Los latidos de mi corazón son fuertes y de inmediato busco la manera de calmarlos.
–Nada mal –dice, le doy un ligero empujón, le escucho reír.
–No te acostumbres –digo y sonrio sin que él me vea. –Creo que está listo –voltea y sonríe.
–Acostémonos un rato, ya iremos a nadar –asiento y nos acostamos en una de esas sillas plegables de playa.
–Gracias, deseaba mucho tener este retiro. cuanto anhelaba la playa.
–De nada, por cierto Lu –calla y volteo a verle, aunque los lentes no nos permitan vernos a los ojos exactamente.
–Si dime.
– ¿Lo has pensado? ¿Tienes una respuesta? –sonrió y asiento.
–Uhm, veamos –hago un gesto pensativo, niega y sonríe. –Acepto, pero tengo una que otra regla –se acomoda y sonríe.
–A ver dime cuales son, que interesante –asiento.
–Primera, no enamorarnos, ob
