La Duquesa de Edimburgo

CAPITULO 2 (PARTE 1)

 En diversas ocasiones me preguntaba si el destino influía en cómo se desarrollaban las cosas, las personas solían decir que su felicidad era gracias a su buen afortunado destino, no tenía claro si había sido eso o que las cosas habían caído sobre su propio peso pero el camino para comenzar mi venganza se había abierto solo como por arte de magia.

—Mi señor,  el compromiso de Ellenor Campbell ha sido cancelado a causa de un escándalo que involucraba a su prometido, no se detalles solamente que fue a causa de otra mujer—Aquellas palabras de Timotti bastaron para que una idea para nada descabellada surcara mi cabeza, era por ello que me encontraba ahora aquí, después de sacar conclusiones me di cuenta de que era demasiado probable que la gemela asesina asistiera a esta fiesta, era usual para una mujer libre y casadera en busca de un nuevo prometido.

Sabia a lo que me enfrentaba, dado que era imposible que hubiera un mejor partido en todo el evento, las madres de mujeres casaderas se lanzarían encima mío de una manera voraz, sin embargo, esperaba que fueran más inteligentes que eso. Mi único objetivo era esa mujer: Ellenor Campbell.

Después de un rato el cual fue lleno de formalidades y saludos de parte de los invitados de más elite me di a la tarea de que mi mayordomo me mostrara a la mujer, la que era culpable de aquella desgracia que había provocado involucrándose con Arthur.

—Es ella, la señorita Campbell—Susurró de manera discreta haciéndome instintivamente llevar la mirada al mismo lugar que él. La mujer estaba de espaldas, hablaba felizmente con un grupo de jóvenes aparentemente de una edad similar, una de ellas capto mi mirada abrazante y después murmuró algo ilegible para mí haciendo que la mujer que antes permanecía de espaldas impidiéndome ver su rostro se diera la vuelta.

¡Maldita sea!

Sus ojos azules me dejaron helado por un momento, tenía un rostro hermoso, lo que más impactaba de ellos era esa mirada azulada que hacia un dúo perfecto con su cabello rubio, tenía una nariz pequeña pero respingada y unas rojizas mejillas que le daban un aire tierno. Ahora entendía porque mi hermano había caído en aquellas garras llenas de sensualidad, pues ese bello rostro era acompañado de un cuerpo fenomenal. Una cintura estrecha que era aún más contorneada gracias al corsé que apretaba fuertemente su abdomen y ni hablar de esos carnosos labios color rosas, no parecía estar usando labial, era más bien un tono rosa suave demasiado natural que contrastaba dado lo blanco de su piel.

—Si mi señor lo desea puede ir y pedirle una pieza—A un lado observe al pianista quien con sus dedos largos y llenos de destreza entonaba A Farewell Melody una pieza delicada, pero con un toque melancólico lo que la hacía perfecta para bailar de manera pausada y al ritmo lento de un vaivén.

—¿No crees que sería demasiado pronto? —Uno de los sirvientes trajo consigo una copa de vino, a juzgar por el olor y sabor Lord de Bedfordshire había abierto el vino más fino de su bodega—Tal vez debería concederle el primer baile a la hija del anfitrión.

Timotti sonrió, pero fue una sonrisa casi imperceptible.

—Dada la posición de su excelencia, puede hacer lo que desee—Opinó de manera tajante como era su costumbre, sin embargo cuando me disponía a marcharse susurro unas últimas palabras—Si desea conocer a Lady Campbell será mejor que actué ahora, pues dada su grandiosa dote y deslumbrante belleza es posible que después de este evento la casa de Lord Campbell este llena de pretendientes que busquen su mano.

Las palabras de mi mayordomo no estaban demás pues había observado a más de un hombre joven mirarla con otras intenciones más formales que un simple baile, estaba seguro que no era el único que se había enterado de que había roto su compromiso.

—Su excelencia, me presento ante usted, Tedros Campbell—Antes de darme cuenta estaba enfrente de un hombre de porte excepcional, portaba un traje confeccionado en finas telas y una diversa indumentaria de metales preciosos que llamaron mucho mi atención, si bien no era un conde ni un marques parecía ser una persona que tenía una alta posición aristocrática. Era un hombre de unos cincuenta años, excelentemente conservado y de mirada serena, me dedico una leve reverencia para posteriormente presentar a su esposa—Ella es mi esposa Elizabeth.

La expresión de sorpresa en mi rostro no fue de esperar al darme cuenta de que los Campbell habían llegado a mí sin esperarlo siquiera. Al parecer las cosas serían mucho más sencillas de lo que había esperado, así como muchas familias había corrido a presentar sus respetos, pero en el fondo sabia que su objetivo principal era traer delante de mí a su hija.

—Un placer conocerlos.

La pareja parecía ser demasiado cordial, rápidamente sacaron temas de fácil conversación en los que participe dando respuestas cortas pero educadas, para mi sorpresa en ningún momento intentaron vanagloriar a su hija para intentar llamar mi atención cosa que no esperaba en lo absoluto, usualmente cualquier otra pareja hubiera apresurado la presentación de su hija de manera descortés.

Pero ellos no parecían tener esos objetivos—O no los demostraban aún.

—Sería más cómodo para mí que me llamara Lord Maxwell en lugar de su excelencia—La mujer pareció sonrojarse ante mi cortesía, al parecer no fingía al tener un comportamiento amigable, era demasiado bueno leyendo personas y ambos parecían ser seres decentes y con clase a pesar de todo. Al parecer la única despreciable de esa familia era su hija.

—Lord Campbell ha sido un honor bailar con la señorita Ellenor—Vaya, no tenía idea que el hijo de Lord Dorset había regresado de su largo viaje en Francia, aquel hombre venía muy bien acompañado, a su lado estaba ella, Ellenor Campbell, su cabello rubio estaba sujeto en un moño desarreglado que le daba un toque demasiado despreocupado, de cerca era mucho más hermosa, su boca dibujaba una perfecta sonrisa, al parecer alguien se había divertido buscando a su próxima víctima.

Era una belleza traicionera, eso pudo notarse con la primera mirada.