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Pasión y Poder

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Ivannia Luxemburg nació para ser una reina, pero ser una heredera a la corona no fue fácil, menos en un mundo dominado por hombres, hombres que deseaban el poder y quienes la creían tal débil como para manipularla a su antojo. Su exesposo, iniciaba la lista.

Derick Edevane era ambicioso e hizo todo lo que estaba en sus manos para convertirse en el príncipe consorte de Alsten y obtener el poder que como padre del próximo rey le pertenecía. Lo que nunca imaginó fue que su esposa disolvería su matrimonio en menos de diez días al darse cuenta de sus negras intensiones y es que Ivannia, era más que una cara bonita. Era una princesa sagaz e inteligente, que no pensaba dejarse aplastar por nadie y menos por un hombre.

Lamentablemente, para nuestra querida reina gobernar no solo era cuestión de inteligencia y determinación, sino también de alianzas. El destino siempre juega pasadas incómodas y un reino poderoso no puede mantenerse pacífico para siempre. Solo bastaron las lágrimas de su pueblo para darse cuenta de que una reina no vive para sí misma, si no para aquellos a quien debe proteger y por quien debía correr todos los riesgos, inclusive, volver a los brazos de un hombre que deseaba un poder que solo ella le podía conferir. Derick Edevane, era peligroso, pero el peligro que irradiaba iba mucho más allá de su ambición. Con ese carácter dominante, soberbio y seductor, se convertiría en la prueba más grande para una joven reina que estaba dispuesta a disfrutar de todo placer que un matrimonio le pudiera ofrecer, pues Ivannia era todo, menos inocente.

Una historia donde la seducción del poder, inicia una peligrosa pasión.

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INTRODUCCIÓN
ELEGAR, CAPITAL DE ALSTEN. —Puedo cerrar mis ojos y negar de quién es la responsabilidad, pero el reino y las lágrimas que brotan como resultado de la guerra, harán ver al pueblo, lo que esta cámara tanto insiste en ocultar. El ministro de Estado, Lord Sallow tomó la palabra demostrando su preocupación mientras en sus manos, una moneda de oro con el rostro del rey, se movía con destreza buscando calmar un poco el nerviosismo que le recorría el cuerpo. La situación era crítica. El rey habia colapsado. La princesa heredera habia tomado malas decisiones. Darkney Abbey fue invadida. La terrible noticia habia llegado a la capital apenas cuatro días atrás y cuando la princesa Ivannia escuchó las historias de niños decapitados, mujeres abusadas y hombres degollados, dejó ver su debilidad de mujer y terminó colapsando a los pies del mensajero. ¿Cómo podía no sentirse culpable Si sus propias acciones del pasado, le habían puesto en este lío? Aunque el rey se paró de su lecho e intentó mostrarse firme ante una invasión, no pudo sostenerse en pie delante de sus ministros y terminó colapsando, llenando la mesa de sangre que brotó de su boca y quedando inconsciente casi al instante. Un rey enfermo demostraba una corona débil. Una princesa incapaz, aseguraba una tragedia. —El rey nombro como regente a su hija. —¿Entonces debemos culpar al rey o a su incapacidad? El ministro de economía se preparó para responder. —El reino ha crecido con la reina Ivannia a la cabeza. El tesoro de la corona se ha hecho más grande. No podemos decir que ha hecho una mala gestión porque sería incorrecto e insensato de nuestra parte decirlo. —También ha hecho tratos con reinos vecinos—apoyó el ministro de exteriores haciendo que el hombre que presidía la reunión de la cámara, soltara una ligera sonrisa amarga. La moneda dejó de moverse entre sus dedos. Caminó con elegancia y afirmó sus manos detrás de la silla del ministro de economía. —¿Cuánto tiempo durará ese tesoro si nos sometemos a una guerra larga? ¿En cuánto tiempo la fortuna de este reino se volvería polvo? La economía es importante—explicó Lord Sallow con confianza—, las relaciones políticas también lo son, pero nada de eso es relevante cuando tenemos un reino que ha sido invadido por tribus nómadas. No son más que salvajes que tienen tiendas de campaña y montan a caballo todo el tiempo. Son incivilizados, una plaga donde sea que pisen. —Las