CAPITULO DOS

3620 Words
Aquel fue un año muy largo, se acostumbró al trabajo, a pasar días sin dormir, pero lo único que le importaba era darle todo a sus hijos. Aprendió a luchar con el cambio de clubes en los que se tuvo que mover, la policía solía allanar y clausurar los lugares cuando evidentemente no llegaban a un arreglo. Todo ese lugar era un negocio muy lucrativo. Explotaban a las chicas, no les daban descanso. Tuvo que aguantar a toda clase de hombres, los cuales creían que por unos pesos eran dueños de ellas. Eran nada más un pedazo de carne, estaban ahí para complacer todo tipo de deseos. Mientras que en su casa debía soportar los insultos, los supuestos celos de Ramón (y lo pongo en dudas, porque desde aquella noche cuando la dejó a su suerte en aquel horrible lugar, había perdido todo derecho de reclamarle nada). Pero supongo, que así se maneja el cinismo, aunque para mí no era esa la cuestión, sino algo muy simple: era un ser despreciable. En cada lugar en el que le tocó estar, las personas que lo manejaban se quedaban con la mitad de su ganancia, literalmente por no hacer nada, solo por presentarlas con los clientes. Mientras ella debía de soportar borrachos, altaneros, gente con deseos sexuales muy extraños, pero lo peor que debía soportar eran los tipos sucios, que le revolvían el estómago. No les importaba nada, porque estaban seguros de que su dinero pagaba para que ella y las demás chicas tuvieran que soportar todo eso y más. Así estuvo por un largo tiempo, hasta que un día se encontraron con una ex compañera que se había ido de aquel club, porque no le convencía que le sacaran tanta plata en comisión, por tal razón se fue a trabajar a la calle. En aquellos clubes les dicen a las chicas que sí trabajan bajo sus servicios pueden protegerlas, sin embargo, en la calle están expuestas a cualquier peligro, esto es solo para mantenerlas a su merced. Fomentando el miedo a las mujeres, en ese mundo, solían ser violadas, desaparecidas, golpeadas, estaban expuestas a muchos peligros. Pero después de discutir el tema entre varias de las chicas se dieron cuenta que la verdad era a medias, estaban protegidas ahí adentro, pero en realidad, no era tan así. Mientras los clientes estaban bebiendo dentro del club, estaba todo bien, pero al momento de llegar al siguiente nivel, pagaban al encargado por la chica que deseaban llevarse y solían irse a un Hotel de la zona. Por lo cuál, al salir de ese lugar también estaban expuestas, así fue como comprendieron el engaño. Al poco tiempo, varias de las chicas se fueron a trabajar a la calle, pagaban también comisión, eso no era una excepción, en cada lugar había siempre alguien que dirigía el negocio, incluso en la calle. Pero era un porcentaje muy bajo, solo por cierta cantidad de clientes, luego de eso la ganancia era por completo para ellas. A diferencia del club dónde el cincuenta por ciento de todos los clientes y de las bebidas que ellos les pagaban a las chicas eran para los dueños. Así tuvo que adaptarse a lidiar con ese nuevo mundo, era otra clase de gente. Borrachos que no tenían quienes le pusieran límites, altaneros a quiénes nadie echaba, pero por lo general eran hombres casados que pasaban por ahí al salir del trabajo. Para su sorpresa, la mitad de ellos o más, la tomaban como psicóloga, así se fue dando cuenta de que debía tratar de darles charla y así evitar entregarse lo más que podía. En la calle conoció muchas historias, dónde comprendió como cada una de ellas por diferentes razones llegó a ese lugar, la mayoría eran madres, negadas de toda posibilidad de sobrevivir en una sociedad que discrimina tanto. Estaban ahí para construir un futuro mejor para ellas y sus hijos, gran parte de ellas eran padre y madre. Otras estaban ahí para terminar su casa, para pagar los colegios de sus niños, para pagarse la carrera, eran muchas historias diferentes. Eran solidarias entre ellas y se cuidaban las espaldas. Hay muchos códigos entre las chicas de la calle, porque aunque son muy discriminadas, ellas saben la