Cautiva en su propio castillo, lo que antes para ella representaba libertad ahora era todo lo contrario. Kael siendo un desgraciado, animal y desagradable bestia que se deja llevar constantemente por sus instintos salvaje la tiene acorralada, encerrada y reprimida en su propia fortaleza.
La frustración de Karma rugía desde su interior llevándola a perder la cordura poco a poco. No había intento que le funcionara, cada vez que deseaba huir él sin esfuerzo alguno frustraba su plan incluso antes de que pudiera llevarlo a cabo.
La desesperación estaba latente en ella, pues es como si Kael supiera cada cosa que piensa, siente o desea y le produce asco ese hecho. ¿Cómo un tonto que se deja dominar por su instinto salvaje puede ser tan intuitivo? Aquella pregunta la hacía sentir más tonta. Él es una bestia, pero con sentido común.
La muerte de sus padres pesa con fuerza en su corazón y la ausencia está siendo más ruidosa.
―Mi reina ―Nova se inclinó ante ella―, es momento de alimentarse ―La miró a los ojos.
Karma no había querido alimentarse ni beber nada, la reina se estaba dejando dominar por la ira, tristeza y la frustración y no se lo podía permitir, ella debía cuidar de su reina como juró el día en el que se convirtió en su beta.
―¿Qué está haciendo? ―Karma fijo sus ojos celestes en los oscuros de su beta―. Quiero saberlo todo, Nova. No te guardes nada ―Nova bajó la mirada, ¿Por qué se lastima de esa manera?
―Está en una reunión con los guerreros ―Fue incapaz de darle la mirada a su reina―, se están ocupando de los salvajes.
―¿Por qué tú estás aquí? ―Karman frunció el ceño―. Eres una más de los guerreros.
―Me he escapado, mi reina ―Karman dejó de respirar―. Hay rumores, las manadas enemigas están planeando un ataque para quitarla del poder y ese animal no quiere evitarlo. Está haciéndolo todo para que la batalla se dé.
―Debes irte ―Karman la tomó de la mano y la llevó a la puerta―. Vete, sabes lo que pasará si no lo haces ―Antes de poder hacer otra cosa, la puerta se abrió con brusquedad dejándolas a ambas tensas.
―Siempre la misma manzana podrida ―Kael la miró como lo más diminuto que existe en el mundo―. ¿Acaso debo aplastarte para arrancar el problema de raíz? ―Su voz amenazante alteró el corazón de ambas mujeres en una combinación de terror y odio.
―No tienes derecho de hacerle nada a mi beta ―Karman quien nunca se intimida ante él a pesar de su aura oscura y perversidad, colocó a Nova tras de ella―. Tocas a una persona de mi gente y no responderé ―Kael ladeó la sonrisa dejando su perfecta dentadura a la vista en un gesto peligroso para cualquiera que lo viera.
―¿Qué podrás hacerme, reina mía? ―Dio un paso al frente.
―¡No te acerques a ella! ―Nova se interpuso―. La reina… ―El agarre en su cuello la dejó en silencio en el acto.
Kael la alzó por los aires y la miró con un brillo de diversión en sus ojos. La malicia que Karman vio en su mirada la estremeció. Podía observar como disfrutaba torturar a su beta.
―Para ―Pidió tocándolo por primera vez―, no le hagas daño, por favor ―Quiso que la soltara, lo empujó, golpeó y mordió, pero Kael no cedía, al contrario más apretaba su agarre.
―Eres una cosa insignificante ―Le habló directamente a Nova mientras que con su enorme mano tomó las de Karman así evitándole golpearlo―. ¿Crees tú que puedes defender a tu reina? ―Río provocando una ola de desesperación en Nova―. No eres nada, niña. Podría matarte frente a tu reina y lo único que le darías es decepción, lástima y vergüenza por tener a una protectora tan débil y poco capaz.
―¡Ya basta! ―Chilló Karman sintiendo como la furia recorre cada centímetro de su cuerpo por las lágrimas de Nova―, ¡Si no te callas esa boca juro por los Dioses que te arrancaré la lengua! ―Kael finalmente giró la cabeza para fijarse en ella.
Detalló en la mujer de pelo extremadamente largo negrø, ojos celestes grandes y brillantes, su belleza natural y única. Al bajar la mirada pudo apreciar su exquisito cuerpo voluminoso y su estatura demasiado baja.
Karman no retrocedió por el simple hecho de que él todavía la tiene sujeta, su solo mirar disparó su miedo. Su corazón inundado de sentimientos encontrados, se saltó una serie de latidos que la dejó sin aire.
―Ya que tanto insiste en recibir su castigo ―Soltó a Nova dejándola caer al piso con fuerza―, Entonces cumpliré tu deseo ―Nova quien estaba tosiendo en el piso intentando recuperar el aire que perdió por ser casi ahorcada, lo molestó grandemente―. ¡Largo, criatura inferior! ―Rugió tan grave que Nova vibró en el suelo.
―Nova, vete ―Karman pasó saliva―. ¡Obedece! ―Al verla arrastrarse hasta afuera le dolió. ¿No se supone que una reina debería cuidar de su gente? ¿No se jactaban sus padres de que los Darkmoon, lycan de clase alta eran las criaturas más poderosas sobre el mundo sobrenatural? ―Si llegas a tocarme ―Su voz falló levemente―, mi gente se revelará ante ti y no quedará trono en el cual sentarte ―Amenazó valientemente.
―Todavía quedará todo un mundo al cual gobernar ―No le afectó en nada su amenaza―, así que puedo lidiar con tu gente ―Karma dejó de respirar, ya no sabía cuantas veces sus pulmones le habían fallado en tan corto lapso―. ¡Mierda! ―Gruñó por la patada en sus bajos. Furioso por haberse distraído con el olor de la mujer, giró solo para verla salir corriendo―. ¡Nadie la toque, es mía! ―Rugió con tal fuerza que las paredes de piedra parecieron estremecerse desde sus cimientos.
Karman no miró atrás, ella tiene una ventaja que él no. Creció en ese castillo y conoce cada pasadizo secreto, sabe perfectamente como evitar a los guardias y llegar al páramo que queda justo después del jardín.
Al llegar al jardín el aire helado de la noche chocó con su rostro erizándole la piel al punto de doler. A medida que se alejaba de su captor, las garras filosas de Kael resonaban en el suelo haciéndolo sonar como si fuera de hierro, una sensación de desesperación y frustración invadió a Karma por la fuerza y agilidad del imponente lobo.
Sin embargo, a medida que se internaba en el páramo oscuro y frío lleno de tinieblas, algo en su interior le decía que su destino estaba entrelazado de alguna manera con el del alfa cruel que la sigue de cerca mostrando ese lado oscuro y siniestro del cual todos deberían temer.
El brillo malévolo en los ojos del lobo destelló como dos faros en medio de la oscuridad, reflejando el deseo de control y poder sobre ella, su presa, haciendo que la reina alfa sintiera miedo y repulsión. Sin embargo, a pesar de su odio hacia él, algo en lo más profundo de su ser comenzaba a sentir una atracción hacia su captor evitándole huir con más determinación.
―¡Aaahhh! ―Karman se enredó con una rama por no quitarle la mirada al lobo.
―Te tengo, Caperucita.