—Jesús —dice. Cierra los ojos y luego los vuelve a abrir. Rápidamente se sube encima de mí, toma mis dos manos y las presiona sobre mi cabeza, sobre la cama. Jadeo. Comienza a besarme de nuevo, con fuerza. Puedo sentir su pene haciéndome cosquillas en el coño y eso me vuelve loca. Mi corazón late más rápido. Empiezo a gemir.
—Una vez que hagamos esto, no podremos volver atrás —me dice con voz ronca al oído.
—No quiero volver nunca más —digo rápidamente—. Por favor, méteme el pene ahora mismo. Cierro los ojos y siento que la excitación aumenta. Él baja suavemente la mano y la usa para separar los labios de mi coño. Estoy resbaladiza por mi lubricación. Entonces siento que aprieta su pene, más grande que el promedio, en mi coño. Me quedo sin palabras. Que me llene con su pene es celestial. Gimo cuando una oleada de placer me golpea. Ahora está temblando.
—¡Oh, Dios! ¡Cloe! —dice. Abro los ojos y veo que está llorando. Solloza en mi hombro—. Te sientes tan bien —dice. Luego comienza a empujar suavemente dentro y fuera de mí. Empiezo a jadear y a gemir. Amasa mis pechos con sus manos y jadea mientras empuja lentamente.
Lo rodeo con mis brazos y pongo mis manos sobre su trasero musculoso. Lo atraigo más profundamente hacia mí con cada embestida. Comienza a hacerlo más rápido y con más fuerza.
—Cloe —dice sin aliento—. ¡Oh, Dios mío, me estoy cogiendo a Cloe…!
—¡Anthony…! —digo entre gemidos—, ¡papi…!
Él empieza a cogerme más fuerte cuando lo llamo así.
—Papi… —digo, y siento escalofríos por toda la columna y por los dedos de las manos y los pies. Después de decir esa palabra, me penetra con más fuerza. Siento que el orgasmo va en aumento, mucho más placer del que he sentido con mi novio David. Esto está muy mal. Estoy engañando a mi novio y me estoy cogiendo a mi padrastro. Siento que el placer me aprieta cuando pienso en eso. Me aprieta y gimo en voz alta, casi sueno enojada mientras el orgasmo aprieta mi cuerpo y me desgarra. Arqueo la espalda y siento que mi cuerpo se sacude unas cuantas veces mientras múltiples orgasmos me desgarran.
—¡Oh, Dios! ¡Papi! —digo, mientras siento que los orgasmos se desvanecen. Gime cuando otro orgasmo lo invade y me eyacula de nuevo. Puedo sentir su semen y mi lubricación goteando de mí, hay tanto. Se derrumba sobre mí, con la cabeza sobre mi hombro.
Nos quedamos allí jadeando, recuperando el aliento, pero mi lujuria por él no está satisfecha.
—¿Puedes cogerme más? —pregunto aturdida—. ¿Por favor?
Me mira con deseo en sus ojos.
—Siempre fuiste malcriada —dice con voz ronca. Luego, de repente, me levanta y me da vuelta para que quede boca abajo. Jadeo.
—Oh, Dios, cógeme hasta dejarme sin aliento —digo con avidez. Luego gimo cuando rápidamente me tira de las caderas para que mi trasero quede en el aire. Mi cabeza está apoyada en mis brazos sobre la cama—. Oh… —gimo.
—Te mereces una buena cogida, jovencita —dice con severidad. Luego vuelve a hundir su pene en mi coño.
—¡Oh! —grito de placer. Comienza a penetrarme rápidamente, haciendo que un zumbido de placer se apodere de mi coño. Mis músculos se tensan y aprietan su pene con más fuerza mientras él se empuja hacia adentro y hacia afuera.
—Oh, Dios… —gime—. Cloe, estás tan apretada… —gimo en voz alta cuando dice eso, y un escalofrío de placer me recorre el cuerpo.
—Supongo que te has estado cogiendo a tu novio —me dice mientras mete el pene dentro y
fuera—. ¿Te lo has estado cogiendo así? ¿Sabe que también me estás cogiendo a mí, cariño?
—No —me las arreglo para decir con un chillido—. Él no lo sabe. —Gemí de placer cuando él penetró más profundamente en mi interior—. ¿Sabe mamá que me estás cogiendo en su cama? —Lo siento estremecerse cuando digo eso, y luego me coge más fuerte y más rápido. Empiezo a jadear y a gemir más fuerte.
Me coge así durante unos diez minutos más, apenas puedo respirar, se siente tan bien, tenerlo embistiendo tan profundamente dentro de mí. En algún momento empiezo a gritar con cada embestida. Creo que voy a explotar de placer. Puedo oírlo gruñir y respirar con dificultad detrás de mí, su placer debe estar aumentando ahora. Se empuja frenéticamente dentro de mí una y otra vez, sin aliento.
—Córrete, pequeña putita —me dice enfadado—. ¡Vamos! —Me embiste aún más fuerte. Siento un escalofrío que me recorre el cuerpo y luego un orgasmo me agarra con tanta fuerza que me quedo sin aliento. Siento el placer desgarrar mi cuerpo y grito y gimo de éxtasis. Tres veces seguidas y rápidamente un orgasmo me aprieta el cuerpo. Apoyo la cabeza en la cama mientras jadeo y trato de recuperar el aliento.