verdad, que si tuvieran la posibilidad de no estar ahí, no lo estarían. Como dije antes, la mayoría de ellas estaban solas, y si tenían a alguien no era nada serio. Pero Beth, era diferente, ella tenía a Ramón, cuando le contó a las chicas, lo primero que le dijeron era que lo dejara, que era un vago, un proxeneta. Pero ella no podía hacerlo, o eso creía, tenía el autoestima tan bajo, la habían hecho descreer de ella misma siempre, desde sus padres, Ramón y el mundo. Y en cierto punto se creyó todo eso, realmente pensaba que no podría sola. No terminaba de aceptar que él no la amaba, que solo la utilizaba, como utilizo a tantas otras. Aquel hombre carecía de deseos de trabajar, su vida la dedicó a vivir de los demás. Incluso se había armado un perfil de una conocida red de citas, donde se dedicaba a conversar con mujeres vulnerables, chicas con sobrepeso, de avanzada edad y les inventaba una historia diferente a cada una, donde llegaba de ser un padre viudo o abandonado por la madre de sus hijos y les pedía dinero, otra veces pedía que le recarguen crédito al celular y luego de un tiempo cuando le pedían el dinero comenzaba a tratarlas mal, y por supuesto jamás ningúna recuperó lo invertido. Una especie de estafador de Tinder, pero de bajo presupuesto. Se divertía burlándose de ellas, era un tipo enfermo, las insultaba y lastimaba con lo que cada una era más vulnerable. Así se iba manejando en la vida, mientras en la cotidianidad su satisfacción era hacer aún más infeliz la vida de Beth, con sus insultos y humillaciones, parecía no saciarse nunca. Las cosas no iban bien, la calle y el consejo de sus compañeras hicieron que poco a poco fuera abriendo los ojos, y aunque huir de él no sería fácil ya no lo veía imposible. Un día, luego de varias amenazas donde le advertía que si lo denunciaba, no solo la iba a matar a ella, sino también al hijo mayor de ella, le planteó que ya no quería estar más con él. Claro que debía de organizar varias cosas, como por ejemplo encontrar quién pudiera ayudarla con el cuidado de sus hijos. En esos momentos era Ramón el amo de casa y el que se ocupaba del cuidado de los niños, mientras que ella se iba varias horas a trabajar. Habían pasado uno o dos años más o menos desde aquella noche cuando todo comenzó, y para ese entonces tenían un hijo de un par de meses. Varias cosas habían pasado, dejó de trabajar durante un tiempo mientras duró el embarazo de su hijo, pero las cosas no iban bien, seguían sin funcionar, la relación no era buena y no quería seguir así. En el lapso que quedó embarazada, Ramón, había cobrado un juicio de una accidente que había sufrido con su auto, una de las pocas veces que salió a ganarse el pan. Estaba emocionado con ese hijo, ilusionado, parecía otra persona. Todo fue muy bien hasta este tiempo, donde el niño ya tenía algunos meses. Después de conocer toda la historia llegué a la conclusión que él sí quería hijos, lo que no quería es que Beth fuera parte de la vida de ellos, pero eso se los relato más adelante. Beth decidida a terminar con esa relación, junta algo de dinero y logra irse con su hijo mayor, mientras el bebé de ambos queda al cuidado de él. Mientras tanto ella vuelve a las calles para solventar sus gastos (aunque tuvo la suerte de que entendieron su situación y le dieron posibilidades para entrar a vivir a un departamento con un mínimo de dinero y luego ponerse al día) pero necesitaba también cubrir comida, niñeras, viáticos, etc. En el tiempo en el que se separaron, él la acosaba todo el tiempo, sabiendo los horarios en que ella se manejaba y dónde trabajaba, la cruzaba varias veces con el auto, ella trataba de esquivarlo pero él le cortaba el paso, la insultaba, le decía groserías y luego le insistía para que volvieran. Así la acosó por un tiempo, mientras ella trataba de dividirse entre el trabajo, su hijo mayor y poder ver al pequeño que estaba con su padre. Lamentablemente, justo para el primer cumpleaños del pequeño, Ramón termina por convencerla de volver, ella extrañaba a su hijo, la