CAPÍTULO 10

1064 Palabras
"Destinos enterrados" Angy. La caminata entre la oscuridad es un poco... Aterradora. Pareciera que estuviera caminando hacía mi propia perdición, todo me causa muy mala espina, no tengo la necesidad ni de dudar de que mi vida (si es que sigo con vida) está en peligro aquí. Corrijo, es muy aterradora viéndola desde cualquier punto. Y más cuando es en medio de un bosque tan peculiar, donde las hojas de los árboles son de color blanco y el tronco de n***o, la tierra es en partes piedra luego arenosa y culmina fangosa. Es raro, muy raro. El aire huele a azufre y es pesado, poco me cuesta respirarlo. Lo peor del caso es que desde que salimos del hogar de Marcus no hemos escuchado ningún ruido, haciendo que Marco se colocase en modo de defensa ante cualquier ataque porque al parecer los gritos, el llanto y demás son lo usual a estas horas pero justo hoy no hay ninguno. Hemos caminado en fila uno tras el otro desde hace un rato, siendo Marcus el primero, yo la segunda y de tercero queda Marco. —Esto es extraño... —Murmura el menor y su hermano asiente sin hacer ruido. Nos detenemos justo frente a un risco y choco con la espalda de Marcus quien me mira de soslayo y cubre con su cuerpo mi vista. —Será mejor que te quedes tras de mí siempre, —La exhalación pesada de Marco me hace mirarlo y ver la sorpresa y terror plasmado en el rostro. — ¿Qué está pasando? La curiosidad aborda mi ser y viendo por sobre el hombro de Marcus noto a lo que se refiere. Al final del risco está una mansión, pero no sorprende lo tenebrosa que se ve sino aquello que se encuentra alrededor. Miles de lobos de colores plata y blanco yacen allí estáticos mirando en dirección a la puerta, casi pareciera que no respiran, que asechan en espera de algo. Pero... ¿De qué? — ¿Iremos allí? —indaga Marco con una especie de brillo en sus ojos. —No mataremos a nadie, recuerda que son de los nuestros. —Refuta Marcus, caminando en dirección a una especie de escalera hecha en piedra. —Trata de no morir bajando humana. —Ríe el oscuro menor desvaneciéndose, miro a Marcus quien baja de un salto hasta caer a una distancia prudente de los lobos. Doy una pisada en el primer escalón y de inmediato siento una especia de corriente subir desde las plantas de mis pies hasta mis orejas. Todo alrededor se pone un tanto tibio y una corriente de aire golpea mi rostro y al pasar por uno de mis oídos se escucha el susurro de una voz femenina decir... "Bienvenida" Trago un nudo de pánico y empiezo a descender con la mirada de los hermanos impacientes, esperando porque no me rompa los huesos bajando por cada escalón rocoso. Al llegar abajo las cosas se vuelven confusas, de momento los lobos abren paso ante nosotros. La puerta de la casa se abre y los gritos de terror provenientes de adentro erizan los vellos de mi piel, Marco mira a Marcus confundido y el mayor hace un pequeño corte en su mano y con la sangre me hace una marca en la frente. —No mueras aquí o no volverás a tu mundo. —Dice. — ¿Qué escribiste en mi frente? —indago, Marco ríe divertido. —Nada... —Y el menor destruye su momento de misterio. —Una señal para que todos tengan presente que le perteneces. Con un golpe seco en su estómago culmina la conversación y con cierta desconfianza entramos a la casa que por alguna extraña razón parece darnos la bienvenida. Los oscuros transformados a nuestro alrededor no hacen ningún movimiento mientras caminos frente a ellos. —Aquí no están nuestros padres. —Informa Marco mirando de un lado a otro, — ¿Será que ya murieron? —ríe lleno de emoción y me recuerda que es un enfermo justo como todos los otros que viven en este mundo tenebroso. —No celebremos todavía que somos los únicos del linaje, habrá que ver si no están dentro esperando para atacarnos. —Argumenta Marcus con recelo. Algo lo está incomodando, lo está preocupando y aunque no se nota soy capaz de percibirlo. Al llegar a la entrada la puerta tras de nosotros se cierra y sin siquiera entender que pasa, los chicos salen volando y chocan contra las paredes de la casa. Una especie de niebla comienza a cubrir el suelo, no hay luces que iluminen desde adentro a penas y entra una escasa de afuera. —Bienvenida, Ali... —Giro y el hombre que estaba sentado en la oscuridad se acerca levitando sobre sus pies tan rápido que no me da tiempo de reaccionar cuando ya tengo sus enormes ojos amarillos sobre mí. Respiro pesado. Abro la boca para tratar de decir cualquier palabra pero nada sale, Marcus está murmurando que corra y Marco se ríe como un desquiciado en espera de ver como muero. —Tú no eres Alisson... —El aliento frío choca contra mi rostro y el cerebro comienza poco a poco a procesar la información, es un hombre alto puesto que ha bajado al suelo y su cabello es blanco, sus ojos están todos amarillos y su piel es grisácea. A pesar de ser de cuerpo delgado se le nota imponente. Ladea una media sonrisa bobalicona y enseguida salen sus dientes afilados. — ¿Quién diría que una segunda humana pisaría nuestro mundo? —camina alrededor de mí y con la mano hace un seña haciendo que los chicos caigan al suelo, libres de lo que fuera que hizo con ellos. — ¿Quién de ustedes la trajo? Se detiene justo detrás de mí, logrando que su aliento frío choque contra mi cuello. —Nadie. Ella llego sola, —la voz de Marcus es pausada y casi un murmullo. Está asustado, se nota. —Ya veo, pero ¿Cuál de ustedes es quien más apegado está? —Y la risa de Marco se vuelve burlona. —Él, —supongo habrá señalado a su hermano mayor— es quien no para de velar por su bienestar y esas tonterías mi señor. ¿Desea que lo matemos? Y con eso me ha dejado claro que son seres sin alma y sentimientos.
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