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Salerno

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Blurb

Leisel Contti no espero que cosas interesantes le ocurrieran cuando pisó por primera vez en Florencia, sin embargo, una semana más tarde de haber arribado a Italia se encontró sumida en un juego de macabra venganza entre su padre, Fabricio Contti y los hermanos Salerno, ambos dirigentes de las mafias reinantes en la Toscana Italiana y sumergidos en guerra hacía unos pocos años cuando su padre rompió el acuerdo de paz y toda norma de honor entre hombres.

Antes de siquiera darse cuenta la recién llegada se encontró viviendo en una enorme mansión de paredes de mármol, siendo cautiva de Leonard y Luca Salerno, los hermanos menores de la familia que tenían un odio sembrado por su padre después de que este deshonró a su hermana menor negando el matrimonio de Franco Contti y Ludmila Salerno, cuando esta última ya estaba embarazada del primero. Los hermanos Salerno eran la reencarnación del italiano perfecto, con ese toque seductor y con la excitación que solo el peligro de su apellido podía infundir, hombres tentadores y  lujuriosos que solo podían ser eclipsados por un poderío mayor que Leisel Contti estaba pronta a descubrir.

Un juego de seducción, infidelidad y un profundo deseo carnal que pondrá a prueba la lealtad de la familia y en jaque a la mafia.

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PROLOGÓ
Leonard Salerno alisaba su traje hecho a medida para después respaldarse en su lujoso auto, con marcada frialdad miraba a su hermano mientras entre sus dedos sostenía un cigarrillo, no estaba interesado en nada más que en vengarse de ese anciano que tanto daño le había hecho a la princesa de los Salerno, Ludmila, su hermana menor, quien había sufrido demasiado cuando después de toda la familia enviará a un consilier (Después de que esta anunciara su embarazo y confesara quién era el padre) a reunirse con Fabricio Contti en busca de una resolución que beneficiara a ambas familias, este se había negado rotundamente dando por bastardo al niño que su hermana llevaba en el vientre y que indudablemente era hijo de Franco Contti. Lanzó la colilla al suelo mientras la aplastaba con los zapatos  recordando el amargo momento. —Ese malnacido va a casarse—Soltó sin más Luca, informando a su hermano las nuevas noticias que recorrían a Toscana—Con una Rossi, ¡Con la jodida hija de Fabiano Rossi! La mueca que salió del rostro de Leonard dio a entender que sus palabras no le habían caído nada bien, posiblemente cuando su hermana lo supiera caería en un nuevo cuadro de depresión, idéntico al que pasó después de que la persuadió a abortar al niño. Ludmila miró por el ventanal tantas veces esperando ver aparcar fuera de su residencia el auto de Franco pero esto nunca ocurrió lo que comprobó el hecho que ellos ya imaginaban. El solo había jugado con su hermana para humillarla de esta manera. —Mi hermana vale más que esa zorra. —Acaba de humillarse a sí mismo. ¿Qué pretendes hacer?—preguntó el menor de los hombres, al notar esa mirada que conocía de su hermano, no iba a permitir que su hermana fuera la burla de toda Italia así como así, primero el bebé y ahora una preferia una zorra antes que a ella. No, eso era simplemente inconcebible. —Contti se tragara  sus palabras. Antes muerto que ver a un hijo de mi sangre casado con un Salerno, con un jodido Salerno, eso fue lo que dijo y esas palabras son las que le haré tragar a él y a toda su maldita familia. Matarlo no tiene caso, Fabricio no tiene corazón de padre, le duele mas su ego y orgullo, solo busca donde meter su asqueroso m*****o y hace más hijos como un puto conejo—Luca sonrio al notar la comparacion de su hermano, sin embargo recordó algo que no debia dejarse pasar por alto. —Escuche por parte de nuestros infiltrados que tiene una hija que desconociamos. —¿Una hija? ¿Acaso Fabiola no era la única?  —Al parecer tenía otra de repuesto—Bromeó el italiano al recordar que Fabiola Contti había muerto en una balacera unos dos años atrás—Se llama Li...esel. Llegará de Alemania en una semana para la boda de Franco. —¿Liesel? —Un nombre alemán—Explicó lo extraño que era el nombre. Leonard asintió ante la explicación y sacó las llaves de su auto del bolsillo. Pensaría perfectamente cuáles serían sus próximos movimientos, no debía fallar por ningún motivo, podía jugar con ella, hacerle lo mismo que hicieron con su hermana o tal vez ir más allá y cerrarle la boca a Contti. —Iré al casino—Informó—Hablaré con Gabrielle sobre lo que tengo planeado, dejame pensarlo con una copa de Whisky, ese malnacido no se escapará de nuestras manos después de lo que le ha hecho a Ludmila, asegurate de que nadie se lo diga. No estoy de humor para escucharla lloriquear por un hijo de puta que no vale la pena. —¿Se lo dirás a Lucían?