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El tren a Hancobih.

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Un escritor que huye de la guerra forma parte de los 15 pasajeros clandestinos que viajarán en un tren de carga por las montañas nevadas de Génova , cuando el tren descarrila en la profundidad de las montañas en una zona minada de lobos y sin muchas provisiones idea un plan para ayudar a sus compañeros de viaje a mantener la calma y así mantenerse a salvo dentro del tren , escribir un libro basado en la vida de cada uno, de modo que cada uno pudiera hacer un resumen de sus vivencias, pero este no sería un libro cualquiera, si él ganaba la historia que escribiría podría recibir un millón de dólares que compartiría entre los quince pasajeros, sin saber que además de intentar ayudarlos encontraría el amor entre uno de los pasajeros, una hermosa pelirroja que se lamentaba de su mala suerte en el amor.

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El tren.
Huir de la guerra se convirtió en mi objetivo primordial desde aquel doce de septiembre cuando los misiles destruyeron la mitad de mi pueblo, no podíamos salir de nuestros refugios ni siquiera para poder conseguir algún fruto en algún árbol cercano cuando nos dimos cuenta que la comida empezaba a escacear. Pensaba que si no me mataba la guerra me mataría el hambre, escribir era prácticamente imposible, no podía concentrarme con tantas explosiones cercanas, muchos de mis compañeros del refugio empezaron a enfermar de diarreas por tomar agua almacenada en algunos neumáticos viejos que se llenaban con la lluvia. El ejército enemigo quería matar tanto a militares como a civiles así que cegaron las principales cisternas y fuentes de agua cercanas. Esto no podía seguir así. No era justo. A veces me asomaba por un pequeño agujero y a lo lejos miraba las montañas nevadas, eran solo una imagen lejana que forzando mi vista alcanzaba a distinguir. Muchos de los que estaban allí acinados decían que después de esas montañas venía la libertad. Tras esas montañas lejanas estaba Hamcobih , la guerra no llegaba hasta allí, era un país libre y yo quería ser libre como antes. Así que tras insistir e insistir y ver qué nadie tuvo el coraje de abandonar el refugio a las dos de la mañana y exponerse a ser alcanzado por una bomba o pisar una granada decidí irme. Tuve el suficiente valor para decir adiós. Muchos allí dejados seguramente iban a morir más tarde, producto de la mala alimentación o por la falta de agua potable, o quizás por un misil , no sé, sé que muchos iban a morir y sabía que tal vez yo también moriría, pero no me quedaría ahí a esperar a la muerte, saldría y si me la encontraba en el camino al menos sabría que hice algo para escaparme de ella aunque hubiera sido más astuta que yo. Me dolió dejar a viejos amigos, también a Mel, la señorita más bonita que ví en muchos años, dulce, amable, le gustaba tocar el piano y leer novelas, me gustaba escribir para ella alguna historia y ella la leía con fascinación, Mel era mi hermana, y cuando la dejé Mel ya era un cadáver. No resistió la malaria y sucumbió ante la odiosa , así le digo a veces por no decir su verdadero nombre, ese que de solo oírlo nos hace temblar y recurrir a todos los remedios habidos y por haber, ese que no tiene compasión por la humanidad. Que tarde o temprano nos saca de este mundo. La odiosa que se llevó a Mel y tal vez un día me lleve a mi. La odisea de escapar de Candace no fue nada fácil. El frío era insoportable, el abrigo que llevaba lograba limitarlo solo un poco. Pero sabía que debía ignorarlo si deseaba sobrevivir. llevé conmigo un par de naranjas, mi libreta y mis lápices, Quise llevar conmigo también un saco de tela. Sabía que muchas casas habían sido abandonadas, entraría y con suerte conseguiría agua potable y algo para comer. De vez en cuando oía algún