Capítulo 1. La chica de las estrellas

2112 Words
La extraña chica no tenía ni un solo rasguño, a pesar de que ellos claramente vieron su cuerpo envuelto en llamas como un meteorito cuando aterrizó, sin mencionar que esa semejante caída bastaba para matar a cualquiera, sin embargo, ahí estaba esa extraña como si nada hubiese pasado. No olía como un licántropo, y tampoco su aroma era el de un elfo. Por la mente de los gemelos jamás les vino la idea que la joven fuera una diosa, porque las deidades necesitaban el cuerpo de alguien más para habitar en la tierra, jamás iban a caer en este mundo de la forma como esa joven lo hizo. No obstante, todas sus preguntas pasaron a segundo plano cuando ella comenzó a moverse, y luego abrió su boca hablando en un idioma completamente desconocido para ellos. Leo estaba tan sorprendido por todo lo que estaba ocurriendo, que se mantuvo en silencio durante todo ese tiempo, a diferencia de su hermano que si replicó alegando que no entendió nada de lo que la extraña dijo. Es por esa razón que Bruno de inmediato se volteó a ver a su gemelo, dándose cuenta que Leo no le quitaba la mirada de encima a la intrusa, fue ahí cuando él comprendió la razón de la conmoción de su hermano. —¿Es tu primera vez? ¿verdad?, yo creo que te sorprende ver mas a esta extraña desnuda, que toda la rareza que la envuelve —dice Bruno con una sonrisa burlona, porque él sabía que su hermano hasta ahora no había estado con nadie, a diferencia de él que tenía una lista extensa de relaciones con elfas y licántropas betas, alfas y omegas. —¡No es eso, Bruno! ¿No te das cuenta de lo que está sucediendo?, ¡Una humana cayó del cielo! Y además habla en un idioma que no es élfico ni licántropo… sin embargo los humanos no eran tan resistentes. » ¿Será una diosa que no conocemos? —continúa Leo con sus teorías —, pero eso tampoco es posible porque los dioses no caen del cielo. Y si fuera así, ya Aurelia hubiese sentido su presencia, o mamá, que son más susceptibles. Luego de toda su explicación, ambos se voltean viendo como la joven se ponía de pie hablando mientras los señalaba. Los gemelos la miran de pies a cabeza, Bruno la observa con una sonrisa, mientras que Leo realmente no puede verla de frente porque su mirada se desviaba a sus partes íntimas sin que él lo deseara. —Es graciosa… ¿Qué estará diciéndonos? —dice Bruno acercándose a ella con cuidado diciendo: —¡Hola, mi nombre es Bruno! —explica el gemelo hablando mas lento de lo normal, mientras se señala a si mismo —¿Cómo viniste del cielo? —agrega ahora señalando el cielo. «Ese licántropo me está investigando, seguro ya sospecha de mí. De todas formas, no le diré nada. Aunque creo que no tiene idea acerca de que soy una luna de Urano» piensa Miranda viéndolo fijamente. «… además, ¿Por qué habla tan lento?... ¿Así hablan normalmente?» agrega en pensamientos la luna haciendo una mueca de disgusto en su rostro, y al instante Leo se da cuenta diciendo: —¡Ya la asustaste, no hables así! Déjala… —exclama Leo, viendo de reojos a la extraña. Miranda queda observando a los licántropos, pensando que no tenía idea que se podían duplicar seres iguales, le resultó muy curioso, sin embargo, eso no era tan importante como su misión. «¿A dónde empiezo?, primero debo alejarme de estos dos licántropos, y así buscaré a esos dioses que detesto tanto» Con esos pensamientos, ella se volteó dispuesta a marcharse caminando de ese lugar, pero cuando dio el primer paso se tambaleó un poco porque la atmosfera de la tierra le resultaba extraña. No obstante, cuando estaba a punto de caerse uno de esos licántropos rápidamente la sujetó, y Miranda cuando lo vio lo primero que hizo fue empujarlo para que se alejara de ella. El empujón fue tan fuerte, que Leo salió disparado a varios metros de distancia, bajo la mirada sorprendida de Bruno, ya que esa extraña era increíblemente fuerte. Miranda también se asombró de su hazaña