Lenet pidió un jugo de naranja en el restaurante, pero no quiso comer nada más. Lo que le sirvieron, lo había pedido para llevar. Valentino también pidió un zumo y, como ella, en silencio se dirigió al coche, llevándolo en las manos.
—Espera, permíteme llevarte. No hay problema si vamos juntos.
Lenet suspiró y no pudo negarse.
—Te lo agradezco.
Valentino le señaló el vehículo y le abrió la puerta. Ella tomó lugar en los asientos de atrás. En cuanto se acomodó junto a ella, dio un par de sorbos, mirándola indirectamente, pero ella se mostraba indiferente, incluso estando a su lado.
Él le dio las indicaciones al chofer. El automóvil pronto tomó rumbo sobre la avenida principal. En poco tiempo, se encontraban en el embarcadero. Lenet no comprendió por qué se dirigían al muelle. Ambos se
