**KEVIN**
Me incliné hacia delante, sintiendo una oleada de alivio tan potente que casi me hizo olvidar el nudo de estrés que había tenido en el estómago durante meses. Era cuestión de minutos para que el juez emitiera la orden que pondría a Tiffany en libertad de poseer lo que le pertenece y desestimara los ridículos cargos en su contra. Solo tenía que pasar a la última fase: el abogado defensor iba a dar sus argumentos finales.
Y fue entonces cuando la madre de Tiffany, la mujer que nos había hecho la vida imposible, hizo una mueca sutil, una sonrisa pequeña y repugnante que me heló la sangre.
El abogado de la defensa, un hombre de aspecto gris y aburrido que hasta ese momento parecía derrotado, se levantó con una nueva y extraña confianza.
—Su Señoría —anunció con una voz que de rep