viendo sus manos las cuales temblaban mientras pensaba: «¿Será el poder del dios Neptuno dentro de mí?, increíble… espera, ¿por qué mis manos están temblando?» piensa Miranda, cayendo en cuenta que no solo sus manos eran las que temblaban, si no todo su cuerpo. Bruno observaba con cautela a esa extraña que al ser tan fuerte podía ser una amenaza, es por eso que sin quitarle la vista de encima fue hacia su hermano quien ya se estaba poniendo de pie, entre tanto pensaban que podría ser ella realmente. —Yo creo que es una humana que vivió en alguna nave espacial durante todos estos siglos, su idioma debe ser alguno que los humanos hablaban. Tengo entendido que los fundadores hallaron muchos lenguajes e idiomas entre las ruinas del primer mundo, pero escogieron uno en específico para hacerlo el oficial. Entonces, ella debe hablar uno de esos idiomas extintos. Técnicamente nadie ha conocido a un humano antes, ¿y si eran así de poderosos y por eso Nom los mató? —cuestiona Bruno, porque no se le ocurría nada más. —Es una posibilidad… pero ¿y su nave espacial?, ¿dónde está? —Debe ser invisible. Por eso su cuerpo no recibió daño alguno —asume Bruno con mucha seguridad, mientras Leo abre sus ojos a mas no poder, porque odiaba admitir que las teorías de su hermano les estaba encontrando sentido. —Es una posibilidad, si es así. Ella es muy importante entonces —dice Leo viendo como la “humana” pretendía escapar otra vez, mientras titiritaba del frío. De todas las posibilidades, a los gemelos jamás se le ocurrió pensar que esa joven fuera una luna de Urano, principalmente porque ellos no estaban al tanto de esas lunas, debido a que ese era un tema muy exclusivo de los dioses los cuales tampoco les prestaban demasiada atención, ya que ellas eran consideradas “copias baratas” de las verdaderas diosas luna. Por lo tanto, todas las lunas oscuras de Urano eran vistas como simples concubinas que el dios de la oscuridad creó para no sentirse solo en su alejado planeta. En pocas palabras, las lunas de Nom nadie les prestaba atención y no eran vistas como una amenaza para nadie. —¡Espera, humana! ¿A dónde crees que vas?, estamos en medio de la nada, no puedes ir a ningún lugar —dice Bruno acercándose a ella con mas cuidado, alzando sus manos para que la joven viera que no le haría daño. Miranda lo queda observando de pies a cabeza, mientras ve como el otro también se acerca. Ella había estado escuchando toda la conversación que ambos seres idénticos estuvieron teniendo, y llegó a la conclusión que eran unos tontos los cuales no tenían idea de quien era ella. «Es una ventaja poder entenderlos, creo que no son amenaza… ¡Ay que tengo! Me siento extraña» piensa Miranda abrazándose a sí misma, porque lo que ella no sabía, era que estaba experimentando frío. Su cuerpo poco a poco se estaba habituando a la tierra, ya que en Urano ella solo existía, pero al pisar ese nuevo mundo, Miranda comenzaría a vivir, y eso era algo que la joven todavía no sabía. Por otra parte, Leo podía ver como la chica estaba muriéndose del frío, debido a que en el desierto durante la noche las temperaturas podían llegar hasta los 0 grados centígrados. Es por eso que Leo rápidamente se quitó la sudadera que usaba, acercándose con lentitud a la “humana” para entregársela diciendo: —Esto te ayudará para el frío… —dice Leo lentamente, señalando la prenda mientras se la extendía. Miranda vio con sospecha y desconfianza a Leo, porque ella nunca había usado nada para cubrir su cuerpo el cual había estado de esa forma desde que Urano la creó, sin embargo, ahora se encontraba en la tierra y para pasar desapercibida debía actuar como una licántropa, ya que al no tener orejas alargadas no podía pasar por una elfa. Asimismo, la luna oscura se acercó a Leo con lentitud y desconfianza, arrebatándole de las manos esa prenda terrestre. Y ahora que la tenía en su poder, no sabía que hacer porque no tenía idea de cómo