—Mía.
Abro la boca un par de veces, James hace una mueca de disgusto al verme con mi pareja, y ahora confirmo que es él por el olor a tierra mojada que desprende y que sólo yo puedo oler.
—Es mía, James—un leve gruñido aparece en la boca de mi mejor amigo—. Así que mantén tus manos alejadas de ella.
Parpadeo una vez antes de intentar separarme de… Darius, mierda. Un Alfa. ¿Qué clase de cosas vio la Luna antes de juntarnos?
Me alejo de ambos, necesito dormir y pensar en lo que acaba de suceder y que tal vez sea un chiste cruel el que me haya reclamado un Alfa importante. Un baño caliente y a dormir por horas, eso es lo que me hace falta. Toman mi mano antes de que me carguen como si no pesará setenta kilos.
Con sus pasos bien firmes me saca del comedor, sigo moviéndome pero me mantiene quita para que no me rompa la cara al caer al suelo. Sube las escaleras y yo espero que nos caigamos, sólo quiero irme a mi cama y olvidar todo esto.
Entra a una habitación grande y me deja en la cama con cuidado, es cariñoso, y agradezco que lo sea, pero…
—Duerme, que lo necesitas.
—Señor…
—No me digas señor y duérmete, Emily.
Se acerca a la cama antes de empezar a desvestirme, niego a esa ayuda. Puedo hacerlo yo. Con sus manos ágiles me quita el uniforme de servidumbre que tengo al estar en el trabajo.
—Pediré que te traigan ropa—avisa antes de tomar los pedazos de tela y romperlos con facilidad—. Tengo que volver al comedor pero tú quédate a dormir y descansar que tenemos cosas que hablar.
Asiento antes de ver cómo sale por la puerta sin decirme otra cosa más, me levanto y busco algo con lo que pueda cubrir mi desnudez, tal vez una de sus playeras me sirva. Busco y encuentro una blanca y esa es la que me pongo, me llega poquito abajo de mis muslos. Está bien. En ese caso.
Me la pongo y con cuidado me voy a la enorme cama que hay para mí sola en este momento, tal vez me marque hoy en la noche, o tal vez no. He escuchado de Alfas que marcaron a su pareja en la misma tarde, para hacerlo oficial ante La Diosa Luna.
Después de un momento me quedo dormida, un sueño profundo me toma y no despierto con facilidad.
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Siento un cuerpo a mi lado, no le doy importancia porque no está tocándome si quiera, solo está ahí. Abro un ojo para ver a mi pareja ver el techo sin acercarse a mí más de lo debido.
—En unos días iremos a nuestra manada—dice calmado—. Un Omega se quedará a cuidar de tu padre, y no quiero escuchar que digas que vendrá con nosotros que no sucederá.
—¿Cuándo me vas a marcar?—el gruñido que suelta llama mi atención.
Fue uno de advertencia o de coraje, se supone que no debe hacerlo, porque es un tema importante entre nosotros. Es nuestra unión.
—No sé.
—Mi celo es en cuatro meses… y…
—No te estoy pidiendo esa información.
—Debes saberla—me incorporó e intento tocarlo cuando se levanta y esa es señal de… —. Mi rango.
—No estoy muy de acuerdo en ser pareja de una Omega.
Ladeó los labios de manera triste, no esperaba que me dijera eso y que pareciera que le doy asco por ser lo que soy.
—¿Eso quiere decir que cuándo vaya a tu casa dormiré en otra parte?—escucho un sonido afirmativo—. Entonces… voy a bañarme.
Me levanto viendo que hay una maleta dónde está mi ropa, camino a ella y tomo un cambio, me encierro en el cuarto de baño para escuchar nada afuera de él, un lágrima baja por mi mejilla, duele.
No me quiere por ser una Omega, yo no tengo la culpa de eso… tampoco de la madre Luna pero… He escuchado que cuando eso pasa… Dioses. Termina mal. Muy mal.
Sí no me marca en un año la Diosa nos va a separar y yo tendré que regresar a mi manada como fracaso y él, bueno. Tal vez tenga suerte y le den otra pareja por ser un Alfa… y si yo tengo suerte… me den otra pareja. Omega. Cómo lo que soy.
Es una mierda todo esto.
Una grande.
Salgo del baño para ver a mi pareja digitando algo en el teléfono que tiene en las manos, parece que manda un mensaje, ladeo los labios antes de salir de la habitación.
Bajo las escaleras y camino al dormitorio que tengo aquí, es más pequeño que la que tengo en casa pero es suficiente para mí. Veo las cositas que con esfuerzo compré, algunas son libros de segunda mano como parte de mi ropa, suspiró antes de sentarme en la camita que me ayudaba en las noches y es cuando comienzo a llorar. Está será mi vida. Pero… sólo debo soportarla un año. Un año y volveré a mi vida normal.
