Me abro paso entre los pinos y finalmente llego al claro. Es un prado lleno de hierba alta y silvestre.
Anthony está allí, tumbado sobre una manta, con unos vaqueros y una camisa de franela, mirando las estrellas. Se incorpora cuando me ve. Yo me levanto y lo miro. El ambiente es perfecto para lo que estamos a punto de hacer. Me quito la chaqueta y la tiro al suelo. Él se levanta lentamente y camina hacia mí. Me mira con ojos hambrientos. Apenas puedo verlos en la noche oscura iluminada por la luna. Se quita los zapatos. Yo hago lo mismo con los míos.
Él empieza a quitarse la camisa y yo lo ayudo levantándola por encima de su cabeza. Luego me quita la camiseta rosa junto con mis vaqueros y tira la ropa a un lado. Debajo llevo un conjunto de sujetador y bragas negras. Se desabrocha y baja la cremallera de sus vaqueros y luego se los quita. Él baja la mano por la parte delantera de mis bragas y desliza la mano hasta mi entrada para sentir mis cálidos jugos allí. Cierro los ojos y gimo. Luego me quita las bragas. Él juguetea con la parte trasera de mi sujetador y yo lo dejo hasta que se frustra y me mira.
Me río y me desabrocho el sujetador por delante. Mis pechos rebotan y él gime al mirarlos. Se quita los calzoncillos y libera su erección. Tiemblo en el aire frío mientras presiona su cuerpo desnudo contra el mío y me besa apasionadamente.
Me levanta por las nalgas y yo lo rodeo con mis piernas y brazos. Me besa con avidez mientras nos lleva hasta la manta y me tumba. Empuja mis rodillas casi hasta los hombros y separa los labios de mi coño con su mano. Luego me aprieta con su pene. Jadeo.
Supongo que no tenemos que estar tan callados aquí, lejos de la casa, pero hasta ahora lo hemos estado. Mantiene sus manos sobre mis piernas, presionándolas contra mi cuerpo mientras entra y sale de mí. Mis piernas están así levantadas, lo que hace que mi coño quede bien apretado. Hace que el placer sea mucho más fuerte. Mis ojos están llenos de lágrimas. Quita sus manos de mis piernas, pero las dejo levantadas. Agarra mis muñecas y las presiona sobre mi cabeza, sosteniéndolas contra el suelo. Gimo.
Entonces empieza a penetrarme con fuerza, una y otra vez, tan profundo como puede en un agujero tan estrecho.
—¡Oh, Dios!… —digo. Mi corazón late fuerte. Estoy empezando a jadear. Es muy excitante hacer esto donde cualquiera puede encontrarnos. Los vecinos, mi madre, quien sea. Empiezo a gemir con cada embestida. Y a gemir. Su respiración se vuelve más pesada.
—¡Oh, me estoy cogiendo a Cloe...! —se dice a sí mismo. Luego empieza a cogerme más fuerte. Gimo en voz alta.
—Oh, cógeme —digo mientras jadeo—. ¡Oh, Dios! —grito mientras mi orgasmo se intensifica. Gimo en voz alta mientras el placer aprieta mis músculos y desgarra mi cuerpo. Anthony me dispara semen poco después, con un fuerte gruñido. Luego se recuesta sobre mí, exhausto.
Pero sé que no hemos terminado.
Después de recuperar el aliento, comienza a besarme de nuevo, con suavidad. Va desde mis labios hasta mi cuello. Gimo en voz baja. Estoy débil de deseo. Besa la parte delantera de mi cuello y baja para succionar mis pechos. Gime. Yo hago lo mismo. Entonces siento que me besa el estómago mientras se dirige hacia mi coño resbaladizo.
Mete la lengua en mi coño y luego chupa mis pliegues de piel. Después pasa a mi clítoris. Jadeo y gimo. Comienza a mover la lengua alrededor de mi clítoris, chupando y besando mi coño. También debe estar saboreando su propio semen, pienso, y eso me pone caliente. Empiezo a jadear al ritmo de la música mientras me chupa. Me chupa un rato y finalmente gimo cuando mi coño se aprieta de placer. Siento un hormigueo en todo mi cuerpo mientras vuelve a arrastrarse hacía mí. Puedo sentir su erección haciéndome cosquillas mientras sube por mí.
Me besa una vez, profundamente, para que pueda saborear nuestros jugos sexuales en su lengua. Luego se sienta y me levanta también. Me dice que me dé la vuelta y lo hago. Me siento tan débil de placer. Me levanta de rodillas y hace lo mismo detrás de mí. Me atrae hacia él. Puedo sentir su pene en mis nalgas. Me inclina un poco hacia adelante y vuelve a deslizar su pene en mi coño.
Me estremezco. Es tan grande. Toca cada punto de placer dentro de mí. Comienza a respirar con más dificultad. Me rodea con sus brazos y comienza a empujar lentamente dentro y fuera de mí. Gimo. Luego comienza a masajear mis grandes tetas con sus manos nuevamente. Esto es tan condenadamente caliente. Sigue empujando lentamente. El semen gotea por mis piernas.
Luego mantiene una mano sobre mis pechos y mueve la otra hacia abajo por mi cuerpo hasta llegar a mi clítoris. No lo puedo creer. No creo que pueda soportar más placer. Pero comienza a frotar mi resbaladizo botón de todos modos. Con sus ásperas manos de hombre.