tribus de Khasar son un peligro para el reino. Lord Sallow dirigió su mirada al hombre que acababa de hablar. El ministro de estado chasqueó los dedos, ofendido por su intromisión. El ministro de guerra era quien menos debía hablar. De no haber sido tan incapaz, las fronteras de Darkney Abbey no habrían sido violadas y una parte tan rica de Alsten, no hubiera caído en manos enemigas. —Lord Gastrell, creo que es quien menos debe hablar. Su alteza, la princesa le nombró ministro de guerra, cosa que yo en particular consideré estúpida. Todo Alsten sabe que su familia es pacífica y carece de experiencia. No estaríamos en esta posición si los Edevane se mantuvieran a la cabeza de las decisiones estratégicas de la guerra. —No creo que sea prudente que lo mencione. —¡Voy a mencionarlo!—exclamó el ministro de Estado, quien debido a su influencia, era el más respetado en la sala. Lord Sallow tenía una enorme fortuna y además de astuto era muy inteligente. No era un estúpido pero si se podía nombrar algún defecto por su parte, era que no tenía límite a la hora de juzgar las decisiones de nadie, aunque la persona llevara el apellido Luxemburg y fuera un m*****o activo de la realeza. —Si la princesa no hubiera cometido la estupidez de divorciarse y ofender a la familia Edevane, las fronteras estarían bien protegidas. Cedió la protección de este reino a los Gastrell, como si ellos llevaran en su cabeza la experiencia de la guerra que los Edevane si poseen. Pudo apostar mi vida completa a que no hubiéramos perdido Abbey, de no ser por esa estúpida decisión infantil. El hombre estaba tan molesto, que no se percató de una presencia a sus espaldas. Los demás ministros abrieron los ojos con sorpresa al ver a la mujer de elegantes vestidos, parada detrás de él, mientras le aniquilaba con la mirada. —¿Podría mantener esa oración y decirla en mi cara? Todos se pusieron de pie para recibirla. —Alteza. Ivannia Luxemburg acababa de entrar a la cámara de ministros tan rápido como uno de sus sirvientes le informó de la sesión que nadie se habia tomado la molestia de comunicarle. De manera elegante, levantó un poco su vestido para que no arrastrara. Lord Sallow no se sorprendió por su presencia. —Podría mantenerlas delante de usted y del rey. —¿Podría preguntar por la salud de mi padre primero? Tal vez eso dejaría ver lo preocupado que está por la salud de su rey y no, la manera tan descarada en como habla de mí delante de los demás ministros. No se olvide que seré reina en algún punto y que podría perder la lengua por su osadía. El ministro no se dejó amedrentar. Era anciano y feroz. —Sé que su majestad está bien. Se recupera de la recaída que tuvo luego de escuchar que una ciudad poderosa de su reino ha sido tomada por salvajes. La noticia debió golpearle fuerte, pero peor aún saber que fue el juicio de la princesa quien lo puso en esa terrible posición. —Han pasado más de ocho años desde que los Edevane abandonaron la corte de mi padre… —Exactamente y las consecuencias fueron tardías, aunque todos nosotros rezáramos para que no lo hicieran. Se le aconsejó a su alteza que siguiera nuestros consejos, pero decidió hacer caso a su ego y centrarse en sus propios deseos que hoy, comprometen al reino y la vida de sus súbditos. Aunque me cortara la lengua por la ofensa, he de confiar en su juicio para darse cuenta que no he dicho mentiras. Ivannia apretó los puños. Luchó porque su rostro no mostrara la bofetada que el ministro le acababa de dar. Pudo haber dicho que era una mentira y mostrarse soberbia y poderosa, pero no pudo hacerlo, porque eso hablaría de su poca madurez. Con todo el pesar de su corazón, escuchó de boca de los comandantes que habían ido a supervisar lo que habia pasado en Abbey, como familias enteras habían sido masacradas por Khasar. Esos ancianos le echaban sal a sus heridas abiertas, sin saber cuanto le dolían verdaderamente. Con un hueco en estómago, intentó mostrarse digna. Sabía que habia cometido un grave error al tomar acciones que llevaron a los Edevane a salirse de la corte de su padre pero ¿Quiénes eran los Edevane para que la seguridad del reino dependiera de ellos? La familia Edevane era la elite de Alsten. Esa familia tenía poder e influencia tanto económica