—Su mano se quedó suspendida en la manija de la puerta, el mayor de los Salerno estaba en Londres desde hacía varios meses. Él era poco sentimental y frío, lo que hacía que los temas de mujeres como él los llamaba no le fueran más importantes que los negocios, asegurar la riqueza, la seguridad y la prosperidad de la familia era lo único que le importaba y claro, Antonella. Cuando el recuerdo de la rubia llegó a su cabeza suspiró, Leonard había estado enamorado de ella, de hecho aún lo estaba pero su indecisión llevó a la italiana a enamorarse de otro hombre y para su mala suerte este era su hermano mayor, Lucían, la cabeza de la  familia y el que ostentaba el poderío principal de los Salerno. —No—Dijo tajante—Nadie se lo dirá, me encargaré de que así sea. Las mujeres nunca habían sido motivo de enojo o peleas de los tres hermanos. Era la regla número uno: Una donna non sarà mai piú importante della famiglia (Una mujer nunca será más importante que la familia), y esa había sido la causa por la que Leonard no había hecho nada para distanciarse de su hermano, la amaba era cierto, pero amaba a su hermano más. Durante su visita al casino se había visto hechizado por unos ojos verdes que le habían dedicado un guiño, con desenfrenada pasión la había seguido hasta un privado donde sin dudarlo la apresó contra la pared mientras deseoso recorría el cuello de la mujer, su lengua saboreaba cada pedazo, la recordaba bien, Estella. —Leonard—Gimoteo ella al sentir como el italiano recorría sus piernas con deseo, hasta colarse debajo de su delicada tanga color roja, al mirar el color después de levantar aquel pegado y escotado vestido sonrió, el rojo era su color favorito—A mi también me alegra verte de nuevo. El italiano le dedicó una mirada lasciva. —Me siento traicionado—Confesó—Me han dicho que te han visto más tiempo en los casinos y bares de los Contti que en los Salernos. ¿Debo castigarte en caso?  —Oh mi amore, no hay preferencias entre uno y otro, una mujer como yo debe estar en todos lados, no podría informarme si no estoy enterada de todo—La mujer tomó sus labios saboreando el sabor a menta y algún vino costoso de Leonard, su lengua le reclamó con deseo, se había acostado con ella muchas veces pero Estella siempre le sorprendía era una excelente amante. —Entonces hablaba piccolo uccello (Pajarillo)—La incitó—Habla antes de que ocupe esos labios que tienes con algo que sé que extrañas—La mujer sonrió para después tragar saliva, había recordado el sabor, el tamaño y la sensación del m*****o de Leonard en su boca follandola sin piedad mientras le sujetaba el cabello. —Una  alemana, Contti tiene una hija con una mujer alemana, al parecer una de sus amantes sexuales, una ex prostituta. La mujer murió hace poco y su hija quedó sola sin mayores familiares en Berlín, supongo que desde la muerte de Fabiola se sentía solo y ha aceptado que entre a la mansión Contti como su hija a pesar de ser ilegítima—Le narró la mujer mientras él recorría su húmedo centro con sus largos dedos, a veces los movía en círculos mientras ella se agarraba a las solapas de su costoso saco sintiendo que sus piernas temblaba—A pesar de que parece tomarle poca importancia dicen que viajaba seguido a Alemania para verla, así que debe ser cercana, aunque ya sabes, como es ilegítima, aparenta que no le importa pero eso no quita que tenga el apellido Contti. El italiano chasqueó la lengua cuando ella tardó varios segundos más en hablar. —Vamos pajarillo, se que tienes más que decir. ¿Cuándo llega?—Llevó sus largos dedos a los labios de la mujer mientras los recorría haciéndola estremecerse, cuando su dedo índice se detuvo en medio de sus labios ella abrió la boca y comenzó a chuparlo.  “Eso es, lindo pajarillo”  Pensó Leonard. Para después sacarlo de su boca y regresar hasta la seguridad de su entrepierna, ella se estremeció en sus manos cuando su húmedo dedo la penetró exigiendo la información que ella por seguridad se estaba guardando. Ella con una de sus manos acaricio la cremallera de su abultado pantalón para distraerlo pero el aumento su suplicio ingresando un segundo dedo y por si esto fuera poco comenzó a estimular su clítoris con un movimiento vibratorio. Cerró sus manos en puños mientras se aferraba a su conjunto de diseñador. —Por favor Leonard—Le suplicó sintiéndose al borde del orgasmo, cuando él lo sintió simplemente amenoro su tortura haciendola sentirse frustada, estar contra la pared y siendo sometida de esa manera la hacia sentir expuesta, entonces para su sorpresa él se alejo lanzando al suelo botellas y vasos de vidrio que se hicieron añicos al instante, ninguno de los guardias de afuera entro para comprobar lo que estaba pasando, simplemente se miraron entre si con una lleve sonrisa de complicidad siendo sabedores de lo que pasaba dentro. La mujer fue acostada  sobre la mesa mientras un excitado Leonard quitaba su cinturón de pie y lo lanzaba sobre el sofá color rojo, cuando su saco tuvo el mismo destino la boca de Estella se secó, saco su camisa de lino y bajo sus pantalones dejando a la vista su ropa interior Calvin Klein, cuando esta también fue bajada se sintió en el cielo. —¡Por dios!—Gimió al mirar ese grande y rosado m*****o erecto delante de ella. —Pajarillo—El tono seductor con el que la llamaba por ese apodo que le había colocado a excito aun mas—Estas demasiado callada. Y entonces jaló su tanga roja rompiendola entre sus dedos debido a la debilidad del delicado encaje, la tomó por la cintura para empujarla más cerca de su pelvis, cuando sus piernas a lado de las suyas, tomó su m*****o entre su mano y delicademente comenzo a acariciar su sexo con el. —El lunes—dijo ella con mirada suplicante, sintiendo como su interior le rogaba que entrara dentro de ella y le quitara tanto suplicio—El lunes a las diez de la mañana, en el Aeroporto di Firenze. —Buena chica—Entonces la penetró con fuerza, como un Salerno era capaz  de hacerlo, fuerte, salvaje y pasional, irradiando lujuria hasta por los poros, pocas mujeres eran capaces de resistirse al verse abrazadas por un hombre así, de brazos fuertes y espalda marcada, con aquellos amenazadores tatuajes que escondían debajo de aquella ropa de diseñador hecha a medida y siendo seducidas por esas costosas fragancias varoniles que no hacían más se acortar su liberación cada vez que llegaban al orgasmo abrazadas de alguno de los tres. —¿Ha terminado señor?—Preguntó el guardia al mirarlo salir abrochando su cinturón y acomodandolo de manera correcta, esa mirada enfadada que le regaló después de haber hecho esa estúpida pregunta le respondió y le hizo callar.  —¿Has visto a Gabrielle?  —No señor. —Cuando lo veas dile que necesito que vaya a la residencia, que los hermanos Salerno quieren verlo—El guardaespaldas asintió, Leonard acomodo su costoso reloj rolex pero justo antes de salir por la puerta se detuvo para girarse nuevamente al hombre—Llamá a limpieza diles que saquen la basura. (...) —¡Leonard!—Cuando bajó del auto la mirada de su hermana delató lo que más temía había ocurrido, Luca detrás de ella había intentado controlar a su hermana pero fue imposible—¡Dime que es mentira! ¡Dime que tu sabes que es mentira! —Ludmila—Le dijo en tono pausado—Lo que pase o deje de pasar con Franco Contti no debe de importarte. Debe de ser un hombre muerto para ti, después de que ha pasado no puedo creer que aun te preocupes por lo que haga o deje de hacer el desgraciado. —¡Eres igual que Lucían! Un maldito insensible, nunca entenderán cómo me siento porque nunca han amado a nadie como yo lo ame a él, lo amo mas que a mi misma y por primera vez me parece horrible tener el apellido Salerno—La rabia círculo por el cuerpo del que ahora representaba a la familia en Italia, tomó a su hermana por los hombros mientras le miraba con una enfado que la hizo tragar saliva. —¡Basta! ¡Basta maldita sea! ¡Es un Contti, un jodido Contti! Si fueras una Salerno como nosotros no lloríquearias en cada esquina por lo que te ha hecho ese poco hombre. Buscarías una puta arma que Luca o yo no dudaríamos en dar y le pegarias un maldito tiro en su estúpida cara—Gritó haciéndola estremecerse—No tienes idea de la rabia que recorre mi cuerpo al pensar que mi hermana es la burla de media Toscana, a pesar de lo que te hizo se mofa comentandolo en cada bar y en cada casino como si tu fueras una zorra sin valor, no puedo, Luca y yo no podemos tolerarlo.  —¿Lo mataran entonces?