helicóptero haciendo inspección pero lograba esconderme tras un vehículo o cualquier esquina, mi pueblo estaba prácticamente en ruinas y a simple vista parecía no albergar más vida que la de gatos y perros que hurgaban entre la basura. Solo dos puntos además del primero con militares conseguí. Pero la oscuridad y su propia confianza me ayudaron a pasar con éxito sin ser visto. Fue fácil siendo solo yo escapar. Finalmente después de haber revisado en tres casas donde pude conseguir una navaja, una pistola con tres balas y tres barras de pan, mantequilla de maní y dos botellas de agua más cinco cadáveres en la última casa, pude tomar la ruta que me llevaría a las montañas nevadas. Empecé mi caminata el día lunes y llegué a la estación Ferdinand el día martes al anochecer, mis pies me dolían, supe que después de la estación que suponía estaba inhabilitada tendría que caminar tres horas más para llegar al pie de la montaña. No sé cómo sobreviviré con dos panes y una botella de agua. Pero tal vez en la estación pueda conseguir algo de utilidad, hay muchos trenes de carga y algunas transportaban alimentos. Me acerco a la estación y paso cerca de uno de los trenes cuando oigo un murmullo , parecen personas hablando y creo que viene de uno de los vagones, me acerco con sigilo y entonces me doy cuenta de algo impresionante. Hay personas adentro. Frunzo el entrecejo pues se supone que la estación no pudo funcionar más por los ataques militares. Me echo un poco para atrás pero una de las mujeres me ve. Abre los ojos muy grande y se levanta, las puertas están abiertas asi que parece querer salir del tren y decirme algo. No sé si sean parientes de los guardias , no puedo confiar en nadie. Entonces veo a tres guardias venir de la parte delantera del tren y las puertas comienzan a cerrarse. Si dejo que me vean será mi muerte. Palidezco pensando como escapar y la mujer me toma del brazo, me hace subir tras ella a tiempo antes de que la puerta se cierre. Miro a mi alrededor, hay varias personas con aspecto neutro. No sé si están alegres o tristes. Me siento al sentir que el tren avanza. Poco después el tren comienza a subir la montaña nevada. En ese lapso de tiempo analizo mi situación justo ahora y la verdad es que no entiendo nada, soy incapaz de hablar, creo que he quedado en shock, solo mi mente maquina las posibles explicaciones a por qué estoy a bordo de este tren. Una de las opciones es la que más me asusta. Miro a la mujer que está a mi lado. _¿ A dónde nos llevan?_ pregunto tan bajito con miedo a ser oído, no se si los guardias tengan micrófonos en este vagón. _¿ Ah?_ pregunta ella. Los ruidos del tren no la dejan oírme. _¿ A dónde nos llevan?_ pregunto de nuevo y elevo un poco la voz. Pero no mucho. _ ¡no lo oigo!_ grita ella. Una voz que proviene del puesto de atrás me sobresalta. _ vamos de forma clandestina a Hamcobih, huimos de la guerra señor _ volteo y mis ojos se topan con los ojos verdes más fascinantes que haya mirado jamás. Es un divino ser. Una dama con cabellera ondulada tan roja como una cereza, y yo amo las cerezas. _ gracias _ apenas puedo decir con una sonrisa un poco estúpida por el impacto de su tierna y atrapante mirada. Si la tuviera frente a mí en el asiento y fuera yo quien estuviera detrás podría mirar aunque sea solo su cabello pero no puedo voltear a cada rato y maldigo mi mala suerte. Respiro hondo. Ah, pero tengo otra pregunta. O más bien unas tres o cuatro más. Así que de nuevo me giro sobre mi asiento . Ella mira por la ventana y yo admiro su perfil. Que nariz, que frente tan bonita, sus labios son tan rojos. Ella voltea y me mira. Me sonríe sorprendida de mi mirada sobre ella. _ disculpe bella dama, no es mi deseo importunar su meditación, pero deseo hacerle otra pregunta. _ claro. _ ¿ Confían en los guardias? Son enemigos, ¿ No será una trampa?