—¡Uf! —grita Anthony detrás de mí mientras su cuerpo se sacude y dispara una enorme carga de semen en mi coño.
—Maldita putita —dice mientras recupera el aliento.
—¡Papi! —digo dolida.
Empuja su pene flácido dentro de mí con fuerza una vez más, como diciéndome que me comporte.
—Oh… —gimo.
Él se aleja de mí y se derrumba en la cama a mi lado.
—Nunca estás satisfecha, ¿verdad? —dice mientras me mira con asombro.
—Estoy empezando a serlo —digo mientras le sonrío con cansancio—. Nadie me coge como tú —digo en voz baja.
Cierra los ojos y gime. Luego se levanta de la cama, se acerca a la mesilla de noche y abre un cajón. Saca algo n***o, largo y con forma de pene.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto un poco alarmada.
—¿Tienes miedo? —pregunta con una sonrisa.
—No —digo, pero miento. Nunca antes había tenido dentro de mí nada más que un pene de verdad. Esa cosa enorme da miedo.
Se sienta en la cama y se acerca a mí. Me da la vuelta y me deja boca arriba. Lo dejo.
—Abre las piernas, Cloe —dice con severidad.
Obedientemente hago lo que me dicen.
—Juega con tus tetas —dice en voz baja. Lo hago. Me masajeo las tetas grandes y lo miro a los ojos mientras siento que el deseo crece entre nosotros nuevamente.
—Esto —dice, levantando el gran vibrador n***o— es lo que coge tu madre en lugar de a mí. Luego, rápidamente, me lo mete.
Jadeo. Es duro, más duro que un hombre, pero se desliza dentro porque estoy muy mojada. Estoy en shock.
—Anthony —digo, protestando.
—Shhh… —dice mientras enciende el vibrador—. Lo necesitas…
Sigo frotando mis tetas mientras la máquina vibradora envía ondas de placer que se hacen eco unas a otras dentro de mi coño. Cierro los ojos mientras Anthony comienza a deslizar el vibrador dentro y fuera de mí. Gimo en éxtasis. Ni siquiera sabía que algo pudiera sentirse tan bien. Mis manos dejan de frotar mis tetas. Caen flácidas a mis costados mientras dejo que me folle con la máquina negra. Empiezo a gemir y a jadear y él comienza a empujar el vibrador más rápido y más fuerte, más profundo. También puedo escucharlo respirar con dificultad.
—¡Oh, Dios! —grito. Es demasiado placer para soportarlo. Se acumula en un torrente y de repente sale de mí. El líquido sale disparado de mí. Me corro con tanta fuerza que chorreo. Grito mientras el placer me desgarra con fuerza. Aprieto todos mis músculos, arqueando la espalda, y luego me desplomo. Estoy sin aliento.
Rápidamente me levanta y me sienta. Me siento como si estuviera borracha de tanto cogerlo.
—Chúpamela —dice con voz ronca, y me empuja hacia delante y hacia abajo para que mi cara quede sobre su pene.
Su pene está erecto, duro como una roca otra vez, y todavía reluciente por mi lubricación de antes. Obedientemente hago lo que me dice y abro bien la boca y comienzo a chupar su gran pene. Él gime.
Su pene sabe a sal y a mí. Está caliente y duro y envuelvo mi mano alrededor de su base mientras muevo mi boca hacia arriba y hacia abajo. Hago girar mi lengua amorosamente alrededor de su pene mientras chupo. Aprieto su eje con mi mano. Estiro mi otra mano hacia abajo para apretar sus bolas suavemente. Él gime de placer.
—Chúpala —ordena—. Chúpala fuerte.
Succiono más fuerte y me muevo más rápido hacia arriba y hacia abajo. Estoy muy cachonda ahora, aunque ya me he corrido.
Él empieza a jadear. Yo sigo a mi ritmo. Él empieza a gemir de placer y eso me excita aún más. ¿Dejaré alguna vez de desearlo?
—¡Oh! ¡Ahhh! —comienza a gritar con cada embestida de mi boca. Aprieto sus bolas y su m*****o una última vez y él dispara semen en mi boca con un largo y fuerte gemido. Trago lo más rápido que puedo, pero tiene mucho dentro. Luego se corre de nuevo justo después y yo también lo chupo. Luego me tumbo de nuevo en la cama, exhausta. Las sábanas están mojadas con mi semen y nuestro sudor, pero no me importa.
Se recuesta en la cama, junto a mí, boca abajo, recuperando el aliento. Pasa el brazo por mi cintura y me atrae hacia él. Susurra en mi cuello. Me provoca escalofríos en la columna vertebral.
—Todos los días de este verano tenemos que hacer esto —dice. Gimo de placer al pensarlo, estoy muy feliz de haberlo conquistado.
—Trato hecho —digo.
Me da la vuelta para que le dé la espalda y me atrae hacia su cuerpo. Jadeo. Agarra uno de mis pechos con la mano y acaricia mi cabello con su cara. Pongo mi mano sobre la suya en mi pecho. Todavía estoy muy emocionada, pero agotada. Siento que su respiración se hace más lenta y cierro lentamente los ojos y me duermo desnuda en los brazos de mi padrastro.