Nueva vida

683 Words
El viaje se hizo eterno. Cada tanto paraban para ir al baño y comer algo. Les ofrecieron unas mantas, al bajar el sol, con las cuales las cinco chicas se acurrucaron para descansar un poco. El conductor les aseguró que cuando llegaran al hotel, las comodidades serían otras. Debían aguantar el viaje. Marissa, Gladys, Esther, Julia y Manuela se hicieron compañía -Extraño a mi familia. No sé si fue buena idea venir-dijo Julia con algunas lágrimas en sus ojos -No te preocupes. Vas a ver que cuando lleguemos todo va a estar bien. Podrás hablar con tu madre y enviarle dinero con tu primera paga-dice animadamente Manuela -¡Qué se quejan ustedes!-dice Gladys la mayor-Yo dejé a mi pequeño de tres años al cuidado de la abuela. En esta vida hay que rebuscársela como se pueda. Sino te termina aplastando -¡Tenés razón! Yo solo tengo a mi tía que me crió desde que soy un bebé. Mi santa madre falleció en el parto y mi padre…ni Dios sabe dónde estará ese hijo de puta-dice Esther enojada -Bueno mamita, tranquila, que te va a salir humo de las orejas-dice Marissa riendo a carcajadas-Yo tengo que ayudar a mis padres. Somos cinco hermanos. No pueden con todo. Mi madre me enseño sobre el esfuerzo, el trabajo y la valentía. Por eso hoy todas tenemos que ser valientes. Estamos juntas en esto La furgoneta frenó de golpe y la puerta trasera se abrió ruidosamente. El chofer y el acompañante estaban parados frente a las mujeres esperando órdenes. Se acercó un tercer hombre. Vestía traje beige, camisa blanca, zapatos de cuero marrón, lentes oscuros y el cabello blanco engominado hacia atrás. Miró a las muchachas y sonrió. Estaba conforme con el trabajo que habían realizado sus hombres. Les palmeo las espaldas en señal de aprobación e inmediatamente las bajaron de la camioneta. Ingresaron en una casa muy venida abajo, los vidrios de las ventanas que daban a la calle estaban pintados para que no entrara la luz, o para que no se vea lo que sucedía adentro. Dos guardaespaldas cuidaban la entrada. Las cinco entraron agarradas de las manos. Tenían miedo. Algo olía mal. Podían percibirlo. El señor de traje clarito les mostró las habitaciones. Una para cada una. Cama de hospital, colchón vencido lleno de manchas, una mesa y una silla, productos de higiene personal y una muda de ropa. Todos los cuartos iguales -Bienvenidas chicas. Me llamo Frank. Soy el….jefe de todo esto-dice abriendo sus brazos en el aire-A partir de hoy vivirán aquí, y trabajarán…aquí también. No les faltará nada. Comienzan mañana-gira para irse -¿Le puedo hacer una consulta señor?-dice con miedo Julia Frank frenó de golpe y suspiró. No le gustaban las charlatanas y preguntonas. Se dio vuelta hacia ella a pesar de su falta de respeto. -Me parece que no me expresé bien. Acá, mando yo, ustedes hacen. Fin de la discusión-dice dando la vuelta para irse nuevamente -¡Espere por favor! Nos dijeron que íbamos a trabajar en un Hotel cinco estrellas en Miami-dice en un tono más elevado y desesperado Frank se acercó a Julia, le dio un cachetazo y le escupió el rostro. Ella se cubrió y se refugió detrás de las demás. El miedo las invadió. Se dieron cuenta que estaban en el lugar equivocado, con la gente equivocada. Estaban en la cueva del lobo. Y de esta cueva no había salida. -¡Qué irrespetuosas que vienen últimamente!-dice Frank masajeando su mano-¡Cada una a su habitación! Mañana bien temprano las quiero a todas bañadas y arregladas para comenzar ¿Entendido? -Sí-dicen las muchachas en voz baja -No las escuché-grita-¿O necesitan que se los vuelva a explicar?-levantando la mano -¡Sí!-gritan juntas -Si se portan bien y hacen un buen trabajo, los lujos las esperan. Esto es una prueba que deben pasar para ver quién es apta de merecer lo que sigue-agrega Frank- Ahora no valen nada, no son nadie. Olvídense de sus vidas anteriores. Hoy comienza una nueva para ustedes y un gran futuro para algunas.
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