DISCOTECA.

1702 Words
Como de costumbre llegó a la universidad sin haber pronunciado palabra en todo el camino, siempre sufría un silencio incómodo y asfixiante. Su salvación eran sus cascos, se los ponía en las orejas y empezaba a escuchar música, así el tenso y pesado aire no le asfixiaba más de la cuenta. Al salir Sam del caro Eva se fue sin pronunciar ninguna palabra de despedida para su hijo, siempre la ha costado expresarse pero con Sam tendía a ser más dura con él por su bien. Él entró a la universidad de inmediato para no llegar tarde, por suerte llegó a tiempo. —Al fin llegas. Diego estuvo esperando a Sam, era su mejor amigo, bueno el único que Eva le permitía tener ya que ella siempre ha sido muy cautelosa con los amigos que frecuentaban a Sam. Diego tenía la misma edad que Sam pero a su lado parecía mucho más joven. La única razón por la que Eva dejó que entablaran amistad, era porque se conocían desde que eran niños y fueron criados casi como hermanos. Si no fuera por eso Eva nunca habría permitido que ningún hombre se le acercara a su hijo. —Hola Diego. Sam forzó una sonrisa al saludarle para que no notara su malestar. Aunque Sam se esforzaba por no mostrar que estaba molesto por lo que pasó en el desayuno, Diego se dió cuenta que algo no estaba bien, sin embargo prefirió fingir no darse cuenta, así no haría sentir mal a Sam. Pese a eso ya sospechaba que tenía que ver con Eva,pues siempre que fingía estar bien era porque había discutido con ella. —Entremos ya. Diego le agarró por la cintura para que se fueran ya de una vez a la universidad. Más tarde terminaron todas clases y ya era hora de volver a casa. Cuando Sam estaba a punto de ir a la parada donde le iba a recoger Eva, Diego se abalanzó sobre él muy animado. —A dónde vas tan temprano?. —Tengo que volver pronto llegará mi madre a por mí. Diego se puso a reír como si acabara de oír un chiste. —Es en serio?, pronto cumplirás veinti y un años y todavía te tratan como si estuvieras en primaria. Sam le miró con ganas de querer matarle,pese a que lo ama a veces le sacaba de quicio, como ahora que se burlaba. De tanto reírse Diego comenzó a toser, tenía los ojos llorosos. Cof Cof —Eso te pasa por ser tan buen amigo—dijo con sarcasmo. Como seguía tosiendo Sam le dió palmaditas en su espalda para que el ataque de tos cesara, luego sacó una botella de agua de su mochila y se la entregó para que bebiera. Cuando terminó de beberse el agua Sam le preguntó un poco preocupado. —Te sientes mejor? —Sí, gracias. Diego tragó saliva intentando tomar aire. —Casi me ahogo por tu culpa. Diego estaba aún medio agachado mirando a Sam directamente a los ojos, estirando su cuello para verle. —Ya lo que sea,ahora que te sientes mejor me voy, hasta luego. Sam tenía prisa por volver al lugar donde le iba a recoger su madre, no obstante Diego se lo impidió y le estiró el brazo susurrándole. —Qué tal si vamos a dar una vuelta antes de que vuelva? Sam miró a Diego como si estuviera viendo a un lunático. —Cómo te atreves a decirme algo así, acaso no sabes quién es mi madre? Sam estaba sorprendido por la actitud tan indiferente de Diego, él sabía la actitud de Eva y aún así no parecía tomarlo en serio. Diego sabía mejor que nadie cómo era Eva, por eso quería que Sam dejara de pensar en eso y se lo pasara mejor. Agarró a Sam por detrás con su gran fuerza forcejeando, ya que Sam insistía en no hacerle caso. Sin embargo Diego se salió con la suya y se lo llevó para que olvidara a Eva. El lugar donde Diego obligó a Sam ir era una discoteca, había mucha gente pese a ser solo las 19:00 de la tarde, como era viernes había más gente. La disco era enorme pero parecía pequeña por la cantidad de gente que había, el sonido de la música estaba alta, estaban bailando música electrónica, mientras gritaban y se movían. No estaba muy iluminado, era oscuro, sólo se podía ver el rostro de la gente con las luces de diferentes colores que medio iluminaba el lugar Todos estaban eufóricos y sudados por la música muy alta, el alcohol y las drogas. Casi todos los que estaban bailando eran estudiantes de la misma universidad de Sam, y otros eran jóvenes de otras partes que vinieron a pasárselo bien. Antes de llegar al lugar Diego llevó a Sam a la casa de su novia, dejaron sus cosas ahí y se arreglaron un poco para estar presentables. Como Sam no tenía ningún interés y no estaba mal vestido, sólo Diego se tardó un poco más. Sam tenía puesto unas zapatillas blancas, vaqueros azul medio doblado en la parte de los pies, una camisa