usarla en su cuerpo. Bruno y Leo se dieron cuenta de eso. —Es como una bebé. Ven, hermosura yo te ayudaré a vestir —dice Bruno acercándose para quitarle la prenda con sumo cuidado. Los gemelos actuaban con precaución con ella porque pensaban que la supuesta humana era como una bomba que, en cualquier momento podría explotar sin previo aviso. Miranda todavía no comprendía que ese era el motivo de la extraña forma de actuar de esos licántropos, y lo único que hizo fue aceptar la ayuda de aquel alto ser de cabello blanco mientras decía: —Ra, lupa mannari. Mahimo nimong isul-ob ang imong gihatag kanako, dili nako dawaton tungod kay (Está bien, licántropo. Puedes ponerme eso que me has dado, lo acepto porque necesito lucir como una de ustedes para entremezclarme entre sus especies) —dice Miranda, mientras los gemelos lo único que escuchaban era balbuceos extraños. Bruno no pudo evitar comenzar a reírse porque le parecía gracioso, mientras que Leo la veía impresionado, porque su tono de voz era delicado, además ese idioma extraño lo encontraba muy interesante. —¿Cómo te llamas? —pregunta Leo señalándose a él mismo, y luego a ella, dando a entender de esa forma que deseaba saber su nombre, entre tanto Bruno la ayudaba a ponerse la sudadera. Miranda se voltea para ver al gemelo, y lo único que dice es: —Eli (Miranda) —responde la extraña, y fue ahí cuando los hermanos se dieron cuenta que ella podía comprender sus palabras, pero no podía hablar su idioma. —¿Se llama Eli? Es muy tierno su nombre… —murmura Leo cubriéndose la boca porque le causó ternura el nombre de la humana. «¡No, mi nombre es Miranda, licántropo idiota! ¡Oh!, me siento mejor, ya no tiemblo… que agradable» piensa la luna porque en su idioma, Miranda se pronunciaba de esa forma, además esa prenda la ayudó a calmarle el frío. La sudadera de Leo le quedaba lo suficientemente grande para ocultar todas sus partes, es por eso que el gemelo se sintió aliviado de inmediato, y fue ahí cuando pudo mirar a la joven con mayor detalle que antes. Lo mas resaltante de su rostro, era que tenía unos enormes ojos claros, no lograba distinguir el color en específico porque no había demasiada luz, pero sin duda alguna eso fue lo primero que el gemelo vio, junto con su oscuro cabello corto que le llegaba hasta la altura de su mandíbula, con un fleco que le cubría la frente. Ese corte de cabello era extraño porque entre las licántropas nunca lo habían usado, y mucho menos las elfas que apenas y cortaban su cabello. Su cuerpo era delicado, parecía una versión compacta de una licántropa, y su piel a simple vista parecía ser bastante pálida. Realmente parecía de otro mundo, pensaba Leo sintiéndose embelesado por esa chica que cayó del cielo. —Llevémosla al campamento —dice Leo volteándose para ver a su gemelo, y luego a la humana — Eli… te sacaremos de aquí. Nos estamos quedando en un campamento… —fue ahí cuando el gemelo recordó la verdadera razón del por qué estaban ahí. Bruno sin necesidad de palabras comprendió lo que su hermano estaba pensando, y con tranquilidad le respondió: —Nada ha cambiado, la misión sigue en pie. Nos llevamos a la humana, no importa, yo la protegeré, no le pasará nada —dice Bruno viéndola con una sonrisa mientras le guiñaba un ojo pensando: «Es linda, me agrada…» piensa Bruno, asumiendo que en un mes o máximo dos la convertiría en la próxima de su lista. Entre tanto, Leo tampoco le quitaba la vista a Miranda mientras cavilaba en su mente. «Quisiera aprender su idioma para entenderla, o quizás le enseñe a hablar el nuestro, es linda…» se dice el gemelo sin dejar de ver a la luna oscura que pensaba: «Usaré a estos licántropos por el momento, luego los mataré cuando ya no me sirvan. Estrenaré el tridente con ellos» piensa Miranda asumiendo que lo mas razonable era que comenzara a practicar para matar a esos dioses en menos de un año.
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