Illán Gaos. Siento que no es buena idea venir a este lugar, pero si no lo hago creo que podría explotar del enojo. Si quiero que las cosas vayan bien debo hacer las cosas más aun creíbles, sé que juego con un tanto de fuego, pero la verdad es que a mí siempre me ha gustado ser un jodido masoquista y quemarme con ello. Escucho a alguien venir y de inmediato se de quien se trata, de seguro vio mi coche desde su ventana y decidió recibirme, tomo un poco de aire para tratar de controlarme, y así sin más se abre la puerta principal. – ¡Illán, amor! Sabía que vendrías... –quito de mi cuello los brazos de Graciela y doy un paso atrás. –Solo vine advertirte que si vuelves a enviar a una de tus amigas a espiarme y molestar a Lucia, les puede ir muy mal, y si sabes que no digo las cosas en vano