—Oh, Dios —digo jadeando—. Oh, Dios, oh, Dios, oh, Dios... —Empieza a penetrarme más rápido. Más fuerte. Más profundo. Gruñendo con cada embestida. Su pene se siente tan bien.
Siento que un orgasmo me recorre el cuerpo y se me tensan los músculos. Arqueo la espalda contra él. Jadeo, gimo y lloriqueo. Él sigue embistiendo. Sigue frotando mi clítoris y masajeando mis pechos con una mano.
—Anthony —digo, mis piernas hormiguean por el orgasmo, apenas las siento—. Oh, papi — digo mientras mi placer aumenta de nuevo. Me coge más fuerte. Otra ola de placer me invade mientras cierro los ojos con asombro y gimo. Luego dispara su carga en mi coño con un fuerte gemido que dura un rato. Se dispara dentro de mí otra vez. Siento otro pequeño orgasmo estremecerme.
—Oh, Dios mío —digo mientras Anthony me deja caer sobre la manta. Creo que no puedo mover las piernas. Me hormiguean de placer, así que no me importa.
—Oh, Cloe —dice Anthony mientras se tumba boca abajo sobre la manta—. Nunca me canso de ti. Como para demostrarlo, se da la vuelta y queda boca arriba. A la luz de la luna, puedo ver que su pene está casi completamente erecto de nuevo.
—Oh, Dios —digo mientras extiendo la mano para acariciarle el pene. Él gime. Luego me agarra la muñeca. Me atrae hacia él y luego nos pone de rodillas nuevamente. Me hace ponerme en cuatro patas. Estoy mirando hacia el bosque que conduce a la casa. Espero que mi mamá todavía esté dormida. Anthony hunde su pene en mi coño y yo gimo. Luego lo saca de nuevo.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto.
—Me estoy mojando el pene para poder cogerte el culo —dice con seriedad. Luego me mete el dedo en el culo y siento un escalofrío de placer que me recorre el cuerpo. Me resulta tan extraño y excitante tenerlo ahí dentro. Me masajea con el dedo durante un minuto. Gimo. Luego lo saca. Ahora siento la punta de su pene en mi ano.
—Oh, Dios —gruño—. No creo que quepa —digo.
—Lo hará —dice con seguridad. Luego aprieta su pene en mi culo. Jadeo. Está tan apretado.
—Papá, eres muy grande —digo con un gemido.
—Empezaré despacio —dice con voz temblorosa. Puedo oírlo empezar a jadear mientras mete y saca su pene de mi ano.
Gimo de éxtasis. Su pene está golpeando mis puntos de placer desde otro ángulo, pero sigue golpeándolos con fuerza. Entra y sale de mí con cuidado y siento que empiezo a temblar y a sacudirme de placer. Esto es el paraíso.
—Oh, Dios mío —dice mientras embiste—. Oh, Dios mío, Cloe... Oh, Dios mío... — Después de un minuto de esto, él también gime.
—Tienes un agujerito muy estrecho —dice mientras jadea y embiste.
—Gracias, papi —digo, sabiendo que eso lo desestabilizará.
Él comienza a cogerme el culo con fuerza, más fuerte y más rápido.
—¡Uf! —grito de placer. No puedo creer cómo me siento. Es un dolor y un éxtasis al mismo tiempo. Me está relajando y el placer es increíble. Puedo oírlo sollozar ahora.
—Joder —dice mientras me coge más fuerte por el culo. Luego empieza a jadear con cada embestida. Siento que el placer aumenta hasta el clímax de nuevo y gimo en voz alta mientras me desgarra una vez más.
—Papi —digo débilmente, y luego él me eyacula. Puedo sentir cómo el semen se dispara en mi recto. Se corre con un fuerte gruñido. Se retira de mí y puedo sentir cómo su semen gotea sobre la manta. Me dejo caer boca abajo sobre la manta. Él pone su cuerpo bruscamente sobre mí.
—Eres mía —dice con voz ronca, casi con un gruñido.
—Sí, Anthony —digo obedientemente.
—No quiero que te folles a nadie más que a mí —dice enfadado.
—Está bien —digo, dispuesta a hacer cualquier cosa por él. Es tan bueno follándome.
—Quiero que rompas con tu novio —dice con brusquedad.
Miento. —Ya lo hice, papi. Al final del semestre. —Solo quiero complacerlo ahora mismo.
—Bien —dice. Sigue respirando con dificultad en mi oído. Me levanta un poco para rodearme con sus brazos y agarrar mis pechos. Tira de mi cabeza hacia su hombro. Se inclina y pone suavemente sus dientes en mi cuello. Luego lo lame. Me estremezco.
Él susurra en mi oído: —Eres una pequeña zorra.
—Oh, papi… —gimo. Ya estoy cachonda por él otra vez, pero estoy agotada de coger. Y sé que él está agotado.
Él nos da la vuelta y él está boca arriba y yo estoy acostada boca arriba sobre él. Mi cabeza está sobre su hombro. Él me rodea con sus brazos con fuerza. Uno sobre mis pechos y otro alrededor de mi cintura. Su posesividad es muy caliente. Miro hacia la luna brillante mientras siento que su respiración se calma y se hace más lenta. Él se está quedando dormido. Sé que yo también me quedaré dormida pronto si logro calmarme.
Envuelvo mis brazos sobre los suyos y cierro los ojos. Dejo que el hormigueo de todos los orgasmos se extienda por cada parte de mi cuerpo. Finalmente, caigo plácidamente dormida.