- No me malinterpretes Alessandro por favor, no tengo la culpa de que ellos crean que eres un cajero automático, en todo caso fue culpa tuya por darles a manos llenas el dinero
- ¿Cuánto quieres?
Sandro no tenía pensado darle un solo centavo más a la familia Cantú, pero quería saber hasta dónde Verónica sería capaz de llegar
- En realidad. Quisiera buscar un trabajo o si tú puedes ofrecerme uno también estaría agradecida, no estoy acostumbrada a depender de nadie y no me gustaría depender de ti, sabiendo el concepto que tienes de mí. En cuanto a mi familia, no tengo nada que decir a su favor
No habían tocado el tema pero Verónica quería dejarle claro a su marido que podía valerse por sí misma, que no era la mujer interesada que él creía que era.
- No puedes culparme, te hubiera respetado, si no hubieras aceptado ser la Sustituta de tu hermana, ¿fue demasiado tentador la oferta que no pudiste rechazarla? Fue tu avaricia la que no te permitió negarte ¿verdad?
Verónica trato que las palabras de Sandro no dolieran, pero lo hacía, ella había aceptado por su madre, porque creyó que no era como su padre, pero estuvo equivocada, además de la atracción que había sentido por él, le dieron el empujón que necesitaba para aceptar, pero no era avaricia quizá solo estupidez. Dejo su taza de café con una lentitud espantosa sobre la mesa, respiro antes de ver a su marido a los ojos
- ¿Realmente me hubieras respetado, si me hubiese negado? Exigiste una Novia Sustituta para no pasar vergüenza al ser plantado frente al altar, deberías más bien agradecerme el que yo aceptara, salve tu nombre del escándalo público, tus acciones hubiesen ido en caída libre al verte envuelto en dimes y diretes, la prensa te hubiese comido vivo, buscando exponer todos los trapos sucios de tu relación con Valeria ¿me hubieras respetado entonces?
Sandro permaneció callado, pero Verónica no podía parar
- Más bien creo que si me hubiese negado, estarías buscando la forma de vengarte de mí, sabes que no estoy mintiendo Sandro o ¿puedes negarlo?
Su corazón estaba bombeando fuerte, como si hubiera corrido a una maratón, pero había dicho justamente lo que creía que era justo aclarar.
- Hazme este único favor, si mi madre vuelve a llamar abstente de darle dinero, no quiero deberte más de lo que mi padre te debe, si me disculpas
Verónica se levantó y dirigió a su habitación, no había pensado salir, pero quedarse en casa con Sandro ya no era una opción, se sentía molesta consigo misma por haber aceptado el matrimonio y con Sandro por no darle una oportunidad de demostrarle que ella era diferente.
Escogió su vestuario quería algo simple, su camisa negra y unos jeans ajustados, sus tenis para una larga caminata, se colocó la gargantilla que Isabella le había regalo el día después de su boda, sus argollas que eran su favorita, dejo su argolla de matrimonio en el joyero, no quería sentirse presa y el peso en su dedo solo le recordaba que no ya no era libre. Llamo a Isabella, para quedar en Inter Plaza el centro comercial en las afueras de la ciudad.
Sandro estaba molesto, debía admitir que parte de las palabras de Verónica eran ciertas, él no habría perdonado el que se negara, entró a la habitación, mirando a su esposa delinearse los ojos y usando un labial muy suave, era hermosa, pero no era la mujer que él amaba, su corazón y orgullo seguían heridos.
- ¿Vas a algún lado?
Sandro se acercó más de lo necesario según el criterio de Verónica, ella lo miro a través del espejo de su tocador.
- Cualquier lugar es mejor que seguir a tu lado Sandro, no soy masoquista, tampoco voy a permitir que me insultes cada vez que tengas la oportunidad
- ¿Eso crees cariño?
Verónica noto el calor del cuerpo de Sandro mientras le susurraba al oído su aliento caliente sobre el área sensible de su lóbulo le erizo la piel, pero no caería en el juego de Sandro, era obvio que él no estaba interesado sentimentalmente en ella y que todo lo que hiciera sería simplemente un juego para él. Seguramente quería vengarse por lo que le había hecho la noche anterior pero para un listo una lista y media. Se paró y sin vergüenza beso y mordió los labios de su marido.
- No me esperes despierto – salió victoriosa una vez más, dejando a Sandro sorprendido por sus acciones y con un deseo que se negaba a reconocer.
- ¿Cómo has podido soportarlo? – Isabella casi grito en pleno Centro Comercial, apenas Verónica le había comentado sobre su noche de bodas.
