Erena abrió los ojos, sintiendo el cuerpo adolorido y, recordando todo lo ocurrido la noche pasada, sostuvo la respiración por un par de segundos en lo que asimilaba todo, pero la voz de Alonso le devolvió los pies a la tierra. —Si recuerdas lo que pasó, ¿no? —preguntó el hombre, sentándose en la cama luego de haber admirado bastante rato a su mujer. Erena sopló lento el aire que había estado conteniendo y asintió sin atreverse a abrir la boca. Estaba en extremo avergonzada, pero agradecida por haberse sacado del pecho lo que sentía y mucho más de que las cosas terminaran tan bien, porque definitivamente ese final que marcó el inicio de algo nuevo que la hacía mucho muy feliz. » Menos mal —declaró el hombre, recuperando el aliento—. Ya casi me hacía sacado de aquí y demandado por vi