niñera le dificulta mucho las cosas y aunque en ese momento no lo supo, volver con él fue uno de sus mayores errores. Su vida no sería igual, viviría un infierno aún peor que antes, su vida tomaría un vuelco del que no podría volver. En medio de todo esto él estuvo trabajando de portero en un hotel familiar y allí había alquilado un departamento con su pequeño hijo, casualmente, era el mismo hotel donde había llevado a Beth para que su ex mujer le diera ropa. Un día, que fue a ver a su hijo, pudo ver unos zapatos de tacones, le pregunta por ellos, y él le confirma que son de aquella mujer, se escuda en que solo estaba ahí los fines de semana y el resto de la semana vivía con su madre, por eso compartía el departamento con ella ya que lo usaba durante los días que él no estaba. Mientras tanto, ellos iban y venían en esa relación tóxica, mucho tiempo después supo que él también estaba con otras mujeres, pero eso fue saliendo a la luz con el tiempo. Llegó un momento en el que entre idas y vueltas volvieron a convivir. Ramón se muda a la casa donde ella había alquilado, estuvieron un tiempo allí, hasta que los dueños le pidieron amablemente que se fueran, según le informaron a Beth, le habían alquilado con la condición de que sólo fueran ella y su hijo. Sin embargo había otra razón, en realidad el encargado del lugar se había enamorado de ella. Incluso una mañana, al tener copias de las llaves de los departamentos, se había metido sin permiso. Cuándo ella se despertó el tipo se le había metido a la cama, afortunadamente pudo lidiar con esa situación. Así que rápidamente buscaron otro departamento y encontraron uno a unas pocas cuadras de ahí. La casa de Ramón no estaba disponible, cuando ella se fue, él se mudo con su madre a otra parte de la ciudad bastante alejada de ahí y para cuidar el lugar de posibles usurpadores lo habían alquilado. Todo en muy poco tiempo había vuelto a la normalidad, él había recuperado a su gallinita de los huevos de oro. No pasó mucho tiempo para que Beth volviera a quedar embarazada, a pesar de todo el calvario que vivía, estaba contenta, tenía una enorme ilusión de que al fin llegara su niñita. Pero esta vez las cosas serían muy diferentes, aquel hombre ya no mostraría la misma ilusión por este bebé, que lejos tenía la culpa de venir al mundo en esas condiciones. Al poco tiempo descubrió que en su vientre llevaba aquella niña, estaba feliz, la había anhelado durante mucho tiempo. Mientras tanto, los maltratos de Ramón eran cada vez más intensos. Las chicas, compañeras del camino, se lamentaban porque ella había regresado a su lado, no entendían cómo pudo volver a caer en aquel infierno, había logrado escapar de eso y retomar la relación fue cómo dar un paso atrás. Pero lo que más les alarmaba era que estando embarazada siguiera trabajando allí. Nunca sabía qué responder y moría de vergüenza ante esas preguntas, porque en el fondo sabía que a él no le importaba para nada. Tuvo que lidiar con eso durante todo el embarazo a pesar de saber que aquellos cuestionamientos no eran malintencionados. Mientras tanto en su casa no tenía paz, aquel hombre ahora se escudaba en no tener certeza de que esa niña fuera suya y con eso se justificaba para poder maltratarla. Durante todo el embarazo le repitió que debía de arreglárselas sola. Hizo de su vida un verdadero calvario, hasta llegar al episodio que les relaté antes, donde le golpeó tan fuerte la cabeza que la dejó atontada. Al tiempo, la casa de Ramón se desocupa y se mudan allí. Ahora estaba en su territorio y de nuevo siguió sufriendo humillaciones, en ocasiones no la dejaba entrar a dormir, devastada se acostaba sobre unas bolsas viejas mientras él se burlaba de ella, como también ya les relaté. Luego el infortunio de un accidente le dio a Beth un poco de respiro, pero una vez estaba lejos de su hijo. Él se volvió a mudar con su madre muy lejos de donde ella estaba y se llevó a su hijito con la excusa de que no quería que fuera cuidado por niñeras. Ella, por otro lado, decidió irse de aquella