_ ella sonríe. _ no, son rebeldes, se oponen a su gobierno, huyen como nosotros_ agarro aire. _ una vez más, le doy las gracias_ digo y retomo mi lugar. La mujer de mi lado está dormida. Yo miro a través de la ventana. Es hermoso ver las montañas nevadas, pero es pura nieve, todo está congelándose y yo no estoy tan seguro de que hubiera podido efectuar este viaje con éxito usando solo mis pies. El llanto de un pequeño bebé me disuade de querer dormir. Busco con mi mirada. Una mujer tres puestos atrás viaja con un bebé de brazos. Aprovecho de ver un poco más y puedo notar que hay además un niño de unos cinco años, ancianos, ancianas, mujeres no tan ancianas, y varios hombres no tan ancianos . Hay unos quince tripulantes en este vagón. Vuelvo a mi lugar, el bebé ha dejado de llorar. Entonces decido sacar mi libreta. Tal vez tenga algunas ideas para mí nueva historia. Hace mucho que intento escribirla pero las presiones de los últimos meses roba mi ingenio y creatividad. " Sucumbí ante su aroma y me deleito en esos ojos que brillan como antorchas dejándome atrapar por su sensualidad, sabía que no era buena idea ... " _ de modo que te gusta escribir, soy Mia Robert _ dice la dama con los seductores ojos verdes sentándose en el asiento frente a mi y acomodándose para conversar conmigo. _ es un nombre muy bello _ le digo. Ella sonríe tímida. _ si, intento ser un escritor _ ella toma mi libreta sin permiso y lee divertida. Miro a mi alrededor y siento una extraña revolución dentro de mi. Su voz es como música que deleita a mis oídos. _ suena interesante, creo que leería uno de tus libros... y si me encanta los leería todos_ dice devolviéndome la libreta. Yo sonrío idiotizado. _¿ De dónde es señor?_ me pregunta. _ soy de Bussi madame, ¿ Y usted ? _ soy de Polonia, pero vivía en Candace desde hace tres años, ahora solo quiero volver a mi país. La guerra es terrible_ dice y su semblante se vuelve agrio. Suspiro. Enseguida y me olvido de escribir ya que toda mi atención se enfoca en la bonita pelirroja frente a mí que parece necesitar consuelo. Entonces se levanta y vuelve a su puesto. Respiro hondo. Que mala suerte la mía. Hacer un minuto de silencio no siempre es la mejor opción. El tren sigue adentrándose en lo profundo de las montañas. El frío comienza a helar mi piel y un delicioso aroma llega a mi fosas nasales .Es café. Volteo con disimulo y miro a un hombre de unos cincuenta años sirviéndose un poco. Entonces lo miro levantarse y servir un poco a cada quien. Llega mi turno y le agradezco mientras recibo un pequeño vaso con el humeante y muy caliente líquido. Es justo lo que necesito ahora mismo. Mientras me lo tomo pienso en lo feliz que seré en Hamcobih , tal vez consiga un periódico donde trabajar, tal vez la hermosa pelirroja de atrás me de su número. La noche empieza a aparecer y las montañas a desaparecer de nuestras vistas por la negra oscuridad que las envuelve. Empiezo a sentir sueño. Estamos demasiado lejos de Candace y pienso en todas esas personas que quedaron en el refugio. ¿ Las volveré a ver algún día? Me pregunto mientras mis ojos comienzan a cerrarse y mi cabeza se inclina sin querer al cuerpo de la mujer que va a mi lado. Ella durmió toda la tarde y ahora luce más despierta que todos. Intento no pegarme a ella pero mi cabeza cae de a golpe a su lado sobresaltandome. Ella me mira con semblante fastidiado. Debería dormir un poco lo sé pues Estamos muy lejos de Candace, pero también muy lejos de Hamcobih. Pero antes de tan siquiera pensar en levantarme de pronto un ruido de los rieles se mezcla con otro ruido. Es ruido de aviones. Despabilo con rapidez y el sueño me abandona. Eso solo puede significar una cosa. Seremos atacados. De pronto ocurre un sonido como de explosión. Parece que fue en la parte trasera del tren. Todos nos sobresaltamos y casi puedo oír los corazones de los demás tripulantes. El bebé comienza a llorar