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1619 Words
Narra Sky Llego del parque y como lo esperaba la casa estaba sola, a excepción de Louis y Sara, el mayordomo y la sirvienta, no tenemos muchos sirvientes en casa, solo a ellos dos, ya que ni siquiera tenemos un jardín, aunque a mí me gustan las flores y más aún plantarlas y mantenerlas, pero en fin, las cosas no son como uno quiere. Subo las escaleras fastidiada como siempre y entro a mi cuarto, lanzo el skate al otro lado de la cama y me dirijo a mi escritorio, pero en vez de encontrarme con mis libros y mi laptop me encuentro con varias cajas, miro a mi alrededor y están esparcidas por todo el cuarto. Fruncí el entrecejo y salí de la habitación, bajo las escaleras corriendo y me encuentro al pie de estas con mi padre. Mi padre tiene el cabello n***o, buen porte, elegante, ojos negros y tremendamente rico, tiene una compañía de publicidad y se pasa todo el santo día trabajando, no me dedica ni un solo segundo a mí, su única hija. Solo se basa en darme todos los lujos posibles ¿Como si eso va a llenar el vacío que siento desde hace ya cinco años? - ¿Cómo estas, Sky? - Ignoro su pregunta y soy directa, ya que sé lo que me va a decir y nunca me han gustado los rodeos. - ¿Qué significan todas esas cajas? - Me cruzo de brazos y levanto una ceja. Él suspira y me invita a sentarme en uno de los sofás cafés que hay en la sala de estar. - Verás, en mi trabajo se unen varios países y tengo que expandir la publicidad por todo el mundo, así que es....- Lo interrumpo. - Al punto, por favor - Rodé los ojos con fastidio, odio los rodeos. Creo que ya lo dije, pero es mejor tenerlo claro. - Nos mudáremos a Seattle – Suelta de pronto. Abro los ojos como platos y me paro de mi asiento, inhalo aire por la nariz y lo exhalo por la boca. Cálmate Sky, calma. - ¿Qué? ¿Por qué? - Digo más calmada. - Ya te lo dije, Sky, es por mi trabajo. – Me vuelvo a sentar y lo miro a los ojos, pero desvía la mirada y yo miro al piso de cerámica pulido. Me haría bien retirarme un poco de estos aires, podría al menos superar lo ocurrido, pero ¿Cómo viviría allá? Tendríamos que iniciar de nuevo. Tendré que iniciar de nuevo y tratar con nuevas personas. - Ya todo está preparado, Sky, partimos mañana en la mañana. - Le dedico una última mirada y subo corriendo las escaleras, no tiene caso oponerme y mucho menos hacer un berrinche, claro y que lo segundo no va conmigo. Cierro la puerta con seguro y me dejo caer en la cama mirando al techo. ¿Cómo será mi vida en Seattle? Me quito mi gorra negra y la dejo en una esquina de la cama, empiezo a imaginarme varias cosas: la casa, la escuela, las calles, no es que me haga ilusión mudarme, pero ya no tengo otra opción, y pensar que mi padre me ignora todo el tiempo. El primer día que está en casa a la misma hora que yo (además de la hora de dormir) es para decirme que nos vamos a mudar. Bufo y me quedo mirando a la nada hasta que el sueño me vence. [***] Me miro al espejo y acomodo mi blusa, me quedo mirando por unos minutos lo mucho que ha cambiado mi imagen desde entonces, mi cabello que antes era rubio ahora es n***o (gracias a los estilistas) mis ojos grises me hacen pensar en los pozos azules y profundos que ya no puedo ver más, sacudo mi cabeza para alejar esos pensamientos. Procedo a volver a acomodar la ropa. Soy delgada y tengo buen cuerpo, estoy en línea, ya que me encantan los deportes, siempre visto de n***o ¿Por qué? Eso no les incumbe. Tengo un humor de mierda y tiendo a hablarle mal a las personas sin hacerme nada, es por eso que tuve que inhalar y exhalar mientras hablaba con mi padre, por cierto su nombre es: Ernest Thompson. Tiendo a ser ruda y muy desobediente, además de grosera y no dejarme humillar por nadie. ¿Por qué soy así? Tampoco es de su incumbencia. Pero si les diré que no siempre fui así, tanto como no siempre fui pelinegra. Tomo mi maleta y mi pequeño bolso con mi celular y otras cosas para bajar las escaleras, Pensaran que había alguien esperando para despedirse y desearme un buen viaje y que se le salieran un par de lágrimas, «bah patrañas», lamento decepcionarlos, no tengo amigos ni nadie que haga eso y tampoco me hacen falta. - ¿Vas a viajar con esa ropa? - Pregunta mi padre al verme. Ruedo los ojos. - ¿Hay