Abrió los ojos y enseguida un zumbido le retumbo los tímpanos, no sabia que estaba pasando. ¿Dónde estaba? ¿Por qué le dolía la cabeza? ¿Qué era ese olor?
Intento levantarse de su sitio, pero enseguida noto que tenía las manos atadas con una tela de seda bastante suave para evitar lastimarla, pero lo suficientemente ajustada como para evitar que pudiera moverse o que pudiera liberarse.
Miro a su alrededor, estaba recostada sobre un sofá largo y de tela cómoda de color rojo. Llevaba puestas unas zapatillas de color rojo y tacón de aguja, al igual que unas bragas de encaje y un sostén bastante atrevido que apenas ocultaba el color de sus pezones.
Tomo una bocanada de aire, para intentar relajarse y así responderse la siguiente pregunta: ¿Cómo diablos habia llegado ahí?
Un estremecimiento la envolvió al darse cuenta de que su propia mente le estaba jugando una mala broma porque la respuesta a esa pregunta nunca llego, su mente era un abismo n***o completamente vacío.
—¡Por Dios!—musito mientras una lagrima se deslizaba hasta caer víctima de la gravedad—¿Por qué no recuerdo nada?
Mientras miles de preguntas y dudas comenzaban a asfixiarla, volvió a repetir la misma técnica de respiración: “Cálmate, Avery, no llores” escucho su mente.
Fue un eco en el abismo que se habia convertido su mente, pero esa voz que intentaba consolarla le parecía muy familiar. ¿Seria su madre? ¿Avery era su nombre?
La habitación en la que se encontraba, estaba decorada en tonos oscuros, todo. Los muros, el cortinaje, la alfombra, los cojines, todo excepto ella y ese sofá que resaltaba y contrastaba con todo lo que se encontraba ahí, era claro que Avery no era parte de la decoración, pero aún no entendía que estaba pasando. ¿Por qué parecía estar…secuestrada?
“Firma el contrato” volvió a escuchar, pero esta vez fue una voz masculina la que hablo en su mente. ¿Acaso eran recuerdos de cosas que habia vivido? ¿Qué contrato?
Soltó un suspiro, porque por muchas voces que escuchara, no lograba conectar nada, debía esperar y quizás con el tiempo, su mente quizás se aclararía, pero ¿Cuándo? ¿Y si para ese entonces ya era demasiado tarde?
De pronto el único par de puertas que estaba en la habitación, la única salida existente en ese lugar se abrió y para sorpresa de Avery, entraron dos mujeres vestidas de n***o, una blusa de satín y una falda corta, así como un par de medias y zapatos de tacón que las hacia lucir bastante sensuales. Lo que destacaba de ese inusual uniforme era el bordado de un conejo rojo sobre su pecho del lado inferior izquierdo.
Ambas mujeres tenían el cabello sujetado a la misma altura y llevaban una mascara de conejo, uno bastante extraño y desagradable para los ojos de Avery, pero vio en esas mujeres un poco de esperanza.
—¡Por favor!—suplico mientras intentaba retorcer su cuerpo en el sofá para levantarse—¡Ayúdenme! ¡No se quien soy ni porque estoy aquí!
La ignoraron. Ambas se comportaron como un par de maquinas que solo estaban ahí para una sola cosa y fuese como fuese, debían cumplir su trabajo al pie de la letra.
Ambas se acercaron a Avery y la acomodaron para que pudiera sentarse, le limpiaron la huella que su lagrima habia dejado sobre su piel y como si Avery no fuera mas que una simple muñeca, comenzaron a aplicarle maquillaje.
—¿Qué hacen?—replico Avery sin comprender que pasaba o porque la ignoraban— ¡Déjenme!
Movió su rostro para evitar que aplicaran sobre sus labios una capa de lápiz labial rojo provocando que la joven pintara más allá de su mejilla.
—¡Yo no debería estar aquí!—repitió Avery, esta vez con un tono sumamente enfadado por haber sido ignorada la primera vez—¡Llamen a la policía!
—La dama se movió—expreso una de ellas en un tono frio y un tanto infantil—¿Qué deberíamos hacer?
—Castigarla—respondió la otra y en ese momento azoto una bofetada sobre el rostro de Avery tan fuerte que giro levemente su rostro.
Avery volvió a derramar una lagrima y en ese momento, volvieron a golpearla, solo que esta vez, aquellas mujeres vestidas de n***o y máscaras de conejo se burlaron de ella.
—¿P-porque?—musito Avery algo desconcertada y confundida, sin importar que volvieran a golpearla por dirigirles la palabra—¿Por qué me hacen daño?
Antes de que una de ellas le respondiera, alguien mas entro a la habitación, un hombre bastante alto y delgado que vestía un smoking con cola.
—¿Por qué golpean a la dama Alicia?—pregunto con voz serena, ambas mujeres, sorprendidas, se hicieron a un lado para no darle la espalda al hombre que, al igual que ella llevaba una mascara similar.
Enseguida hicieron una leve reverencia mientras el sujeto se aproximaba a Avery. Ella lo miro con desconcierto mientras se preguntaba porque diablos seguían llamándola “Dama Alicia” y si habia sido él quien la habia llevado hasta ese lugar.
—Sentimos el inconveniente, es solo que la dama Alicia no se deja embellecer apropiadamente—la acuso la misma quien la habia golpeado manteniendo aun la reverencia. El tipo con la mascara de conejo sonriente se inclino al lado de Avery para verificar los daños en su rostro, tenia dos marcas rojas, pero ninguna herida, además del rayón del pinta labios rojo, así que se levanto y miro a las asistentes frente a él.
Sin previo aviso, el hombre de la mascara saco un arma y sin dudarlo, apunto hacia aquella mujer, aprovechando que seguía con la mirada gacha en esa suntuosa reverencia y disparo.
Avery soltó un grito cuando el cuerpo de aquella chica cayo sin remedio al suelo y comenzó a emanar un liquido carmesí de su cabeza.
—¡Dios!—se encogió sobre su sitio al no tener la oportunidad de moverse. ¡Todos ellos estaban locos!
Elevo la vista hacia el tipo cuando, de la nada, comenzó a limpiar su arma con un pañuelo blanco.
—¡Termina el trabajo!—le ordeno a la otra chica restante, quien no se habia inmutado en lo absoluto, ni cuando sonó el disparo, ni cuando su compañera de trabajo cayo muerta sobre la bonita alfombra negra.
Temblorosa y asustada, Avery comprendió muchas cosas en esos pocos segundos que habían transcurrido. En primer lugar y solo para tenerlo presente, no iba a poder escapar. En segundo lugar, todos ahí estaban locos y en tercer lugar, probablemente iba a terminar de la misma forma que esa mujer si no hacia lo que le decían.
Esta vez y con el cuerpo de la mujer aun desangrándose, Avery permitió que le limpiaran el rostro para que volvieran a maquillarla. Tuvo que tragarse el nudo de su garganta y también las lagrimas que rogaban por salir porque de otra forma la matarían ahí mismo y sin misericordia.
Para cuando la chica termino de maquillarla, Avery ya se habia mentalizado para cualquier cosa que ocurriera. Si estaba semidesnuda y con un conjunto así de provocador, intuyo que probablemente iba a vender sus atributos, pero ¿A quién? ¿Cuánto podía valer ella para que mataran a una persona que la habia golpeado?
De pronto, aquella chica libero sus manos y sus piernas para que pudiera moverse, Avery ya era libre, pero no se animó hacer ningún movimiento.