como política. Lord Darko Edevane fue mariscal de los ejércitos de la corona durante los años gloriosos del reinado de su padre. Decían que el hombre se habia curtido en batalla y que nadie en el reino podía igualar su cabeza a la hora de planear la guerra. Lord Edevane no era el problema de Ivannia, sino su maldita ambición y la de su hijo, Derick Edevane. El águila de Alsten. Un apodo singular, considerando que el desgraciado—como Ivannia llamaba a Derick—, era un amante de esas aves rapaces y solía usarlas en el campo de batalla para sobrevolar las enormes llanuras. Cuando el ave se veía sobrevolar los parajes, los enemigos sabían que un Edevane estaba comandando los ejércitos y eso, arruinaba la confianza de cualquiera. Derick no solo era un general destacado en batalla, si no también era su exmarido, aunque no lo era por elección. Diez años antes, Ivannia habia aceptado la propuesta de su padre quien luego de mostrarle una larga lista de razones por las cuales Derick debía ser su marido, terminó aceptando a regañadientes. Tenía veinte años, era una princesa joven con miedo a fallar y decidió—como toda hija devota—, dejarse guiar por la experiencia de su padre. El rey no estaba equivocado al decir que Derick era el mejor prospecto para rey consorte. Tenía madera de líder y respeto entre los ministros. Sería un grandioso padre de reyes e inclusive tenía sangre real, pues la madre de Edevane, era princesa de un reino fronterizo a Alsten. En pocas palabras, era una joya para marido, pero el más reverendo de los idiotas. Desde el principio Ivannia supo que no la veía como una esposa o como la futura madre de sus hijos. La veía como si fuera su pase al poder y su entrada directa a la sala del trono y a la máxima elite de un reino tan poderoso como Alsten. No solo tendría poder militar y poder político, sino también poder monárquico. Su matrimonio con Derick pudo haberse sellado de no ser porque aquella fatídica noche, luego de nueve días de celebración, justo cuando se dirigía a su lecho para consumar el matrimonio, ella se adelantó para evitar ser parte de la horrible tradición de que fuera él quien la esperara en el lecho, en vez de ella. Unos minutos adelantados bastaron para quedarse parada en la puerta y escuchar la conversación de su ahora esposo y su suegro. —Ivannia no es más que una pieza fundamental en este juego. Es mujer y el reino no la tomará en serio ¿Crees que se busca un hombre poderoso para desposarla solo para que hagan buena pareja? Que tenga un hombre fuerte al lado da confianza al reino y a los hombres que forman parte de la corte. Al final, serás tú quien controle el reino bajo su nombre, pero debes de saber como manipularla. —Ivannia es fácil, padre. No te preocupes. Debajo de ese rostro que parece no dejar escapar ninguna ofensa, está una chiquilla que no conoce la fuerza del poder que tiene en sus manos. Voy a embarazarla y cuando eso pase nuestra familia estará del otro lado. Darme un hijo será su único trabajo y puede que sea lo único que sepa hacer, medianamente. Eso y escoger vestidos seductores que me feliciten la tarea. Ivannia aún recordaba el dolor que le causaron esas palabras. Le ofendió, le lastimó. Dolió tanto porque ella realmente si pensaba tener un buen matrimonio con él debido a lo que su madre le dijo. —No necesitas amarlo, solo necesitas desearlo como hombre y respetarlo—habia dicho su madre, la reina Gianna antes de que fuera al lecho marital—. Él te dará su experiencia, tú le darás una corona. Serán una buena pareja. Cuando su esposo habló de manera tan despectiva, se dió cuenta que no tenía algo importante de lo que su madre mencionó, respeto. En ese mismo momento, con lágrimas en los ojos y ofendida de ser humillada, terminó corriendo entre los pasillos, bajando a las caballerizas y subiendo a un caballo para luego galopar con rapidez en dirección del Gran Templo de Alsten. Allí, vestida con las blancas ropas que debía usar para consumación, terminó arrodillada delante de la gran Diosa madre, suplicando su protección y negándose rotundamente a volver al palacio hasta que su marido no saliera de él. Esa misma noche se inició el divorcio. El matrimonio no fue consumado y su unión de sangre y familia perdió validez cuando