de nuevo y el pequeño niño pregunta muchas veces a su mamá que sucede, otra explosión hace que algo extraño suceda, el tren aumenta su velocidad y de pronto se inclina con rapidez de un lado. Debemos agarrarnos fuerte de los asientos , el tren se inclina y salgo de mi asiento con fuerza recibiendo un fuerte golpe en la cabeza que me produce un terrible dolor. El tren está de medio lado y parece que se desliza con rapidez de un costado por la nieve. Entonces colisiona con fuerza contra algún obstáculo y se detiene. Las luces del tren se apagan y oímos muchos gritos. Me duele todo, he recibido muchos golpes y para colmo no veo nada. _ Dios mío, Dios mio, ¡vamos a morir!_ grita una de las mujeres, oigo quejidos y lamentos. El bebé ya no llora. El pequeño si, grita desesperado una única palabra. ¡ Mamá!. _¡¿ Están todos bien?!_ grito. Poco a poco voy oyendo diferentes voces. _ ¡no se dónde está mi bebé! _ grita la mujer al no tener a su bebé con ella. _¡ Tengan cuidado! ¡ No sé muevan de su lugar !¿ Alguien tiene una linterna?_ pregunto. _ ¡ Yo!¡ Yo tengo una!_ grita alguien. Aguardamos. _ ¡pero no se dónde está mi bolso!_ grita. Maldigo mentalmente lamentando la posible suerte del bebé. Un presentimiento hondo me atormenta. No llora, lo cual haría si estuviera vivo. _ aquí está, aquí está mi bebé _ dice la mujer llorosa. Alguien saca un encendedor de su pantalón y lo enciende para alumbrar un poco. _busca tu maldito bolso viejo, ¡necesitamos esa linterna! _ grita. Yo solo aguardo. El hombre ayudado con el encendedor consigue su bolso. Entonces saca la linterna. _¡ Está aquí!_ dice y la enciende. Entonces alumbra todo , las personas están quietas en algún lado. Algunos tienen sangre en sus rodillas, sus caras o algún lado. Entonces alumbra a la mujer con el bebé. Ella lo aprieta con fuerza contra si. Voy de prisa y pido la linterna. Me acerco a la mujer. _ déjame ver a tu bebé _ le pido. Ella hace una negación llorosa. _ por favor_ pido de nuevo. Me acerco y trato de quitarle al bebé, ella no lo suelta. _ déjame verlo, tal vez necesita ayuda_ digo. Ella cede. Cuando logro tenerlo en mis brazos respiro hondo. Pongo mi oído en su pecho. Su corazón no late. _¿ Está bien?_ pregunta llorando. Hago una negación. _ lo lamento _ digo triste. Ella me lo arrebata y comienza a dar gritos desgarradores. Aunque lo lamento enormemente debo ver la condición de los demás. Ilumino todo a mi paso mientras tengo que esquivar asientos y poco a poco voy viendo que cada uno de los que ví al subir al tren están vivos. El pequeño niño está abrazado a su madre pero tiene una herida en su cabeza. Sigo buscando cuando de pronto pienso en alguien. Mía. Alumbro rápidamente de punta a punta el vagón . No la puedo ver. _¡ Mía!_ grito. Entonces al fondo del vagón creo verla, salto rápidamente entre los asientos hasta llegar al final y al iluminar , allí está, con su cabeza entre sus rodillas. Parece tener una crisis de nervios. Mueve sus piernas con ímpetu y me agacho frente a ella. _ Mia, Mía _ pronuncio. Ella no levanta su cara. Tomo una de sus manos y finalmente alza su mirada hasta mí. Al mirarme me doy cuenta que está llorando en silencio, ella me abraza con fuerza. Empieza a llorar. Yo la aprieto dejándole ver qué estoy con ella y que estamos vivos. _¿ Estás bien?_ pregunto tratando de analizarla. Ella asiente pero al intentar levantarse se queja, dice que su pie duele . _ no puedo _ dice llorosa. De pronto los gritos de la mujer por su bebé se oyen otra vez, los quejidos de todos y el llanto del pequeño que debe estar muy asustado. Suspiro. _¡ Oigan, oigan! Debemos mantener la calma_ grito. _¿ Cómo ? ¡ Estamos en medio de la nada!_ dice uno de los pasajeros. _ es verdad, pero ¿ Que ganamos con desesperarnos? ¡ Al amanecer podremos ver y sabremos que hacer!