- No puedo arrepentirme Isabella, estoy casada con un hombre que no me ama, todo lo contrario parece que cada día me odia un poco más
Verónica suspiro mientras le daba un sorbo a su batido de fresa
- Puedes intentar seducirlo, haz que se enamore de ti Vero, eres hermosa no creo que Sandro sea ciego
Isabella parecía emocionada con la idea, Verónica sabía que era bonita y que Sandro no era ciego, pero enamorarlo, no creía que fuera posible.
- Estas loca Isabella, Sandro no se fijaría en mí, sabes trato de ponerme en su lugar. Mi familia solo le ha pedido dinero, desde que lo conocen, no fue mi culpa, Sandro debe reconocer parte de su responsabilidad, pero tampoco puedo justificar a mi padre, le exigió un préstamo elevado, para financiar sus vicios
- Lo estás justificando ¿Por qué te sientes atraída por él? – Isabella era la única que conocía los sentimientos que Alessandro Santoro había hecho crecer en Verónica quien era en ese entonces su futura cuñada, pero ella había tratado de no verlo con esos ojos.
- Aunque no me lo creas, no estoy justificando nada, lo que necesito es un trabajo, quiero pagarle el préstamo que mi padre le hizo y no depender de él, me duele que crea que solo el interés puede mover mi sentimientos.
- Te importa mucho lo que opine de ti ¿no es verdad? – Isabella no estaba juzgándola lo sabía, pero si alguien podía entender lo que sentía era ella su mejor amiga.
- Por supuesto, estoy casada con él, no podemos vivir como perros y gatos, pero es el camino que desdichadamente nuestro matrimonio lleva.
- Entonces no lo dudes Verónica, conquista el corazón de tu marido, ten confianza en ti, tuviste sentimientos por él cuando era el novio de Valeria, pero ahora nada puede interponerse entre ustedes eres su legitima esposa
Verónica negó si ella continuaba respondiendo a cada cosa que Sandro le decía o hacía era probable que terminarían matándose.
Los ojos de Isabella se iluminaron peligrosamente, Verónica sabía que no iba a impedir las ideas que su amiga tenía en mente, la arrastró hasta el local exclusivo de Victoria´s Secret
- ¿Estás loca?
Verónica no era mojigata, pero las prendas que Isabella le enseño sin ninguna vergüenza dejaban poco a la imaginación y lo peor era que su amiga se lo había puesto justo frente a su rostro.
- Tenemos una nueva misión y es que tu tonto marido se vuelva loco por ti
Isabella puso la prenda diminuta en las manos de Verónica, quien sentía que los colores se le habían subido al rostro al imaginarse con esa ropa sobre su cuerpo.
- Vamos Verónica, quieres a tu esposo, lucha por él, haz que caiga rendido a tus pies, sabes lo que tienes que hacer
Isabella escogió más de veinte prendas y cada una era peor que la otra, las batas bastantes llamativas, pero la llama de la maldad se estaba encendiendo a pasos agigantados en Verónica, de repente deseo poder ver el rostro de Sandro cuando apareciera con ese tipo de lencería frente a él, tendría que olvidarse de la vergüenza y también olvidarse de cuanto le costaría esta pequeña maldad a su cuesta bancaria.
Después de varias horas fuera y gastar algunos miles de quetzales, volvió a casa, tenía los ánimos renovados pero también estaba casada Isabella había hecho que caminara mucho
- Pensé que no regresarías
Sandro observo las bolsas en las manos de Verónica y estaba seguro que todas habían salido a su nombre.
- Realmente dude en volver esta noche, pero al final decidí que esta es también mi casa contigo o sin ti dentro de ella – se acercó a su marido
- Aunque si me dieras a elegir te preferiría dentro – sonrió mostrando sus dientes blancos y perfectos, el cuerpo de Sandro reacciono a la provocación, Verónica ya había entrado a su habitación para ordenar su compra.
- ¿Qué es lo que estas tramando Verónica?
Ella no se sorprendió de la pregunta, mientras se despojaba de sus joyas, pudo observar a través del espejo a su marido por segunda vez en el día, una ocasión poco común.
- No estoy tramando nada, solo quiero darme un baño y dormir ¿te importaría?
Sin esperar respuesta de Sandro, se limpió el maquillaje de su rostro, desbotono su camisa dejando a la vista el sujetador de color n***o que resaltaba sobre su cremosa piel, mientras se dirigió al baño.
Sandro soltó una maldición en italiano, sabía que su esposa sólo estaba provocándolo, era su manera de actuar, el maldito recuerdo de ayer por la noche aún permanecía en su cabeza, seguida de las imágenes de Verónica gimiendo de placer bajo su cuerpo en la noche de bodas, estaba excitado y la culpa era de esa diabla que tenía por esposa, se había casi desnudado en su cara y había actuado como si nada.