sus cuerpos se negaron a unirse de una vez por todas. El divorcio fue un escándalo. Su padre se enfadó demasiado, pero no pudo mantener esa postura mucho tiempo. Le brindó su apoyo y respaldo, alegando que la escucharía y dejaría que tomara sus propias decisiones. Aunque su decisión no causó problemas al inicio, si presentó efectos retardados. Darko Edevane abandonó su posición como mariscal, comunicando al rey lo ofendido que estaba porque su hijo fue plantado en el lecho como si fuera una paria. Ivannia no tuvo el valor para decir a su padre sus motivos, porque valoraba enormemente a Darko, así que el rey no tuvo más remedio que disculparse con su primo y pedirle que respetara la decisión de su hija. Edevane no respondió bien ante eso. No importó que dijera su padre. Dejó su armadura en Thorney y delante de sus ejércitos, revocó su posición para no volver. Eso fue un caos total. El ejército comenzó a odiarla luego de eso. Había una enorme lealtad entre las filas y los Edevane y que se marchara de esa forma fue una ofensa que Ivannia tuvo que pagar con creces. Aunque todo el mundo bajaba la cabeza cuando la veían bajar de su carruaje, también sabía lo que murmuraban a sus espaldas. No tenía la confianza de sus tropas. Regresando al presente, la reina no bajó la mirada. —Mi padre está en cama. Yo me encargaré de salvaguardar a mi pueblo. Entiendo que piensen que lo que pasó es mi culpa. —No lo pensamos, alteza—interrumpió el ministro a punto de darle un golpe traidor—. Es así. El pueblo murmura que usted y sus decisiones han destruido Darkney Abbey. Tenemos a miles de refugiados en las ciudades vecinas. Niños han muerto. Madres, hermanas, hijas de hombres leales a la corona han sido violadas ¿Y así piensa que esas heridas no las lleva el pueblo en el pecho? Me temo que su alteza gozaba del apoyo de su pueblo, mientras que el ejército se mantenía displicente. Ahora los perderá a ambos si no hace algo al respecto. Su popularidad y aceptación caerán a los suelos y entonces tendrá problemas. Ivannia hizo contacto visual con el hombre. —¿Qué quiere decir ministro? Le aconsejo que cuide muy bien sus palabras, porque está insinuando cosas que ni siquiera usted puede manejar. —Perderá la corona—respondió una voz a sus espaldas que le erizó los vellos de la nuca—. Perderá la corona y la dinastía caerá al suelo y nunca podrá levantarse. Esa es la realidad que aunque todo el mundo quiera cubrir, es inevitable no mencionar ahora. Ivannia se dió la vuelta y tragó saliva. Darko Edevane estaba de pie en la puerta de la cámara, con un séquito de hombres detrás. Su imponente vestimenta negra con dorada parecida a la de un sultán otomano, revelaban sus finos gustos. Con esa confianza al andar que caracterizaba a los Edevane, se acercó a la princesa para dedicarle una reverencia. Hacía más de ocho años que no visitaba la capital. —Alteza. —Lord Edevane. Si tuviera una amistad cercana familiar, le llamaría tío. Los ministros le dedicaron un asentimiento, pero el murmullo de los presentes que no tuvieron vergüenza en mostrar su sorpresa, incomodó a Ivannia. Ese era el efecto de los Edevane cuando entraban a una cámara. —La situación en Darkney es crítica, pero también lo es la salud de su majestad, el rey. No me siento contento de estar aquí, pero el deber filial me llama y deseo ver a mi primo. Dicen que podría morir en cualquier momento. Darko realmente lamentaba eso. No tenía nada en contra de Maxim, de hecho, le apreciaba como un hermano, pero aunque sus intensiones tenían algo de bueno, también estaba allí para acorralar a Ivannia. Estaba encantando de que la princesa estuviera contra las cuerdas y ser parte de esa presión. Toda decisión tiene su recompensa e Ivannia estaba viendo las recompensas terribles que habia ganado con esa maldita decisión del pasado, cuando abandonó a su hijo en el lecho e insultó a su casa como una chiquilla rebelde. Se opuso a sus planes y este era el precio, uno que el mismo destino le brindó, en forma del terrible y pesado karma. Darko Edevane lamentaba las muertes pero se sentía glorioso con el resultado que estaba provocando. —Entonces este no es el lugar, Lord Edevane. —Lord Gastrell necesita actuar rápido. Si fuera un buen comandante estaría en