negra, y una chaqueta marrón encima. Mientras que Diego estaba vestido con unas zapatillas grises, vaqueros roto azul claro, una camisa blanca y una chaqueta gris encima, que le hacía ver realmente sexy no sólo por su atuendo sino por esos músculos que había dedicado en el gimnasio. A diferencia de Sam, Diego sí era alto con unos 1.93 aproximadamente, de tes clara, rubio de ojos miel, corpulento, y muy sexy. Cuando llegaron a la barra, Sam se sentó y Diego se puso en pie junto a su rubia novia de ojos azules, con un cuerpo sexy. —Qué quieres tomar? Diego gritó para que Sam le oyera, ya que el sonido de la disco estaba muy alta. —No quiero nada sólo irme. Sam seguía con la idea de querer volver a casa, sólo con imaginar en lo que le esperaba sentía un sudor frío recorrer su cuerpo. —No seas aguafiestas, si acabamos de llegar. Esta vez Diego le susurró al oído sonriéndole coquetamente, o si no, no le oiría. Su novia le estiró la camisa, molesta por lo cercanos que estaban. Él no le dió importancia a las molestias de su novia, y siguió igual de cercanos. —Mi madre me va a matar cuando llegue, lo digo en serio. Diego suspiró como si se estuviera rindiéndose y le dijo. —Está bien te llevaré a casa. Cuando Sam lo oyó se sintió aliviado,pero su cara cambió al oír lo que dijo después. —Pero después de una hora. —Qué?, Diego lo digo en serio debo volver. Ahora Sam estaba más molesto e irritado, no paraba de quejarse gritando para que volvieran a casa. Pese a las insistentes quejas de Sam Diego hizo oído sordos, ni si quiera escuchó lo último que dijo por la interrupción de su novia. Ella se lo llevó a la pista y se pusieron a bailar como dos enamorados. —Porqué tienes que ponerle tanta atención a tu amigo? A su novia siempre la ha molestado la relación que Diego tenía con Sam, hasta ahora se había aguantado pero ya no podía callar más. —Porque es mi amigo? Diego respondió con otra pregunta. Ella frunció el ceño por la indiferencia que tomaba todo esto, detestaba ser el segundo plato. No quiere un novio que le da más atención a otro que a ella, no se lo merecía. Le golpeó el pecho con un puño mientras seguían el ritmo de la música, luego le susurró. —Estoy hablando en serio. Diego detestaba a las mujeres pesadas, más aún las que se metían en su amistad con Sam por lo que no quería tocar el tema. Así que la agarró el trasero y la dió un suave beso en los labios entre tanto seguían con el baile. El beso era una de las mejores maneras que encontraba para hacer callar a las mujeres. Sam se quedó sentado bebiendo la botella de agua que se traje, no podía beber nada que no fuese lo que hubiera traído según las normas de Eva. Si rompiera esa regla tendría horribles consecuencias, ya aprendió en el pasado que por más que escondiera que hubiese bebido otra cosa que no fuera lo que dijo Eva, ella se enteraba por más que lo escondiera. Él quería volver a casa pero no sabía exactamente dónde estaban ya que era su primera vez en el lugar, además vino en carro. No tenía ningún efectivo ni tarjeta de crédito, gracias a la norma de Eva. Eva quería tener el control absoluto de todo lo que hiciera Sam, con quién estaba o dónde estaba. Sam no podía ni andar con dinero encima a no ser que fuese necesario, como para comprar algún material de la escuela, o pagar la excursión. De tanto bailar Diego y su novia se agotaron y se fueron a un callejón, donde las parejas estaban coqueteando. Se sentó en un sofá y su novia se sentó en su regazo, ambos comenzaron a besarse. Sam tuvo que esperar varias horas sentado a causa de la ausencia de Diego, ya estaba oscureciendo y todavía no le había visto. Se sentía incómodo sentado en la barra, viendo cómo la gente bailaba y se divertía. No estaba muy acostumbrado a ese tipo de lugares, tapó su rostro con una capucha, y agachó la cabeza para dejar de sentirse tan incómodo. Sam estaba maldiciendo a Diego en su corazón, no entendía para que demonios le traía a un lugar así si luego le iba a dejar tirado. Él estuvo esperando una hora más, pero el muy desgraciado no apareció. Como Diego no aparecía, Sam se levantó y se unió a la multitud de la discoteca, se sentía asqueado cada vez que alguno de esos jóvenes que bailaban rozaban su piel con su sudor. Todos estaban más sudados que antes, y eso hacía sentir sucio a Sam. Adentrándose más Sam vió a Diego en una esquina oscura metiéndole mano a su novia. Cuando Sam lo vió, no pudo evitar gritar molesto e irritado. —Para eso me hiciste venir?
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