Valentino era un hombre de contrastes. Su aspecto físico revelaba parte de esa dualidad: cabello rubio, ojos azul verdoso, sonrisa encantadora. Una belleza serena, casi angelical, pero matizada por un cuerpo esbelto, elegante, con un magnetismo que sugería peligro y seducción. Vestía siempre con ropa de marca, pero sin ostentación: prefería tonos claros y cortes sobrios, lo que le daba un aire de distinción natural. Empático y amable con todos, se ganaba con facilidad la simpatía de quienes lo rodeaban. A diferencia de sus padres, no era rimbombante ni orgulloso. Podía conducir su propio auto sin problema, sin depender de chofer, y en ese momento había decidido hacerlo así. Iba camino a una reunión en la embajada cuando, tras su abrupta salida —todavía perturbado por su conversación con B