un caballo, dirigiendo las tropas para tomar la capital de Abbey y no aquí, llorando a los demás ministros. Esa es la diferencia entre poner a un político en el cargo de ministro de guerra y no a un general que conoce el campo de batalla. Estoy dispuesto a brindarle un poco de ayuda en la estrategia, siempre y cuando su alteza lo acepte, después de todo es la regente. Ivannia sintió el tono hostil con el que lo dijo. Darko no tuvo reparos en humillar a Lord Gastrell delante de todo el mundo y nadie, ninguno, ni siquiera aquellos que el ministro de guerra llamaba amigos tuvo el valor de defenderlo ¿Pero como podían defender a alguien que ni siquiera se defendía así mismo? Como princesa regente tenía todo el poder en ella. Quiso decirle que no necesitaba su maldita ayuda, pero por el otro lado, supo que eso sería una completa rebeldía de su parte porque lo necesitaba. Habia madurado mucho en esos años, así que aunque la rabia la consumiera por dentro, decidió hacer lo mejor para todos. —No tengo problemas. Siendo así, dejaré la conversación con los ministros para después, ya que no quiero malgastar su tiempo Lord Edevane. Debe volver a Thorney pronto, imagino. El hombre sonrió amargamente. Literalmente las palabras de la princesa fueron una declaración sutil de que no lo quería mucho tiempo en Elegar y que deseaba que se marchara pronto. La mujer le dedicó una última mirada y salió del lugar con rapidez. Sentía que se asfixiaba. Odiaba a los Edevane. Malditos manipuladores de mierda. La princesa comenzó a caminar alejándose de la cámara. No habia mucho que ella pudiera hacer para mermar la aceptación de los Edevane, además, debía reconocer que aunque habían pasado muchos años, Darko Edevane seguía siendo el mismo hombre fuerte, adinerado, poderoso e influyente de siempre, porque ni siquiera que hubiera abandonado la posición de mariscal, que le confería todo el poder de los ejércitos de Alsten, le quito el respeto que los soldados sentían por él. Los demás generales le respetaban más que a Gastrell. Se detuvo cuando escuchó unos pasos detrás de ella. Como si lo hubiera llamado con el pensamiento, Lord Gastrell llegó a ella de manera presurosa. Bajó la mirada y expuso lo que con tanta rapidez le habia hecho salir de la cámara para hablar con ella. —Alteza, agradezco la confianza que me ha tenido y aunque mis deseos para con el reino eran buenos, no creo que mi experiencia baste para los problemas que se vienen. Me siento culpable de que sea señalada por mi incapacidad. Ivannia intentó no culparlo. —Lord Gastrell ¿Cómo íbamos a saber que Khasar se nos vendría encima de esta manera? Hasta hace cuatro años eran solo unas tribus que jamás se habían atrevido a cruzar la cordillera de las auroras. Son nómadas, no conquistadores. —Khasar tiene un nuevo Khaan. (Rey) —¿No sigue siendo el anciano? Gastrell negó. —No, alteza. Dicen que el anciano murió hace un par de años. Sabe que no teníamos información de ellos hasta lo que pasó en Abbey. Al parecer el hijo mayor del antiguo Khaan ascendió como rey y ahora lidera las tropas de más de cincuenta mil hombres. Tengris Khaan. El viejo Togris no estaba hecho para la guerra, pero su hijo es un ambicioso de poder y territorio. Lamentablemente, esto se salió de mis manos y me supera en destreza y conocimiento. —¿Cómo sabe esto? —Un informe de los centinelas, que protegen la frontera de Mountland con Abbey. Han observado a los invasores moverse y servido como informantes. Eso era inteligente, pero se necesitaba más. La princesa agradecía su sinceridad. —Ya veo, Lord Gastrell. —Como ministro me avergüenza dejarlo, como súbdito me gustaría que reconsiderara colocar a alguien con la destreza para solucionar esta situación. Alguien con experiencia. Muchas vidas dependen de ello. Ivannia no estaba convencida y aunque su rostro estuvo a punto de formar una mueca, simplemente le observó con severidad e intentó ser cortes sobre todas las cosas. —¿Aconsejaría algo? —Lord Edevane a la cabeza. —Darko Edevane es astuto y un gran estratega pero como lo ha dicho muchas veces, dudo que se sienta confiado de poder controlar un ejército a su edad y… —No hablo de él. —¿Entonces de quien? —Su hijo. Diablos. Ivannia quiso saltar por la ventana. ¡Demonios! ¡No! ¡Claro