La sangre goteaba por sus manos en gruesos chorros mientras se las lavaba, el agua se tornaba carmesí antes de irse por el desagüe. En algún momento, debido a que su atención se había centrado en su esposa, unos cuantos imbéciles habían decidido que ya no estaba mirando. Que amarla había embotado su filo. Que podían engañarlo y marcharse respirando. Se había ablandado, sí, pero solo por su mujer. Para el resto del mundo, seguía siendo el mismo insensible señor de la mafia que no conocía la piedad. —No tenías que venir. Me habría encargado de ello —dijo Dave mientras lo veía lavarse las manos. —Podrías haberlo hecho —dijo Nate con calma—. Pero me traicionaron. Y cuando eso sucede... el mundo necesita presenciar las consecuencias. Había dado un ejemplo tan espantoso que perseguiría a su
Download by scanning the QR code to get countless free stories and daily updated books