casa, nada tenía que hacer ahí. Encontró un lugar pequeño para ella y su hijo, las personas que le alquilaban eran personas increíbles, al verla en tal estado, tan sola y vulnerable, la hicieron junto a su hijo parte de su familia y los ayudaron muchísimo. El alquiler era increíblemente barato. La señora además le ayudaba con el cuidado de su hijo, incluso en la noche solía cocinar para su familia y llevarles también una olla con comida para ellos. Pero no le duraría mucho, Ramón le insistía para que volviera para su casa, la cual había quedado abandonada y según le avisaron un par de vecinos habían querido usurparla. Pero ella no quería volver, quería terminar con aquella relación tan tormentosa. Decidida, le dijo que no más de una vez. Sin embargo, era costumbre para él imponerse ante los demás, la opinión de Beth no importaba, solo sus intereses tenían relevancia y claro necesitaba usarla una vez más. Al ver qué no podría convencerla por su cuenta envió a unos de sus familiares para presionarla. Ella siguió negándose y explicó punto por punto sus razones, los malos tratos que recibió y que estaba muy bien en aquel lugar, no quería perderlo y no tenía la necesidad de volver a esa casa. Pero nadie quiso escucharla, a nadie le importaba su opinión, a ninguno de ellos les importaban sus sentimientos, solo velaban por sus intereses. Se mantuvo siempre firme en su decisión de no ceder, sabía que tal vez era su única oportunidad para alejarse de él. Unos pocos días después, desafortunadamente, la llaman para avisarle que estaba en camino un camión de mudanzas y peones que se ocuparían de cargar todas sus cosas, que estuviera lista para esperarlos. Sin más excusas para decir que no, sintiéndose acorralada, les remarcó que estaba apunto de dar a luz, hacía menos de dos meses que se había puesto una mudanza al hombro totalmente sola y no lo iba a volver a hacer. Se tomaron de cualquier detalle frágil para pasar sobre ella, Ramçon nunca se tomó la molestia de hablar con ella solo mandaba a sus hermanos a presionarla, fue así que ante el reclamo de Beth, le dijeron que no se preocupase por nada porque le enviaron peones que no debía de hacer nada. Eso no era todo, la casa se caía de mugre después de quedar vacía por un buen tiempo y fue ella quien debió esforzarse para hacerlo habitable, Ramón menosvalido solo se acercó un momento en un remis para llevarle productos de limpieza para que se pusiera en acción, muy lejos de tener compasión de su estado. Así que después de que aquella tarde llegase el camión y los peones para levantar todas su cosas, le tocó limpiar todo, el baño estaba asqueroso, debió fregar mucho y sola. En su estado fue un esfuerzo enorme, cargaba una gigantesca barriga, muy pesada, estaba a días de parir apenas podía con su alma, no estaba en condiciones de esforzarse así. Simplemente hay gente que no tiene corazón, que no tiene la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Los famosos peones tiraron todo como quisieron y se fueron, mientras que ella también debió cargar con pesados muebles y bolsas. Atrás también dejó con dolor a aquellas excelentes personas, que no podían creer aquel atropello, salía de la lógica de cualquier persona normal. Además no podían creer que esta gente aún sabiendo que se iba varias horas a trabajar, en su estado, le trajeran más trabajo para hacer, incluso poniendo en riesgo la salud de la bebé. Nunca les importó ni por un segundo su salud, jamás sintieron piedad por su condición, ni por la de la bebé, solo les importaba usarla para cuidar la casa. Ninguno se quería hacer cargo de tener que cuidarlo, no querían perder su comodidad, nadie quería moverse a ese lugar tan alejado de la ciudad y perder su comodidad ¿Para qué lo harían, si tenían a la tonta de Beth? Se le hacía muy difícil lidiar con todo, no estaba feliz con haber vuelto a esa casa. En el trabajo le iba muy mal, y apenas le alcanzaba para comer, ningún cliente que la veía embarazada quería estar con ella. Las chicas eran las encargadas de ayudarla, de