_ vuelvo a gritar. _ mi bebé, mi bebé _ solloza la mujer. _ quiero salir de aquí, vendrán los militares, nos asesinaran sin piedad_ dice alguna de las otras mujeres. _ por favor, ya, cálmense, no digan más nada_ pide Mía sollozando. _ ¡ Oigan!¡ ¿Están todos bien?!_ de pronto una voz que viene de afuera nos sobresalta. Parece ser alguno de los guardias preguntando desde afuera. Tocan desde afuera y alumbra con su linterna. Apenas se ve una tenue luz. _ si, si, aquí estamos, necesitamos ayuda_ empiezan todos a rogar por ayuda. _¿ Están todos vivos?¿ Murió alguien?_ pregunta el hombre desde afuera. _ ¡perdimos a un bebé!_ grito _ ¡lo lamento! Por favor tengan pa..._ un quejido y un grito ahogado hace que todos nos paralicemos , entonces la linterna del hombre parece apagarse y empieza a gritar con más fuerza , son gritos de dolor que se oyen cada vez más lejos , todos parecemos estar en shock, nadie es capaz ni siquiera de respirar. El hombre hace otro grito ahogado rogando auxilio y pronto no se oye más. Siento que alguien me abraza con fuerza. _¿ Que está pasando?_ es Mía susurrandome con un tono escalofriante. Estoy temblando, y estoy seguro que no es solo por el terrible frio . _ ¿ Que le pasó?_ se oye la voz de una mujer. El niño empieza a llorar y la madre del bebé muerto grita de nuevo. _¡ Ya cállate maldición!_ grita otro. Me dejo caer a un lado entre algún escombro y llevo mis manos a mi cara, frustrado, asustado, temeroso. Algo hay allá afuera. Estamos en un grave aprieto y ni siquiera se que va a pasar con todos nosotros. Mía se pone a mi lado. _ esto es una pesadilla, nunca debí subirme a este tren _ dice entre lamentos entonces algo choca contra el costado del tren. Mía aprieta mi brazo a punto de extrangulacion. Un fuerte rugido tras otro y arañazos me hacen caer en cuenta que tal vez estamos rodeados de lobos. Ilumino con la linterna y no veo que lo que sea que esté afuera tenga manera de entrar. _ no va a entrar, por favor, confíen en Dios _ me resta decir. Las horas pasaron muy lentas para mí gusto. El frío debido a las bajas temperaturas se hizo insoportable, sugerí que se agruparan en grupos de tres para darse calor. Mía trajo algunas mantas que nos sirvieron para sobrellevar el frío. Pude oír los dientes de algunos tiritando. Nunca desee tanto estar en el refugio, al menos ahí teníamos calefacción. Los tripulantes intentaban mantenerse calmados. Lo que estuviera afuera se ha ido. Solo escuchábamos el llanto cada cierto tiempo de la pobre mujer. Tapaba mis oídos para no oírla. Desgarraba mi corazón , ella no quería soltar el cadáver de su bebé. Y la entendíamos. Pero al pasar las horas se empezaría a descomponer y tendría que tomar la aberrante decisión de sacarlo del vagón. Y aunque el hielo lo conservase no era buena idea mantenerlo aquí dentro . Poco a poco la claridad comenzaba a llegar. En un momento me di cuenta que Mía ya no estaba a mi lado. Con el amanecer de un nuevo día la pude ver. Estaba al lado de la pobre mujer que lloraba la muerte de su bebé, intentaba consolarla. Me levanto, es hora de ver cómo están todos. Quiero ver en qué condición están primeramente antes de intentar ver dónde estamos y si podemos salir de aquí. Me acerco a una mujer de unos sesenta años. Parece rezar, sus ojos están cerrados y su boca tiembla, tomo su mano con cuidado y abre los ojos de golpe. Se ve que está muy asustada. Aprieta contra su pecho una biblia. La miro y sonrio tratando de transmitirle un poco de paz. _ soy Thomas, Thomas Miller, ¿ Usted cómo se llama ? _ soy Rebeca_ dice con voz tenue. _ ¿ Cómo se siente usted preciosa dama?_ le pregunto. Ella muestra una sonrisa forzada. _ he estado mejor hijo_ dice. Miro su rodilla. Está muy hinchada. Está entre verde y morado. Suspiro. _¿ Puedo?