—Nunca me ha gustado verte llorar—moqueo al escuchar la voz de James.
Se acerca a la cama antes de sentarse a mi lado, no evitó el poner mi cabeza sobre su hombro y tampoco el que él haga lo mismo en la mía.
—Ya Em.
—Sólo… Creo que pedía demasiado—más lágrimas amargas—. Quería a mi pareja… y ahora… viviré un infierno.
Su brazo abraza mi cintura, mientras lloró lo que puedo y quiero con él. Por eso me pensaba el aceptar ser su pareja de una forma que no es natural. Al ir al Templo Lunar y pedir que la luna nos uniera era porque James quería estar conmigo y él no me haría llorar, los sentimientos de él cambiaron por mí desde hace mucho y hace algunos meses se informó sobre el Templo Lunar… me lo dijo hace unas semanas atrás.
—Las cosas suceden por una razón—niego con un par de lágrimas cayendo por mi mejilla—. Siempre estaré para ti, Emily.
Me quedo en silencio y uno agradable, James se queda conmigo en ese momento que lo necesito, que necesito de su compañía.
Me levanto para tomar lo que tenía guardado para él, es pequeño, pero lo hice pensando en aceptar su propuesta de ir al Templo Lunar. Me levanto y camino a él. Se lo doy y sus ojos suben a mí para buscar algo que le diga que hay en la cajita.
Es negra con un listón plateado cubriéndola, entrecierra los ojos antes de decidirse abrirla. Espero le guste.
Sus ojos se abren al ver lo que hice para nosotros.
—Emily…
—Pensaba decirte que sí. Y bueno…
—Tuviste tus razones para no decírmelo antes—suspiro triste.
—Tenía miedo de saber lo que diría mi propia manada… y ahora…
—No te preocupes, estaré contigo.
Ladeó los labios antes de sentarme a su lado y hablar de muchas cosas que nos faltaron por compartir. Seguimos hablando cuando escucho un par de gritos en la planta alta, me levanto al igual que James pues los gritos son preguntando por mí y seguramente los da mi pareja.
Diablos.
Salgo de mi habitación al escuchar el grito de una de mis compañeras.
Llegó antes de que se le ocurra hacer algo realmente estúpido.
Me ve y su irá la sufro yo.
—¿Dónde mierda estabas?
—En…
—Cuida bien lo que vas a decirme, Emily—no recuerdo haberle dicho mi nombre.
Sus ojos reflejan una frialdad única, jamás la había visto en otro lobo, y menos que tratara así a su pareja cuando la acaba de encontrar, he visto parejas que se tratan con amor desde el primer momento y…
—Estaba en mi habitación—digo con un poco de miedo—. Alistaba mis cosas para que mi remplazó tuviera donde acomodar las suyas.
Se acerca un par de pasos antes de gruñir despacio, parpadeo antes de sentir su mano en mi barbilla para que me levanté la cabeza con un poco de rudeza.
—Por esta ocasión te lo voy a pasar—sisea con molestia segura—. A la próxima que salgas sin decirme a dónde vas te irá muy mal, ¿me entendiste, Emily?
—Sí.
Me suelta y puedo ver qué el padre de James y su Beta lo sostienen para que no haga nada en contra de Darius por tratarme de esa forma. James tiene los ojos verdes encendido lo que significa que quiere soltar al animal.
No sería bueno que lo soltará. No si Darius es agresivo en ambas formas.
—Bien. Ahora termina de hacer lo que hacías antes de que vaya por ti.
Eso llama mi atención.
—Pudiste buscarme sin necesidad de gritar.
—Para que no te vayas sin avisarme.
Se aleja de mí antes de ver a James que está a un paso de la transformación.
—Y tú, cuida tus pasos que sí ella huele a ti más de lo debido, te arrancaré la cabeza.
James le responde con un gruñido que suena en toda la casa, me cala los huesos. Porque fue uno de advertencia.
—¿Me amenazas en mi territorio?
—No. Te pongo un aviso en tu territorio. Esa hembra es mía y que sí huele a ti porque te pasaste de listo, esto sería mío.
—Tratala como se merece.
Una sonrisa cruel se forma en los labios de mi pareja antes de mirarme y hacerme una mueca para que vaya a él.
—Es mía y nuestra relación es asunto nuestro—escucho el gruñido de James antes de que mi pareja deje un beso en mi sien—. Más te vale que le vayas diciendo al cachorro que si se sigue metiendo entre nosotros le arrancaré la cabeza.
Me suelta y tomo el camino a dónde debo irme a casa.