que no! La princesa soltó una risa amarga. Derick estaba solo Dios sabía donde, con su esposa de alta alcurnia y posiblemente luchando por tener ese heredero que llevaba más de ocho años buscando sin éxito, debido a la salud de su débil mujer. —¿Derick? Eso es imposible. —Sé que su alteza tiene una historia no muy digna con él pero han pasado más ocho años y es incluso más popular que su padre. Se dice que no hay nadie que lo iguale en batalla y es el mejor guerrero del reino. Creo que debería considerar buscar ese respaldo y experiencia. —Lord Edevane puede ser el mejor con la espada pero eso no significa que sea capaz de manejar esto. Estamos hablando de una guerra Lord Gastrell. —Tiene la experiencia necesaria y usted lo sabe. Sé que lo ha escuchado. El reino entero habla de lo que ha estado haciendo desde que usted, bueno, desde que pasó lo de la boda de los diez días que… El hombre se sintió apenado al mencionarlo. La mirada de Ivannia le hizo carraspear. —Lo siento. Lo siento—se disculpó—. La gente le llama así a su boda. Se me ha salido sin querer, yo… La princesa levantó su mano haciendo que callara. —No se disculpe, sé cómo le llama la plebe. Ivannia tuvo que tragarse eso. La boda de los diez días. La princesa rebelde o virgen. El príncipe despreciado. Lo único que le compensaba la humillación de tales apodos nacidos de su fatídica boda, era la forma en que llaman a Derick. El príncipe despreciado era mucho mejor que el Águila de Alsten. Sonreía cada vez que lo escuchaba, porque imaginaba como se sentía él y eso compensaba un poco la humillación que habia pasado por su culpa. La venganza era dulce, muy dulce. —Espero que su alteza pueda considerarlo. Si bien Lord Edevane se marchó de Alsten luego esa boda y de casarse con una nueva esposa, su fama no se redujo, solo aumentó. Así que además de tener experiencia en el ministerio de guerra, también tendrá la confianza del pueblo. Eso es lo que necesita para que su sucesión no sea cuestionada. Lo que menos se requiere en tiempos de guerra es una disputa interna. Eso nos daría una guerra en dos frentes. Lord Gastrell era un hombre sabio, lector de filosofía, amante de los buenos libros y sobre todo creyente ferviente de la paz, por lo que era inteligente y bueno, pero lo que Ivannia aún no sabía era que un hombre pacífico con un poder militar no siempre garantizaba paz. Las buenas intensiones a veces creaban problemas mayores. —Voy a pensarlo—concluyó abandonando al hombre. Simplemente, considerar algo así iba en contra de su maldito orgullo. Tragó saliva y caminó con rapidez deseando salir de ese lugar y llegar a su habitación lo más rápido posible. El viaje fue corto para su mente que iba y venía a todas las problemáticas que tenía encima. Su padre estaba gravemente enfermo. El reino estaba bajo amenaza. La corona en su cabeza peligraba como su sucesión. Ahora era una princesa regente colocada en el poder desde hacía casi ocho años debido a la confianza de su padre y sería reina cuando él muriera o abdicara, pero con tantos problemas encima sintió que tal vez todo su esfuerzo no habia valido la pena. Aceptaba que tuvo un inicio escabroso. Hizo un escándalo pero ¿Qué más podía hacer cuando su marido quería humillarla de esa manera? El cuerpo le ardió de cólera cuando lo escuchó hablar de ella de esa manera tan obscena como si fuera un objeto al que podía manipular a su antojo, cuál títere en manos de un titiritero. Quiso entrar y enviarlo a él y a su padre a la mierda, así que para evitar un escándalo mayor que complicara su situación, decidió simplemente desistir y nada más. Nadie sabía lo que pensaba en realidad salvo su madre, pero ella destacaba que los Edevane eran así y que nunca cambiarían, aunque claro, ella le disfrazó las palabras de Derick con tanto recato como maquillaje, porque le daba vergüenza que una persona hablara así de ella. Todo se lo guardó para sí misma y dejó que el reino hiciera conjeturas sobre su decisión. Habían pasado ocho malditos años, pero se sentía como si para el todo el mundo lo ocurrido fuera fresco. No lo habían olvidado, ni lo harían nunca. El pueblo no olvida, menos las malas decisiones de un monarca y aún más de una mujer, porque en una sociedad patriarcal