_ le digo para tocar su pierna. Ella asiente con semblante indispuesto. Introduzco mi mano bajo su rodilla y la otra bajo su pantorrilla. Intento moverla y se queja. La miro con pesar. _ tu también estás herido_ dice. Mi frente duele. Tengo una herida , una cortada cerca de mi cien. Asiento. _ bien ... No soy médico, pero creo que solo debe estar tranquila, no mover la pierna y estará bien_ ella suspira. _ no creo que vaya a estar tan bien, si esas cosas de allá afuera quieren atacarnos. _ usted no se angustie por eso. Entre todos la protegeremos_ ella suspira y me sonríe. Voy al siguiente, es un caballero de unos cincuenta años, tiene semblante sereno. _ yo estoy bien muchacho, mejor ve a ver a los demás_ asiento y camino solo cinco o seis pasos. La señora con el pequeño niño de unos cinco o seis años. _ hola campeón _ digo al niño. Está abrazado a su mamá con fuerza. _¿ Cómo te llamas?_ pregunto. _ Eduard. _ bien Eduard quiero revisarte. ¿Hay alguna parte donde te duela?_ él asiente. _¿ Dónde?_ señala su espalda, su madre lo inclina un poco y sube su franela. Su espalda está muy golpeada. Le sonrio al pequeño. _ buscaremos algo para aliviar tu dolor_ él sonríe tímido. Su madre solo tiene algunos moretones. Me acerco poco a poco a todos , hay cortadas, magulladuras, creo que un dedo roto, pero afortunadamente nada tan grave. Por fin voy hasta donde está Mía. _¿ Tú cómo te sientes? _le pregunto. _ mi pie duele un poco y tengo frío. Reviso su pie. Parece que solo fue una torcedura. La miro y suspiro. _ no soy doctor pero se que esas heridas hay que tratarlas. Debe haber un botiquín en alguna parte del tren_ digo. _ no pienso salir de este vagón. Y tú tampoco deberías salir, mira lo que le pasó a ese pobre hombre anoche _ dice ella abrazándose a si misma. _ tendremos que salir en algún momento , hay que buscar provisiones, ver cómo están los guardias y los demás pasajeros, buscar la radio para intentar pedir ayuda_ ella agarra aire. _ si prometes que no me pasará nada voy contigo_ no puedo asegurarlo. Pero lo que si te aseguro es que haré lo que este en mi mano para protegerte, y a los demás_ ella sonríe. Entonces suspira. _ fui enfermera en Polonia. Se algunas cosas, la rodilla de Rebeca debe recibir hielo para desinflamar, debería subir la pierna en algún sitio , el dedo del hombre de chaqueta gris debe ser entablillado. _ ¿ Sabes hacer eso?_ ella asiente. Sonrío con un poco de fé. Me levanto. _ bien, dos de ustedes deben salir del vagón conmigo, no tenemos mucha comida y .. _¡ Estás loco! No saldré_ grita uno de los hombres. _ ¡ Yo tampoco! No quiero morir allá afuera_ dice otro. _ bien, bien, parecen niñitas, si los hombres no pueden irá alguna dama conmigo_ digo. _ yo iré_ dice un viejo de unos sesenta años. _ bien...vamos_ digo. Debemos subir hasta la ventana, quedó en la parte de arriba de nosotros como si fuera techo. Me impulso pero está alto. Me cuelgo de las sillas que quedaron sobre nosotros y con fuerza abrí la ventana. Enseguida un frío intenso entra al vagón. Los demás hombres ayudan a salir al viejo. Una vez afuera podemos ver el desatre que ocasionó el descarrilamiento. Hay humo, árboles caídos, escombros por todas partes. El viejo señala a una distancia. _ son cadáveres, probablemente las personas que venían en aquel vagón_ señala uno de los vagones, está destruido casi en su totalidad. Enseguida miro la parte delantera. Lo primero es conseguir el radio. Quiero ver el estado de la locomotora. _ esto es horrible, no vamos a soportar mucho tiempo el frío muchacho_ me dice el hombre. _¿ Cómo se llama? _ Stuart_ dice. _ bien Stuart, yo bajaré, veo que tiene usted buena visión, iré a revisar, necesito que esté vigilante. No sabemos que cosas hay aquí afuera. Si ve un peligro grite lo más alto que pueda , podré correr y subir a los vagones, ¿ Está bien?