Resistiéndose al deseoActualizado el Jun 6, 2024, 19:13
Alessandra Fiore había nacido en cuna de oro. La hermosa y elegante mujer, de cabellera rubia y ojos azules, que destilaba perfección hasta en sus pasos, había nacido en el seno de una familia millonaria de la alta sociedad italiana. Creció con la inocencia reflejada en el rostro, hasta que un trágico accidente le arrebató a sus padres y se llevó consigo no solo a ellos, esa inocencia que poseía también desapareció. Al cuidado de sus abuelos maternos, Alessandra se transformó en un ser lleno de resentimientos y ambición. Uno que se había propuesto triunfar en la vida a cualquier precio. “El fin justificaba los métodos y medios”. Fue así como poco tiempo después, se unió en matrimonio a uno de los hombres más reconocidos en el mundo empresarial a nivel mundial, el señor Favio Salvatore. Un hombre magnífico en todo el sentido de la palabra. Buen hijo, buen esposo, buen amante, buen amigo... Al poco tiempo, el amor que se profesaban rindió sus frutos. Les nació la pequeña Alessia Salvatore. La niña que trajo nuevamente la alegría al corazón de la madre, pero no sería por mucho tiempo. Lo que parecía ser perfecto se desvaneció con el deceso del padre de familia. Favio había perdido la vida en otro trágico accidente. Nuevamente, alguien más había sido arrebatado de los brazos de su familia, como si hubieran estado marcados por alguna especie de maldición. Esta vez Alessandra encerró su corazón en una cripta. Juró que nunca más entregaría su amor y volcó toda su rabia, insatisfacciones y frustración hacia la vida, en su única hija. Se volvió distante, fría y calculadora, hasta el punto de no brindar ni la más mínima muestra de afecto, y esto también incluía al fruto de su vientre.Pero Alessia Salvatore ya no era una niña. Había pasado el tiempo y se había convertido en una hermosa joven de dieciocho años, tan hermosa o más que la madre. Caprichosa, altanera y retadora. El no recibir de Alessandra lo que tanto necesitaba la llenó de resentimientos hacia ella, a tal punto, que cualquiera de fuera podría decir que eran dos completas extrañas, e incluso enemigas.Siempre hubo tensión entre las dos. Era inevitable. La relación de ambas se había convertido en una lucha de poder donde las dos deseaban más que nada demostrar supremacía. Pero, ¿qué sucede cuando el pecado tiene cuerpo de hombre varonil, elegante, sexy y seductor? Gianmarco De Angelis había llegado desatando pasiones y deseos hasta en los corazones que se habían cerrado. Esos que dijeron nunca más volverían a amar. Madre e hija mirando en la misma dirección y enfocadas en un mismo objetivo. Era lo único en lo que se habían puesto de acuerdo, aunque de forma involuntaria. De un lado, dos mujeres con las mismas ansias, los mismos deseos, el mismo apetito voraz por un solo cuerpo. Y del otro, un hombre con los mismos sentimientos. Pero había una diferencia: su apetito igual de voraz no era por un solo cuerpo, sino por dos. Dos mujeres unidas por el lazo más fuerte que puede existir, por más profundas que sean las diferencias: la sangre. El pecado es atrayente, así como atrae la oscuridad de lo prohibido. Tarde o temprano todos sucumben ante el deseo. Y más... cuando parte de él se esconde tras unas palabras astutas, afiladas e intrigantes que te invitan todo el tiempo a pecar. ¿Qué tanto puedes resistir antes de intentar morder la manzana de lo prohibido? 3,2,1... ¡Que comience el conteo regresivo!