Cuando nos volvamos a encontrar

Aquel primer sueño, un llamado.

—Johan ¡Despierta! ya es de día.

—Es muy tarde, y aún no has comido nada muchacho.

La buena de Lily, pareciera que ha estado junto a mi toda la vida, o por lo menos la segunda parte de esta.

—Es verdad Lily, disculpa, ya me levanto.

Efectivamente ya eran cerca de las dos de la tarde y Lily, como era de costumbre, siempre tenía el almuerzo y todo lo que implica —ensaladas, postre, tenedores y cucharas para cada tipo de comida, etc— ya preparado y servido a mediodía.

Pero a pesar de que a esa hora el hambre ya me comenzaba a agobiar y me dirigía a toda velocidad a sentarme a la mesa, no dejaba de darme vueltas por la cabeza aquel sueño que acababa de tener y por el cual me había despertado tan tarde.

—¿Qué es lo que hago aquí? Sigue igual que antes, que alegría. Debo recorrerlo.

En verdad hay palabras suficientes para describirlo, pero frente a mis ojos era la casa de mi infancia, aquella de la cual fui despojado de la noche a la mañana, y en la que quedaron grandes momentos y seres queridos.

—Si la casa aún se encuentra intacta, entonces...

Corrí con sentimientos de desesperación y esperanza por encontrar algo que debiera estar ahí, pero la angustia me frenaba al tratar de pensar en las palabras que diría en el momento de llegar ahí.

Al salir al jardín y al igual que la casa, ahí se encontraba en el centro de este, el árbol de níspero. Tal vez no sea un cerezo o algún otro árbol con mas mística, pero para mi era mágico, era el árbol al que tanto tiempo había dedicado, el que me recompensaba con tarros y tarros de su fruto...

—Que momentos vivimos aquí... Pero ahora debo ir al lado, a ver si aún está...

—Johan ¡Despierta! ya es de día.