—Articuló casi en un gemido al mirar los ojos azules de su hermano irradiando rencor. Leonard no mentía. Ludmila amaba a Franco y casi tenia la seguridad a él ella no era indiferente pero su padre siempre se involucraba en todas y cada una de sus decisiones. —La muerte sería sencilla, he perdido la cuenta de cuantos hijos de Fabricio Contti han muerto, no parece dolerle, así que iremos mucho más allá, le haremos daño al viejo en su enorme ego y Franco perderá a su prometida por una bala perdida, la bala que disparare será para Luciana Rossi. —¡Si! ¡Matala! Quiero que todos ellos sufran lo que he tenido que sufrir yo, desde la muerte de mi hijo hasta toda esa humillación que me han hecho pasar hermano. No permitas que se case y pinta ese maldito vestido de novia en Rojo Carmesí. Leonard abrazó a su desdichada hermana con todo el amor que le tenía, era la menor de ellos y la más apreciada por los tres, era una pequeña princesa que había sido mancillada por un bastardo que merecía sufrir. La bala que perforó el corazón de Luciana Rossi fue antecedido por el secuestro de Leisel Contti, la chica de cabello cobrizo y ojos tan grises como la plata fue sustraída de la ceremonia justo unos segundos después de que la bala le robara la vida a la novia en los brazos de Franco Contti.  —Mira eso—Decía extasiado Luca mirando desde la comodidad de su sala lo que estaba aconteciendo en la casa de sus marcados enemigos. Bebía Whisky acompañado de su hermano quien sonreía al mirar como Franco abrazaba a la mujer que perdía la vida debido al disparo del Francotirador, las cámaras de los infractores les regalaron una buena toma de tan ansiado entretenimiento. Lucian estaría enojado, muy enojado.  —Gabrielle es un hijo de puta inteligente—Comentó Leonard al escuchar que la chica estaba asegurada y que habían perdido a los autos que les habían seguido en persecución en las vertiginosas calles de Florencia. Dos horas más tarde el sedan color negró aparcó delante de la entrada principal, Luca fue el primero en salir, ambos hombres portaban un pantalón de franela y una camisa de lino color blanca, con las mangas arremangadas hasta los codos, en sus manos una copa de un ambarado líquido les hacía mirar sumamente amenazantes. —¿Cómo ha ido?—preguntó Leonard refiriéndose a las balas que decoraron el auto con agujeros y además a uno de sus hombres que se sostenía la mano con un torniquete apretado fuertemente. —Hemos perdido a dos—Respondió el sicario principal de la familia Salerno—Corden a sido rosado por una bala pero nada que no pueda curarse con un poco de reposo, hemos sacado del campo a diez hombres de Fabricio Contti, estará enojado cuando cuente sus bajas, además claro que la mujer, la Rossi ha muerto. Ludmila aplaudió lanzándose en los brazos de Gabrielle y regalándole un pico en los labios, sus hermanos se miraron entre sí sonriendo ante el atrevimiento. —Buen trabajo eliminando a esa zorra Gabrielle—Era mejor ver a su hermana de débiles sentimientos de esa manera que depresiva en su habitación—Se que traes a una linda chica contigo. A una Contti. —Saquenla—Ordenó ya un poco más recuperado el hombre después de que la hermana menor de sus señores le atacara con ese beso para nada esperado—Nos hemos asegurado de no ser identificados, pero estamos seguros de que seremos los primeros en quienes sospechen. Uno de los hombres ingresó su cuerpo dentro y jalo de la parte trasera a una delicada mujer de altura considerable, larga piernas, menuda de cuerpo pero con senos prominentes y un rostro tan delicado que parecía un inocente ángel, sus ojos eran cubiertos por una venda negra y su boca por una mordaza. Leonard fue el primero en mirar sus facciones y curvas con un interés peculiar, era bonita. Después fue su hermano menor Luca quien pareció interesado en esos rasgos poco usuales en una italiana pero concordaba con su hermano, era linda, muy linda. —¡Pero qué modales son esos Gabrielle! Quítale la venda y la mordaza—Solicitó Ludmila mientras acariciaba sus manos y brazos, ella estaba asustada como para responder, su cuerpo estaba frío, Liesel había sentido que la vida pasaba por sus ojos cuando la lluvia de balas interrumpió la boda del que decían era su hermano, todo había sido demasiado rápido, la confusión, dos hombres sujetándola, todo se salió de control y antes de darse cuenta estaba arriba de un auto. Cuando la venda y la mordaza le permitieron mirar se centró en las tres personas que estaban delante de ella. Ambos hombres la recorrían con la mirada sin pudor alguno pero la chica la analizaba con curiosidad e intriga. —Benvenuto a Firenze, piccola Liesel Contti (Bienvenida a Florencia, pequeña Liesel Contti).

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