Verónica abrió la ducha fría, la temperatura del agua causo escalofríos a su cuerpo, pero fue relajante al mismo tiempo, sus mejillas quemaban por la vergüenza al haberse quitado la camisa delante de Sandro, aun así pensó en su siguiente travesura.
Sandro, espero en la cama a que su esposa se dignara a salir del cuarto de baño, había pensado en su petición sobre conseguirle un trabajo, se preguntó si ella hablaba en serio o solo era para distraerlo y hacerle creer que quería trabajar, pero si estaba decidida y era lo que quería él podría ayudar y también la tendría mejor vigilada entre más cerca mucho mejor. Sin embargo sus pensamientos de fueron al diablo en cuanto vio a su esposa salir de la habitación, Alessandro Santoro había olvidado como se respiraba.
Verónica lucho contra el calor que amenazaba con extenderse desde su cara hasta la punta de los pies. Ella no era una santa, pero ahora mismo se sentía como una chica mala, muy pero muy mala.
Sandro dejo salir el aire por su nariz, para luego volver a perder la respiración, cielos su esposa estaba tratado de ¿matarlo? Verónica simplemente se veía demasiado sexy y provocativa con aquel conjunto de encaje, cielos, la boca se le había secado y trago grueso, cuando la vio caminar hacía la cama, su bata enseñaba claramente el cachetero de encaje n***o que llevaba puesto, el n***o resaltaba la piel pálida de verónica haciéndola ver exquisitamente deliciosa.
- ¿Qué sucede querido? ¿se te olvido como respirar? – se acercó al lado de la cama donde dormía viendo como el cuerpo de su marido reaccionaba a sus encantos. Se subió a la cama dejando que su bata se abriera justo frente a los ojos de Sandro
- Puedo darte respiración boca a boc –
Verónica fue interrumpida bruscamente por la boca de Sandro sobre sus labios, el beso fue demandante, terriblemente caliente y lo peor de todo es que le gusto.
Gimió sin poder evitarlo, mientras Sandro le comía la boca, sus manos se colocaron sobre los músculos del abdomen de su marido, mientras pasaba sus piernas sobre sus caderas quedando encima de erección que Sandro.
Había perdido el control de sus actos, ver a su esposa tan hermosa y provocativa era demasiado para sus buenas intenciones de no tocarla, con una mano sobre su cabeza acerco más a Verónica a sus labios, mientras con la otra mano desataba el nudo de la bata que innecesariamente llevaba.
Sin poder evitarlo Verónica restregó sus nalgas sobre la erección dura de Sandro, lo que provoco gemidos continuos en ambos, Sandro recorrió con la yema de sus dedos la espalda de verónica hasta llegar a la orilla del cachetero e introduciendo su mano en ella, para poder darle un ligero apretón.
- Eres un pecado hecho mujer
Sandro susurro en su oído mientras mordía su lóbulo, un escalofrió recorrió su cuerpo
- ¿Puedes pecar conmigo esposo mío?
Verónica dejo que la boca de su marido recorriera desde su mentón hasta su cuello, mientras sus manos acariciaban la piel de Sandro bajo su pijama.
Sandro desagarro el cachetero dejando marcas en el cuerpo de Verónica por la fuerza, sin embargo a ella no le importó, estaba terriblemente excitada esa vena salvaje en su marido solo aumento su deseo, su entrada estaba humedeciéndose, se colocó de manera que Sandro pudiera tener mejor acceso a ella, deseaba sentirlo en su interior entrar y salir de su cuerpo.
Verónica lanzo la cabeza hacía atrás curvando su espalda y llevando la penetración más profundo en su cuerpo, Sandro tomo sus caderas mientras entraba dentro del cuerpo pecaminoso y perfecto de su esposa, verla, sentirla era el paraíso, ella gimió cuando golpeo su punto g, podía sentir que ella no iba a durar mucho más, cuando su cuerpo tembló.
- ¡Alessandro! voy a correrme – Verónica no fue consciente del grito y de las palabras dichas a su marido cuando el éxtasis atravesó su cuerpo, seguido por el sonoro y ronco gemido de Sandro, cuando él penetro una vez más y se corrió libremente en su interior.
- Eres un dulce y adictivo pecado Verónica – Sandro cerró los ojos con su esposa aun sobre su cuerpo y sin salir de su interior.
- Si Sandro soy Verónica – se acomodó sobre el pecho desnudo de su marido y se dejó llevar por el cansancio completamente satisfecha.