algún problema? Nunca te interesa como luzco - Me encojo de hombros y sigo mi camino a la salida sin esperar respuesta. Mi ropa no tiene nada de malo, solo es mi estilo. Subo al auto (en los asientos traseros) después de dejar mi maleta en el maletero, pongo música en mi reproductor y me coloco los cascos, mi padre sube apenas dos minutos después y Louis comienza a conducir al aeropuerto. Obviamente él y Sara se quedan en casa para mantenerla en buen estado y mi padre les pagaría desde allá depositando dinero en sus cuentas. El camino no es nada largo, subimos al avión minutos después de llegar aunque ¿A quién engaño fueron más de una hora? Las cuales mi padre y yo nos la pasamos ignorándonos mutuamente. Tomo asiento en el lugar que corresponde y vuelvo a encender mi reproductor después de despegar para luego volver a dormirme. Alguien me zarandea y abro los ojos, una azafata rubia con ojos verdes y una sonrisa me mira. - Ya vamos a aterrizar. ¿Podría por favor apagar el reproductor y colocarse el cinturón? - Asiento y hago lo que me pide. «Wow que fantástico padre tienes, Sky. Ni siquiera se molestó en despertarte estando a solo centímetros de ti» Aterrizamos y nos dirigimos a la que sería nuestra nueva casa, pero antes pasamos a comer algo en un restaurante ya que moría de hambre. - Sky, las demás cosas llegaran en dos días, por ahora debes aguantar con las que traemos en las maletas. Mañana veré lo del personal de limpieza. - Dijo mi padre mientras abría la puerta de la casa. Desde fuera se veía una casa grande de dos pisos color blanco hueso, ubicada en un residencial de gente rica, pude apreciar un gran patio donde ya planeo plantar algunas flores, tenía una cochera enorme, un portón n***o en la entrada que luego configuraríamos para que solo puedan entrar personas que le demos el pase. - No te preocupes en contratar personal, yo me puedo encargar de la limpieza y esas cosas - Le respondí a lo que él asintió sin refutar. Entré detrás de él a la casa y me quedé asombrada, lo primero que aprecié fueron las dos escaleras que conducían al segundo piso en medio del recibidor, justo debajo de las escaleras (en el arco que se formaba en medio de ambas) había una mesita con un florero repleto de gardenias. Por dentro la casa era de un color blanco limpio y tenía un candelabro justo en medio del recibidor que iluminaba toda la sala de estar. El piso era de cerámica pulida y de colores alternados, había muebles de color crema repartidos estratégicamente por todo el lugar. - Sabia que te iba a gustar, tarde meses en preparar todo esto - Susurró, yo solo asentí a lo que añadió - Mañana veremos lo del coche que vas a usar, ya estas inscrita en el instituto Morgan School, tu habitación se encuentra en la primera puerta escalera de la izquierda - Me indicó. - ¿Que hay en la escalera de la derecha? - Cuestioné. - Toda esa parte está dedicada a mi trabajo. - Dijo y se marchó a lo que creo es la cocina, la cual veré después. Subí las escaleras y entré en la puerta que me había dicho, estaba pintada de un color gris claro que obviamente es el que yo hubiera elegido, tiene dos ventanas de cristal en la pared del fondo, un escritorio en la pared al lado de un pasillo que supongo es el baño, dos mesitas de noche a cada lado de la cama que se encuentra en el centro de la pared, un librero justo al lado de la puerta de entrada y un tocador con un espejo y varios compartidores en la otra pared que queda de frente a la cama, además de un sofá igual al que tenía en mi casa de Madrid, de esos que parecen llenos de aire y que siempre me gustaron para sentarme a ver televisión, la cual se encuentra justo en la esquina frente al sofá. Me adentro mejor y cierro la puerta, camino por el pasillo y encuentro un vestidor justo en medio de este separado por una puerta caoba, es inmenso y con un espejo enorme de cuerpo completo y otra puerta al fondo del pasillo que es el baño con un jacuzzi y una alacena donde guardar todos los productos de higiene personal, además del retrete claro y un espejo de cuerpo completo más pequeño que el del vestidor. «Como se los dije: mi padre me llena de lujos por todos lados y a veces es frustrante.» Decido desempacar todo y darme un baño para descansar.
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