Estoy sentada en la sala de estar de la casa del lago de mi familia, fingiendo leer una revista. Escucho el coche de mi madre alejarse por el camino de grava que hay detrás de la casa. Espero a que mi padrastro, Anthony, vuelva y me diga que no hay moros en la costa.
Mira, Anthony y yo hemos estado teniendo sexo a espaldas de mi madre. Ella se va a otro viaje de negocios. Esta vez por una semana.
No sé cuánto tiempo estuvo mi padrastro enamorado de mí, pero ahora sí que lo está.
Soy delgada, con piernas bonitas y tetas grandes, redondas y naturales. Soy bonita y tengo el pelo largo y oscuro. Cuando mi madre no está, me pongo la ropa más corta que tengo, pero hoy llevo pantalones cortos y una camiseta grande. Debajo llevo un bikini de tiras color beige. Tengo el pelo recogido en una coleta a la altura de la nuca.
Cuando ya no oigo su coche, me quito la goma del pelo y me lo sacudo. Después me quito la camiseta y los pantalones cortos y los tiro al suelo. Vuelvo a fingir que leo una revista antes de que mi padrastro vuelva a la sala de estar.
Lo oigo, pero no levanto la vista. Entra en la habitación y luego se detiene.
—Guau —dice. Levanto la vista y sonrío. Está mirando mi cuerpo.
Lo miro fijamente. Es alto y musculoso, tiene el pelo corto y oscuro, un rostro serio y atractivo. Tiene más de 40 años, lo que significa que sabe muchísimo sobre sexo. Más que yo. Es increíble.
Se está tomando un tiempo libre de su bufete de abogados para pasar el verano en la casa del lago. Por suerte para mí.
Ahora me mira fijamente y el hambre familiar llena sus ojos mientras me mira. Se quita la camiseta gris y la arroja al suelo.
—Levántate, Cloe —dice, con la voz casi quebrada. Le encanta darme órdenes. A mí también. Mi coño ya está mojado.
—Sí, papi —bromeo, mientras dejo la revista y me levanto.
—Inclínate sobre el sofá —dice en voz baja. Señala el sofá más cercano a él, el grande. Me acerco a un costado y me inclino sobre el respaldo. Tiene la altura justa y está acolchado. Él se acerca por detrás de mí. Mi corazón comienza a latir más rápido. Lo oigo desabrocharse los Pantalones. Gimo de anticipación. Miro hacia atrás. No se ha quitado los Pantalones, solo los ha bajado un poco. Eso es bastante sexy. La ropa a medio poner.
—Mira hacia adelante —dice con severidad. Obedezco y me doy la vuelta. Apoyo la cabeza en el borde del sofá. Entonces siento que desata los cordones de la parte inferior de mi bikini. Sentir sus manos rozando mi piel me provoca escalofríos. Deja que la parte de atrás de la parte inferior de mi bikini caiga y luego pasa la mano suavemente por mi trasero.
Gimo y siento que mi coño se humedece más. Desliza un dedo en mi coño y gimo de placer.
—Oh, que me jodan —digo con pasión—. Jesús…
Mete unos cuantos dedos más dentro de mí y empieza a masajearme por dentro. Empiezo a gemir de nuevo. Se siente tan bien. Pero no es lo que quiero ahora.
—Por favor, méteme tu pene —jadeo. —Vamos, papi —digo.
Puedo oír que su respiración se acelera. Luego sus dedos salen de mí y siento que la cabeza de su gran pene empieza a penetrar mi coño.
—¡Oh, sí!… —digo.
Luego agarra mis dos brazos con sus manos y los tira hacia atrás, sujetándolos como si fueran riendas. Una de sus manos está mojada con mis jugos.
—Oh, Dios —digo mientras empieza a empujar su pene dentro y fuera de mí. Me llena por completo. El suyo es el pene más grande que he tenido en mi vida. Por supuesto, solo me he acostado con otro hombre. Mi novio, David. El pene de David también es bastante grande, pero no así de grande. Además, David no sabe tanto sobre sexo.
Anthony sigue empujando su gran pene dentro y fuera de mí mientras yo gimo. Ahora me estoy poniendo resbaladiza por dentro, estoy muy excitada. Puedo oírlo respirar con dificultad. Se empuja cada vez más profundamente dentro de mí. El sofá es bastante sólido, así que no me muevo mucho mientras golpea su pene en mi coño. Es muy sexy. Estar totalmente inmovilizada mientras me coge.
—Oh, Anthony... —gimo. Empiezo a gemir de éxtasis con cada embestida. Esto lo excita más y me coge más fuerte y más rápido. Ahora está gruñendo de verdad.
—Oh, papi... —digo, porque sé que eso lo excita más. Acelera su cogida después de mis palabras y sonrío mientras jadeo.
—¡Sí! —grito mientras siento que mi orgasmo se acerca—. ¡Cógeme! ¡Cógeme! ¡Cógeme! —chillo mientras mi clímax me desgarra. El placer me quema el coño. Sigue cogiendo y siento que otro se acerca rápidamente y me desgarra. Gimo de placer. Luego siento que se corre dentro de mí mientras gime en voz alta.
Entonces oigo otra voz en la habitación, un hombre.
—Oh, Dios mío —dice. Giro rápidamente la cabeza hacia la voz para ver quién es.
Es David. Mi novio. Joder.