2.

1333 Words
Los días pasaron y para mi fortuna, mis apuestas dieron jugosos frutos, así que ya no me encontraba en la debacle económica y planeaba embriagarme hoy con propiedad con mis amigos o si es que me abandonan por sus esposas forzaré a mis primos a hacerlo porque solo jamás bebo. Dormía plácidamente hasta que cierta infeliz me despierta de la pesadilla que estaba teniendo. Soñaba que era dictador, pero uno cutre y de poca monta. Llevaba a mi ejército colombiano a invadir Panamá y volverlo a unificar a nuestro país como era originalmente, pero éramos tan pobres que en vez de fusiles de guerra llevábamos era palos, pero con la madera toda podrida e inmunda, entonces todos empezaron a enfermarse, mi pelotón se llenó de gangrena y justo antes de que perdiéramos, Eva me levantó quitándome la sábana y la incineré con la mirada. —¿Qué carajos? —me quejé—. Son apenas las seis de la mañana y es sábado, así que déjame en paz. —No son las seis, son las dos, así que ya levántate porque no te vas a librar de ayudarme con el aseo como siempre haces. —Pero la próxima espero que toques antes de entrar, luego no te quejes de si me encuentras durmiendo desnudo o peor, con alguna chica como ya ha pasado. —¡Ya levántate! —chilló y preferí levantarme antes de liberar a la bestia. Aún sin comer tuve que ponerme en modo esclavo, lavando baños y demás como niño recién regañado. A eso de las seis luego de por fin terminar todo, ducharme y vestirme, comía una pizza recalentada mientras miraba mi teléfono, el grupo de chat de la empresa. Como era de esperarse, el lame botas de Fabián planeó una actividad para integrar al nuevo jefe y que nos conociera, como si eso le importara. Nadie ha tenido contacto con el rubio en los días que lleva trabajando, solo le habla a su secretaria y a los demás ni nos mira. Puede ser porque no habla nuestro idioma, sé que es inglés, pero ni intenta saludar ni nada. Él ha causado todo un revuelo en nuestro piso. Mis amigos le tienen unos dos mil apodos e innovan cada día con uno nuevo. Otros colegas lo imitan porque camina de forma refinada, usa perfumes estrambóticos y llega usando cada día ropa de diseñador, pero uno caído en las drogas por lo exagerado de sus atuendos. Solamente ayer trajo unos lentes negros con el borde blanco, pequeñas piedras brillantes y un jodido abrigo como de cebra. —¿Y David Bowie si accedió a reunirse con nosotros con ese bar? —preguntó Camilo en el grupo. —Que sí, todos hoy allí a las nueve —respondió Fabián. —¿Y quién pagará la cuenta? No vas a pretender que todos invitemos al jefe como has hecho en anteriores ocasiones, que haces que pidan filetes y vinos caros a costillas nuestras —comentó Sofía, otra colega. —Miserables, usaremos el presupuesto para recreación. ¿Ya está bien? ¿así irán? Hay barra libre, así que traten bien a Elijah y que se sienta cómodo con nosotros —respondió Fabián. —¿Y sí habla español? ¿o toca usar traductor? —preguntó Juan Simón y solté mi teléfono. Supongo sí iría, jamás rechazo una invitación con barra libre. Me puse guapo e iba con toda la actitud hasta que siento un aura oscura, alguien me observaba y como era de esperarse, el novio deforme de Eva estaba en mi puerta y con lo metiche que es, sé que querría saber a dónde iba y con quién. —¿Tienes una cita hoy? —Sí, con tu ex novia. ¿Voy así o me pongo otro perfume? —Idiota. —Es algo de la empresa, una integración. —¿Y te arreglas así para una integración? —¿Y qué quieres entonces? ¿Qué me ponga una bermuda como la de tu papá, sandalias y una camisa polo imitación como la que traes? No quiero que me disparen al entrar al bar. —¿Mi camisa está fea? Eres la tercera persona que me lo dice hoy —se quejó y solo rompí en risas. Tomé un taxi que me llevaría hasta el bar porque ni loco iría en la motocicleta porque como planeo embriagarme, no quiero que me multen ni nada por conducir alcoholizado. Llegué pasadas las nueve y observé el lugar. Era bonito, tenía unas luces como color rosa y azules, sonaba música de Deep Purple y vi a mis colegas estaban sentados en la mesa de atrás. Eran unas doce personas en total contando con el rizos de oro quién ya había llegado y lucía incómodo. Solo había una silla vacía, era la que estaba a su lado y por la forma en que todos me miraron reprimiendo la risa, era evidente que me hicieron esto adrede. Vaya bromita, esta me las voy a cobrar bien caro. Saludé a todos, incluido a Elijah quién tomó mi mano con algo de vergüenza. Pareces ser tímido, lo cual es un jodido chiste cuando vistes de manera tan contraria. Me senté y como todos secreteaban al verlo callado e incómodo, decidí romper el hielo o esta noche sería una porquería. —¿Hablas español o qué? —pregunté y me miró. —Sí, hablo español. —¿Y te puedo tutear? Digo, si es que no planeas echarme por confianzudo —sonrió levemente al escucharme. —Puedes hacerlo, me incomodaría que me trataras diferente que a los demás —dijo y al ver que solamente me limité a mirarlo fijamente, se intimidó por completo y eso me resultó muy curioso. El tono azul de sus ojos llamó mi atención. —Me llamo Julián, un gusto. —Sé quién eres, estos días he visto a los compañeros de piso hablar de ti. Eres como popular en la empresa. —¿Sí? Creí que no habías hablado con nadie aún —le dije y Camilo me hizo señas para pedirme una cerveza y le señalé que trajera dos. El rubio frunció el ceño. —¿Por qué pediste dos? ¿te las vas a tomar enseguida? —Veo que no estás bebiendo nada, es para ti. —No planeaba beber hoy, es que cuando lo hago me cae mal y prefiero evitar. —¿Ah sí? A mí nadie me rechaza alcohol —le dije, mi amigo trajo las dos cervezas y le entregué una al rubiecito quién la tomó algo nervioso. Le di un enorme sorbo y lo miré. —Anda, pruébala. —Qué pesado eres —se quejó, pero no en un tono molesto, lucía divertido y solo lo hizo. —¿Estás trabajando en la empresa por gusto o te forzaron? —Un poco de ambas. Sí quería hacerlo en algún momento, pero como mi abuelo ya no está en sus mejores años mi mamá sugirió que ya se retirara, entonces me vi forzado a asumir el cargo. —Pero, te ves muy joven para ser gerente. Supongo lo sabes, ¿no? —No quería asumir un cargo alto de inmediato por eso mismo, como que no luce, pero no tuve otra opción —dijo resignado y chasqueé la lengua. —Qué dificultades tan grandes enfrenta un privilegiado. Casi me haces llorar —bromeé, pero de inmediato me arrepentí de hacerlo porque olvidé por un momento que el sujeto que estaba a centímetros de mí era mi jefe y estaba tomando confianza de más, como si fuese uno de mis amigos y esto podía costar mi cabeza. Para mi sorpresa, él solo rio y lo haría con todas las tonterías que suelo decir. Parecí agradarle muy rápido y lo comprendo, causo ese efecto en la gente. Probablemente me quiera como su amigo más adelante y no tengo problemas con ello. Esta noche que planeaba ser casual, no tenía idea de que sería un antes y un después en mi vida.
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