CAP. 36 - NADIE PUEDE CON UN MAFIOSO . Ella no le responde enseguida. Solo lo observa. Sus ojos verdes, normalmente fríos, ahora aparecen cargados de una ira apenas contenida. - ¿Sabías que vendría? Entonces decime por qué no corriste esta vez. - Él suspira, dejando el vaso sobre la mesa. -Porque quiero brindarte una salida. - Él, un abogado con influencia, le propone algo que jamás imaginó escuchar de su propia boca: que se entregue. -Sé que la idea no te gusta, pero si permaneces en la calle, es cuestión de tiempo. Si confías en mí, te haré libre de verdad. - Las frases la golpean como un sopapo. Su marido, el hombre que huyó, ahora pretende darle un consejo sobre cómo sobrevivir. La rabia dentro de ella crece. Sin previo aviso, arroja el vaso contra la pared, los vidrios se es