como en la que vivía, su culpa era grande, pero era aún peor porque tenía pechos grandes y redondos, en vez de pectorales fornidos. No importaban ninguna de sus buenas acciones. No importaba que habia sido una buena administradora, tampoco que amaba a su pueblo, solo importaba que lo echó a perder al insultar a los Edevane—quienes le insultaron primero—, y puso en su lugar a un hombre que no fue capaz de proteger al reino. La culpa no estaba en Lord Gastrell, sino ella, porque fue su decisión ponerlo en ese cargo que le quedó demasiado grande. No podía culparlo a él, porque en realidad si estaba decidida a llevar el reino según su voluntad y no la de los demás, así que tal vez poner a Lord Gastrell fue un capricho para demostrar que alguien diferente a los Edevane podría manejarlo sin problemas. Solo que no contó, con que realmente podría estar en un error hasta ahora que habia personas muertas. Se sentía destrozada y culpable. Luego de observar por el ventanal de su habitación a la enorme Elegar, la rica capital de Alsten, decidió ir a ver a su padre. El rey Maxim Luxemburg habia sido un gran monarca y en compañía de su esposa, la reina Gianna, habían hecho a Alsten un reino aún más poderoso que el que recibió cuando heredó el trono. Ivannia creció viendo el enorme amor que sus padres se tenían, aun sabiendo que fue un matrimonio concertado. Caminó por los pasillos ya oscuros por la caída del ocaso, en silencio, hasta llegar a la alcoba real, donde su padre yacía dormido. No debió haberse levantado de la cama y como hija, sentía un enorme pesar de verlo así, pálido y enfermo. Maxim se levantó de la cama cuando escuchó que la hermosa Darkney Abbey fue tomada. La ciudad que era centro de pensadores, cuna de la educación alstense y sede de planeación de los más famosos educadores, habia caído en desgracia. Ivannia entró a la habitación de su padre. Estaba dormido y su madre no se hallaba en ninguna parte. Se sentó a su lado y tomó su mano. Su rostro seguía siendo atractivo como siempre, pero habia perdido bastante peso. Los médicos no encontraban el mal que le agobiaba así que solo podían controlarlo con infusiones, pero eso no hacía que mejorara. Cuando el rey sintió su mano, abrió los ojos. Su mirada parecía cansada, muy cansada. —No estabas dormido. —Intento engañar a tu madre de que lo hago—dijo haciéndola sonreír con tristeza. Buscaba evitar preocuparla.—¿Cómo ha ido? —Las cosas van mal, padre. Lo siento por eso. Maxim sonrió ligeramente. —¿Tienes miedo? —Un poco. La respuesta no le gustó. —Entonces estás muerta—dijo sin una pisca de compasión—. Puedes tener desconfianza en todos pero nunca miedo, porque si tienes miedo, quiere decir que te sientes incapaz y eso es debilidad. La corona es pesada, pero tú debes tener la fortaleza de soportarla. Las cosas no siempre saldrán bien. Así que levanta la mirada y corrige tu error, porque ser rey no significa que no puedes echarlo a perder, significa que tienes la fortaleza de corregir, Ivannia. Quiso echarse a llorar. —Creo que cometí un error hace tiempo, un error cuyas consecuencias estoy viendo hoy y me siento culpable. —Los errores se pueden corregir, menos la muerte. Si dejas que los problemas te controlen, alguien los creará para tener control sobre ti. No veas al pasado, mira al presente y toma tus propias decisiones. La mayor virtud de un rey es tener siempre el control a cualquier costo. Si algo te incomodó en el pasado y lo necesitas, usaló a tu favor en el presente. Solo te hace daño aquello que permites que te lastime. Un rey debe ser astuto si quiere defender su corona. Estás en una situación dificil y tienes que tomar decisiones aun más complicadas, pero eres astuta y sabras lo que necesitas hacer. La luz se hizo de sus pensamientos. No tenía tiempo y debía tomar una decisión para proteger su corona. Si tardaba en tomar una decisión, podría perderlo todo y no estaba dispuesta a permitir que esos ancianos que tanto le reprocharon ser mujer, se llenaran la boca diciendo que era debil. Tenía una salida rapida que odiaba pero necesitaba con locura. Si quería tener el control de verdad, debía iniciar por controlar a los Edevane. Los Edevane eran su salida.

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