_ él asiente. Respiro hondo y me acerco a la orilla del vagón. Salto y de inmediato me hundo un poco en la espesa nieve. Miro al extremo, unos diez vagones más adelante está la locomotora. Debo ir allí. Pero no me apago a mi propio plan y decido inspeccionar primero los vagones. Me vengo de un lado del tren, debo ver si hay sobrevientes, si hay alguno tiene que ir a nuestro vagón, debemos estar todos juntos. observo que los rieles están destruidos. mientras camino pienso en lo difícil que será sobrevivir si no consigo la radio. Al recorrer seis vagones me encuentro con los cadáveres , están mutilados. Hay mucha sangre. Siento ganas de vomitar, no puedo creer que uno pueda acabar así. Me detengo asimilando la horrible escena. El vagón tiene fuego. A punto de extinguirse. Tomo trozos de madera , nos servirán para darnos calor esta noche. Sigo caminando entre los cadáveres, son unas seis personas. Respiro hondo. Entonces miro a unos quince metros que hay alguien. Suelto la madera, corro hasta él, tal vez aún esté vivo. Me alejo un poco del tren pues el hombre está cerca de los árboles caídos. Llego y rápidamente lo analizo, entonces veo que es un guardia. Todos sus intestinos están fuera de él. No tiene las piernas, le falta un brazo. Trato de no mirar y enseguida siento ganas de vomitar. Vacío el contenido de mi estómago en la nieve , respiro agitado. Miro por los alrededores , algo tuvo que hacerle esto, tal vez sean lobos de montaña. Corro hasta el tren, debo ir por la radio. Cuando oigo gritos. _¡ Ey! ¡ Ey!_ es Stuart. Lo miro hacer movimientos con sus manos. Mi corazón se acelera. Dije que solo lo hiciera si veía algún peligro cerca. _¡ Es un lobo!¡ Un lobo!_ aún me falta por llegar al tren. Miro con ansiedad tras de mi, y ahí, cerca del cadáver del guardia hay un lobo. Parece que al verme cerca de su comida vino para defender lo suyo , respiro lento tratando de agarrar aire, él me muestra sus dientes y yo doy unos pasos atrás con mucha lentitud. _¡ Coorreee! _ grita Stuart, miro a dónde está Stuart y volteo a la dirección del lobo mirando como ha empezado a correr hacia mi. Yo empiezo a correr también. Corro lo más rápido que puedo sintiendo mis latidos en todo mi cuerpo. Maldición no quiero morir devorado por un lobo. Veo el tren muy lejano pero una fuerza superior a mis capacidades sale de lo más hondo de mi. _ ¡ De prisa!¡ De prisa!¡ Viene hasta tí !_ corro hasta llegar al tren y trato de subir a uno de los vagones, pero resbalo. Miro por dónde viene el animal. Está peligrosamente cerca. Intento subir de nuevo casi lo logro si no es por qué el animal se arroja sobre mi. Tomo uno de los trozos de madera con una mano y trato de golpearlo pero es imposible es muy fuerte. _! Ey! _ oigo golpes del otro lado. Stuart ha saltado y golpea el vagón con una barra. El lobo se se distrae y aprovecho para golpear su cabeza con todas mis fuerzas, se echa atrás y mirando a Stuart corre hasta él, Stuart intenta subir de nuevo. _¡ Noooo!_ grito lleno de terror. Pero Stuart logra subir, subo con prisa a un vagón y miro al lobo correr de nuevo hasta mi. Intenta subir también al vagón , parece muy enojado. Entonces retrocede y me mira. Parece amenazarme. Perdiéndose luego entre los árboles. Llego al vagón dónde está Stuart y creo que mi corazón se detendrá en algún momento. _ estamos muertos, estamos muertos_ dice Stuart. _ ¿ Que pasa?¿ Que pasa allá afuera?_ pregunta uno de los pasajeros. Respiro hondo. Palmeo la espalda de Stuart y él comienza a bajar dentro del vagón. _ no quiero estar un minuto más aquí afuera_ lo oigo murmurar , Sigo mirando a lo lejos. Entonces lo veo. Es un lobo, pero este no parece ser el mismo. Parece mucho más grande. Me mira y luego de un momento da la vuelta y se retira. Respiro hondo. Maldición, no fui por la radio, no fui por alimentos, tuve que distraerme. Empiezo a bajar y cierro la ventana. No podemos arriesgarnos a que entre un animal como ese aquí. De seguro en manada intentarán hacerlo. Estoy molesto, frustrado, decepcionado de mi mismo.

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