Adrik se dirigió al transporte público y, como cualquier otro visitante, tomó asiento. Era un hombre de mentalidad fría y temperamento impermeable, y a toda expectativa parecía un turista más, aprovechando la temporada baja para subirse al autobús. Sacó de su jersey una goma de mascar y, con tranquilidad, comenzó a saborearla mientras esperaba que el vehículo llegara a su parada. Recibió una llamada. Respondió al reconocer el número de Marcy, alguien al cargo de Marco. —Señor, debemos confirmarle que el autobús lo llevará hasta la última parada. Queda a su gusto si elige la Vía M o la Vía A. —Vía A, si es probable ver a más comensales llegando a la mesa. —Entendido. Está despejado, y hay excursiones desde temprano en la isla. Todo en orden. —Bien. Té es mejor. Gracias. —Recibido. Te

