personas? ¿Por qué Melissa se fue con ellos? - indagó su madrastra acercándose. Pudo sentir el aliento al alcohol que, emanaba de ella y entonces, el llanto dió paso a una ira incontrolada. - Tú... ¿Cómo te atreves a estar borracha en este momento? - Ah, si me vas a salir con sermones. - se volvió tambaleándose. - Ni siquiera puedes mantenerte en pie..- le reprochó. - ¿Y eso que? No tienes derecho a meterte en mi vida. - le dijo volviéndose una vez más hacía su persona. - No eres capaz ni de salvar a tu propia hija. Marisol cambio su expresión por una de sorpresa. - ¡Oh! ¿Melissa estaba en peligro? *** Maximiliano lanzó el teléfono a la cama fastidiado. Era la quinta vez en menos de diez minutos, que marcaba el número de Alessia para hablar con ella. Pero sin importar cuántas veces lo intentara, esta seguía enviándolo al buzón. ¿Dónde demonios estaba que tenía el celular apagado? El sonido de la puerta lo saco de su trance. Camino con dirección a esta. De seguro era el servicio de comida, pensó. No obstante, en cuanto abrió se sorprendió. - Hola guapo. ¿Me extrañaste? La mujer que, tenía en frente, lo miro con sus grandes y llamativos ojos color miel y una sonrisa seductora en los labios. - Sandra. ¿Qué haces aquí? - Alguien me dijo que estarías solo y pues, decidí venir a hacerte compañía. Se adentro en su habitación de hotel sin esperar a ser invitada. Y es que, así era ella. Siempre iba e ingresaba a dónde quisiera sin esperar a que le indicaran que, podía hacerlo. - Sandra, no debería estar aquí. - se volteó a mirarla. Ella ya había comenzado a dejar su bolso en la mesa y a quitarse el abrigo que traía puesto. - No veo porque no Maxi. - sonrío con coquetería. Desde siempre Sandra y él habían sido amigos. Claro que, el conocía muy bien las intenciones de ella: convertirse en su esposa y la señora Aylas. Nunca oculto sus deseos de estar con él y a él jamás le molestó ese hecho. Hasta que, conoció a Alessia. Una vez que la conoció, ya no le intereso ninguna otra mujer salvo ella. Sin embargo, las cosas con la joven iban a paso lento. Y él reconocía que, aunque era algo que no le agradara mucho, era lo mejor. Su familia, en especial su abuelo y su madre, no la aceptarían de buenas a primeras por dos razones. La primera era Sandra a quien consideraban la mujer perfecta para él, y la segunda era el origen humilde de Alessia. *** Antonio Valverde se encontraba en el despacho de su solitaria casa fumando un cigarrillo, mirando a través del cristal de su ventana hacia el jardín, cuando su asistente llegó para darle los informes en cuanto a como avanzaban sus planes. - La señorita Castillo se ha movido buscando algunos abogados para solucionar su crisis familiar. Sin embargo, según como me lo ordenó, he dejado claro a todos los profesionales de derecho que, deben abstenerse de ayudarla. Los únicos que, podrían hacerlo, son los que trabajan directa y especialmente con el joven Maximiliano Aylas. Pero difícilmente, la señorita tendrá acceso a ellos. El señor asintió. - ¿Y Maximiliano? - El problema con el plagio de los diseños que implantamos y la señorita Sandra Fioreti, lo mantendrá ocupado el tiempo suficiente como para que, se demore en volver y usted pueda llevar a cabo sus planes. Eso era justo lo que, quería. Atraparla en un callejón sin salida del cual no pudiera salir por sí sola. Y aunque su sobrino pudiera sacarla de allí, no lo haría, pues no tenia manera de enterarse de lo sucedido y para cuando lo hiciera, él ya se habría encargado de ello. - Bien. Averigua cuál fue el último abogado que contacto, y dile que, la contacte. Debe dejarle claro que, su padre no tiene manera de salir de ese hoyo a menos que, convenza a un m*****o de FashionTech Aylas, de retirar los cargos en su contra. - ¿Está seguro de que, vendrá a usted y no a alguno de los otros miembros de la junta directiva en cuanto le digamos eso? - se preocupo su asistente porque algo pudiera salir mal. Pero Antonio no tenía dudas de ello. Después de todo, el señor Castillo había sido contratado por él, era su hombre de confianza. Y eso, la pequeña e indefensa Alessia lo tenía claro. Era su única opción dentro de la empresa. - Hazlo y ella vendrá. - Como usted ordene, señor.
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