cuidarla, incluso entre todas juntaban y le daban dinero, porque ella muy pocas veces hacía algo y sabían de su situación, que estaba sola con su hijo. Había hecho amistad con dos de sus clientes, ellos la habían visto como una persona y no como un pedazo de carne. Desde ese lugar también la cuidaron mucho, le ayudaban con mercadería, incluso uno de ellos le compró toda la ropa para ella y la bebé, para que pudiera armar los bolsos para el hospital y que no les faltara nada. Sin embargo a Ramón lejos estaba de importarle ella o su hija. Solo la insultaba, la culpaba por no ver tanto a su hijo y le decía que el niño sufría por causa de ser una mala madre. Pero la realidad es que ella hacía todo lo que podía, su cuerpo ya no podía más y mucho menos su alma. Llevaba dentro una criatura de cuatro kilos y medio, su abdomen era realmente gigante, hizo lo que pudo incluso hasta las dos últimas semanas antes de parir, su esfuerzo fue admirable. No todos pueden sacar fuerzas de dónde ya no las tienen, pero ella pudo, el amor de mamá siempre la dejaba seguir un poco más. La niña, además, no quería salir de su casita, así que tuvieron que internarla, pero ni siquiera eso le fue fácil a la pobre Beth. La citaron a la mañana de un miércoles, para internarse e inducir el parto, después de ciertas semanas. el bebé debe salir o podría ser muy riesgoso para su vida, como para la de la mamá. Tenía dos horas de viaje hasta el hospital, la noche anterior a internarse el padre de su hijo accedió a quedarse con él, no tenía con quién más dejarlo. A la mañana siguiente cargo dos bolsos muy pesados con las cosas de la bebé y las suyas, debía caminar varias cuadras, a paso lento, a raíz del peso le costaba mucho caminar. Una vez que terminó de recorrer esas calles eternas, debía cruzar un puente peatonal con una rampa muy empinada para llegar hasta la parada del autobús y al llegar a destino tenía otras cuatro cuadras hasta el hospital, fue un trayecto agotador para ella, llegando con sus últimas fuerzas. Después de dos eternas horas de viaje, llega al hospital dónde después de mostrar la orden de internación le informaron que ese día habían surgido muchas internaciones de urgencias y que ella podía esperar un día más. Sin muchas vueltas, ni consideraciones, amablemente le pidieron que regresara al día siguiente para ser internada. En ese momento sintió que se le vino el mundo abajo, había agotado sus últimas fuerzas para llegar hasta allí ¿Cuál era el empeño del destino por hacerle todo tan difícil? Trató calmadamente de explicarles que venía desde lejos, con bolsos a cuestas, completamente sola y que no podía volver. Pero a nadie le importó, solo le recomendaron que buscara a alguien que viviera cerca y que la dejara quedarse durante la noche. Y si no tenía suerte, qué pena, de todos modos no era su problema. Aunque no se lo dijeran de esa forma, el contexto quedó implícito. Sin más nada que hacer se retiró, Ramón, quién aún seguía accidentado, estaba a solo cinco cuadras del hospital. Así que sin dudarlo llamó al padre de su hija para explicarle la situación, convencida de que la dejaría pasar la noche en casa de su madre con él. Pero para nada fue así, al contrario, la trato fría y despectivamente, dijo que era culpa de ella que no lo internaran. «Hubieras llegado más temprano» le dijo del modo más asqueroso que le fue posible. Para terminar con la conversación dijo varias cosas hirientes, para no perder la costumbre, que era ella la que quería hijos, que se joda por puta. Que debía arreglárselas como pudiera pero en la casa de su madre no iba a quedarse y que no lo molestara más, luego le colgó el teléfono. No creo que se pueda humillar más a la madre de tus hijos como aquel monstruo lo hizo aquel día, pudo ser tan frío ante la llegada al mundo de su hija y luego considérese padre (porque años después, como les relataré más adelante, sí, este hombre se convirtió en un padre ejemplar)¿Qué tan cruel, hipócrita y desalmado se puede ser?

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