Ocultárselo a mi mamá Parte 1

1445 Palabras
Mi padrastro y yo empezamos a tener sexo hace un par de semanas. Tengo 19 años y estoy de vacaciones de verano, y mi madre se ha ido de viaje de negocios. Vuelve hoy. Esta es la última oportunidad que podemos tener de coger por un tiempo. —Hola, Anthony —digo mientras bajo las escaleras a toda velocidad para desayunar. Él levanta la vista de la mesa donde ha estado leyendo el periódico y tomando café. Tiene el pelo corto y oscuro y un cuerpo estupendo para un hombre de unos 40 años. Bronceado y musculoso. Me sonríe. —Cloe —dice. Mira mi cuerpo de arriba abajo. Me puse los shorts de jean más cortos que tengo y un top turquesa ajustado con cuello halter para mostrar mis piernas y mis grandes pechos. Al parecer, lo aprecia. Todavía está mirando mi cuerpo. Me siento en la silla junto a él y bostezo y me estiro deliberadamente, sacando el pecho hacia afuera mientras lo hago. —Entonces, ¿qué quieres hacer hoy? —le digo. —Cállate —dice riéndose. Como si no supiéramos qué vamos a hacer. Joder. Como siempre. Me río. —Primero déjame desayunar —le digo, levantándome. Llevo mi cabello largo y oscuro atado en una cola de caballo y se me cae en la espalda cuando camino. Todavía puedo sentir sus ojos sobre mí. Terminamos nuestro desayuno y luego agarro su mano. —Quería probar algo —le digo, levantándome y llevándolo conmigo. Lo llevo afuera, por el camino de tierra que lleva a un viejo garaje detrás de la casa. Tenemos uno nuevo, pero este es el que quiero usar. —Espero que los vecinos no nos estén mirando —dice Anthony mientras mira a su alrededor y suelta mi mano. —Ni siquiera pueden vernos, están demasiado lejos —digo riendo. —Podrían estar saliendo a pasear —dice. Gimo y abro la vieja puerta de madera. Luego lo tiro hacia adentro. Hay espacio justo para nosotros y la camioneta vieja y grande que ha estado escondida aquí durante años. Cierro la puerta y salto a la plataforma de la camioneta, la parte trasera ya está abajo. Anthony sonríe, se acerca a mí y me besa. Ahora estamos hablando. Dejo de besarlo para agarrar uno de los sacos de dormir que guardamos en la parte trasera de la camioneta y él me ayuda a abrirlo. Me bajo de un salto y lo dejo sobre la parte trasera de la camioneta. Luego beso a Anthony otra vez e intento quitarle su camiseta azul. Se la levanta por la cabeza para mí. Me inclino un poco y le chupo uno de los pezones. Él gime. —¿Por qué sigues usando esa ropa? —pregunta con voz ronca. —No lo sé —digo con fingida inocencia—. No logro descifrar cómo quitarme la ropa. Casi gruñe mientras se acerca y desabrocha mi top. Este cae al suelo, liberando mis grandes tetas redondas. Gime al verlas, como siempre. Me quito los shorts de jean. No tenía bragas debajo. Anthony se baja los shorts y su pene se lanza hacia mí, ansioso. Me levanta bruscamente y me coloca en la parte trasera de la camioneta. Me besa con avidez. Envuelvo mi mano alrededor de su pene y él gime. —Oh, vas a ser mi muerte —dice. —Vamos, papi —le digo con voz dulce—. ¿No quieres cogerme hoy? Me empuja hacia atrás, hacia la plataforma de la camioneta, de modo que quedo acostada. Gimo, eso fue muy excitante. Luego me jala de modo que mi coño está cerca del borde de la plataforma. —Te lo estás buscando, jovencita —dice Anthony casi enojado. Luego comienza a masajearme los pechos con fuerza. Gimo. Mi coño está muy húmedo ahora. —Oh, mételo —digo sin aliento. Estoy casi mareada de deseo—. Cógeme. —Eres una putita —dice Anthony en voz baja. Me encanta cuando me trata así. —Necesitas una buena cogida a diario, ¿no? —pregunta mientras continúa amasando mis pechos. —Sí, por favor —le suplico mirándolo con deseo en los ojos. —Abre bien las piernas, Cloe —ordena. Hago lo que me dice. Deja de masajearme los pechos para introducir su pene en mi coño. Ambos gemimos. Luego pone mis dos piernas sobre sus hombros y empieza a empujar