La cita había sido improvisado, pero no había dudas de que se había esforzado bastante en hacerlo lo más romántico e íntimo posible. Cuando llegamos debajo de un gran manzano tenía preparado una meza para dos con una gran cena ya servida, bebidas en un costado en otra mesa donde se mantenían frías en una hielera de plata.
El lugar estaba iluminado por una cantidad absurda de velas dispuestas por todas partes logrando un ambiente bastante más rústico y único sin dudar. Jesse tenía en su rostro una sonrisa tímida pero ansiosa donde esperaba un comentario de mi parte, yo no podía emitir palabra alguna me encontraba muy emocionada que pequeñas gotas de lágrimas rodaban por mi mejilla.
— Por favor dime algo.
Su voz se notaba tensa, algo temblorosa. Lo miro a los ojos y me acerco más a él poniéndome en puntilla tomo su rostro con ambas manos y trato de acercarlo más a mí dándole un beso que demostraba como me sentía en ese momento ya que las palabras no bastarían.
— Espero que eso responda tus dudas. — digo separándome unos pocos centímetros.
— Estas hermosa.
— Tú igual. Gracias por esto es hermoso y me encanta.
Ambos nos sentamos a comer una cena muy deliciosa, algo tranquilo para nada exagerado teniendo en cuenta que no hemos parado de comer desde que llegamos. Entre copas de vino y finalmente de champán terminamos recostados en el suelo en una gran manta que Jesse había tenido listo.
Al encontrarme recostada entre sus brazos mirando la infinitud del cielo, adorando las estrellas y claridad con la que lo podíamos ver podía decir que me encontraba como en casa. Me sentía como que finalmente había encontrado el retorno a mi lugar favorito en el mundo y puedo decir que aquí he estado muy pocas veces, lo que lo hacía especial era en verdad los brazos del hombre que se encontraba a mi lado.
Todos estos años que hemos estado alejados no he sentido tranquila conmigo misma, siempre había sentido que no estaba completa como si una parte de mi faltara y era una parte muy importante que podría mantenerme viva y sintiendo y no como un absurdo reloj que giraba tan solo gracias a una batería.
Había recuperado mi estabilidad emocional, sí. Pero me movía entre las personas como una mujer sin alma, sin corazón y hoy ahora en este momento me puedo dar cuenta de eso. ¿Cómo? Muy fácil. Ahora me siento viva, completa y muy feliz. Sin la necesidad de estar viviendo un momento lleno de adrenalina, sin estar probando algo nuevo, tan solo el simple hecho de encontrarme envuelta en sus brazos y recostada a su lado para mi lo es todo.
— Esto me encanta. — digo sin pensar, él me mira algo dudoso pero con una sonrisa en el rostro.
— A mi también me gusta tenerte así, sentirte y saber que podría recuperarte.
Ese comentario suyo me hizo mirarlo con el ceño fruncido.
— ¿Por qué dices eso como si aún no fuera un hecho? Estamos bien.
— Si lo estamos, pero eso no cambia que debo ganarme tu amor como si fuera la primera vez y hasta que pueda recuperar tu confianza y tu amor aunque sea un 80% puedo decir que realmente he logrado recuperarte.
Me quedé sorprendida por sus palabras, enserio estaba muy decidido en cambiar las cosas y en demostrar que es otra persona ahora volviendo a enamorarme. Sabía que fue algo que se lo había impuesto, pero tampoco es que estaba pendiente de eso en cada segundo que nos encontrábamos juntos. Quería que disfrutara de esto también y no se esté preocupando de si hacía las cosas bien o no. Eso hacía que me sienta un poco mal.
— Jesse te agradezco que estés mentalizado en hacer eso porque yo misma te he dicho que lo hagas, pero quiero que también te relajes, no quiero que me veas y veas una obligación a cumplir. Disfrutemos de ambos, hemos estado lejos mucho tiempo y quiero pasar todos los mejores momentos del mundo contigo ahora.
— Por supuesto que si hermosa. Gracias por decirme todo eso tan bello.
Perdimos la noción del tiempo allí recostados e incluso nos hemos quedado dormidos, estaba amaneciendo cuando siento que alguien me estaba llenando de besos por todas partes. Cuando abro los ojos algo molesta porque me habían despertado me encuentro con sus bellos ojos adormilados.
— Hermosa debemos ir a dormir en la cama, está fresco y si no nos encuentran en la cabaña se preocuparan por nosotros.
— Créeme cada uno esta en lo suyo, te recuerdo que tu hermano esta por casarse y tu hermano adoptivo está disfrutando de su encuentro con mi mejor amiga, nadie nos prestará atención.
Sonrío muy picaronamente, pero sé que estaba en lo cierto. Adam y Ximena estarían disfrutando de las últimas noches como novios o prometidos ya que dentro de muy poco pasarán sus noches como esposo y esposa. Ryan y Julia estarán también muy concentrados en tener sus momentos de pasión ahora que se volvieron a reencontrar y sumándole todo lo que estaba ocurriendo con ellos y Esteban somos el menor de sus problemas o preocupaciones. Éramos libres de desaparecer si así lo queríamos.
— Bueno, ¿Qué me dices si disfrutamos entonces de este lugar que tan bien nos mantiene ocultos y tenemos un amanecer lleno de pasión?
— Mmm esa idea me gusta.
Volvimos a la cabaña cuando el sol estaba ya muy alto, exhausta y muy sucia tras nuestras aventuras pasionales entre arbustos y arboles. Creo que tengo unas hojitas de pasto pegadas en la braga. Necesitaré una ducha bien caliente y muy larga para poder lavarme el pelo como Dios manda porque creo que ya están anidando pájaros en el.
Aunque debo admitir que disfruté de la noche y de esta mañana. Fue absolutamente perfecto. ¿Quién dice que una cita perfecta solo se puede lograr en un restaurante caro y en una ciudad bonita? En el medio del campo, a la luz de la vela y las estrellas y la luna como reflectores iluminándonos fue todo lo más romántico que podía ser y lo más hermoso que habían hecho por mi, una cita maravillosa y auténtica.
Tan rápido como salí de la ducha fui donde mis amigas, primeramente por le bendito café que tanta falta me hacía y segundo porque sabía que necesitarían los detalles de nuestra maravillosa cita. Ellas habían estado más emocionadas por mi ayer que incluso habían elegido la lencería que había usado, ahora debía agradecerles por eso porque lo había dejado lo bastante enloquecido como para que no lo olvidara jamás.
El poder femenino en unas piezas de tan pequeñas de tela y encaje.