EL SERVICIO

1082 Palabras
CAP. 15 - EL SERVICIO El Monasterio de San Silvestre, conocido por su serenidad y belleza, era un lugar donde el tiempo parecía detenerse. Situado en lo alto de una colina, rodeado de frondosos bosques y con vistas a un tranquilo valle, el monasterio ha sido un refugio espiritual durante siglos. Los monjes que viven en el Monasterio de San Silvestre siguen una vida de simplicidad y devoción. Su rutina diaria comienza antes del amanecer, con la oración matutina en la capilla del monasterio. ¡Había bien tanta paz y serenidad! La calmaban. Alfonso de nuevo parecía recobrarse, provocando la admiración del médico y los monjes con los que tenía un trato cada día más cercano. Pidió que le enseñaron a curar sus heridas, la hacía sentir mejor, menos culpable. Lo llenaba de besos, lo acariciaba, le murmuraba cientos de palabras amorosas. Agradecía a Dios y a San Silvestre por la protección recibida. La oración era a diario un consuelo para su espíritu acongojado. La estampita estaba irreconocible, durante las noches en que Alfonso nuevamente estuvo en peligro, la estrujaba queriendo en ese acto obligar al santo a obtener salud perfecta para su amante. Había adelgazado. Se dejaba ver poco. La situación de ambos no era la mejor para permanecer con los monjes. No podía olvidar que andaban escondiéndose de la mafia familiar y que nada podía saberse. No sabía a ciencia cierta, si en el monasterio se enteraban que pertenecían también a la familia mafiosa siciliana. Ella colaboraba cada semana con una generosa cifra y eso le aseguraba el espacio en el recinto monacal. ¿Y si se enteraban quiénes eran? La relación iglesia, mafia seguía siendo escabrosa La vida monástica en los años 30 era austera y simple. Los monjes vivían en celdas individuales, con pocas posesiones personales. La simplicidad y la renuncia a los bienes materiales eran valores fundamentales, permitiéndoles concentrarse en su vida espiritual y en el servicio a los demás. El monasterio también ofrecía hospitalidad a los viajeros y peregrinos. Los monjes recibían a los visitantes con amabilidad y les proporcionaban un lugar para descansar y reflexionar. La hospitalidad era una expresión de su fe y de su compromiso con el servicio a los demás. En la década de 1930, los monjes del Monasterio de San Silvestre realizaban una variedad de trabajos manuales que eran esenciales para su autosuficiencia y el mantenimiento de la comunidad. Los monjes cultivaban huertos donde plantaban una variedad de vegetales y hierbas. También tenían campos donde cultivaban cereales como trigo, cebada y maíz. El trabajo agrícola incluía la siembra, el cuidado de las plantas y la cosecha. Los jardines del monasterio eran cuidados con esmero por los monjes. Plantaban flores, árboles frutales y plantas medicinales. La jardinería no solo embellecía el monasterio, sino que también proporcionaba ingredientes para sus remedios naturales. Los monjes criaban animales como vacas, ovejas, cabras y gallinas. Estos animales les proporcionaban leche, carne, huevos y lana. Cuidar de los animales era una tarea diaria que incluía alimentarlos, ordeñarlos y mantener sus refugios. Los monjes eran hábiles artesanos y producían una variedad de productos artesanales. Fabricaban queso, miel, vino, pan y otros alimentos. También creaban velas, jabones y tejidos. Estos productos eran utilizados en el monasterio y, en algunos casos, vendidos para generar ingresos. El mantenimiento del monasterio requería habilidades en construcción y reparación. Los monjes construían y reparaban edificios, muros y caminos. También eran responsables del mantenimiento de herramientas y equipos agrícolas. Aunque no es un trabajo manual en el sentido físico, la copia de manuscritos era una tarea que requería habilidad y paciencia. Los monjes transcribían textos religiosos y literarios a mano, preservando el conocimiento y la cultura de la época. Los monjes utilizaban las plantas medicinales que cultivaban para crear remedios naturales. Preparaban ungüentos, infusiones y tinturas que eran utilizados para tratar diversas dolencias y enfermedades La elaboración de pan era una tarea diaria. Los monjes horneaban pan fresco utilizando los granos que cultivaban. El pan no solo era un alimento básico para la comunidad, sino también un símbolo de su trabajo y dedicación. Estos trabajos manuales no solo proporcionaban sustento y recursos al monasterio, sino que también eran una forma de meditación y conexión con la tierra. Los monjes encontraban en estas tareas una manera de vivir en armonía con la naturaleza y de servir a su comunidad. Una vista panorámica hubiese mostrado la representación de una colmena. Un enjambre de monjes cuidando el bienestar del sitio y sus alrededores. Por fortuna, la elección del lugar había sido un acierto, nadie sospechó hasta esa tarde, que podrían estar en el monasterio. Ágata acariciaba un gatito que pertenecía a la comunidad cuando vislumbró de lejos la figura de Tono y su cojera. Lanzó el minino por los aires y sigilosa se escabulló hacia la habitación que compartía con Alfonso, que aún dormía. Permaneció en silencio, lo que pareció una eternidad. Cuando se asomó, ya Tono no estaba. Supo que debían irse, estaban cerca y no sabía cómo o quién los había dirigido hasta el monasterio. Alfonso no estaba lo suficientemente fuerte para recorrer mucha distancia. Saldrían de noche y se dirigirían hacia la Abadía de San Basilide. Otra vez recurrió a una generosa donación, la más generosa de todas desde su llegada, y consiguió un auto. En unas pocas horas podrían estar a salvo. El gatito que la joven bautizara Silvestre, en honor al sitio monacal, ronroneaba y se restregaba en sus piernas como no queriendo dejarlos ir. Lo alzó y le explicó que volverían a verse, pero el minino seguía maullando cada vez más fuerte. Con la mirada preguntó a Robertino si podía adoptarlo. Conforme, el monje de acuerdo, lo subió al auto y automáticamente Silvestre se calmó. Se acomodó en las piernas de Alfonso y se durmió. Era un integrante más de la familia. En los años 30, la Abadía de San Basilide en Grottaferrata ya tenía una larga historia de más de 900 años. Durante esa época, la abadía continuaba siendo un importante centro de la tradición ítalo-greca y un refugio espiritual para muchos. . Dejaron el monasterio pasada la medianoche, Robertino, tan empático como siempre, y sin muchas preguntas, ayudó a Alfonso a llegar al auto. Los bendijo y les auguró un buen viaje. La abadía ha sido conocida a lo largo de los siglos por ser un lugar de devoción y peregrinación, donde muchos fieles han reportado experiencias espirituales profundas y, en algunos casos, milagros personales. Eso necesitaban, un milagro personal.
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