lentamente dentro y fuera de mí mientras sujeta mis muslos con fuerza. —Oh, Dios mío —digo mientras siento su gran pene llenarme una y otra vez. Empiezo a jugar con mis propios pechos mientras él me coge. Él aparta mis manos de mis pechos para poder volver a amasarlos con las suyas. Gimo. De repente, oímos un coche en la entrada de grava. Dejamos de coger inmediatamente y ambos escuchamos, todavía respirando con dificultad. Anthony se aparta un poco y se gira para mirar por una rendija en la vieja puerta de madera. —Es tu mamá —dice con gravedad. —Mierda, llegó temprano —digo. Anthony se vuelve hacia mí, con expresión severa y sumido en sus pensamientos. —Ella nunca vendría a este cobertizo —dice. —Es cierto —digo. —Podemos decirle que salimos a caminar —continúa. —Está bien —digo sonriendo. —Pero tenemos que estar en silencio —dice Anthony y me mira severamente. —Está bien —susurro. Entonces Anthony vuelve a colocar mis piernas sobre sus hombros y siento escalofríos que me recorren el cuerpo. Luego vuelve a meter su pene en mi coño y me estremezco. Ahora me resulta muy difícil mantenerme callada. Él comienza a cogerme de nuevo. Gimo tan silenciosamente como puedo. Él comienza a masajearme las tetas con fuerza y yo jadeo como si me estuviera muriendo. —Oh, papi —digo en voz baja—, cógeme más fuerte. Él comienza a cogerme frenéticamente, empujando su pene dentro y fuera de mí y respirando con dificultad. —¡Ohhhh! —digo tan bajo como puedo—. Joder, sí… Me coge tan rápido como puede y siento que mi orgasmo va aumentando hasta un clímax casi doloroso. Arqueo la espalda y me agito, tratando de no gritar. El placer me recorre y jadeo. De repente, oímos pasos sobre la grava del exterior y Anthony acelera un poco sus embestidas, luego echa semen dentro de mí a borbotones mientras se estremece. Escuchamos con atención. Los pasos pasaron justo a nuestro lado, en dirección a la casa. Ella debió haber tomado el camino más largo desde la entrada. Ambos respiramos aliviados. Anthony y yo nos hemos portado bien todo el día. Hemos hecho el papel de padrastro e hijastra para mi madre. Le cancelaron una de sus reuniones. Por eso está en casa temprano. Hemos comido y charlado un rato con ella. Le he contado sobre la escuela. La miro de reojo, en la terraza, donde todos estamos tomando limonada después de cenar. Ella nunca lleva pantalones cortos. Sigue con sus pantalones de trabajo y una camisa marrón abotonada, metida por dentro. Lleva el pelo cortado a la altura de los hombros, de un castaño rojizo claro. Trabaja para una gran empresa que fabrica productos electrónicos. Mi padrastro, Anthony, es abogado. Se ha tomado el verano libre. Tiene su propio bufete. Puede hacerlo. Finalmente, llega la hora de acostarnos. Mi madre me da un beso de buenas noches en la mejilla. Casi me siento mal por la aventura que Anthony y yo estamos teniendo, pero sé que ellos dos ya no tienen relaciones sexuales. Probablemente todavía esté mal, pero no tanto, ¿verdad? Espero en mi cama después de apagar las luces. Supongo que Anthony vendrá a verme en algún momento. Hemos estado separados todo el día. Estoy casi dormida cuando oigo un suave ruido en la puerta cerrada de mi dormitorio. Me siento en la cama y miro la puerta. Alguien ha dejado una nota debajo. Me arrastro hasta la puerta, tratando de no hacer crujir las tablas del suelo. Agarro la nota y la llevo a mi luz de noche. Sí, tengo una luz de noche. "Nos vemos en el claro", dice la nota. La letra es de Anthony. ¿El claro? ¿En serio? ¿El bosque de noche? ¡Uf! Pero hago lo que me dicen. Me pongo unos vaqueros y una camiseta y me pongo una chaqueta ligera. Bajo las escaleras sigilosamente y salgo por la puerta trasera. Debería haber traído una linterna, pero ni siquiera estoy segura de tener una. Sin embargo, el claro no está lejos y esta noche hay luna llena.
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